[Tristán]
(Tres meses después)
Si me hubieran dicho tiempo atrás ¿cómo se construye una vida? No hubiera tenido ni idea, o posiblemente hubiera dicho, con dinero quizás, y me hubiera equivocado por completo, porque hubiera perdido los detalles que construyen una vida que son el amor, la paciencia, las risas, la comida y la primer rabieta monumental de tu hija de un año seis meses porque no pudo comer más plátano.
Así es, mi hermosa hija está haciendo cada días más rabietas, al grado que cuando me voy a trabajar no me deja salir sin soltarse a llorar. Al principio se me hacia tierno, después se volvió algo que básicamente Ximena y yo debemos saber cómo vamos a controlar porque de un momento a otro, no importa lo que hagamos, Luz explota en llanto. Unos días solo quiere mamá, otros solo papá, pero éste… solo plátano.
― Pero mi amor, no hay plátano ¿ves? ― le muestro el frutero.
―Noooooo…. ¡Patano! ―
―Luz, es que ya no hay hija entiende ― le dice Ximena mientras su abultado vientre hace que le cueste cargarla.
―No la cargues Ximena ― le pido pero no me hace caso y la consuela.
―¿Estás celosa por bebé? ― le pregunta y Luz le da la muñeca que lleva su nombre ― mira, bebé está feliz porque hoy verá a su hermanito o hermanita ¿eh? ― le habla con ternura.
―¡No! manito ¡Patano! ―
―Plátano, lo sé, pero pasaremos a comprar después de ir a ver a bebé ¿si?―
―Pero no llores, mi amor ―
―No, si llora ― me corrige Ximena ― leí que según el rango de emociones ella debe llorar cuando tengas que expresar una emoción.
―Pero no por el plátano, Ximena. Esto es una rabieta no otra cosa.―
―Sé controlar las rabietas de Luz ¿sabes? Yo estoy con ella todo el día en la casa.―
―¡Claro! Ahí está de nuevo… echándome en cara que trabajo demasiado.―
―Yo no dije eso Tristán ― me dice ella enojada mientras camina con Luz hacia la sala para dejarla con sus juguetes.
―No, pero lo insinúas. No entiendo, consigo un trabajo y ahora que tengo uno muy bueno, mucho muy bueno, me reclamas que no estoy aquí para poder calmar a mi hija.―
―No dije eso, por Dios ― contesta enojada ― ¡siempre es el drama!
―¿Drama? Así explicas todo esto, yo no estoy haciendo nada, sólo diciéndole a mi hija que no llore, pero tú estás de un humor de perros, ya ni solovino tiene tal humor.―
―¡Me estás comparando con el perro! ― me dice Ximena de la nada y de nuevo… ¡Drama!
No sólo tengo a una niña de casi dos años llorando, si no ahora a una esposa muy embarazada llorando porque cometí el error de comprarla con el perro.
―¡Ahora soy un perro! ― me dice Ximena entre lágrimas.
―¡No vida! Jamás te compararía con el perro ― le digo tratando de reparar mi error.
―¡Al menos no me dijiste que parezco ballena! ― dice entre lágrimas.
―Mena― le ruego mientras ella se mete a la habitación y cierra la puerta ―¿en serio? ― pregunto. Lo bueno es que ahora sé cuál fue mi error, no como la vez pasada que lloró por algo que sé que hice pero no sé qué fue.
Volteo a ver a Luz y ella se pone de pie y viene hacia mi con un plátano de juguete ― Mamá, patano ― le dice tierna con los ojos completamente rojos de haber llorado.
―Mis mujeres andan sentimentales ― murmuro y cargo a Luz para limpiarle la nariz ― Espero que sea niño, porque entre tres mujeres, me volveré loco.
―¿Coco?― pregunta Luz.
―Sí, mamá y Luz vuelven a veces a papá coco―y le doy un beso en la mejilla que me sabe a sal.
Toco la puerta y la nena me imita tocando también. Se ve tan tierna que todo el estrés que tenía antes de esta “pelea” se ha desaparecido completamente.
―Vida ¿me abres? ― le pido, pero no me contesta ― Venga vida, no quise decirte lo del perro.―
―Patano mamá ― dice Luz mostrándole el juguete.
