[Tristán]

Después de una noche de buen descanso y de que la nieve dejara de caer. Ximena y yo después de desayunar nos dirigimos hacia la famosa Torre Eiffel. Ella iba emocionada, jamás la había visto así, parecía una niña pequeña, con dinero en el bolsillo a punto de entrar a una juguetería. Veía por la ventana del metro y cuando estuvo cerca me vio. 

―Esto es genial ― comenta y luego me abraza ― gracias mi amor, muchas gracias.―

―No tienes nada que agradecer, ahora, sólo cúbrete bien que cuando la nieve se derrite es cuando hace más frío ― y la envuelvo con la bufada y la beso. 

Ambos bajamos el metro y comenzamos a caminar hacia la famosa Torre que parece que toca el cielo. 

―¿Estás lista? ― le pregunto y ella asiente. 

―Muy bien, entonces pasando estos árboles la podrás ver de cerca… pero antes ― y saco de mi bolsillo una flor hecha de papel.―

―¿Qué es esto? ― pregunta entre risas. 

―No seré tu francés que te espere con una rosa bajo la Torre Eiffel, pero creo que tu esposo puede tener este detalle.―

Ximena la toma y sonríe― ¿La hiciste con papel del baño? ― pregunta y yo asiento. 

―Cosas que uno va  aprendiendo cuando tiene una hija de un año.―

Ella me da un beso contenta y me abraza ― no sé que hice para merecerte, pero sé que fue algo bueno y… ― 

―Sólo disfruta… ¿quieres? ― la tomo de la mano y le doy una vuelta ― vamos, que la Torre nos espera.―

Seguimos caminando hasta llegar a la hermosa explanada donde al fondo se puede ver la Torre Eiffel. Ella camina en medio y levanta la cabeza para ver hasta donde llega ― es altísima ― me dice feliz. 

―Sí, por eso se ve desde lejos, y luego por la noche regresaremos a ver como se ilumina ¿quieres? ― y asiente. 

La abrazo por detrás y caminamos así un poco más cerca ― cuando estudiaba aquí venía en la época de verano con mis amigos y hacíamos picnics, poníamos una manta sobre el pasto y platicábamos de todo, había vino y comida… algo muy francés para nosotros ― y me río. 

―Me hubiera gustado verla en verano.―

―Lo harás ― le digo seguro ― y no sólo tú, también Luz, los tres vendremos o los cuarto, si es que tenemos suerte, y vendremos, haremos un picnic con comida mexicana ¿te parece? ― y ella asiente. 

―Con la salsa del restaurante de ayer ¿no? ― y ambos nos reímos. 

Ximena toma mis manos para que la abrace más fuerte ― tengo frío ― me murmura y yo pego mi cuerpo hacia ella. 

―Mena ― le murmuro y ella voltea a verme ― cuando lleguemos a Madrid tal vez las cosas pueden ser un poco diferentes a como hemos vivido París.―

―¿Diferentes? ― me pregunta y se separa de mi para poder verme de frente. 

―Sí, mis amigos estarán allá, David Canarias ha organizado una fiesta de año nuevo y conocerás a gente con la que conviví durante mucho tiempo, escucharás cosas… muchas y…―

―Temes que me arrepiente de haberme casado contigo ― finaliza mi frase y yo asiento ― me emociona el echo de conocer a tus amigos ¿sabes? Porque siempre tu vida ha sido un misterio.―

―Es que en realidad mi vida no es un misterio, era un caos. Niño rico con libertad absoluta sin que nadie se metiera con él, es como te la puedo describir. Ahora soy esposo, soy padre… y mi reputación no es la mejor, no una que quisiera que mi hija se enterara en unos años.―

―Todos tenemos una reputación Tristán.―

―Tú no… tu eras hija de familia, linda, cuidada… ― y juego con el cabello que cae sobre su frente.―

―¿Qué pudiste haber hecho mal Tristán? ¿A caso eres un asesino serial? ― y yo niego sonriendo. 

