“El trato era por ciento ochenta días, dos semanas bastaron para enamorarme de ella, un divorcio que me enseñó que no quería perderla, siete citas inventé para reconquistarla, un nacimiento que quedó para la anécdota, dos pedidas de matrimonio, dos pedidas de mano, una despedida de soltero y finalmente, mi mexicana hermosa y yo… nos uniremos en matrimonio, siendo ésta nuestra última y única boda”

[Tristán] 

22 de diciembre

Con el ligero frío del invierno en la Ciudad de la Eterna Primera, abro los ojos sintiéndome de una manera especial. Ximena no está a mi lado, ella y Luz se han quedado con sus papás y yo y Solovino hemos dormido en nuestra casa en el pequeño fraccionamiento donde vivimos, así que tomo eso como un momento entre solteros . 

Hoy me voy a casar. Después meses de preparación con Lola Santiago, de escoger la temática, los invitados, el menú, la decoración, el pastel, los recuerdos, la música, el primer baile, el vestido y entre más cosas que ahora no recuerdo, por fin, Ximena y yo uniremos nuestras vidas en matrimonio y confieso que un nudo se me hace en la garganta. 

Nunca en mi vida pensé que me casaría por amor, incluso me había resignado a vivir una vida como la de mis padres, con una pareja pero sintiéndome completamente solo, y ahora que estoy a unas horas de ver a Ximena caminando hacia mi, mientras la espero en el altar, no puedo hacer más que agradecer a la vida por haber escuchado mis ruegos, por haber tenido compasión de mi y regalarme la mejor de las vidas, la mejor de las hijas, la mejor de las compañeras. 

Son exactamente las siete de la mañana cuando bajo a la cocina a preparar un poco de café y sacar a Solovino a dar un paseo rápido. Ximena y yo nos casaremos a la 13:00 hrs y tengo que estar en Amacuzac Morelos antes para poder entrar a mi habitación, asearme, vestirme y estar listo para la boda. 

Veo el traje colgado en el armario y sonrío, no sólo tendré una boda mexicana si no que la temática será igual, y según lo que Lola nos dijo, quedó como portada de revista, como para anunciarse en los periódicos y tomar millones de fotos para recordar, y eso es lo que espero. Quiero que ambos tengamos la boda que nos merecemos, la que recordaremos hasta el último día de nuestra vidas.  

Todos estarán ahí y además de la familia de Ximena que yo conozco sé que se unirán más que han viajado exclusivamente para ver este enlace matrimonial que Lucha ha descrito como de final de telenovela y no entiendo porqué, si este no es el final si no el principio de una vida llena de amor y sorpresas. Ella me lleva al altar y la verdad, no necesito a nadie más, con ella y Tita tengo y con ellas me quedo. De mis padres no he vuelto a saber, ni una noticia, ni un rumor y supongo que a partir de ahora, así será, y para ser honesto, no me molesta. Nunca estuvieron conmigo en mis momentos importantes, sería raro que estuvieran conmigo ahora. 

—¿Listo amigo? — le comento al perro mientras lo amarro para subirlo al auto — oficialmente hoy te adopto como mi hijo perruno, y aunque al principio tú y yo tuvimos nuestras diferencias, creo que ya nos llevamos bien ¿qué no? — 

El perro me lame la mano y luego me da la pata, así que tomo eso como una respuesta positiva a lo que le acabo de decir. Solovino no sabe pero hasta él será partícipe de esta boda, porque estará en la foto familiar con una pequeña corbata que le hemos comprado porque, Luz, nunca me perdonaría que su niñero de cuatro patas no estuviera ahí. 

—Vámonos Vino — le digo como mi hija suele llamarlo — que tenemos una boda a la que asistir. 

Subo al perro al auto, junto con todas las cosas que debo llevarme a la Hacienda para poder arreglarme para la ceremonia. Paso a casa de mi suegro por la maleta de Ximena y la de Luz, una que Paco me entrega por órdenes de Rosalva ya que dice que está estrictamente prohibido que yo vea a la novia antes de la ceremonia. 

Lo más tierno de todo esto, es que Tita abrió la ventana de la casa para que Luz me pudiera saludar desde ahí y el  “Hola, Hola” en voz de mi hija me hizo sonreír. 

—Beso mi amor, te veo más al rato ¿Sí? — le digo a mi hija y ella me manda uno con la mano y mueve la mano diciendo adiós. Me pregunto si Luz tiene idea de lo que está a punto de pasar. Yo creo que para ella es sólo un día más con un vestido de novia en la habitación, ya que ella ve cómo su madre los hace en el taller del piso de abajo. 