―Eso, ayúdame ― aliento a mi hija para que su mamá salga y ella asiente seria, como si en verdad ambos tuviéramos un plan para llamar a su madre ― Amor, tenemos que ir al ginecólogo en unos minutos para llegar a la cita, anda, no quisiera que fueras molesta conmigo porque te comparé con el perro.―
―¿¡No que no me habías comparado?! ― escucho su voz.
―Ups, mala elección de palabras.―
―Ups ― dice Luz y yo me río con ella.
―Así es, ups ― le contesto y la nena se ríe.
―Se están riendo, los estoy escuchando ― contesta Ximena detrás de la puerta y le hago la señal a Luz de que guarde silencio poniéndom el dedo enre los labios y haciendo ” Shhhhh”. Ella asiente.
―¡Mena! Shhhhhhhhh ― le dice inoscente y vuelvo a reír.
―Te amo, pero no traeremos a mamá de regreso si seguimos así.―
Acaricio su cabello rizado que hoy esta peinado con dos moñitos rojos y vuelvo a decir ― Vida… después de ir al ginecólogo podemos ir por unos esquites ― le trato de convencer.
―Patano ― dice Luz.
―Y Plátano también.―
Ximena abre la puerta y me ve ―te abro porque traigo antojo de esquites ― me dice limpiándose los ojos y luego sale del piso provocando que ría y mueva la cabeza negando ― ¡Ay mis mujeres! Pero las amo, las amo con el alma. ―
―Papá, coco ― me comenta Luz.
Le doy un beso sobre la frente ―Te amo mi luz, no crezcas tan rápido, o tendré que comprarte esquites a ti también.―
***
El camino hacia el ginecólogo fue una mezcla entre el silencio de ambos y música de Cri-Cri en bucle ya que Lucha le regaló un disco a Luz y ahora es el único que escuchamos en el auto. La canción de “El Rey de chocolate” comienza, una de las favoritas de Luz.
―Papá― me dice mientras observa por la ventana sentada en su sillita.
―Lo sé, lo sé ― contesto y le subo a la canción. Volteo a ver a Ximena que viene sentada a mi lado viendo por la ventanilla ―¿en serio no me hablarás hasta que te compre lo equites? ― le digo a Mena pero ella no me contesta aunque, sé que ya no viene enojada porque esboza una ligera sonrisa.
Dicen que todos los embarazos son diferentes, y sí, cuando Ximena estuvo embarazada de Luz no eran tan sentimental, ahora en éste, llora por todo y se enoja por aún más, porque no recogí la toalla mojada que dejé sobre la cama, que porque no la desperté antes de irme a trabajar, que porque la desperté antes de , que porque el agua sale muy caliente, y luego muy fría, lloró con la película de “buscando a Nemo” en fin, la lista puede continuar. Tengo la sospecha que todas esas hormonas le están afectando a Luz y por eso ambas están como dice mi cuñado de “mírame pero no me toques”, la ventaja es que Luz se olvida de todo cuando le ponemos “Toy Story” en la televisión y Ximena, parece que con esquites.
Llegamos al consultorio y aún si ninguna palabra de su parte. Sé que se muere por hablar conmigo pero Ximena es orgullosa y necia y hará hasta lo imposible por demostrar que tiene razón, pero ella no sabe que yo la conozco tan bien que haré que rompa ese voto de castigo que tiene conmigo.
La ayudo a bajar y luego cargo a Luz para entrar al consultorio, nos sentamos en la sala de estar y Luz se baja de mis piernas para ir a ver la pecera que está en una de las esquinas del lugar. Dejo a Ximena sola y mientras le enseño a la nena los peces de colores el doctor sale y nos llama.
―¿Vamos a ver a bebé? ― le digo a Luz y ella asiente.
Volteo a ver a Ximena y camino hacia ella ― vamos vida ― y le ayudo a pararse para luego entrar.
Ella se recuesta sobre la camilla aún sin dirigirme la palabra y luego acomodo a Luz en un pequeño espacio que hay para que pueda ver el monitor.
―buenos días ¿cómo se siente? ― le pregunta a Ximena y ella empieza a contarle todo los malestares que son comunes. Tal vez las náuseas no duraron tanto tiempo como con Luz, pero el humor… creo que hubiera preferido las nauseas.
