[Tristán]
Nunca pensé que de nuevo estaría arriba de un avión yendo de regreso a Europa, pero esta vez al lado de mi esposa, mi hermosa mexicana que no puede parar de llorar al haber dejado a nuestra hija en casa de sus abuelos para que nosotros pudiéramos disfrutar de nuestra luna de miel.
Hemos pasado la mejor Navidad de todas, en familia, con una cena sencilla que hicimos todos en la casa de Cuernavaca, y con una Luz emocionada con los regalos que sus abuelos, tíos y padres le pusieron bajo el árbol. Tomé cientos de fotos que sé terminarán en el álbum familiar y otras tantas que llevo en el móvil y que Ximena observa atenta mientras el avión está a punto de despegar.
―Vamos mi amor, Luz estará bien, te lo juro ― le consuelo mientras la abrazo y le doy un beso sobre la frente.
―Ya lo sé, pero es que es tan pequeña ¿no pensará que la abandonamos? ― me pregunta y yo sonrío.
―No mi amor, cuando lleguemos a Francia te prometo que hacemos una video llamada para que nos pueda ver y podamos platicar con ella ¿si? ― y ella asiente.
―Lo siento, es que en verdad nunca pensé que viajaría a Paris así.―
―¿Así como? ― pregunto sonriente.
―Con una bebé de un año en casa..― y luego se ríe para no llorar más.
―Sólo son dos semanas.―
―¿Dos semanas? ― pregunta ella extrañada.
―Así es, porque he decidido que haremos un paseo rápido a Madrid para que lo conozcas, así seré yo tu guía de turistas ¿te parece? y podré regresarte el favor mostrándote el país donde yo nací― ella me abraza.
―¿Por qué eres tan maravilloso? ― pregunta.
La beso sobre los labios ― no soy maravilloso, sólo soy un hombre enamorado― y ella sonríe ― en Madrid te presentaré a David Canarias ¿recuerdas? Nos quedaremos en uno de sus pisos y así podremos recorrer sin problemas la ciudad y cocinar lo que queramos.
Ximena apaga el móvil con la foto de Luz y luego lo guarda para acto seguido recargase sobre mi hombro ― te prometo que a partir de ahora sólo somos tú y yo ¿si? ― y se acomoda cerrando los ojos.
Aún estamos casados de nuestra boda, ya que al siguiente día se hizo la torna boda en casa de mi suegro en Cuernavaca, ahí se invitan sólo a los amigos y a la familia cercana a comer y a comentar el evento. Es un poco más relajado y es divertido porque se cuentan las anécdotas como la de mi baile sensual que de nuevo Paco sacó a la luz y todos se rieron. Así que no hemos podido descansar bien, y entre Luz y la Navidad, madrugar para pasar tiempo con ella y salir de Cuernavaca para llegar al aeropuerto a las 9:00 pm, estamos rendidos y necesitamos dormir bien, aunque no sé si un vuelo de 11 horas a París sea el mejor momento para hacerlo.
El avión despega y siento una emoción no antes vivida. Llevaré a mi esposa a Paris, haré uno de sus sueños realidad y luego de Madrid regresaré de nuevo a México para seguir viviendo mi vida, nunca pensé que eso me pasaría y que llamaría mi hogar aun país que no fuera el mío, entonces mientras veo la Ciudad de México, por la ventanilla, alejándose y desapareciendo entre las nubes, una extraña melancolía me llega y me trae recuerdos de la vez que tuve que regresar a Ibiza y observé el mismo paisaje pensando en Ximena y en como regresar.
―Me avisas cuando pase el carrito de las bebidas ― me murmura y se vuelve a acomodar para dormir.
―Si mi amor, duerme, yo te cuido ― le respondo, pero los ojos comienza a pesarme y cuando menos lo espero caigo rendido en el asiento sintiendo el calor de mi esposa al lado de mi y sabiendo que posiblemente cuando abra los ojos ambos estaremos en París. La ciudad de la luz, el lugar donde Ximena y yo estaremos solos y recién casados.
