David
(Lunes)
Después de dejar a Alegra en su hotel y de despedirme de ella, no pude concentrarme en el resto del día. Me fui a mi casa a descansar y a terminar de leer ese libro que tiene aún algunos capítulos pero, mi mente sólo se iba a esa voz, esa mirada, la hermosa sonrisa de esa mujer tan sencilla y honesta que había conocido.
Alegra me contó que era de una familia de pescadores de Gran Canaria, su madre se casó con su padrastro cuando ella tenía dos años y de ahí vienen sus cuatro medios hermanos mayores que se dedican al mismo oficio que su padre. Su madre trabaja de tendera en un local y ella en ese bar donde viernes a domingo canta los mejores éxitos del momento y algunos más que le piden. Descubrió que era buena cantante cuando un día cantaba mientras limpiaba los baños de un restaurante, el dueño la escuchó y lo demás fue historia.
Ahora gana dinero para poder ayudar a sus padres en casa y si puede pagarse esa carrera de pediatría, cuyo examen ya pasó pero no puedo estudiar porque aún no tiene lo que necesita. No se rinde, dice que aunque cumple treinta años logrará estudiarla y algún día ejercer. De pronto, sus esperanzas se mezclaron con las mías y un enorme deseo de verla triunfar me invadió. Quiero ayudarla, verla hacer su sueño realidad y sobre todo construir un futuro con ella, uno que sé será maravilloso.
Así, pasó el domingo lento muy lento dándole la entrada al lunes donde temprano tuve que despertarme para ir a la junta de socios y después dirigirme a la universidad. En verdad no sé como le hago entre el trabajo, la capacitación y el estudio pero, mi padre dice que es necesario, que los Canarias nos forjamos de trabajo, constancia y dedicación. Incluso el lema de las empresas Canarias es “esfuerzo, determinación y trabajo duro para formar imperios”, ¿algo rebuscado?, tal vez, pero por años ha sido así y si hemos llegado tan lejos debe ser por eso. Todos los Canarias tenemos ese lema tatuado en la piel, jamás se nos olvida e incluso en caso de que algún socio nuevo se integre a nosotros debe respetarlo y hacerlo cumplir.
Como esta mañana me quedé sobre la cama fantaseando un poco sobre el futuro que podría tener con la hermosa cantante que he conocido en la boda de Gastón y después de escuchar “Gimme, Gimme, Gimme” unas veces antes de percatarme de que estaba llegando muy tarde a la bendita junta. Entro a la sala de conferencias justo en medio de la plática de indicadores financieros y todas las miradas van sobre mí. Ignorando todo, me siento justo en la única silla que está desocupada y en seguida me pongo al día con el reporte. Momentos después una nota llega a mí por medio de la asistente.
“Después de la junta te veo en la oficina”
Leo y al voltear veo el rostro severo de mi padre cuya mirada me indica que no me irá bien y que posiblemente vaya a la universidad con una tunda por haber llegado tarde a esta junta que prácticamente se hace cada fin de mes. No le basta con que tenga que tomar clases de verano para adelantar materias, si no que ahora debo ir regañado cuando podría estar en nuestro yate tomando el sol.
―Si seguimos así, para dentro de unos años las Empresas Canarias crecerán lo suficiente como para ya no preocuparnos ― habla Juan José Canarias, mi primo segundo.
Todos estallan en aplausos y luego se ponen de pie para retirarse del lugar. Yo hago lo mismo y, mientras me despido de todos los socios voy hacia mi padre para ayudarle a levantar. Cada vez lo veo más mal y me preocupa.
―A mi oficina ― me indica.
Así, apoyándose del bastón camina hacia la oficina que queda al lado de la sala de juntas, para inmediatamente sentarse sobre su mesa y encender un cigarro. Mi rostro cambia a uno de molestia, ya que después del último infarto no debería estar haciendo esto.
Mi padre clava esos ojos marrón iguales a los míos, verlo a él es verme a mí dentro de unos años, por lo que mi obsesión con la buena alimentación y el ejercicio ha crecido ya que no deseo terminar como él a tan corta edad. El estrés, la tristeza por la muerte de mi hermana y el constante recordatorio de que debe ser una persona fuerte, lo han dejado como está, por lo que todos mis movimientos ahora deben ser calculados para no anticipar su ida.
―Sí sabes que moriré, ¿cierto? ― me pregunta.
―Padre ― murmuro.
―David, tienes toda una responsabilidad por delante pero al parecer no te importa tanto. Tienes un deber, tienes una obligación y sólo debes venir a hacer acto de presencia, necesito que tus primos y tíos te vean interesado en esta empresa para que el día que yo muera no te quiten lo que por derecho te pertenece y te dejen en la ruina.
―Padre, no me dejarán en la ruina ― respondo.
―¿Viste a ese Juan José?, lo único que desea es que mi cuerpo esté diez metros bajo tierra para que él pueda exigir esto que es tuyo, ¡tuyo! ― grita seguido de una ataque de tos que hace que mi corazón lata rápido por la preocupación.
Tomo la jarra de cristal de inmediato y le sirvo un vaso con agua que llevo ante sus presencia. Él toma un sorbo y después con un manotazo la quita de encima. Pongo el vaso al lado de él y luego regreso a mi lugar.
―Papá, sólo me quedé dormido, debes comprender que estoy cansado.
―¿De qué?, ¿de irte de fiesta con tus amigos?, crees que no supe que el domingo regresaste al amanecer.
Tengo ganas en este momento de decirle a mi padre que no fue por fiesta si no por una mujer, la que sé será mi próxima esposa, por la que me desvelé hasta el amanecer, pero creo que ahora no es el momento, sobre todo sabiendo que Alegra podría ser rechazada desde el principio y debo armar mi caso antes de presentarlo ante la corte de los Canarias.