―Va, entonces veamos al bebé.―
―¡Bebé! ― dice Luz.
―Si mi amor, bebé estará ahí… ― habla por fin Ximena y Luz le da un beso en la mejilla.
―Bebé, bebé ― repite la niña y luego me abraza tierna.
Ximena estira la mano cuando comienzan a ponerle gel sobre el vientre y yo sonrío. Mi hermosa esposa que aunque esté enojada sabe que yo la amo con todo mi corazón.
―Bueno Ximena, aquí está tu bebé, grande y fuerte ¿escuchas su corazón?― y ella asiente con lágrimas en los ojos.
―¡Ohhh! ― dice Luz feliz.
―Ve mi amor, así estabas tú antes, ahora esta bebé ahí ― le digo mientras me ve con sus hermosos y grandes ojos color café, del mismo color que los míos.
―¿Quieren saber el sexo? ― pregunta el doctor. Veo a Ximena y ella asiente ― Bueno, tendrán un niño.―
―¡Un niño, vida! ― le digo a Ximena mientras le beso la frente y Luz aplaude feliz.
―Serás hermana mayor de un hermanito… ¿sabes como se llamará? ― le dice Ximena.
―¡Patano! ― y ambos nos reímos.
―Manuel, mi amor ― le dice Ximena feliz ― tu hermanito se llamara Manuel.―
«Seré papá de un niño» pienso emocionado mientras veo el monitor y me alegra poder compartir esta noticia con Lucha y Tita al llegar al edificio. Me limpio las lágrimas de los ojos y siento la mirada de Ximena sobre mi.
―Estoy expresando mis emociones através del llanto ― me justifico y ella asiente.
―Todo está perfecto Ximena, nos vemos el próximo mes.―
―Gashias ― dice Luz y ambos nos reímos.
―Felicidades Luz ―comenta el doctor y le da la mano y la saluda.
Ayudo a Ximena a sentarse y cuando me observa me pregunta ―¿Si me vas a llevar por mis esquites? ― yo la abrazo y le doy un beso.
―Si mi enojona preciosa, del tamaño que tu quieras.―
―¿Y también pepino con chile tajin y limón? ―insisite.
―Lo que quieras, todo con tal de que Manuel esté feliz.―
Ella se suelta a llorar desconsolada sobre mi pecho y sé que las hormonas tienen todo que ver ―¿qué pasa mi amor? ― le pregunto.
―Lo siento, es que es demasiado. No sé si podré cuidar a un bebé más y luego la casa es un desastre porque tengo que trabajar y …lo siento, no quise decir eso, si eres buen papá y me apoyas mucho y hasta limpias la cocina cuando llegas de trabajar cansado… y me llevas por esquites.―
Debo confesar que me da mucha risa en este momento mi esposa, pero me da aún más ternura. Sé que Ximena es fuerte y puede con todo pero esta vez está invadida por sensaciones que desconoce y que posiblemente no sabe como controlar.
―Es un placer mi amor, somos un equipo ¿recuerdas? Dentro de unos meses tú llevarás una carga mayor y yo estaré aquí para ayudarte. Ahora vamos por los esquites, que muero por decirle a Lucha y a Tita que Manuelito llegará en septiembre.―
―¡Patano mamá! ― le dice Luz y le da el plátano de juguete que vino cargando desde la casa.
―Tu hija piensa que lloras porque ya no hay plátano ― comunico.
Ximena toma el plátano y finge comérselo ― mmmm qué rico mi amor, gracias.―
―Gashias ― responde Luz y las abrazo a las dos.
―Mis mujeres, las amo con toda mi alma, pero estoy feliz de que llegará uno más al equipo y con él seremos cuatro.―
―Y sólo cuatro ― advierte Ximena.
―Muy de acuerdo que sólo seamos cuatro ― digo entre risas y le beso ― mi mexicana linda, es un honor volver a ser papá contigo ― le murmuro y ella sonríe.
―¡Tistan! ― reclama Luz.
―Y ser papá de Luz, y de bebé y de pantano ― y le hago cosquillas provocando que la niña ría a todo pulmón.