***
“Bienvenidos al aeropuerto Charles de Gaulle, por favor no olviden recoger sus maletas en la banda 4. Disfruten de su estancia.”
Once horas después y con la emoción a flor de piel, Ximena y yo llegamos a París. Ella al ver por la ventana sonríe feliz al ver la Torre Eiffel desde arriba y no para de tomarle fotos diciendo que era lo más genial que había visto en su vida.
―Y eso que sólo la viste desde arriba amor, cuando la veas de frente, querrás más cámaras para todas esas fotos ― le comento.
―¿Es tan grande como se ve ahí? ― me pregunta.
―Grande, muy grande, hay un mirador al que puedes subir y ver toda la ciudad. Subiremos juntos y la disfrutaremos ― le prometo y ella me sonríe feliz.
Tiempo atrás yo venía mucho a París, lo hacía en el verano o en el otoño, nunca en el invierno por lo que ahora para mí, esto, también es una nueva experiencia. Solía venir a dar una vuelta, por así decirlo, a veces por dos, tres días sin prestar mucha atención alrededor y sin que nada me importara, pero ahora, conoceré París como si fuera la primera vez y qué mejor hacerlo de la mano de mi esposa. Tal vez, ahora no podamos quedarnos en los hoteles en los que solía hospedarme o posiblemente no pueda llevarla de compras por todas las tiendas del los Campos Elíseos, pero sí podré recorrer los museos con ella, caminar las calles tomado de su mano y probar la deliciosa comida que sé muere por comer, entre otras cosas que saldrán espontáneas que harán esta semana especial para ambos, dándonos otro viaje maravilloso a nuestra ya basta colección.
Bajamos del avión y después de esperar las maletas salimos a la puerta para tomar un taxi. Son aproximadamente las 5:oo pm así que podemos ver el atardecer en París que, a pesar del cansancio, lo disfrutamos desde el auto, observando los edificios.
―¿Crees que mi francés me esté esperando en la explanada De la Torre Eiffel con una rosa roja? ― me bromea Ximena y yo levanto la ceja.
―No sé, pero te recuerdo que esto es una luna de miel y creo que significa algo señora Ruíz de Con.―
―Significa que tendré que ser cuidadosa para poder verme con él… con Pierre.―
―¿Pierre? ¿Ya tiene hasta nombre? ―
―¿Será más alto que tú? ― sigue bromeando
―Yo me llamo Pierre― dice el chofer el taxi en un español muy básico.
Ximena se sonroja y luego lo ve ―Lo siento Pierre, no eres tú.―
El chofer se ríe y yo la abrazo y la jalo hacia mi.
―A ti no te cambio por nada mi amor, me quedo contigo así que si te vas con el francés ese me voy con los dos ― respondo y ella se ríe.
―Eso sería cómico, un españolito y otro francesito… ― y me cierra el ojo.
―No te conocía esos gustos… ¿eh? ― le reclamo.
―París cambia a la gente mi amor, es todo lo que te puedo decir ―contesta y ambos nos reímos.
―Nous sommes arrivés ― me dice Pierre y volteo a ver por la venta y observo el pequeño hotel donde nos quedaremos.
―Merci― le digo mientras abro la puerta y ayudo a Ximena a bajar. Ella ve a su alrededor y se cubre con el abrigo ya que el frío es en verdad tremendo.
―¿Aquí nos quedaremos? ― pregunta emocionada.
―Sí, lo siento si no te puedo dar uno con vista a la Torre Eiffel pero… ―
―Me encanta ― murmura ella besándome ― me encanta… estoy en París, contigo, de luna de miel, no me fijo en los hoteles, sólo en todo lo que recorreré contigo.―
La tomo de la mano y entramos. Después de hablar en la recepción y desempolvar mi francés, ya que tenía años de no hablarlo, Ximena y yo subimos a la habitación para darnos una ducha y descansar. Al entrar vemos un cuarto pequeño pero acogedor, con una cama matrimonial en medio , una ventana que da a la calle, una mesa redonda, alfombrado y baño con ducha y bañera.