―No, pero… no fui buena persona mucho tiempo, menos después de que murió María, ahí perdí el norte pero lo volví a encontrar contigo tiempo después… sin embargo, mientras llegaba el momento de conocerte fui un Tristán muy diferente al que ves ahora… y eso puedes escuchar…―

Ella me abraza y mi cuerpo se vuelve cálido de nuevo ― Esto te va a servir a ti para que veas lo mucho que haz cambiado, como las experiencias de vida te hicieron el hombre que eres ahora, el padre que cuida a su hija tan tiernamente… te enseñará a sentirte orgulloso del hombre que eres y el que tu hija ve en ti ¿me entiendes? ―

―¿Entonces no temo por otro divorcio? ― pregunto.

―No ― dice negado con la cabeza ― No se te va a hacer… además, si nos divorciamos mi padre te echará en cara una boda de 200 invitados y créeme no quieres eso.―

―No, no lo quiero ― digo entre risas y la abrazo. 

―Te amo Tristán, te amo con el alma, porque eres un buen padre, un buen marido… porque lograste deshacerte de todo lo que te hería y comenzaste una vida nueva en otro país arriesgando todo… si eso no demuestra el cambio que hiciste, no sé que lo haría.―

La abrazo con fuerza y ella hunde su rostro sobre mi ― no tienes porque tener miedo de enseñarme tu antigua vida Tristán, sería bonito ser parte de eso, conocerlo, saber un poco más de ti… te prometo que no pasará nada.―

―¿En serio? ¿En serio quieres conocer mi antigua vida? ― pregunto y ella asiente. Me separo de ella, la veo al rostro y después de un suspiro le digo ― entonces podría hacer algo al respecto hoy.―

―¿Hoy? ― me pregunta. 

―Sí, primero subamos al mirador arriba de la Torre Eiffel y después vamos ¿te parece? ―

―Me parece…―  responde y me toma de la mano para dirigirnos hacia la Torre. 

Subimos en el elevador que nos lleva hasta la punta y ya arriba, a pesar del frío, podemos ver la hermosa ciudad que se devela ante nosotros. Tomamos miles de fotos, ella videos que dice le enseñara a Luz cuando regresemos, le explico los lugares que se pueden ver desde ahí y al bajar caminamos hacia el otro lado de la explanada para tomarnos una hermosa foto que sé quedará enmarcada para siempre y colgada sobre uno de nuestros muros. 

―¿Quieres un chocolate caliente? ―

―Me encantaría un chocolate caliente ― responde y yo paro un taxi para subirnos, ya en él le doy la dirección y ella me ve extrañada. 

―No usaremos metro esta vez.―

―No mi vida, esta vez llegaremos en taxi a ese lugar.―

―¿Y? ¿Qué lugar es? ― me pregunta. 

―Dijiste que querías saber un poco de mi pasado ¿no? Así que antes de irnos te daré ese gusto.―

Mena sonríe y aunque yo confieso estar muy nervioso porque hace tiempo que no sé nada de él, creo que sería bonito que ella conociera al único miembro de mi familia que posiblemente podría extrañar el día que ya no esté. 

Nos bajamos en el Barrio Saint- Germain llamado también el Barrio de las letras y entramos a este elegante edificio donde el portero nos abre la puerta ― vengo a ver a Tristán Ruíz de Con  ― le digo en francés y el nos invita a pasar al lobby mientras lo llama. 

―¿Tristán Ruíz de Con? ― me pregunta ella. 

―A mi abuelo… ― le digo con una sonrisa. 

―Nunca me dijiste que te llamabas como él…―

―Mi padre me puso así, supongo que sus motivos tuvo en el momento.―

Ximena se queda en silencio y me ve a los ojos ― Tu abuelo viven París. Pensé que vivía en Ibiza.―

―No, se vino a vivir a París hace muchos años, mi madre era la de Ibiza por lo que allá crecí. Sólo no la menciones mucho que como ves no se llevaban. Nunca le había presentado a nadie a mi abuelo, así que… prepárate para algo que pueda pasar.―

El portero nos indica que podemos pasar y Ximena tomada de mi mano subimos hasta el piso 18 donde vive mi abuelo. Confieso que yo quería que mi viaje a París pasara desapercibido para él, pero después de la platica en la Torre Eiffel, me di cuenta que sería muy cruel de mi padre ir a París y no verlo a él. Al fin y al cabo, viví dos años a su lado. 

La puerta se encontraba abierta ya y Amèlie nos espera para darnos la bienvenida. A pesar de los años no había cambiado nada y al verla esbozó una sonrisa. 

