[Ximena]
Abro la puerta de mi piso a las 7:00 am y lo primero que veo es a Tristán sentado en las escaleras, al verme se pone de pie y me sonríe.
—De verdad eres una pandemia — le digo de mal humor.
—Buenos días Ximena Caballero — me contesta.
Solovino sale feliz y le mueve la cola — ¡Ey! Chico… ¿Listo para ir a pasear? — le pregunta.
—¿Para ir a pasear? ¿quién dijo que puedes ir conmigo? — le digo fría mientras cierro la puerta.
—A partir de hoy te acompañaré todas las mañanas a pasearlo y al trabajo de ida y de regreso — comenta con una sonrisa.
Lo veo incrédula —¿por qué fregados harías eso? —
—Porque quiero, además, es una forma de pasar tiempo contigo. Tal vez no directamente pero serán los momentos para poder convivir juntos.—
“pffff” hago mientras comienzo a bajar las escaleras — eso en este país se llama acoso ¿sabes? — le comento de mala gana.
— Si te molesta no lo haré, pero te pido que me dejes de hacerlo entonces durante los paseos del perro. Salir tan temprano y tarde a hacerlo me pone nervioso — me confiesa — lo otro, no lo haré si no lo deseas.—
Ambos nos quedamos en silencio en medio del pasillo — haz lo que quieras, me da igual — contesto y comienzo a bajar las escaleras con el perro que viene feliz porque venimos los dos.
Salimos a la calle y siento el fresco de la mañana y respiro profundo. Solovino me jala para ir al mismo poste de luz de siempre y Tristán nos sigue. No me dice nada, no hablamos nada y en realidad no tengo ganas. Sin embargo, dos cuadras después me entra la curiosidad.
—¿Y qué se supone que harás? — pregunto y él se acerca con esa hermosa sonrisa que tiene que hace que mi cuerpo reaccione de una manera que no quiero.
—Conseguiré trabajo Ximena Caballero — contesta — supongo que el que tenía con tu padre a no es posible, así que… conseguiré trabajo.—
Volteo a verle mientras el perro olfatea una jardinera cercana y su sonrisa tímida me da muestras de nerviosismo — no le dije a mi padre nada de lo que hiciste, así que ahí está ese trabajo si lo deseas — contesto y él levanta la ceja.
—¿No dijiste nada? — pregunto — Pero… ¿Por qué? —
—No lo sé, sólo les dije que te habías regresado a España por un rato y… — entonces siento de nuevo esas nauseas horribles que no me han dejado desde hace una semana. Le doy a Tristán la correa de Solovino y corro hacia la jardinera mas cercana y vuelvo el estómago como si no hubiera mañana.
—¿Corazón? — escucho a Tristán detrás mío pero lo ignoro.
Continúo en lo mío y no hablo hasta que siento que todo salió y que me siento mejor. Odio volver el estómago y sobre todo odié hacerlo en frente de él, porque eso le da razones para preguntarme qué me pasa o preocuparse de más.
—¿Te encuentras enferma? — me pregunta mientras saca un pañuelo de tela de la bolsa de su pantalón y me lo ofrece.
Lo tomo con delicadeza y al acercarlo a mi boca, huelo ese aroma que por días extrañe y que, de nuevo, hace que vuelva el estómago otra vez. Estiro la mano para darle el pañuelo Tristán y volver a hundir mi cabeza en la jardinera. Ahí va mi más grande secreto expuesto ante él. Termino y respiro. Me vuelve a ofrecer el pañuelo y me sonríe.
—Quita esa sonrisa — le digo molesta.
—Vamos Ximena — me comenta.
—Vamos nada — respondo — y gracias por el pañuelo pero no puedo soportar ese aroma… —
—Pero siempre te gustó ¿ahora no te gusta? —
De pronto abre los ojos como platos y le arrebato la correa de Solovino para comenzar a caminar de regreso —¡Ximena! — me dice mientras me toma del brazo.
—Ya te dije que no me toques — le digo enojada.
—¿Estás embarazada? — me pregunta sin mas reparos.
Guardo silencio y él sonríe y puedo ver cómo los ojos se le inundan de lágrimas — ¡Estás embarazada! — comenta feliz.
