[Ximena]

«¿Cuánto tiempo puedo durar enojada por algo que yo misma pedí? ¡Toda la noche y parte de la mañana! No puedo creer que Tristán me haya rechazado y sobre todo lo haya hecho con el mismo diálogo que yo le dije anteriormente ¡qué coraje! ¡Qué coraje!» 

—Ximenita ¿estás bien? — la voz de Martita me interrumpe de pronto y me saca del trance que tengo desde ayer por la noche. 

—Sí, sí, sólo estoy pensando que ya se acerca el fin de semana y que tengo cosas que hacer — le comento y ella me ve con cara de no creerme nada.

—Mira mija, soy vieja pero no mensa, a ti te pasa algo, dime ¿fue el güero desgraciado ese? ¿Verdad? — me pregunta y yo asiento —¡le dije! ¡Le dije! — contesta furiosa — le dije que si te volvía a hacer algo se las vería conmigo pero parece que no escarmienta, no escarmienta.—

—No, no es por eso… en sí, no me hizo nada — digo de inmediato y ella me ve con cara de no entender nada. Me siento en la silla detrás del recibidor y pongo las manos sobre mi vientre — estoy embarazada Marita — le comento y ella abre los ojos como platos y luego sonríe. 

—¡Ay ‘mija’! ¿Eso es verdad? ¡Qué emoción! — y se acerca a mi para abrazarme efusivamente, de pronto para — ¡ándale! El güero no se quiere hacer responsable del chamaco — comenta. 

—¡No! No, claro que no… digo, sí, sí se hará responsable, incluso se está haciendo muy responsable al grado que me lleva té de manzanilla todas las mañanas y estuvo en urgencias conmigo el otro día…—

—¡Qué! ¡Urgencias! ¿¡Por qué no me lo dijste?! — me dice en un tono de preocupación antes escuchado. 

—Pues porque no fue nada grave y estoy bien Martita, todo está bien— y me pongo de pie y comienzo a dibujar de nuevo un diseño. 

—¿Entons? ¿Qué es lo que te molesta? — pregunta curiosa. 

Suspiro y dejo el lápiz y la veo — cuando llegó de nuevo de España le dije que no lo dejaría entrar hasta que yo no me sintiera segura de que esto pudiera continuar de nuevo. Entonces una noche llegué, el día que no vino por mi, nos medio reconciliamos y nos dimos uno que otro beso y así… y él me pidió quedarse y le dije que no porque firmemente creo en lo que le dije.—

—Aja… — me contesta Martita con los brazos cruzados a la altura del pecho. 

—Y pues ayer, que llegamos de casa de mi papá, yo… pues… yo le pedí que se quedara porque pues… —

—¡Ya dilo mujer! ¡Cómo te gusta darle vueltas al asunto! — me regaña. 

—Pues le dije que se quedara y no lo hizo y ahora estoy molesta porque me rechazó y no puede ser así…— digo todo eso en una sola frase, tan rápido que ni siquiera yo sé si lo dije bien. 

Martita comienza a reírse y yo no comprendo porqué, sólo la veo mover la cabeza de un lado para el otro negando y luego respira y se calma —¡Ay Ximenita! ¿Qué él no puede hacerlo? — pregunta y yo alzo la ceja. 

—¿Qué? ¿Qué quieres decir con eso? — pregunto. 

—Pues sí, que primero le dices que no, luego que si… luego que no… ¡Decídete mujer! — 

—¿Decidirme de qué? — pregunto. 

—¡Qué es lo que quieres con él!  Lo que te duele aquí es que te callaron con tus mismas palabras y eso no lo puedes soportar ¿cierto? —

—Bueno yo…. — trato de explicarme pero veo que no tengo ni forma de justificar que si me dolió que él ahora me rechazara y no ser yo la que lo hizo. 

—Ximena, los hombres son directos y no les gusta que les digan una cosa y luego le cambies a otra. Sé, que Tristán es la primera relación “estable” que tienes después del idiota de Rodolfo que ni relación fue y te da miedo que se aleja… pero, el güero regresó y lo hizo por ti. Ya se la sentenciaste pero ahora… es su turno, él también tiene su corazoncito.—

Me quedo viéndola porque no tengo ni idea de lo que me está diciendo, a veces Martita cantinflea tanto que ni siquiera ella se entiende — ¿qué quieres decirme?—

—Pus que dejes que el güero te conquiste, que te dejes querer… no te rechazó porque no te quisiera, estoy seguro que se muere de ganas, si no porque quiere hacer las cosas bien, bajo tus reglas, con tus condiciones porque él es el que puede perderte, pero si le cambias a cada rato todo ¿cómo quieres que gane? ¿Cómo quieres que le atine? —

—¿Estás de lado de Tristán?¿El mundo se va a acabar? — bromeo. 

