Alegra

(Miércoles) 

¡Alegra!, ¡bájale a esa música! 

Escucho la voz de mi madre al pie de las escaleras pero no me importa lo que grite ya que ella y mi hermanastro llevan discutiendo por horas sobre el dinero, como es que se gastó tan rápido y cómo le harán para tener un poco más para pagar la hipoteca. Es la segunda vez que mi padrastro hipoteca nuestra casa y cada día se hace más difícil pagarla sin embargo, lo sigue haciendo para pagar deudas u otras cosas que no podemos tener pero adquirimos; por mi cuenta el dinero de mi última presentación se ha ido.

¡Alegra! ¡Por el amor De Dios! 

Le subo aún más y tomo el cepillo para el cabello y me paro frente al espejo y comienzo a bailar como lo hago en los espectáculos de los fines de semana. Me dejó llevar por la música de mi grupo favorito ABBA, mi único escape, lo único que me hace feliz en todo momento y comienzo a cantar a todo pulmón mientras señalo al espejo. 

“Money, money, money, must be funny, in the rich man’s world. Money, money, money, always sunny, in the rich man’s world” 

Yo aprendí inglés escuchando ABBA y lo agradezco. Llegó a mi vida por casualidad un fin de año cuando vi una presentación de ellos en la televisión del local de mis padres y me enamoré. Verlos cantando con esos trajes brillantes, al ritmo de esas melodías pegajosa me dio un sentimiento de felicidad indescriptible y los empecé a seguir. Poco a poco comencé a conseguir los casetes y a aprenderme las letras y cantar otros artistas, cuando menos lo supe había aprendido ese idioma y lo entendía a la perfección, lo que me abrió las puertas en otros trabajos que me dieron más ingresos. De todos soy la única que sabe inglés, que por suerte ha salido de la isla y que ha tenido la suerte de poder tener un poco de ahorros, aunque estos se van rápido. 

Ahora cantar era mi felicidad, mi escape de la vida de tensión y de pobreza que me rodea y que me da esperanzas de que hay un gran futuro por delante, donde yo puedo llegar a hacer mis sueños realidad y llegar a ser más que una cantante de bar, si no una gran profesionista, en otras palabras una gran pediatra. 

¡Alegra coño apaga ese ruído! 

―¡Déjenme en paz!, ¡estoy harta de escucharlos discutir!, ¡ya les di todos mis ahorros!, ¡qué mas quieren! 

―¡Qué le bajes a esa mierda carajo!, ¡qué tienes visita! ― insiste mi hermano. 

En medio del coro de Money, Money, Money me quedo en silencio mientras mi corazón late agitado ―¿Visita? 

―Sí, baja que te está esperando. 

Apago la grabadora inmediatamente y me acomodo el cabello rizado a un lado para luego abrir la puerta de la habitación y ver a mi hermano sonriendo. 

―¿Qué?― pregunto. 

Él no dice nada y simplemente me hace un ademán con la mano para que baje las escaleras hacia la cocina. Mientras voy caminando me acomodo la falda de flores y el top que me he puesto este día para andar más fresca mientras por mi mente pasan decenas de preguntas que se esclarecen al verlo de pie ahí con una sonrisa, como si el destino hubiese llamado a la puerta. 

―¿David?― pregunto sumamente sorprendida. 

Ahí está él, con ese traje de lino blanco, con el cabello perfectamente peinado hacia atrás y con unos lentes Ray-Ban que le daban ese estilo fresco pero sexy al mismo tiempo. 

―¿Qué haces aquí? ― insisto. 

―Alegra, no seas descortés y presentanolos― habla mi madre sacándome de este trance en el que he entrado. 

―Bueno…― trato de hablar pero la sonrisa de David me distrae. No lo recordaba tan guapo o a la mejor el conjunto de ropa que se ha puesto hoy lo hace ver así. 

―Soy David Canarias Donato― habla él con su voz varonil ― vengo por Alegra para invitarla a tomar algo. 

―¡Por supuesto!, ve Alegra, ponte algo más decente― vuelve a responder mi madre con prisa por mí mientras yo sigo paralizada como si fuera una estatua. 

―No hace falta, creo que así está perfecta como viene vestida, ¿no es así Alegra? ― pregunta y sé que en este momento está viendo mi conjunto de top que se ata adelante y falda que deja mi abdomen al descubierto. 

―¡Pero di algo mujer!― insiste mi papá. 

―Bueno, yo… me encantaría ir a tomar algo contigo ― hablo al fin y comienzo a buscar mi bolsa por todo la sala que en este momento es un desastre. 

Camino hacia la entrada y tomo los tacones que hacen juego con mi conjunto y por fin tomo mi bolsa para voltear y verlo detrás de mí. 

―¿Nos vamos?― me pregunta con esa seguridad que lo caracteriza. 

―Sí, sí, claro… vamos. 

―Prometo traerla antes de las diez. Un gusto conocerlos señores, a ustedes también ― comenta dirigiéndose a mis hermanos. 

Ambos salimos por la puerta y frente a mí veo a un hombre esperando recargado en una de las puertas de un auto. Me detengo en el último escalón. 

―¿Caminamos? O ¿prefieres ir en auto? ― me pregunta. 

Volteo a verle y le sonrío ―¿crees que podemos caminar?― le pido― creo que necesito un poco de aire. 

―Vale, como desees Alegra ― me comenta y luego en una seña le pide al chofer que se retire. David voltea a verme y me sonríe ―dime donde quieres ir, tú eres la que conoces aquí. 

