[Tristán]

La última vez que estuve en España lo hice de manera fugaz, pensando en regresar a México de inmediato, sin prestar atención a lo que estaba a mi alrededor, sintiéndome incómodo y lleno de mentiras. Sin embargo, España con Ximena es muchísimo mejor y lo compruebo hoy que despierto este 1ero de enero a su lado en este hermoso piso que David Canarias nos ha ofrecido para quedarnos. La veo a mi lado y, aunque ya hemos despertado muchos días juntos, éste ha sido muy especial, no sólo porque es el inicio de un nuevo año, si no porque la mujer de mi vida está conmigo en el país que me vio nacer. 

De pronto todos los lugares que yo pasaba desapercibidos en Madrid, ahora se han vuelto indispensables para mi, ya que  tengo ese ánimo de mostrárselos a Ximena tal y como ella hizo conmigo cuando estábamos en México. Quiero que ella se sorprenda como yo lo hice, observarla sonreír cada vez que pruebe un plato típico de acá, o cuando le diga la importancia de ciertos edificios e iglesias. Me hubiera gustado planear esto y llevarla a Córdoba, a Barcelona… a todo España si es necesario, pero esta vez sólo podremos ver esta ciudad y aunque el clima no sea el indicado para caminar por las calles, Ximena ha decido que es hora de aventurarse y conocer. 

Ella sale de la habitación poniéndose el abrigo y yo le ofrezco una tasa de café como sé que le gusta empezar el día. 

―Muchas gracias, esposo ― me dice ella sonríete y se sienta en el comedor para empezar a tomarlo. 

―¿Qué se te antoja de desayunar? ― le pregunto y ella sonríe. 

―Un pan dulce, una concha de chocolate..no, un tamal verde con un huevo frito al lado― bromea aunque sé que eso nos caería bien a los dos. 

―Sólo te puedo ofrecer huevo revuelto y posiblemente pan con mantequilla y mermelada ― le digo y ella asiente. 

―O.K, pero prométeme que llegando a México iremos a la panadería del Sol y compraremos todo el pan dulce que queramos.― 

―¡Hecho! ― le contesto para después darle un beso sobre la frente e irme a la cocina para comenzar a preparar. 

Nos quedamos en silencio por unos minutos y luego siento como ella se acerca a la barra de la cocina y se recarga con la taza de café en las manos. Sé que algo le pasa a Ximena y estoy seguro que tiene que ver con Iñaki, sólo que no me atrevo a preguntar. Me da miedo las respuestas o tal vez no hacer la pregunta adecuada. 

Mi esposa toma un sorbo y cuando volteo a verla para preñar todo en frente de ella me sonríe, tranquilizándome un poco. 

―¿Qué? ¿Creíste que dejaría de hacerte de desayunar cuando estuviéramos aquí? ― le bromeo. 

―No, no es eso… lo que pasa es que veo este lugar y no encaja con la imagen que tengo de ti cocinando. Le faltan cosas a la cocina.―

Yo sonrío, porque en realidad es la cocina mejor equipada que hay, tiene hasta 3 tipos de hornos y miles de utensilios que nosotros en realidad no tenemos y es tan grande que podríamos estar cocinando los dos sin tener que tomar turnos. Sin embargo, sé que Ximena no se refiere a eso, si no otras cosas que hacen nuestra cocina tan especial que se extraña. 

―¿Te refieres a los sartenes colgando del techo? ― le pregunto y ella asiente. 

―O la pared con la mancha café de cuando abriste la olla a presión antes y salieron volando los frijoles ― y nos reímos. 

―O el refrigerador con truco al abrir… creo que necesitamos uno nuevo.―

― Y qué me dices del bote de las galletas que tiene nuestros ahorros adentro.―

―Como olvidarlo…creo que aún tiene 500 pesos adentro ― recuerdo y ella asiente. 