—Shhhhh… guarda silencio, son las siete de la mañana y vas a despertar a todo el mundo — y me zafo del brazo para continuar caminando hacia el edificio.—
Me sigue — no, no me puedes dejar así — me dice aún feliz —¡Dímelo! ¿Lo estás? — y me guardo silencio esquivando mi mirada a otro lado. Tristán se acerca a mi y sin que yo lo pueda evitar me abraza tierno. Sentir de nuevo su cuerpo junto al mío hace que sienta toda la emoción del mundo, volver a sentir sus brazos cubriendo mi cuerpo, su respiración, su corazón latiendo, esa maldita loción que me causa nauseas pero que extrañaba con locura —Vamos a ser padres— murmura.
Yo me separo de inmediato y me limpio las lágrimas de los ojos — yo nunca dije que lo tendría — le digo fría y Tristán me ve sorprendida.
—¡¿Qué?! — pregunta.
Sigo subiendo las escaleras lo más rápido que puedo junto con el perro. Él me toma del brazo y me hace voltear —Suéltame — le digo forcejeando.
—No, hasta que me expliques lo último, como que no vas a tenerlo ¿por qué? Ese bebé es fruto del amor que nos tenemos — y cuando dice eso un nudo en la garganta se forma en mi garganta.
—Que nos teníamos — comento tratando de sonar normal — además, oficialmente soy madre soltera y ya te dije que si es así no lo voy a tener. Además, no vaya a ser que de nuevo estés mintiendo y dentro de unos meses te largues y me dejes de nuevo — comento molesta.
Me suelto de nuevo y llego hasta la puerta del piso y lo abro. Trato de cerrar pero esta vez Tristán mete el pie y no me deja que cierre —¡Qué te pasa! — pregunto — Ya te dije que no puedes estar aquí.—
—Es que no puedes decir que estás embarazada y luego decir que solo tendrás.—
—Yo no iba a decirte porque no sé si te acuerdas pero te fuiste — comento furiosa — pero ahora regresare y resulta ser que andas de entrometido metiéndote en mi rutina y … — de nuevo la loción hace lo suyo y corro al baño a volver el estómago. Tristán entra conmigo —¡Aléjate! — le pido — tu loción no es de mi agrado.—
Él sale del baño y espera a que me termine lo mío. Estoy cansada de esto, llevo una semana así y no sé cuánto tiempo dure —¿te sientes bien? ¿quieres que te ayude? — pregunta desde lejos.
—¿Por qué tienes que ser tan amable? ¿por qué no te quedaste en España? — y comienzo a llorar.
Tristán me mira de lejos y sé que no se acerca porque sabe que en este momento para mi olfato es persona non- grata — Cora… Xime, te pido de favor que me escuches — me ruega.
Respiro hondo y salgo a la sala para sentarme sobre el sofá. Tristán se recarga sobre uno de los muebles que hay en frente y me observa — Cuántos meses tienes— me pregunta.
—No sé, no he ido al ginecólogo, pero.. supongo que unos dos.—
Él sonríe y es una sonrisa de alegría sincera, una que sé no puede esconder. Me mira a los ojos — Xime, yo… yo no quiero forzarte a hacer algo que no quieres pero antes de hacerlo quiero que escuches mis razones para que… — y se le corta la voz y luego respira —tú y ese bebé son todo lo que tengo, mi única familia y… yo vine a rehacer mi vida contigo y un bebé que es la prueba más sincera del amor que nos tenemos..— y yo esquivo la mirada.
Tristán se acerca a mi y se pone de rodillas quedándonoslos justo en frente de mi — yo te amo, te amo con el alma y por eso dejé todo lo que conocía, las comodidades, mi vida sólo porque… porque me di cuenta que mi vida ya no valía a pena si no estabas conmigo, y yo no quiero otra si tú… si ustedes no están presentes, así que te pido me des una oportunidad de demostrarte lo mucho que te amo, y que estoy aquí para quedarme el resto de mi vida y que no me iré jamás, menos ahora.—
—Pero me mentiste — le digo entre lágrimas — me mentiste ¿cómo sé si lo que pasó antes fue sincero? — le reclamo y el con su mando hace que suba el rostro y lo vea.
—Lo fue, lo es… y ese bebé es la prueba de lo mucho que nos amamos, así que te pido me des otra oportunidad ¿si? Déjame demostrarte que soy digno de estar a tu lado. Conseguiré un trabajo, te apoyaré… — y baja la mano a mi vientre — en la decisión que tomes te apoyaré, y seré el mejor padre para nuestro bebé pero te pido, piénsalo… ¿Sí? Piensa en lo que te dije — y me ve a los ojos.