Monsieur Tristán, hace mucho que no lo venía.―

―Lo sé Amèlie, si te confieso pensé que nunca más lo haría ― le digo ― pero aquí estamos. Ella es Ximena Caballero, mi esposa.―

Ximena se acerca sonriente y la saluda de mano ― Un plaisir ― dice Amèlie. 

―Igualmente ― contesta  Mena. 

―Tu abuelo no se encuentra en este momento Tristán, pero regresa en unas horas ¿quieren algo de beber mientras lo esperan? ― pregunta. 

―Un chocolate Caliente, como los que sabes preprar ¿Si? ― le digo confiado y ella asiente con la cabeza y nos indica que pasemos. 

De nuevo me siento como un adolescente de nuevo caminando por ese piso tan elegante y amplio. Ximena observa todo para no peder detalle y cuando ve por el ventanal de la sala ve la Torre Eiffel desde ahí. 

―Se ve preciosa ― comenta. 

―Lo sé, si todo sale bien podrás verla iluminada desde aquí, si no, iremos de nuevo.―

―¿Por qué crees que pueda salir mal? ―

―Porque tengo más de 15 años que no veo a mi abuelo, por eso… no sé como vaya a reaccionar al saber que su nieto está aquí.―

Ambos vamos a al balcón  y ella se recarga sobre el barandal, yo la abrazo y le doy un beso sobre el cabello ― esta es la casa donde pasé  varios veranos aquí y luego dos años completos cuando me vine a estudiar a París. Mi abuelo siempre trató de sacarme del ambiente de mi familia y me dio su apoyo, pero fui tan tonto que no lo supe aprovechar. Un día mi madre me pidió que regresara a Ibiza por unos meses y… ya no volví por eso me sorprendió eso de la herencia.―

―¿La herencia por amor? ― pregunta Ximena. 

―La herencia por amor.―

Amèlie se acerca y nos da las dos tazas con chocolate y unos chocolatines recién horneados. 

Merci Amèlie ― le digo y ella sonríe.

Ximena le da un sorbo y suspira ― reviví ― comenta y yo le doy un beso sobre los labios que me sabe a chocolate. 

―Ella hace unos chocolates deliciosos, los trae de Suiza de una región bastante lejana y no sé como los hace pero nunca los olvidaré.―

Nos quedamos en silencio un poco y ella voltea a ver al barandal ― si yo hubiera vivido aquí, hubiera pasado todo el tiempo viendo el paisaje desde aquí.―

―Lo sé, yo no aprecié nada de esto antes, a mi me daba igual si era la Torre o no, daba por hecho que siempre tendría todo esto, pero luego te conocí y vi como apreciabas todo lo que estaba alrededor tuyo, como sigues emocionándote cuando me llevas a la  Chocolatería del Moro aunque haz ido millones de veces, llegas como si fuera la primera vez y lo disfrutas. Ahora, soy afortunado de regresar contigo y volver a apreciarlo, verlo con otros ojos.―

―Entonces ambos somos afortunados de estar aquí… tomando chocolate en un balcón en París ― y me besa ― no te pongas nervioso, seguro tu abuelo estará feliz de verte.―

―Espero, porque cuando se entere que me casé y no lo invité, posiblemente me reclame.―

Escucho que Amèlie vuelve a abrir la puerta y como le dice en francés que me encuentro en el balcón. Mi abuelo entra despacio y cuando llega frente a mi le sonrió. A pesar de tener una edad avanzada todavía se ve en una pieza, fuerte y como siempre decidido. 

―Eres la mujer de la serenata ― le dice a Ximena y ella sonríe ― es un honor conocer a la mujer que hizo que mi nieto entrara en razón ― y se acerca a ella y le da un abrazo. Ximena me ve sorprendida mientras sonríe. 

―¿A mi no me darás un abrazo abuelo? ― le comento y él se separa de Ximena y me ve. 

―¿Crees que te mereces un abrazo? Me dejaste de hablar por 15 años y luego vienes a mi piso, pides chocolate y ves la Torre Eiffel desde mi terraza? ― me dice serio. 