Nuestras miradas se cruzan y juro que siento mariposas en el estómago que me impiden hablar. No puedo creer que esté ahí, yo que pensé que ya no me recordaría o simplemente no memorizaría mi teléfono y ahora está aquí, presente, de carne y hueso, viéndose como un millón de dólares en medio de la acera. 

―¿Alegra? 

―Hay un bar cerca de aquí, no es muy elegante pero las tapas son buenas y la cerveza es fría― comento con un poco de vergüenza y no sé porqué. 

―Perfecto, porque muero de calor― responde y con la mano me da el paso para que comience a caminar hacia el lugar. 

[…]

Era evidente que cuando entré al bar con David a mi lado más de una mirada se fijó en nosotros. Pero era de esperarse, David no es un hombre que se viera por esos lugares y menos con una persona como yo. 

Ambos nos sentamos en una de las mesas del fondo y en seguida levanté la mano para que el mesero nos trajera una promoción del día. 

―Estás de suerte ― digo un poco tímida ante su presencia ― hoy es comida gratis mientras puedas seguir bebiendo. 

―Suerte que vengo con hambre y con sed― bromea y mientras su sonrisa brilla se quita las gafas de sol haciendo que sus precisos ojos marrón brillen en frente de los míos. 

De mi bolsa saco una de las ligas que tengo para el cabello y me hago un peinado alto para evitar el calor. David no deja de mirarme y la forma en como lo hace, provoca que me sonroje; agradezco que el calor esta fuerte y puedo decir que es por eso que mis mejillas están rojas. 

Las primeras cervezas llegan a la mesa y con ellas el primer plato. Espero a que las abran y con un tímido “gracias”, debido al mesero. David toma una cerveza y la levanta. 

―¡Salud teléfono 928-134-129-187!― comenta con seguridad haciéndome sonreír. 

―Pensé que no lo habías memorizado, estabas un poco bebido esa noche― me justifico mientras tomo un sorbo de cerveza. 

―Me gustan los números, sobre todo si estos me iban a llevar a mi futuro― me responde―¿te preguntas que hago aquí en lugar de llamarte?

―Así es. 

―Bueno, dijimos que íbamos a tener una cita, ¿no?, así que averigüe dónde vivías y vine por mi cita. 

―No sabía que había vuelos Ibiza a Gran Canaria tan tarde― contesto al ver que casi está oscureciendo. 

Tomo un sorbo de cerveza para calmar el calor y la boca seca que tengo gracias a los nervios. 

―No tomé un vuelo comercial, vine en mi avión privado― responde. 

Al decir eso escupo la cerveza delante de él y David se ríe mientras saca su pañuelo de tela del bolso de su pantalón para ofrecérmelo. 

―¡Ay, lo siento mucho! ― me disculpo apenada ― pero me sorprendió mucho. Pero no puedes ir por la vida diciendo eso. 

―¿Qué?― pregunta entre sonrisas― ¿qué tengo un avión privado? Vamos alegra, la mitad de este país sabe quién soy, sería una hipocresía de mi parte fingir que nadie sabe. 

―Yo no sabía― contesto entre risas― y créeme mis padres, ni mis hermanos tampoco y menos esta gente que está aquí. 

―Bueno, entonces me equivoqué, solo soy conocido en todo el país menos en sus islas― y toma un sorbo de su cerveza. 

Me quedo viéndolo un instante, un poco más relajada y dejándome llevar por el momento ― ¿Tu madre sabe que estás aquí? ― pregunto curiosa. 

Él toma una de las tapas de jamón serrano y le da una mordida ― Sí, le dije que saldría a una cita. 

―¿A Gran Canaria? ― inquiero. 

―Los detalles no fueron tan específicos, pero sabe que estoy en una cita con una bella mujer, así que parte es verdad, no te preocupes ya me las arreglaré― habla y me cierra el ojo. 

Tomo otro poco de cerveza y ahora soy yo la que come un poco. En verdad no puedo creer que me haya encontrado, será que es verdad lo que él me dice, ¿qué el destino es quien nos ha unido?

―Te gusta ABBA ¿cierto? ― me pregunta. 

Le preguntaría cómo sabe, pero supongo que entre la fiesta y la canción de mi habitación lo ha intuido ―Sí, me encanta, me hace feliz, ¿a ti te gusta? 

David niega ― soy más de Beatles, pero no puedo negar que desde que te conocí no puedo dejar de escuchar la canción que cantabas. 

―Es Gimme, Gimme, Gimme, es muy popular― respondo tratando de cortar la evidente tensión entre los dos. 

David se hace un poco más adelante y para quedar más cerca de mi― no te puedo sacar de mi mente Alegra―confiesa― me despierto pensando en ti y me duermo pensando en dónde estarás y es por eso que vine a buscarte, quería verte, quería ver tu rostro de asombro, volver a acariciar tu bella cabellera rizada y observar tus ojos brillantes. 

Esquivo un poco su mirada porque de nuevo me sonroja y él levanta mi barbilla con la punta de sus dedos― David― murmuro. 

―No me digas nada, dame una noche, deja que continúe y si cuando me voy no te gusto ni un poquito, te juro que no me vuelves a ver, ¿te parece? 

Esbozo una sonrisa y ahora sí el color rojo sube por mi rostro. No puedo creer que esto me esté pasando a mí, ¿cómo es que él se fijó en mí?, ¿estaré viviendo ese cuento de la cenicienta acaso?

―¿Qué dices? ― insiste sin separar sus pupilas de las mías. 

―Está bien― respondo― una noche. 

―Es todo lo que pido― responde seguro y no sé por qué él ya tiene más de un plan listo. 

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