Ximena me observa ― lo que hemos construido juntos es tan bonito Tristán, que ni todo esto que nos rodea nos llama la atención… ¿cierto? ― 

Dejo de batir el huevo y la observo ―¿Por qué lo dices? ― pregunto ―¿Todo bien mi mexicana hermosa? ― 

Ella asiente con la cabeza. Me alejo de donde estoy voy a su lado para abrazarla ―¿qué te dijo Iñaki ayer por la noche? ― le pregunto. 

Mi esposa mi abraza fuerte y yo le beso el hermoso cabello negro que tanto me gusta verle cuando se lo peina ― me dijo cosas que sé que no son verdad pero que no dejan de doler, no por mi, sino por ti.―

―¿Qué tipo de cosas? ―

―Me dijo que te había traicionado por envidia, celos y coraje… que no me amabas y que en cualquier momento te aburrirías de nuestra vida y regresarías a esto ― y me muestra el piso ― sin mirar atrás.―

―Jamás ― le respondo ― si regreso sería contigo y con Luz a mi lado y no ha esto, a un lugar donde estuviéramos más cómodos. Soy un hombre nuevo y primero pensaría en ustedes antes que en mí. Lo que hemos construido es tan hermoso, que no me hallo aquí ― y me río ―muero por regresar a México contigo, seguir con nuestra vida, comer pan dulce en el piso de Lucha y ver telenovelas con ella los domingos mientras tú le ayudas arreglar su ropa.―

Ximena sonríe y eso hace que mi corazón se haga tan grande de todo el amor que transmite ― lo puse en su lugar ― me comenta. 

―¿A Iñaki? ― pregunto. 

―Sí, me salió lo encabronada y lo puse en su lugar.. se lo merecía, nadie se acerca a mi y trata de decirme cosas malas de mi chef favorito… que por cierto, se te está quemando la mantequilla en el sartén ― me comenta. 

―¡Joder! ― exclamo mientras corro hacia la estufa y lo apago. Ximena sonríe divertida ―sé que Iñaki no te hizo dudar mi amor, pero si te hizo dudar de que si nuestra vida lo suficientemente divertida o interesante ¿Cierto? ―

―Es que a veces la rutina y los problemas, puede que …―

Comienzo a negar con la cabeza y ella guarda silencio ― puede que nada mi amor, mi vida contigo es mucho más divertida. Sí, puede que tengamos una rutina muy establecida y que yo debo trabajar a veces mucho, pero nada se compara con el hecho de que regreso a mi casa todos los días a tu lado,  con nuestra hija de un año y un perro. Esas comidas en casa de tu padre donde discutimos temas de todo tipo y nos reímos y las tardes con Lucha en su piso. Todo eso le da sabor a mi vida, uno al que ya estoy acostumbrado después de meses a tu lado y por nada del mundo me aburre.―

Ximena se pone de pie y va a mi lado para abrazarme tierna ― ¿Qué te parece si desayunamos y me enseñas esta hermosa ciudad? ― me propone. 

―Lo que tu digas mi hermosa mexicana, yo te enseño el fin del mundo si lo deseas.―

―Entonces hagámoslo… pero primero desayunemos― me sonríe y comienza a batir los huevos de nuevo para continuar preparando el desayuno. 

*** 

Equipado con mi cámara, botas y abrigos los dos salimos del piso unas horas después para recorrer las calles de Madrid en pleno año nuevo.Éstas se encuentran un poco vacías y eso nos da libertad de tomar fotos en lugares que a veces parece imposible. 

Esta vez me es más fácil moverme en la ciudad ya que el piso donde nos encontramos es tan céntrico que me da oportunidad de ubicarme. Además, ya había pasado tiempo aquí y estoy seguro que me sé las calles principales y los movimientos de la ciudad. 