―Tal vez no fue por fiesta.
―¡Vi a Tristán cayéndose de borracho de la boda! ―explica un poco acelerado.
Me quedo en silencio, mejor callar y parecer tonto que hablar y despejar las dudas. Me siento en el sofá que está enfrente de él y respiro. El resto pálido y duro de mi padre se queda fijo, su mirada se pierde en la nada y cuando se tranquiliza vuelve a verme.
―David, no sé cuánto tiempo me quede, no sé si llegaré al final de este año, pero debo morir sabiendo que dejaré las Empresas Canarias a alguien que las mantendrá y no tratará de separarlas como el resto de tus primos. Es una empresa familiar y debe mantenerse en la familia, así lo quiso tu tatarabuelo, tu bisabuelo, abuelo y yo, pero te confieso que me da miedo las alianzas que hagas, las decisiones que tomes si no puedes llegar a tiempo a algo tan importante como es esta junta mensual.
―Pero padre, dicen que todo va bien…―intento decir y él niega con la cabeza.
―¿Crees que soy tonto?, ¡por su puesto que no!, tus primos dicen esto pero los números no mienten, tú como economista deberías saberlo.
―Padre, voy en el segundo año de carrera y…
―¡Pero llevas años viniendo a la empresa!― expresa enojado y da un manotazo sobre el escritorio ―¡Eres talentoso!, naciste para negociar.Te pido por el amor de Dios que te tomes en serio las cosas, que dejes de ser un soñador y te enfoques en lo tangible, en lo real. Dentro de un año tendrás que empezar a escoger las alianzas y si no lo haces tendré que emparejarte como pasó con Gastón.
―No me casaré con la hermana mayor de los Lafuente ya te dije― respondo.
―Harás lo que yo te indique y obedecerás para mantener la empresa en nuestras manos, como lo hizo tu hermana.
―¡Mi hermana ya no está!― grito enojado― siento mucho que Ainhoa se haya ido y junto con ella tu yerno maravilla, pero ya no están y estoy harto de que me compares con ella.
―¡Y yo cansado de que no te parezcas a ella David!, tienes casi veinte años, a tu edad yo ya llevaba esto y más.
―Pero no soy tú, y tampoco Ainhoa…sé que hubieras preferido que ella fuese hombre para llevar esto pero no fue así ― hablo enojado― si quieres que me haga cargo de esta empresa tendrás que dejar de compararme y aceptar quien soy. Además dijiste que tenía libertad de escoger con quién me casaba, ¿recuerdas? O ¿qué?, ¿quieres que acabe como mi amigo? ― le recuerdo.
―Ojalá Ruíz de Con tuviera una hija para que te casarás con ella y pudieras traer esa alianza a la empresa― responde ― tienes libertad de escoger David, pero si no lo haces bien, tendré que actuar, ¿está claro?
―Tan claro como siempre papá― respondo enojado.
Me vuelvo a dar la vuelta para caminar hacia la puerta y salir de ahí cuando escucho que vuelve a darle un ataque de tos y respiro profundo esperando a que se le pase. Sé que mi padre es un hombre duro y severo, pero tampoco deseo ser el responsable de su muerte. Volteo a verlo mientras él se acomoda sobre la silla de nuevo y trata de respirar.
Convencido por la el ataque de tos regreso a él y tomo la mascarilla del oxígeno que tiene al lado y se la pongo cubriendo la nariz y la boca. Mi padre tan joven para estar así pero tan necio como para morir. Él me ve a los ojos y aunque no me agradece con palabras lo hace con la mirada. Después se quita la mascarilla y me habla.
―Todos allá afuera están esperando a que muera David, ¿por qué no les das el placer?
―Porque eres mi padre y aunque tú pienses lo contrario, yo no quiero que te vayas, aún tengo mucho que aprender― respondo sinceramente― te juro padre que estoy haciendo todo para ser el hijo que tú deseas, no tienes idea cuánto.
―Lo sé, pero no es suficiente. Estar en frente de una empresa es de carácter, de frialdad, de visión, toma de decisiones que tienen tanto beneficios como repercusiones, ahí es donde está la clave, en decidir, cuidado con lo que decides hijo, porque podría llevarte a una felicidad plena o a una eterna amargura― recita más tranquilo.
El teléfono de la oficina suena, interrumpiendo este momento entre los dos, uno de los pocos que logro tener con él antes de que su dureza vuelva. Me pongo de pie y respondo la llamada con propiedad.
―¿Oficina de David Canarias? ― pregunto y escucho la voz insidiosa de mi primo Juan José y el coraje invade mi cuerpo. Si mi primo fuera un animal, sería aun buitre porque siempre está rondando por aquí esperando a que la presa muera para ser devorada― ahora te lo paso.―Le entrego el teléfono a mi padre― es Juan.
Mi padre lo toma y antes de hablar con él me recuerda ― desiciones David, recuerda, decisiones― para luego volver a su trabajo.
Salgo de su oficina como siempre, con una mezcla entre rabia, ternura e incertidumbre, sólo mi padre puede provocar eso en mí, hacerme sentir el hombre más importante pero a la vez uno que puede ser devorado por los otros miembros de la familia.
―Decisiones― murmuro mientras entro a la pequeña oficina que me han asignado en este enorme edificio. Al sentarme sobre el la silla tomo una pequeña hoja de papel y llevado por la única decisión que tengo segura escribo el número que Alegra me dio en aquel techo bajo la luz de la luna y las estrellas― los números del destino dijimos, sólo espero que el destino me ayude a tomar la decisión correcta― hablo para luego sonreír por lo que sé cambiará mi rumbo.