Me quedo en silencio sintiendo a Ximena a lado un poco incómoda ―Eso le diría al Tristán de hace 15 años, pero ahora, veo que vino un nuevo que me da mucha curiosidad conocerlo ― finaliza y me da un abrazo tan apretado que siento me corta al respiración ―bienvenido mi valiente nieto ― y me da un beso sobre la frente ― ¿se quedan a cenar? Le diré a Amèlie que cocine la mejor comida francesa que sepa… ― y se da la vuelta para ir hacia la cocina. 

―Me agrada ¿eh? ― dice mi esposa feliz ― Ves, no todo siempre es tan dramático ― y me cierra el ojo y yo la abrazo y le doy un beso. 

Después de la cálida bienvenida mi abuelo, Ximena y yo nos sentamos en la sala para platicar un poco. Él le contó todo a Ximena, desde que era pequeño hasta la última vez que me vio y pudo notar como lo veía atenta sin perderse ningún detalle, ella le contó que teníamos una hija y le enseñó fotos y videos haciendo a mi abuelo sonreír y él lamentó que no la hubiéramos traído con nosotros, por lo que prometimos que más tarde haríamos una video llamada para presentársela. 

Admito que extrañaba a mi abuelo, su humor y carisma, siempre fue así y yo no lo aprecié como era debido. Tal vez si le hubiera hecho caso años atrás y no me hubiera regresado a Ibiza, podría haber sido un poquito más feliz.

Pasamos a la mesa y después de una linda cena que Amèlie compartió con nosotros, Ximena salió al balcón para observar atenta como se iluminaba la Torre Eiffel y esta vez pudo compartirlo con Luz al hacerle una videollamada desde ahí aunque la niña no entendía mucho se emocionó más al vernos a nosotros y dijo su típico “Hola” “Hola” a su bisabuelo que emocionado la saludó. 

―No puedo creer que hayas tardado tantos años en regresar ― me dijo cuando estábamos los dos solos ― pero luego pensé, es Tristán, él se toma su tiempo y sabe cuando hacer las cosas ¿cierto? ― 

―Si hubiera regresado antes abuelo, hubiera sido peor.. y lo sabes. Ahora puedo decir que soy mejor hombre y mejor persona.―

―Se ve, se nota… y eso me hace feliz― por un momento mi abuelo me observa y sé que me pedirá lo mismo que mi madre por lo que me adelanto.

―Cuando llegue el tiempo ― le digo y él esboza una ligera sonrisa ― cuando llegue el tiempo lo haré, pero primero tengo que ser padre, esposo, apoyar a mi mujer en los proyectos que pueda tener, y cuando sea el momento… me haré cargo de lo mío. Por ahora estoy bien.―

Me da una palmada sobre el hombro y me sonríe ― así me gusta, eres muy diferente a tu padre y eso ya es ganancia, por eso supe que había hecho lo correcto al poner ese pequeña cláusula. Ahora ve y disfruta este momento con tu esposa, yo ya disfruté del mío con mi nieto.―

Me acerco a Ximena y la abrazo cubriéndola con mi abrigo para mitigar el frío que hace, ella me besa en la mejilla y sigue viendo hacia la hermosa torre que yace iluminada ― gracias por presentarme a tu abuelo, eres un buen hombre amor, jamás me arrepentiré de haberme casado contigo.―

Le doy un beso sobre el cabello ―¿si sabes que un día volveremos a repetir esto? ¿Verdad? 

―Lo sé, y ese día lo volveré a ver como si fuera la primera vez.―

―También sabes que esta es la vida que podría darles a Luz y a ti si  me lo pidieras.―

Ella se voltea y me ve a los ojos ― No creo que a Solovino le gusten los sillones que hay en esta casa ― y sonrío ― yo quiero esta vida si tú la quieres.―

―Yo no quiero la vida dónde tú estás conmigo.―

―Entonces ambos estamos de acuerdo que por ahora esta vida no se adapta a nosotros ¿cierto? Y que nuestro pequeño departamento en México sobre y basta ―

―Cierto ― le respondo y le doy un beso ―¿lista para el final del año? ¿Lista para lo que viene de este viaje? ¿De esta vida? ― le murmuro. 

―Lista, si es a tu lado siempre lista ― me contesta y voltea a ver de nuevo a la torre iluminada mientras yo al abrazo protegiéndola del frío. 

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