El primer lugar donde la llevo es la Plaza Mayor, ese lugar tam emblemático que nos da la bienvenida con ese color rojo y la estatua de Felipe tercero en medio del lugar. En este momento deseo con toda mi alma haber puesto atención a todas las clases de historia de mi tutor para poder explicarle la historia y las características del lugar tal y como ella lo hizo, pero veo que a Ximena no le importa que yo no sepa, al contrario, ella se acerca y  lo explica a mi haciéndome sentir extranjero en mi propia tierra. 

―Esta plaza tiene nueve puertas y diez entradas, la que más destaca es la entrada de Cuchilleros, las otras no recuerdo como se llaman pero sé que hay una que se llama Arco de Triunfo ― comenta orgullosa. 

―En verdad me casé con una ñoña.―

―Te lo dije, amo la historia, de chica me leía todas las enciclopedias de la casa de mi papá. No sé todo, pero si sé esto.―

―Creo que hoy me enamoré más de ti ― le confieso y ella me besa. 

―Ven vamos, que quiero que me lleves a la famosa Puerta del Sol.―

Emprendemos de nuevo el camino tomados de la mano como lo hacemos ya desde hace unos años y llegamos a la famosa Puerta del Sol donde le tomo una foto tocando la estatua del Oso y el Madroño yuna de los dos  con el letrero del Tío Pepe detrás. 

―Esta foto irá a nuestra pared ― me dice feliz mientras ve la foto que la chica nos tomó.

―Esta y muchas más… ― contesto ―¿Seguimos? ―

―¡Venga vamos! ― me imita. 

Seguimos caminando y después pasamos por el Teatro Real de la Ópera para después llegar al Palacio Real de Madrid.

―No sé mucho de este lugar pero una vez me contaron que fue hecho con oro de México ― le comento y ella ve para dentro del lugar y levanta la ceja.

―¿Y los reyes viven aquí? ¿Crees que salgan a saludar? ― 

―No mi amor, ellos viven en el palacio de la Zarzuela y no creo que salgan a saludar.―

―Ya lo sabía, sólo quería ver si sabías ese dato.―

―¡Ah! ¿Estoy en examen y no sabía? Ni siquiera me dejaste estudiar ― respondo y ella se ríe. 

La abrazo para quitarle un poco el frío y le beso la nariz ― tengo tanta suerte de tenernos. Madrid definitivamente es mejor contigo ― le confieso. 

―Así como México es mejor contigo ― responde 

―Quiero que te enamores de España así como yo me enamoré de México, quiero que lo recuerdes como un momento feliz, por si, algún día, tenemos que regresar.―

―Ya estaba enamorada de España desde hace tiempo ― me dice tierna mientras juega con mi cabello ― resulta que llegó a mi un día de noviembre y ya no se quiso ir.―

―Y ya no se irá… y no es amenaza, es un hecho.―

Ximena besa mis labios, están fríos y pero luego poco a poco entramos en calor ―¿Qué te parece si seguimos caminando y luego compramos víveres y regresamos al piso a descansar y resguardarnos del frío? ― le propongo. 

―Me parece… pero ¿ahora donde vamos? ―

―Tú sígueme, que sé te va a gustar.―

Seguimos recorriendo los lugares, en una cafetería que estaba abierta nos compramos un chocolate caliente para coger de nuevo un poco de calor y ya después pasamos por la Plaza del Callao y finalmente llegamos a la Puerta de Alcalá, donde Ximena cantó a todo pulmón y bailó sin que nada le importara “Ahí está, ahí está viendo pasar el tiempo, la Puerta de Alcalá, mírala, mírala, mírala, la Puerta de Alcalá” haciéndome reír. 

―Lo siento, tenía que hacerlo ― me dice divertida. 

―Es la primera vez que veo a alguien hacerlo así que esto fue muy divertido… ― y la beso tierno ―quedará para mi memoria.―

Mi hermosa esposa, tan divertida y honesta que siempre me regala todo este tipo de recuerdos que yo atesoro como no tiene idea. Ella no se da cuenta, pero mi vida es mucho más ligera desde que ella toma mi mano. Mis despertares son increíbles desde que abro los ojos por esa sonrisa y su buen humor es medicina que necesito en los peores momentos. Ella es mi bien, mi mal, mi vida y mi destino y todo lo que hemos construído es tan fuerte, que nadie lo podrá tirar, como esta construcción que yace en frente de nosotros.

