Antonio
Encajar en la familia ha sido demasiado difícil para mí, sobre todo cuando la historia que traes contigo solo ha ocasionado problemas con los Canarias. Sé que todos los nuevos miembros que entran a la familia aportan algo: Moríns no solo aporta humor, sino que también es un excelente mediador; Cho aporta consejos y ha ampliado la riqueza del conglomerado, y Karl, todos aman a Karl, incluso yo.
Ninguno de ellos ha traído a una de las familias más temibles a su puerta, ni problemas o secretos, y mucho menos un cuasi triángulo amoroso. Todo eso lo he traído yo, y creo que a Lila le ha pasado factura.
Desde el principio, supe que entrar en la familia de Lila sería un desafío. Y todo se complicó desde el día uno. Mi relación con Lila comenzó con secretos y mentiras, y aunque intenté justificarlo diciéndome que lo hacía para protegerla, ahora veo que solo causó más daño. No solo a ella, sino también a mí mismo y a nuestra relación.
Es difícil estar en una posición en la que sientes que nunca serás lo suficientemente bueno para la familia de tu pareja. Cada reunión familiar me hace cuestionar si alguna vez podré ganarme su aceptación. Me esfuerzo el doble para ser amable, considerado y atento, pero a veces siento que no es lo suficiente. Siempre hay un recordatorio silencioso de que mis decisiones no fueron las correctas, y que la confianza sigue por debajo de la media.
A veces, me pregunto si Lila alguna vez lamenta haberme presentado a su familia. Si se arrepiente de haberme dejado entrar en su mundo. Me pregunto si me ve como una carga, una complicación en su vida que desearía no haber tenido. Pero lo peor de todo es la sensación de haber traicionado su confianza desde el principio. Esconderle mi compromiso con Atenea fue un error monumental, uno del que me arrepentiré el resto de mi vida. No solo fue una falta de honestidad hacia Lila, sino también hacia mí mismo. Me traicioné a mí mismo al permitir que el miedo y la indecisión dictaran mis acciones.
Ahora, enfrento las consecuencias de mis decisiones. Trato de compensar mi falta de transparencia con amor, dedicación y lealtad hacia Lila, pero sé que nunca podré borrar completamente el dolor que le causé. Pero a pesar de todo, sigo luchando. Sigo luchando por nuestra relación, por la oportunidad de demostrarle a Lila que soy digno de su amor y confianza.
Lo bueno de todo esto es que tengo a Karl, aunque desde que llegó a Ibiza se ha estado comportando muy raro conmigo. No sé si la situación con Théa le afectó de alguna forma, o si le hice algo para que me esté ignorando así. Sé que antes no éramos grandes amigos, pero le agradaba. Pensé que ahora que somos las parejas de las gemelas, nos llevaríamos mejor.
Sin embargo, no ha sido así. Karl me ignora, no se detiene a hablar conmigo, me evita y solo me saluda por cortesía. Me he esforzado por llamar su atención, pero resulta que no lo logro. Pensé que era mi único aliado, ahora siento que no es ni siquiera eso. Así que debo aclararlo todo, antes de que oficialmente sea el apestado de la familia.
Debo encontrar el momento perfecto para hacerlo, porque hoy hay casa llena. La familia de Karl ha venido a conocer a los Canarias, y esto parece una fiesta. Sé que todas las fiestas de los Canarias y Ruiz de Con son así, pero debo admitir que me da un poco de envidia. Me pregunto si ellos harían lo mismo si yo les presentara a mi familia. Después recuerdo que no tengo, que Lila es mi única familia, y dejo de pensar en eso.
Así es, Lila y Mena son mi única familia, ya ni siquiera a mis hermanas las considero. Solos somos tres, y por eso es tan importante para mí entrar a esta familia. Quiero que Lila y mi hija siempre tengan el apoyo de los Canarias.
Noto que Karl entra a la casa junto con su hermana, y yo aprovecho para seguirlo. Me toma por sorpresa, ver su alta figura saliendo por la puerta del jardín me sorprende un poco, pero logro dirigirme a él.
—¿Podemos hablar? —pregunto, con calma.
Karl me ve a los ojos. El azul de sus pupilas se fija en las mías verdes, y con una voz contundente me responde:
—No.
—Por favor —insisto.
—No tengo tiempo.
—Karl. Solo quiero hablar contigo. No tomará más de cinco minutos.
Karl accede. Ambos nos alejamos a un lugar apartado del ruido de la fiesta y cuando estamos listos, cruza los brazos a la altura del pecho y me ve.
—Dime.
—¿Por qué tan frío conmigo? —sale de mis labios.
Karl abre los ojos bastante sorprendidos con lo que le acabo de preguntar.
—¿Disculpa?