Lo primero que hace Ximena es quitarse las botas y comenzar a caminar por la alfombra. Siempre hace lo mismo, no sólo en hoteles si no en la casa, ama andar descalza y ahora, sintiendo la alfombra calientita y de traer los zapatos puestos por casi 24 horas lo ama más.
―¿Nos damos un baño en la bañera señor Ruíz de Con? ― me pregunta coqueta y abre la maleta para sacar una pequeña botella de vino tinto ―¿un vinito antes de dormir?―
―¿De dónde sacaste esa botella? ― pregunto divertido.
―La tomé de casa de mi padre para cumplir una de mis fantasías más profundas, un baño de burbujas en un hotel en Paris tomando vino tinto.―
Ella comienza a quitarse el abrigo, luego el suéter, el pantalón y en ropa interior, muy sexy por cierto, entra al baño y comienza a llenar la bañera con agua caliente. Me desvisto y entro al baño con ella, abro la botella y después me meto a la bañera para que ella se acomode sobre mi pecho ― amamos los baños de bañera tú y yo ¿eh? ― le digo, recordando la boda de Rodolfo.
―En nuestra próxima casa deberíamos tener una ― me dice feliz recargada sobre mi ― una donde podamos tener este tipo de momentos.―
Me quedo en silencio acariciando su cabello y veo como ella le da un pequeño sorbo a la botella ― lo único que me pesa ahora es que no puedo darte todo lo que antes tenía ― le murmuro y ella voltea a verme.
―¿Cómo qué? ― pregunta.
―Una habitación más grande, un chofer que nos recoja a la entrada del aeropuerto, un hotel que dé a la Torre Eiffel y que tenga un balcón desde donde puedas verla iluminarse por las noches… todo eso que un día yo tuve.―
Ximena suspira ― Tristán, estoy en París, bañándome con agua de Paris ― y yo me río ― con burbujas de un hotel en París… no hay nada más que te pueda pedir y jamás te pediría todo eso que tú me dices. Viajar no significa despilfarrar el dinero significa vivir la experiencia, conocer el lugar, y eso también conlleva bañarnos en una tina con agua de París ― y se ríe ―¿qué no entiendes que soy feliz con sólo tenerte a mi lado? Pudiste rentar una habitación en un hotel en Cuernavaca y pasar ahí nuestra luna de miel y yo sería feliz porque la pasaría contigo…―
―¡¿Qué?! ¿Entonces dices que pude haber hecho esto y yo gastando dinero en París?― le bromeo.
―¡No! Ahora te amuelas ― me contesta ― Lo que te quiero decir es que, no necesito nada de eso, sólo quiero pasear de tu mano por esta ciudad y ser feliz, nada más, sin regalos, sin lujos…sólo tú y yo.―
Le doy un beso sobre el cabello y luego le pido que me pase la botella de vino tinto para tomar un sorbo. Suspiro, esta es vida y es mejor porque la comparto con ella ― entonces me olvidaré de todo lo que te dije y sólo te diré. Bienvenida a tu luna de miel en Europa, Ximena Caballero ― y ella voltea y me da un beso ―pero te prometo que un día te daré todo eso que te dije y más, aunque no lo necesites.―
Ella sonríe―Gracias mi amor, gracias por todo, por hacer mis sueños realidad ― murmura.
―Gracias por hacer el mío realidad ― le contesto y ella sonríe.
―¿Haremos bebé en París? ― bromea.
―Pues la cigüeñas viven acá, tal vez si les ayudamos un poco lleguen a México en unos meses ¿no crees? Creo que deberíamos de darles una pequeña ayuda.―
―Yo digo que sí ― responde Mena ―pero ¿qué te parece mañana? Porque estoy muy cansada.―
―Muy bien, mañana le ayudaremos a la cigüeña ― y después de decirle eso la abrazo y la pego más a mi.
―Je t’aime ― le digo en francés y ella sonríe.
― Je t’aime más ―contesta ― y se acurruca entre mis brazos para seguir disfrutando del baño.