—Hoy si estoy de lado de él, porque tampoco es justo que le hagas eso, eres bien necia a veces y estoy segura que le dijiste reglas y protocolos para poder acercarse y los está cumpliendo, ahora deja que él haga el resto… es más, espera y ve… no presiones.—

—¡Ay Martita! ¿Y qué pasa si no hace nada? ¿Si sigue siendo el mismo? — pregunto insegura. 

Ella sonríe, luego se acerca y toca la punta de la trenza que tengo amarrado sobre el hombro — ese hombre no es el mismo de hace un año chamaca, es diferente y lo es por ti — me dice tierna — y un hombre que te rechaza en la intimidad porque no quiere arruinarlo, es un hombre que cambió… déjate querer mujer, él no es Rodolfo, el Tristán, es seguro.— 

Sonrío y de pronto todas las palabras de Martita tienen sentido y son verdad. Si Tristán me rechazó fue porque tuvo sus razones y ahora parece como que yo hice un berrinche de niña consentida que no le dieron lo que querían. 

—Gracias — le digo y luego la abrazo. 

— De nada chamaca y ahora déjate querer o qué ¿tienes miedo de que te guste? — me pregunta desafiante y yo me río. 

Es verdad, Martita tiene toda la razón, debo estar tranquila y dejar de pensar que Tristán en algún momento será un Rodolfo más en la vida, que en cualquier momento me dirá que nunca me amó y se irá con otra dejándome el corazón roto… de nuevo. Si regreso de España por mi es por algo grande, nadie deja su país, su rutina, su familia, su vida, todo lo que conoce para venir a pretender que ama a alguien y eso fue lo que él hizo, prácticamente el bebé y yo son todo lo que tiene y bueno, también a Lucha que en este momento lo está hospedando. 

Cuando veo que faltan 10 minutos para que den las cinco tomo mi bolsa y salgo del local para irme al departamento, planeo cocinar cena e invitar a Tristán para que pasemos el viernes juntos, hablar, divertirnos, empezar a reconstruir la relación. 

Camino por las hermosas calles del Centro Histórico que en este momento están llenas de gente que regresa del trabajo o que sale de sus casas para ir a pasear a la explanada de Bellas Artes, al parque de la Alameda o irse a otro lado a disfrutar del viernes. El tráfico se comienza formar y al verlo no me puedo imaginar a Tristán estancado en el desde Polanco hasta acá, así que pienso convencerle que comprar un auto viviendo en el Centro Histórico es muy mala idea. 

Llego al edificio, subo las escaleras hasta mi departamento y de pronto un increíble olor a flores me llega, uno que se intensifica cuando abro la puerta de mi departamento y lo veo todo lleno de ramos de gardenias. 

—¡Qué demonios! — murmuro cuando veo que cada flores está estratégicamente acomodada en un camino que si lo sigo me lleva hasta el balcón del departamento, ahí Tristán me espera de pie. 

Con la vista comienzo a contar todos los ramos y según yo cuento como unos 20 a 25 y sólo puedo pensar de dónde sacó tantos. Lo veo y él me sonríe. Me da esa sonrisa secreta que prácticamente solamente yo conozco y que todavía me sonroja. No sé que decir, ya que el balcón tiene unos focos que lo alumbra ligeramente y en la mesa veo unas copas y una jarra de agua de jamaica, su favorita. 

—¿Qué es esto? — digo sorprendida. 

—Feliz cumpleaños mi amor — me murmura y se acerca a mi para darme un beso en la frente. 

—¿Cómo? Yo… — digo sin entender nada. 

—¿Creíste que un viaje a España me haría olvidarlo? ¡Para nada! — y yo sonrío. 

—Y las gardenias… ¿cómo? — pregunto y tomo un pequeño ramo que hay sobre la mesa y las huelo. 

—Bueno, ahí si tuve un poco de ayuda de Lucha, pero todo lo demás lo hice yo.—

—¿Todo lo demás? — 

Él mueve una de las sillas y me invita para que me siente. Cuando lo hago se aleja y entra al departamento dejándome sola por un momento. Unos momentos después regresa con un pequeño pastel de color blanco con unos destellos dorados y unas letras que dicen “Feliz Cumpleaños Ximena”.