—Desde que llegaste no me hablas. No me diriges la palabra. ¿Qué sucede?
—¿Por qué debería de hacerlo? —me pregunta.
—Bueno. Primero, porque es educación. En segunda, tú eres el novio de Alegra, yo de Lila, se supone que debemos llevarnos bien.
—¿Debemos? —me dice en un tono frío.
—Sí. Además, que ya nos conocemos de antes, Karl.
Así que se supone que esto debería ser más fácil. Salvaste la vida de mi padre muchas veces, pienso, en lugar de decirlo.
Sin embargo, la respuesta que escucho por parte de Karl me impacta por completo, provocando que abra los ojos de par en par.
—Sí, claro, ¿nos conocemos antes o después de que me amenazaste?
Estoy a punto de contestar lo que me acaba de decir, pero la voz de Alegra me interrumpe.
—¿Amenazarte? —inquiere.
Ambos volteamos a verla. Me percato que no solo es ella la que está ahí, sino Lila también. Ella también tiene un rostro de total sorpresa.
—¿Cómo que te amenazó? —pregunta.
—Así es, Antonio de Marruecos me amenazó de muerte cuando metía la demanda por haber falsificado mi firma en el acta de defunción de su padre.
Me enoja, me enoja que me levanten falsos. Solo esto necesitaba, que el novio de la gemela de Lila me diga ese tipo de acusaciones cuando no son ciertas. Además, no entiendo, ¿quién falsificó qué?, ¿cómo es que hubo una demanda?
—¡Yo no hice eso! —exploto—. No voy a permitir que me levanten falsos.
—No son falsos, estoy diciendo la verdad —responde.
—Pues es mentira —me defiendo, porque es lo único que me queda, mi honor, mi dignidad.
—No precisamente se te conoce en esta familia como un hombre que no las diga, ¿eh? —me responde.
Aprieto el puño. Tengo ganas de golpearlo, de irme contra él, de drenar toda esta frustración, pero me contengo.
—¿Cómo sabes que no eres tú el que está mintiendo? —me defiende Lila.
—¿Disculpa?, Karl no miente —lo defiende Alegra.
De pronto, todas las miradas se posan sobre nosotros, y la familia comienza a acercarse para saber lo que sucede. Las cosas se acaloran cuando Alegra y Lila vuelven a enfrascarse en una terrible discusión llena de reproches.
Lo que me faltaba. Ahora no solo soy la persona que miente, sino él que provoca que las hermanas se peleen entre sí. No cabe duda que soy un jinx.
—¡BASTA! —Escuchamos la voz del hermano de ambas, David—. ¿Qué les pasa? —pregunta, con firmeza—. Nosotros no somos así, nosotros no nos peleamos así. Ni siquiera en las peores situaciones lo hemos hecho. ¿Qué no ven lo que está pasando?
Nos quedamos todos en silencio. Lila me toma de la mano—. Evidentemente, esta ha sido una semilla plantada para que florezca en odio.
—Basta de tus metáforas, David —contesta Lila—. Habla claro.
—Alguien sabía que provocaría esto. ¿Qué no ven? Separarnos desde adentro. ¿Qué no recuerdan que los abuelos decían que el poder del Conglomerado no yacía en sus negocios, sino en su familia? Separa a la familia, y ganas lo demás.
Guardamos silencio. Él tiene razón, esto parece un plan macabro y no sé por qué sospecho que los Karagiannis están detrás de todo esto.
Me tranquilizo, mientras Moríns nos pide que nos separemos de la fiesta y entremos a un cuarto de paz. Uno que nos ayudará a tranquilizarnos. Noto que Karl está dispuesto, así que yo igual lo hago. Es indispensable que esto termine bien, no puedo arruinar más esta familia.
Todos caminamos hacia un despacho que está dentro de la casa, y como si fuésemos niños pequeños, nos encierran. Todos nos miramos a los ojos, y de nuevo la sorpresa me embarga cuando Moríns aclara:
—Karl sí fue amenazado.
¿Qué?, ¿cómo puede ser eso posible?
—Eso de crear fama y échate a dormir, es verdad… —respondo—. Bueno, yo no fui. Y si tanto lo hice, ¿qué hice? —pregunto.
—Ahora no sabes —me responde.
—No, no sé. Si pudieras darme más detalles, estaría buenísimo.
—Hablamos en la boda de Cassandra Karagiannis, ¿recuerdas?, sobre la muerte de tu padre, y tú me comentaste que yo le había diagnosticado, porque viste mi firma. Pero, cuando traté de demandar, asesorado por Moríns aquí presente, comenzamos a recibir amenazas.
—¿Amenazas? —inquiero.
—Así es… amenazas —agrega Moríns.
