Alegra
Debo admitir que la noche con David Canarias fue de lo más agradable. No cabe duda que este hombre sabe mover las piezas para que una caiga rendida y se sienta como una princesa en un cuento, llena de felicidad, de abundancia y sobre todo, me ha permitido soñar, algo que por mucho tiempo me ha estado prohibido. De pronto mis sueños son importantes, interesan y emocionan. David me ha dicho que quiere que estemos juntos para construir una relación en conjunto que nos permita hacer las cosas a nuestra manera lejos de todo lo que puede prohibirlo o estropearlo. Yo le creo, le creo todo lo que me dice y poco a poco sus palabras me convencen para que le dé una cita más, otro momento más, otra oportunidad a ese destino que él jura y perjura que nos ha unido.
Ayer, después de la playa, ambos nos quedamos platicando sentados sobre una de las bancas de madera que hay sobre el malecón, la idea era secarnos las ropas, pero terminamos platicando de todo un poco y besándonos un poco. En los besos de David se refleja la pasión y la seguridad que lo caracteriza. Él sabe lo que quiere y va por ello, no se espera a que las oportunidades le lleguen, él las hace y por eso es que decidió viajar a Canaria en lugar de llamarme y esperar a que le diera una fecha; admito, que eso me gustó y en cierta manera me emocionó porque nadie lo había hecho por mí antes.
Finalmente, me vino a dejar a mi casa a la media noche, prometiéndome que pronto volvería a saber de él y que me llamaría todos los días para saber cómo estoy. Luego volvió a besarme, acariciando mi rostro y comiendo mis labios como si tratará de llevarse todo mi esencia y mi sabor. Luego se subió a esa limusina y se fue, dejándome de nuevo en mi realidad, una que explotaría en mi rostro tan sólo amaneciera.
[…]
―Buenos días Alegra, ¿dormiste bien? ― me dice mi hermano Fabio, el mejor de los cuatro, mientras salgo de mi habitación arreglándome el vestido blanco de algodón, de tirantes con botones que me he puesto hoy para amenizar el calor.
―Dormí bien, gracias― respondo sin prestar mucho interés. Avanzo hacia las escaleras y él me toma del brazo para hacerme voltear.
―De verdad que lo tenías muy bien escondido ¿eh?, estamos muy sorprendidos de la gran mejora que has hecho.
―¿Disculpa?― pregunto soltándome de su brazo y arreglándome los rizos.
―No te hagas, de Pedro a David… ¡Guau!
―Cállate Fabio, no te metas en lo que no te incumbe.
―No me meto pero créeme que no se olvidará, la familia está feliz porque por fin hiciste algo bien― responde y luego entra al baño para dejarme sola sobre el pasillo.
Tal vez fue mala idea que David Canarias se presentara ante mi familia sin ser anunciado. Creo que hubiese sido mejor que yo fuera con él y al definir qué sucede decidir si lo presentaba o no; si yo no lo puedo olvidar, ellos menos.
Bajo a la cocina sintiendo el azulejo fresco sobre mis pies descalzos y amarrándome el cabello para que no me de calor mientras me cocino algo rápido para desayunar. Al entrar veo a mis padres padres sentados en el comedor y con mi plato de desayuno recién servido, algo muy raro en esta casa ya que yo suelo comer sola.
―Buenos días, Alegra― habla mi madre con una sonrisa ― vimos que ayer llegaste un poco tarde, ¿eh?
―Sólo dos horas tarde― respondo aún sin sentarme.
―No, no te preocupes, sólo es una observación― responde mi mamá y abre la silla para que me siente―¿tienes hambre? ― pregunta en tono tierno― te corte la fruta y te hice zumo de naranja.
Aún me quedo de pie, debajo del marco de la puerta, pesando que esta nueva actitud no tiene nada de bueno en este momento.
―Bueno hija, pues siéntate que morimos de hambre― me pide mi padrastro y poniéndose de pie me jala hacia la mesa para que me siente en el lugar asignado.
Tomo asiento, y en seguida tanto él como mi madre me sirven de comer y se sientan en sus lugares para desayunar conmigo. Tomo un poco de fruta con el tenedor y después de meterlo a mi boca empieza lo que temía, el mar de preguntas.
―Alegra, ¿por qué no nos habías dicho de David?― pregunta mi madre como si fuera una plática casual―se ve un buen joven, ¿verdad Gus? ― Le pregunta a mi padre.
―Sí, muy buen joven, de buena familia.
―No les dije nada de David porque apenas lo conocí así que no había mucho que contar― respondo en un tono desafiante porque creo que ya sé a donde va esta plática.
―Aún así, nos da gusto que haya venido, desde ayer ya es muy aceptado en la familia― agrega mi madre.
Bajo el tenedor y la veo a los ojos. Mi madre y yo no nos parecemos en nada, ni siquiera físicamente, yo saqué todo de mi padre, desde carácter hasta físico, y sé que a ella no le agrada mucho.
―Mamá, puedes ahorrarte esta pantomima y mejor ir directo al grano, es más, iré yo directamente ahí, David no es nada mío aún y no, no sé si volverá.