Vuelvo a subir al carro y ahora sí, manejo hasta la Hacienda de San Gabriel de Las Palmas, una de las más hermosas que hay en Morelos. Entro por el estacionamiento y lo primero que veo es el hermoso camino largo lleno de palmeras en ambos lados de éste, enmarcando perfectamente el recorrido. Esta es la segunda vez que yo estoy aquí, y me hubiera gustado venir más veces, pero por motivos de trabajo ya no lo logré, así que pongo toda mi confianza en Lola Santiago y su equipo para recrear la boda de nuestros sueños. 

Después de estacionar el auto, bajar a Solovino y de que el botones me ayudara con el resto de las maletas. Entro a la hermosa habitación que me han asignado para poder asearme y cambiarme. Por ahora no siento nervios, pero sí mucha felicidad, porque sé que Ximena llegará en cualquier momento y entrará a otra habitación donde terminará de cambiarse para luego salir de la mano de su padre hacia el altar. 

Abro el traje azul oxford que he escogido para este día, cuelgo la camisa blanca y los zapatos café que combinan perfectamente con todo. Me doy una ducha lenta, disfrutando del agua caliente que cae sobre mi cuerpo mientras recuerdo  si me traje todo lo que necesitaba. Creo que uno de mis peores miedos en este momento es que algo se haya quedado en la casa y sea tan importante que esta boda no pueda continuar. 

—Basta Tristán, todo está bien — me regaño a mi mismo. 

Al salir de la ducha, comienzo a vestirme tranquilamente frente al espejo,  hasta que escucho que alguien toca la puerta y al abrir veo a Jaime y Stéphane frente a mi. 

—Hermano, qué bien te ves — me dice Jaime feliz y luego me da un abrazo. 

—¿Ya has visto afuera? — me pregunta Stéphane — quedó precioso, con ese tipo de decoración me dan ganas de casarme de nuevo.—

—¿En serio? — pregunto emocionado —¿cómo quedó?—

—Sólo puedo decirte que, todo el techo está adornado con papel picado de colores con las primeras letras de sus nombres. Se ve de verdad increíble.— 

Sonrío, porque sé que eso fue idea de Ximena. Quisiera que la hora de la fiesta llegue para poder ver todas las decoraciones e ideas que Lola plasmó. Sigo arreglándome cuando recibo un mensaje de mi prometida diciéndome que está llegando a la hacienda. Me emociono más, ella ya está aquí y no hay marcha atrás. 

—Sólo espero que todo salga bien — les digo un poco nervioso mientras acomodo mi saco. 

—Verás que sí , todos los que te queremos estamos aquí y haremos de este enlace el mejor de tu vida — me alienta Jaime. 

Comienzo a ponerme nervioso cuando de nuevo escucho que alguien toca la puerta del cuarto y Lucha pasa increíblemente bien arreglada y voy hacia ella a abrazarla. A pesar de que ha perdido un poco el cabello, con el tocado que se ha puesto en la cabeza se ve hermosa. 

—Pensé que ya no venías mamá — le digo tierno. 

—Lo siento, es que Tita no encontraba como ponerme esto en la cabeza — se queja — Te ves guapísimo— responde  mientras toca mi rostro — estoy emocionada de estar aquí, en la boda de mi hijo.— 

A Lucha se le llenan los ojos de lágrimas y yo siento un nudo en la garganta enorme. Sé que cada vez le cuesta más salir de su casa por motivos de su enfermedad, incluso ha dejado de cuidar a Luz por esa razón, pero verla aquí, frente a mí, me hace un hombre doblemente feliz. 

—No llores Luchita, que no quiero que vayas llorando mientras me entregas en el altar ¿eh? — le bromeo y ella me abraza. 

—Es que has hecho a esta vieja muy feliz —confiesa. 

La puerta vuelve sonar y de pronto mi habitación se llena de gente. Paco entra y me abraza — cuñado, oficialmente hoy lo seremos, y debo decirte que mi hermana se ve hermosa, y qué decir de tu hija, ambas te impactarán.—

Me río un poco, creo que es de los nervios. En verdad muero por salir de esta habitación y ver a Ximena y a mi pequeña Luz con sus hermosos vestidos— no puedo creer que este momento haya llegado — le digo emocionado. 