—¿Mías?, ¿llevaban mi nombre? —contesto, en un tono de sarcasmo.
—No, pero decían que me culparían de la muerte de tu padre. Por haber hecho un mal diagnóstico. Que echarían mi carrera a la basura.
—Jamás me dijiste eso, ¿por qué? —inquiere Alegra, bastante sorprendida.
—Tenías otros problemas y no quería alarmarte — habla.
—Ves cómo todos saben mentir. —Hago la observación.
—Fuiste el único que me dijo sobre la firma, que yo
lo había diagnosticado. Por ende, al ser el único, eres el que amenaza —concluye Karl.
—¿Yo?, ¿no crees que pudo hacer alguien más?
—Claro, Théa. Inconsciente por una poderosa droga… ella pudo ser. —Ahora Karl es el sarcástico.
—Pues, déjame decirte, que ahora sí puedo demandarte por levantarme falsos, porque yo no fui —contesto
—Aquí nadie, demandará a nadie —interrumpe Moríns, caminando hacia nosotros.
—Moríns, ¿cómo sabías de las amenazas? —le pregunta Alegra.
—Karl me contó antes de irse a Nueva York, quería que siguiera atento, pero, no ha pasado nada.
—¿Qué tipo de amenazas eran? —pregunta Lila, al fin. Pensé que la había perdido por un momento.
—Primero fueron correos electrónicos, luego llamadas y finalmente, recibí un correo, con fotos tuyas. —Y Karl ve a Alegra.
—¿Fotos mías?
—Sí. Tuyas, caminando por la calle. Me dio pánico y bueno, luego dijiste lo de Nueva York y pensé que era una idea increíble. No me fui para huir, me fui porque iría contigo al infierno si es necesario —declara Karl, haciendo sonreír a Alegra.
Lila interrumpe.
—Lo siento Karl, pero eso no prueba nada. Correos, llamadas y fotos… ¿Quién te llamaba?
—Voz distorsionada.
—¿Las grabaste? —continúa Lila.
Me cree, Lila me cree.
—No, Lila, no lo hice.
—Y los correos…
—Los tengo yo. Son bastante amenazadores —habla Moríns.
—¿Puedo verlos? —contesto.
—No los tengo conmigo, Antonio. No suelo viajar con eso, todo está en la oficina, en la fundación.
—Pues yo no fui. Puede que haya sido el único que te dijo eso, pero no te amenazaría. Al contrario, quisiera saber también quién falsificó tu firma y por qué. Además, ahora somos familia, eres mi concuño, y estoy de tu lado. Sé que mi carta de presentación no fue la mejor, ni la que todos esperaban, pero, sabes que soy un buen hombre. Lo sabes, te consta.
Después de mi pequeño discurso, Karl al fin me ve a los ojos de otra manera. Sabe que le estoy diciendo la verdad, y que lo que acaba de decir no encaja con mi personalidad o mis acciones. Lila me toma de la mano.
—Entonces, ¿todo cool? —pregunta David.
—Lo dirá Karl, yo en realidad nunca tuve nada más para él que respeto —respondo.
Karl se pone de pie y suspira.
—Estará todo “cool”, hasta que todo esto se termine, Antonio, y averigües todo el misterio de la muerte de tu padre. Pero, te creo. Te creo que no me amenazaste, aunque las pruebas están, alguien me amenazó y más te vale que lo resuelvas.
—Lo haré —contesto, con firmeza.
Moríns nos ve a Lila.
—Pues si esto ya se terminó, todos para afuera, menos Lila y Alegra… —sentencia—. Los demás, creo que necesitamos un mezcal o dos… o lo que sea, pero debe tener alcohol.
Karl y yo salimos de la habitación siguiendo al grupo, y, aunque las cosas se arreglaron, no todo quedó dicho. Debo averiguar más, esto no se puede quedar así, necesito parar toda esta bola de mentiras y comenzar a aclarar las cosas. Estoy cansado de ser la mancha en esta familia, no puedo perder a Lila, es lo único que tengo.
Me duele como se siente Antonio pero me da alegria que sienta y piense como lo esta haciendo, que fue un grave error todas las mentiras, pero que tiene una 2da oportunidad para hacer las cosas bien y mas cuando siente que esta sin familia y Lila, Mena y el resto de familia lo acobijan haciendo todo bien.
Morins… Es tan genial Morins
Verse rodeado de familia ojalá le genere otros sentimientos de familiia a Antonio.
Pues mi estimado Antonio la confianza es difícil de ganarse cuando la perdiste y de esa manera, pero la familia de los 1001 y un apellidos es buena y ya veras que si sigues esforzándote ya veras que sera mejor.
Es el mejor ejemplo de familia que puedas tener y que mejor que formas tu propia familia con una Canarias Ruíz De Con =)