Vuelvo a sentir esa sensación de nauseas y me pongo de pie de inmediato para ir al baño — te prometo que lo primero que haré será no volver a ponerme esta loción — y debo admitir que quiero sonreír pero en este momento no puedo — iré a cambiarme de ropa ¿vale? y luego te acompaño al trabajo — comenta y escucho como sale del piso.
Terminó y me pongo de pie para enjuagarme la cara y tranquilizarme y al verme frente al espejo puedo ver mi cara demacrada por tanto volver el estómago y sonrío ¿darle o no una oportunidad de Tristán? ¿Cómo saber que dice la verdad? ¿que no se irá en cuánto vea que todo es muy diferente a como él está acostumbrado?
—¿Querías que regresara no? Ya lo tienes aquí… — me regaño frente al espejo — Y ¿ahora? ¡Ay Ximena ni tú te entiendes! —
Salgo del baño voy a mi habitación y me cambio de ropa para ir a trabajar. Mientras me maquillo puedo ver a Solovino de pie frente a la puerta, moviendo la cola, así que dejo todo y me dijo hacia allá para abrir la puerta de nuevo y encontrar a Tristán afuera completamente cambiado y aseado — sin más aromas que te molesten Ximena Caballero — me comenta y lanzo una pequeña risita que inmediatamente cambio por una cara de molestia.
Cierro la puerta dejándolo afuera y ahora si sonrío, me choca lo lindo y tierno que puede llegar a ser conmigo. Tomo mi bolso, le abro el balcón a Solovino y luego regreso y abro la puerta para encontrarlo de nuevo en las escaleras.
—Vamos — le digo sin expresión.
—¿Dónde vamos? — comenta.
—A poner mis reglas — y comienzo a bajar las escaleras.
Salgo del edifico con Tristán detrás de mi y camino unos pasos adelante de él para después voltearme de inmediato y verle. Él se asusta al ver mi pronta reacción y se hace para atrás.
— Número uno, debes conseguir un trabajo — le comento y él asiente como niño regañado algo que me da mucha ternura.
—Eso tenlo por seguro… ya no soy más un rico heredero — bromea.
No me parece gracioso y cuando él lo nota pone rostro serio — número dos, no puedes entrar al departamento hasta que yo te lo permita, eso quiere decir que no me interesa donde estás viviendo, aunque el olor a tabaco me huele a traición — le comento al saber que está viviendo con Lucha.
—Como tú digas — contesta.
Comienzo a caminar y Tristán me sigue, voy pensando las demás reglas, quiero hacer la fuerte y la ruda porque no quiero que sepa que por dentro muero de emoción de saber que él regresó por mi.
—Número tres — digo seria — debes mantener tu distancia de mi, nada de esas cosas de seguir por todas partes y por la calle. Si quieres verme sabes donde encontrarme y así… —
—¿Pero me aceptas lo de pasear el perro contigo por las noches? Sabes que desde antes de…”la situación” ya me daba pendiente eso.—
—Sí, está bien… al parecer a Solovino le gustan más los paseos contigo — y él sonríe.
—Te aviso que todo esto que te digo no garantizará que regresemos o que vivamos juntos de nuevo Tristán — finalizo y él asiente.
Seguimos caminando y cuando voy llegando al local, saco las llaves y me agacho para quitar los candados — ¿me dejas? — me pide y le doy las llaves para que sea quien abra y yo no me esfuerce, supongo que ahora que sabe que estoy embarazada me volveré frágil ante sus ojos y eso es lo que no quería.—
Abro la tienda y cuando entramos Tristán sonríe, supongo que pensó que nunca más volvería a regresar. Entro a la trastienda para dejar mis cosas, me volteo y lo veo de pie frente de mi.
—¿Qué? — pregunto.
—Y sobre… — y hace la seña de embarazo.
Suspiro — Haré una cita para ir con el ginecólogo esta tarde si se puede, si no mañana y… tomaremos una decisión.
Él sonríe feliz y quiere acercarse a mi para abrazarme pero se retracta — muy bien, como tú digas… yo vendré de nuevo por la tarde para acompañarte de regreso al piso y me dirás si es hoy o mañana… —
—Sí, está bien — contesto.
—Bueno, entonces…. me voy antes de que llegue Martita y los palazos empiecen. Hasta luego Ximena Caballero y bebé… — y yo sonrío levemente.
Él sale de la trastienda y yo me pongo la mano sobre el vientre y de nuevo vuelvo a sentir las nauseas —¿Es en serio? — digo en voz alta y corro de nuevo al baño para después seguir con el resto del día.