Mi madre suelta el tenedor y azota la mano sobre la mesa ―¡Pero por qué no, mujer!, ¡qué no te das cuenta que tienes una joya entre tus manos. Ese hombre es la solución.
―¿La solución para qué? ― pregunto.
―¡Para salir de aquí!, ¡de esto!, de la vida que tu padrastro nos está dando ahora gracias a las deudas!― habla quitada de la pena, como si Gustavo no estuviera presente.
―¡Carajo!, ¡ahora te quejas! ― responde él y una vez más estoy envuelta en este problema que al parecer no tiene fin. Dinero, el dinero es nuestro problema y yo ya me cansé de dárselos.
―¡Claro que me quejo!, cuando nos casamos teníamos todo y de pronto gracias a tus malas inversiones y a las situaciones en las que nos haz metido ahora tenemos que sobrevivir― voltea a verme― y tu niña, que tienes todo para ayudarnos no lo quieres aprovechar.
―¡Ayudarlos de qué!, ¡sacarlos de dónde!, ¡qué no se olvidan que yo estoy con Pedro!
―¡Ja!― expresa mi papá ― ese Pedro, flojo e irresponsable. Se cree mucho porque heredará ese restaurante que nos servirá para más nada, además de que se fue hace mucho tiempo para “buscar fortuna” y no regresa… ¿ese Pedro? ― me pregunta viéndome directo a los ojos―Alegra, hija, debes entender que las oportunidades se dan una vez, tan solo una. Este hombre está enamorado de ti, viajó desde Ibiza simplemente a verte, ¿qué hombre toma un avión para venir a ver a alguien exclusivamente por una noche?
Me quedo en silencio porque no quiero cometer la imprudencia de decirle a mi papá que David no sólo tomó un avión si no que vino en el suyo propio. Aun así, mientras trato de no arruinarlo todo con mis comentarios pienso en lo que me están diciendo o más bien gritando al rostro y me duele admitir que es verdad. Pedro, dijo que regresaría pronto para casarse conmigo y ya han pasado dos años desde que se fue y no conozco noticia de él, con lo mujeriego que es seguro y ya tiene a otra persona.
―¿Nos estás escuchado Alegra? ― pregunta mi madre interrumpiendo mis pensamientos.
―¿Disculpa? ― pregunto tratando de retomar el hilo.
Mi madre se acerca a mí y me fuerza en un abrazo que me hace sentir más mal que bien ― sabemos que eres una mujer sensata, inteligente y que sabrás que es lo que te conviene pero, hija recapacita. Pedro ya no va a regresar y tú puedes obtener a alguien mejor, mira vete, guapa, inteligente, talentosa, tú no eres material para ser esposa de un pescador… ¡hasta inglés sabes!
―Pero mamá…― hablo y ella me acerca a su hombro ― a David apenas lo conozco.
―Lo sabemos y tanto tu padre como yo te alentamos a que lo sigas conociendo, ¿está claro? Sólo piensa Alegra que las oportunidades solo se dan una sola vez, ¿si?, piensa en tus sueños, en lo que podrías hacer por la familia.
―Si me caso con David no hará nada por esta familia, porque se casará conmigo no con todos ustedes.
―¿Pero no ayudarás a tu familia?, mira que un arreglito que otro en la casa no nos caería mal ― habla mi padre para luego reírse.
Sigo sin saber qué decir. Si me gusta David Canarias, lo admito, pero creo que es muy pronto para formalizar mi relación con él con una boda, además con el tipo de familia que tengo sería bastante incómodo y viendo a su familia no creo que lo aprueben.
―Pedro ya no regresará Alegra― habla mi madre viéndome a los ojos― no te quedes solterona esperando a alguien que no vendrá, cuando puedes estar con un hombre como David que te dará todo lo que soñaste, todo.
Me separo de ella y de un jalón tomo mi bolsa ― de verdad que son cínicos― les reclamo― David Canarias no es una alcancía, es un hombre de carne y hueso con sentimientos y no voy a dejar que se aprovechen de él ¿entienden?
―No es aprovechar hija, es ayudar a la familia― habla mi madre― quieras o no Alegra, somos tu familia.
―¿Qué familia?― pregunto viéndola a los ojos― no somos ya una familia y lo saben, y si de pura causalidad o por el destino lo disponga llego a casarme con David Canarias, les juro que no serán parte de esa “familia”. Ahora, métanse en sus asuntos y déjenme en paz. Me voy a ensayar que el fin de semana tengo una presentación y luego regresaré para que me quiten el dinero ― digo firme y a pasos agigantados salgo hacia la sala para tomar mis sandalias y salir de ahí sumamente enojada.
«¡Cómo se atreven a meterse en mi vida!, ¡A pensar que pueden manejarme como quieren!», pienso furiosa mientras camino a la parada del autobús.
Aún así, ellos tienen razón en una cosa, mi relación con Pedro no va para ningún lado y si he esperado por él estos últimos dos años sin ninguna llamada, ni una carta o al menos una señal de que él esté bien y quiera regresar. Tal vez debería borrar casete y continuar con mi vida porque sí, tal vez David tenga razón y el destino es el que nos está uniendo a los dos sólo que no me gustaría que también lo uniera con mi familia.