Alegra 

-días después- 

Perdimos a nuestro bebé dos días después de Navidad, después de augurar toda la felicidad, se fue. Me encontraba por la mañana haciendo el café para David cuando un fuerte dolor me llegó al vientre y después el caos se desató. Cuando llegamos al hospital, ya no había nada por hacer y el bebé se había ido. 

Sólo lo habíamos visto una vez, teníamos la foto del ultrasonido en nuestra habitación y, aunque no lo quisiéramos, en nuestra mente ya tenía nombre, lugares donde llevarle y una vida planeada; ahora lo habíamos perdido. 

En mi vida había perdido muchas cosas, oportunidades, momentos, personas, pero perder al bebé del hombre que amo ha sido de las tristezas más grandes que he sentido y que sé, me costará superar. 

[…] 

David abre la puerta del piso y ambos entramos en silencio. El piso además de frío se siente melancólico y gris, la decoración navideña se ve ridícula, así como todo lo que pudimos haber soñado días atrás. 

―¿Quieres algo de comer? ― me pregunta David. 

Niego con la cabeza ― tengo el estómago revuelto de todo lo que me hicieron― respondo honesta. 

―Vale, mi amor― contesta con la voz quemada. 

Me toma de la mano y me lleva hacia nuestra habitación, esa que días antes había sido pista de baile, comedor y mirador de luces navideñas. Ahora es un cuarto gris y frío, como justamente se siente el día. 

Me siento sobre el colchón y David lo hace a mi lado. No puedo creer que unos días antes de su cumpleaños tenga que recibir esta noticia tan triste de mi parte.

David toma mi mano y la besa ― ¿te duele algo? 

―El corazón― murmuro, mientras los ojos se llenan de lágrimas. 

David toma mi rostro entre sus manos y me da un beso sobre la frente ― a mi también me duele pero, no fue tu culpa. 

―¿Cómo lo sabes?, se supone que yo era la responsable de cuidar al bebé y…― se me corta la voz― yo deseaba tanto esto, era lo más maravilloso que me había pasado en la vida después de ti y ahora, mi mala suerte regresó, por eso mis hermanos me llamaban “Alegra mala suerte”. 

―No, no digas eso, mi amor, no eres “Alegra mala suerte”, eres Alegra la fuerte, la valiente, la inteligente. Que tu pasado no influya con tu presente. 

―¿Entonces?, ¿por qué perdí al bebé?, estaba tan bien, tan sano y se fue. 

David me abraza fuerte― se fue porque, todavía no era nuestro momento, mi amor. Porque a veces nosotros tenemos otros planes y el destino nos lo cambia pero, esa no es tu culpa, ni la mía. Debemos aprender a lidiar con esos cambios que seguro nos harán mejores, más fuertes, más felices. 

Entonces me suelto a llorar. Lo entiendo, comprendo lo que me está diciendo pero, muy dentro de mí siento que todo esto que pasó es por algo que yo hice, algún movimiento en falso que me hizo perderlo o no sé, tal vez no lo cuidé como era debido. 

―Llora mi amor, llora― me alienta David tiernamente. 

―Lo siento mucho, mi amor, te juro que era todo lo que deseaba. 

―No, no tienes porqué pedirme perdón, esto pasa, no somos ni los primeros ni los últimos. Verás que pronto salimos de esto y podemos tratarlo otra vez cuando estemos listos. 

Me separa y le veo a los ojos ― ¿por qué eres siempre tan positivo?

―No soy positivo, sólo trato de ver las cosas de un lado mejor y que la negatividad no me afecte. Todo pasa por una razón amor, las señales están en el universo. Yo, por ejemplo, perdí mi herencia, pero gané una vida mejor a tu lado y la oportunidad de construir todo desde cero, de renovar y cambiar las cosas para nuestro futuro. 

Me quedo en silencio escuchando a David, él tiene algo en su tono de voz que me hace sentir bien, aliviada, segura. Yo le creo todo lo que me dice y no tengo ni siquiera una pizca de duda de que está en lo correcto. 

―Sé, que perdimos un bebé Alegra, y muy dentro de mí lo siento tanto, no tienes idea cuánto. Porque ya me había ilusionado con el hecho de que en unos meses estaría a nuestro lado. Sin embargo,―él toma mi mano― lo importa es que tú estás bien, estás sana y que estamos juntos en esto. 

Le doy un beso sobre los labios que me sabe un poco a sal gracias a mis lágrimas― eres un hombre maravilloso David Canarias. Te prometo, que a partir de hoy cambiaré mi manera de mirar las cosas. 

―No, a partir de mañana ― me corrige ― hoy, los dos lloraremos por lo que acabamos de perder, lo haremos hasta que nos quedemos dormidos en esta cama y mañana, despertaremos con otra actitud, otros sueños, otras metas, pero juntos. 

Asiento con la cabeza ― siempre juntos. 

Puedo ver como las lágrimas empiezan a correr por sus mejillas y yo enseguida lo abrazo ― el que trate de ver lo mejor de las cosas, no significa que no me duela. 

Él se recuesta sobre el colchón haciendo que yo también lo haga a su lado. Nos quedamos viendo, directamente a los ojos y él me sonríe. 

―Jamás vuelvas a decirte Alegra Mala Suerte, ¿si?, las personas que te lo decían no tenían ni una idea de como eres en realidad y lo más importante, no te amaban como yo. 

Niego con la cabeza ― lo prometo, mi amor. 

David me pide con la mano que me acerque a él y yo me acomodo a su lado sintiendo su calorcito. De pronto esa tranquilidad, paz y felicidad me invaden una vez más, a pesar del momento tan duro que pasamos. 

―Te amo muchísimo mi Alegra, como me dijiste en Navidad. La vida es buena, y verás que será mejor, mucho mejor. 

Ambos nos quedamos en silencio, abrazando y sintiendo la melancolía. Tal vez esta no era la forma como pensamos que el año terminaría pero él tiene razón, estamos juntos y al final eso es lo más importante. 

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