―¿Nos vamos al piso? ― le pregunto ― tengo frío, hambre y sólo te quiero para mi.―

―Vamos, que muero de hambre y quiero comer algo calientito ¿crees que podamos hacer un caldo de pollo? ― me pregunta. 

―No lo sé, pero yo creo que si… ¿qué necesitas? ― le pregunto y mientras me dice la receta nos vamos alejando de ahí. 

***

Al final no fue caldo de pollo, pero si comida calientita que ordenamos en un restaurante abierto y que con mucho gusto lo comimos en piso, sólo los dos, mientras compartíamos pedazos de comida y remojábamos el pan en el vino. 

Finalizando la cena ella volteó a verme y me dijo ―aún tengo frío ― me dice coqueta y yo me acerco a ella y la abrazo. 

―Tengo un método que te puede quitar el frío.―

Entre beso y beso Ximena y yo comenzamos a alejarnos de la cocina, para pasar a la habitación. Comienzo a quitarle ese hermoso suéter tejido color negro para luego descubrir su hermosa piel. 

―Alguien está muy decidido a hacer un hijo en Europa ― bromea. 

―Es un hecho… ― contesto ― y también planeo quitarte el frío― y me quitó el suéter y después la camiseta ― me vuelves loco mi amor, y si por mi fuera te haría el amor todas las noches ― le murmuro mientras la tomo de la cintura para luego besarla sobre los labios saboreándolos. 

―Te amo Tristán ― me dice excitada. 

―Yo más… ― contesto y la llevo hacia la cama para recostarla y comenzar a desnudarla por completo. Mis manos recorren su perfil, suben y bajan por todo su cuerpo, la beso como si la necesitara para sobrevivir y ella se aferra a mi cuerpo. 

Nuestra ropa vuela por la habitación, quedamos desnudos debajo de las sábanas, sintiendo como la tela roza nuestras pieles y la temperatura del cuarto sube sin que podamos evitarlo. 

Beso a beso, caricia a caricia, nos fundimos, nos hacemos uno, nos quitamos el frío y nos amamos sin restricciones. Al sentir los dedos de mi esposa recorrer mi espada sigilosamente para luego posar sus manos sobre mi espalda baja, no puedo dejar de pensar en lo afortunado que soy de que la vida me haya dado esta oportunidad de se tan feliz, de tener la suerte de poder despertar a su lado todos los días. 

Ella me quiere y ahora vivo con esta sensación de que no me falta nada, de que soy invencible, de que ya no estoy perdido, en sus brazos encontré mi hogar y en sus ojos el camino que necesito seguir. Mi Ximena Caballero, mi mexicana bella, que me ha hecho reconciliarme con mi pasado y que ahora me muestra el futuro, uno que desde mi punto de vista se ve increíblemente prometedor. 

Termino de hacerle el amor y mientras la lleno de besos y caricias mientras estamos recostados sobre la cama, ella me mira con sus hermosos ojos y yo le  sonrío. 

―¿Te gustó mi método para quitarte el frío? ― le murmuro. 

―Me encantó ¿crees que me puedas quitar el frío así todos los días que estemos aquí en Madrid? ― me pregunta coqueta. 

―Día y noche si es necesario, te quitaré el frío hasta que no recuerdes como se siente ― le murmuro. 

―No tienes idea como me gusta Madrid ― ella se muerde el labio provocándome. 

―¿Más frío? ― le digo bajito al oído mientras mis manos acarician su cuello. 

―Me hielo ―  responde y de nuevo me besa aprovechado este tiempo a solas mientras estemos en esta luna de miel. 

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