Mi cuñado vuelve a abrazarme y me murmura — eres el mejor hombre para mi hermana Tristán, eso no hay nadie que lo pueda negar, después de tanto se merecen este comienzo feliz en sus vidas.—

Lo abrazo más fuerte, porque sé que a partir de este momento seremos familia oficialmente, aunque ellos ya me habían adoptado desde hace meses atrás y me dieron la mejor bienvenida a la familia. 

—Te juro que haré a tu hermana muy feliz.—

—Lo sabemos— contesta. 

Seguimos platicando cuando de pronto Lola Santiago interrumpe la reunión —Es hora Tristán —me indica. 

Tomo del brazo a Lucha y la llevo conmigo para salir de la habitación, la veo feliz, emocionada y me toma con fuerza mientras caminamos hacia la capilla del lugar. Veo a varios parientes de Ximena que esperan afuera, y otros que se encuentran dentro ya sentados esperando a que empiece la ceremonia. Algunos me saludan y me felicitan sin ni siquiera conocerme, pero lo hacen con tanto amor y cariño, que yo les correspondo igual. 

—¿Estás lista Lucha? — le pregunto tierno. 

Ella acaricia mi mano y luego me ve — quiero agradecerte Tristán, por haberme dado la oportunidad de llevarte al altar este día, de regalarme esta memoria para siempre y sobre todo, por haberme adoptado como tu madre. Eres el mejor hijo del mundo.—

—Basta Lucha, que me harás llorar — le respondo limpiándome las lágrimas.

—Tú sabes que yo sólo vivo de momentos y éste, si algo sucede mañana, será uno de los más bellos.—

—No digas nada más — digo entre lágrimas — tú vivirás muchos años más, y me seguirás aconsejando. Verás muchas cosas más.— 

El padre nos indica que es hora de entrar a la capilla y yo entro junto con Lucha mientras los invitados me observan. Me quedo de pie a la altura del altar y veo atenta a la puerta de la capilla esperando por ella. 

Paco, Stéphane y Jaime se paran a mi lado y me sonríen — espero no se arrepienta — les bromeo. 

—Tranquilo, de que viene, viene —contesta Paco. 

Todos guardan silencio al escuchar la música de fondo que indica que la novia está a punto de entrar. Se abren las puertas y puedo ver a Tita increíblemente guapa atrás de Montse y me saluda con la mano feliz y yo hago lo mismo. En la vida pensé que Tita estaría en mi boda de esta manera. 

Las puertas vuelven a cerrarse, y sé que llega el momento que durante todo este tiempo he estado esperando. Quiero cerrar los ojos para sorprenderme con lo que viene, pero a la vez no quiero  parpadear para no perder ningún detalle. Quiero que alguien me pellizque y me demuestre que este no es un sueño del que voy a despertar en algunos momentos, pero cuando veo a la pequeña Luz entrar con un huipil blanco con bordados dorados y una pequeña corona de flores rojas sobre la cabeza, sé que esto es muy real. Ella viene tomada de la mano de la hija de Jaime y Stéphane, y camina alegre por el pasillo sonriendo. 

—¡Hola! ¡Hola! — les dice a todos mientras saluda con la otra mano y todos hacen un “ahhhhh” al escucharla y puedo ver las cámaras fotográficas tomando cada momento. 

—Luz, debes tirar las flores — le explica la otra niña y lo hace para que ella la imite. Pero a Luz no le importa, y se dedica a tomar las flores y entregárselas a los invitados. Quienes la toman y le agradecen. 

—Hola Papá — me grita feliz cuando ya está más cerca y camina lo mejor que puede hacia mí y yo la tomo entre mis brazos y le doy un beso. 

—Mi pequeña — le murmuro y ella me da una flor que Jaime me pone sobre el traje para que no se caiga — te ves hermosa mi Luz.— 

—Hola, Hola —saluda a todos. 

Tita estira los brazos y le dice a Luz que vaya con ella, para así tener las manos libres para cuando me toque recibir a Ximena. Mientras hacemos el cambio, las puertas se vuelven a abrir y en eso el tiempo se detiene por completo y sonrío más allá de lo que me es posible. 

Ximena, con un hermoso vestido blanco, que enmarca perfectamente sus hombros y cuello, con mangas largas transparentes, bordados dorados en el pecho que forman hojas y un velo mediano que cae desde su hombros hasta el suelo, llevando un hermoso tocado de flores rojas que adornan la corona que se hace pasando dos trenzas en el frente y cruzándolas, los labios rojos y un ramo de noche buenas, comienza a caminar hacia mi. 