—¡Me encanta! — digo emocionada. 

—No sabía si te gustaba el chocolate o no, o el limón… así que lo pedí de tres leches. —

—¡Me encanta el pastel de tres leches! — 

—Te soy sincero, lo tomé porque se me antojó a morir, pasé por la panadería y al verlo me dio un antojo ¡Increíble! — y al platicarme esto me da mucha risa porque hasta ahora yo no he tenido ningún antojo al respecto y él si. 

—¿Y las gardenias? ¿Como le hiciste para traer 25 ramos? — pregunto. 

—Veintinueve — me corrige — uno por cada año de vida, unos están en el baño y el más bonito en tu habitación y bueno, Lucha también me ayudó a recibir a los distintos repartidores que los trajeron.. pasé mi hora de comida llamando a todas las florerías posibles.—

Me pongo de pie y lo abrazo para después darle un beso en los labios — gracias, gracias, gracias, es el detalle más bonito que han tenido conmigo — le confieso. 

—No, no.. este es el primero de muchos.—

—¿Disculpa? — pregunto. 

Tristán me besa y luego me pide que me siente. Él lo hace enfrente de mi y sacar 7 cartas, como esas que se utilizan para jugar póquer y las pone enfrente de mi. Él toma una  y la voltea para que yo lea la leyenda “Cumpleaños Ximena — gardenias”, provocando que yo sonría. 

—¿Qué fue lo que te dije cuando te conocí? — me pregunta y yo le veo a los ojos. 

—“¿Si nos arriesgamos puede que ganemos?” — le digo y él asiente. 

—Ahora tengo una nueva frase, ya nos arriesgamos y salió lo que tenía que salir no, ahora será “tiremos las cartas de nuevo y veamos si nuestra suerte cambia”, así que aquí están seis cartas que tú… — y las empieza a juntar para luego dármelas — barajéalas pero sin ver lo que está escrito. 

Las tomo mientras sonrío y las revuelvo lo mejor que puedo y luego las pongo sobre la mesa —listo señor — contesto. 

—Vale, ahora acomodalas en el orden que quieras.—

—Tristán — digo. 

—Hazlo, todo tiene una explicación.— 

Las acomodo como yo creo y cuando están en fila adelante de mi se las muestro. 

—Mi mexicana hermosa, estas son siete citas que he preparado para ti, todas especiales, todas creadas para que tengamos la mejor historias de amor, el mejor de los recuerdos antes de que nazca nuestro bebé. La primera vez, yo jugué bajo mis reglas y perdí, ahora jugaremos bajo las tuyas y tú escogerás lo que quieres que haga por ti.—

Me quedo en silencio un momento y luego sonrío — ¿me estás diciendo que acabo de “revolver” las cartas de mi destino contigo? — le comento. 

—Es una analogía, sí. Ahora, tú tendrás la opción de escoger nuestras citas y lo que haré por ti, para hacerte feliz — concluye. 

—Estás loco — le digo. 

—Tal vez, pero, estoy loco por ti. Vale, ándale — y me pide que escoja. 

Observo las cartas y las recorro con mi mirada de lado a lado —¡Venga! Que muero por comer el pastel — me bromea. 

Entonces señalo una carta y él la toma y al verla sonríe — perfecto Ximena Caballero, acabas de elegir nuestra siguiente cita — y tomas las cartas y las guarda. 

—¿Qué no me lo vas a decir? — pregunto. 

Él niega — Se dice el pecado, pero no el pecador — contesta y yo me río. 

— Esa frase no funciona así Tristán… — 

—Bueno, tú tranquila y yo nervioso — y exploto en una carcajada al escuchar que dice eso porque sé que lo aprendió de mi hermano. 

—¿Ni siquiera una pista? — pregunto. 

—Nada absolutamente nada… tú, déjate querer… ¿qué puede pasar? ¿Que te guste? — y se pone de pie para entrar al departamento y traer los platos. 

Las palabras que me dicen me recuerdan justo lo que Martita me dijo hoy por la mañana en el local y ahora no sé si está de aliada con Tristán o no sin embargo, los dos tienen razón… ¿qué puede pasar? Las cartas ya están tiradas… sólo debo dejarme querer. 

«Seis citas Ximena, seis citas que él tiene para ti… ¿qué puede pasar? ¿Que te enamores más?» me digo a mi misma mientras siento mi corazón latiendo emocionado. 

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