Su padre la trae tomada del brazo y ella al verme se muerde los labios y me sonríe contenta, mucho más de lo que la había visto en la vida. Siento como el nudo que tengo en la garganta se deshace por completo y las lágrimas comienza a caer por mis mejillas sin que pueda contenerlo. Lloro, pero lo hago de felicidad.

Ella camina lentamente  sin quitarme la vista de enfrente y cuando llega su padre me da su mano — te la entrego Tristán, porque no hay hombre más merecedor de ella que tú —me dice emocionándome más. 

Él le da un beso sobre la frente y luego la abraza — te quiero hija — le murmura. 

—Yo también Papá — responde y me ve al rostro — hola — me saluda. 

—Hola — respondo mientras las lágrimas corren por mis mejillas. 

Los ojos de Ximena brillan tan lindo porque sé que ella también quiere llorar y lo está evitando a toda costa — te ves guapísimo Tristán — murmura. 

—Te amo Ximena Caballero, vamos a casarnos ¿si? — 

—Sí — responde ella y los dos nos dirigimos al altar. 

La ceremonia comienza y atentos Ximena y yo escuchamos al padre. Ella me toma de la mano y volteamos a vernos de vez en cuándo para asegurarnos que estamos bien, que como felices. Admiro su belleza, sus labios rojos, su tocado, el vestido y veo tanto detalle en él que estoy consciente que ella puso mucho empeño en hacerlo. 

El momento de los votos ha llegado y nos volteamos de frente para vernos a los ojos tomo la alianza y respiro profundo antes de empezar — Mi mexicana hermosa, he preparado estas palabras que te quiero decir en mi mente millones de veces y ahora que ha llegado el momento, estoy tan emocionado que las he olvidado por completo — ella se ríe — sólo me queda decirte que hace dos años atrás me salvaste de mi mismo en maneras que nunca pensé que podría ser salvado, me tomaste entre tus brazos, me arropaste y me enseñaste que la vida puede ser bonita incluso  cuando el pasado pesa y duele. Te amo más allá de lo que puedas imaginar y dejaría todo, una y otra vez por volver a ti, por volver a ustedes— y veo a Luz que juega con la canasta con flores — el trato era por 180 días pero en dos semanas me enamoré de ti, ahora tenemos una vida juntos por delante, una que me encargaré de que sea la mejor.—

Le pongo la alianza en el dedo y le doy un beso en la frente. Ella voltea y le pide a Montse la alianza y cuando voltea me ve a los ojos — Tristán, eres mi mejor amigo, mi aliado, el padre de mi hija y después de todo lo que hemos vivido, sin duda eres mi alma gemela. Llegaste a mi cuando yo no lo esperaba y pusiste mi vida de cabeza, sacándome de mi zona de confort, de mi soledad y de mi rutina. Fuiste paciente, cariñoso, amoroso y perseverante, me diste consuelo y fuerza cuando lo necesité y llenas, todos los días, mi mundo de muchas carcajadas y palabras bonitas. Te amo como no tienes idea, muchas gracias por regresar a mi, te prometo años de felicidad y, que no importa lo que pase, tu familia estará contigo siempre.—

Ella me pone la alianza en el dedo y me sonríe feliz. 

—¡Papá! — me dice Luz y comienza a moverse para que Tita la baje al suelo y ella camine hacia mi — ¡Papá! — me dice estriando los brazos para que la cargue. 

Lo hago y ella se recarga sobre mi cuello, creo que para Luz es hora de la siesta según su rutina, así que la acomodo bien y ella se queda quieta. Ximena le acaricia la espalda y ella comienza a cerrar los ojos. 

—Lo siento, creo que eso pasa cuándo se hacen las cosas al revés — bromeo y los invitados se ríe. 

El padre nos dice otras palabras y finalmente llega el momento de la ceremonia más esperado por nosotros — por el poder que me confiere, ahora los declaro, marido y mujer. Ya puedes besar a la novia.—

Me acerco a Ximena inmediatamente y le doy un beso en esos hermosos labios rojos. La capilla estalla en aplausos y puedo ver a Lucha y a Tita llorando de emoción. Mi suegro se pone de pie junto con Rosalva y yo tomo la mano de Ximena y los tres salimos, riéndonos de pura felicidad porque por fin, en esta hermosa tarde de diciembre, mi hermosa mexicana y yo unimos nuestras vidas, para siempre. Quién me iba a decir que un viaje a Las Vegas me traería la felicidad a manos llenas. 

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