David 

(Días después) 

Hoy, he decidido ir a Gran Canaria de nuevo a visitar a Alegra. Últimamente, hemos estado hablando un poco más por teléfono, pero la noto muy incómoda por lo que supongo que su familia tiene algo que ver, así que iré a verla, porque una noticia como la que le tengo no se puede hacer solamente en una llamada. 

Una vez más, le he pedido a mi padre el avión privado, él ahora está seguro de que estoy haciendo todo esto por una mujer, pero no está muy seguro de quién o de qué sin embargo, gracias a su enfermedad mi padre ya no tiene la misma fuerza para poder atarme a él como lo hacía antes, por lo que ahora tengo un poco más de libertad para decidir y moverme como se me pega la gana, por eso viajo a Gran Canaria. 

Tan sólo aterrizar, el auto vuelve a esperarme para dirigirme esta vez al lugar donde Alegra trabaja, ella misma me ha dicho que si en algún punto vuelvo ha visitarle ni siquiera me acerque a su casa así que sigo instrucciones, si ella me lo dice, es porque es importante. Así, tan solo llego a ese pequeño bar junto al mar, un poco más elegante que al que fuimos a bailar, me quito el sacó y la corbata y me pongo en un look un poco más casual para poder verle sin destacar mucho. 

―Deja el auto en un lugar seguro y puedes irte a dar la vuelta. No sé cuánto tiempo tarde, así que trata de no irte tan lejos ― le ordeno y el chofer con asentando la cabeza me responde para desaparecer de mi vista. 

Camino hacia el bar y tan solamente paso la puerta del recibidor veo a Alegra sobre el escenario platicando con una colega, vistiendo un hermoso vestido de flores que se acentúa perfectamente a su delgada figura y ese cabello tan bonito que tiene, rizado y color castaño lo trae amarrado a lo alto para evitar el calor. No cabe duda que es la mujer con la que siempre había soñado y me haría el hombre más feliz del mundo si ella aceptara casarse conmigo. 

Me acerco poco a poco hacia el escenario hasta que la mujer que platica con ella alegremente me dirige la mirada y provoca que Alegra voltee a verme. 

―David― pronuncia mi nombre con una sonrisa y después de despedirse baja del escenario por las escaleras que hay en la parte de atrás y viene hacia mí ― ¡qué grata sorpresa! 

―¿Te parece? ― respondo fijando mi mirada en ella y con una sonrisa que creo no se me ha borrado desde que la conozco. 

―¿Quieres ir a otro lado?― me pregunta― aquí hace un poco de calor y pronto se llenará de gente y habrá ruido. 

Asiento con la cabeza― llévame a donde desees, yo te sigo― pronuncio esa frase que no es al azar si no más bien un deseo que tengo escondido. 

Ella voltea, va hacia el escenario y toma su bolsa de mano para luego regresar a mí ― vamos, tengo hambre― me indica y en un acto toma mi mano para que ambos salgamos del bar y nos dirijamos hacia el malecón. El aire fresco nos pega inmediatamente en el rostro, ayudándonos a contrarrestar el intenso calor que en este momento sentimos. 

―¿Me extrañaste? ― pregunto mientras caminamos de la mano a lo largo del malecón. 

Alegra voltea a verme y su hermosa mirada brilla ― te mentiría si te dijera que no. 

―Me alegra que no me mientas, porque yo te extrañé bastante. Quería terminar mi trabajo a tiempo para poder tomar el avión y venir a verte. 

Alegra se ríe bajito, se sonroja y no precisamente por el calor y se muerde un labio― eso es lo más impresionante y romántico que me han dicho en la vida. 

―Supongo que eso es bueno. 

―Muy bueno― responde y se ríe. 

Ambos, bajamos las escaleras para dirigirnos hacia un pequeño local adornado por pequeños focos y que a pesar de verse tan sencillo tiene casi todas las mesas ocupadas. 

―Espero te guste el guiso de ternera con calabaza, es la especialidad de doña Márgara― me platica con soltura. 

―¿Guisado con este calor?, ¿a caso quieres matarme? ― bromeo. 

―No David, sirve para purificar el alma, el cuerpo, se abren los poros― me indica alegre y sonriendo. 

Debo confesar que la actitud de la Alegra de hoy es muy diferente a la de la Alegra que conocía semanas atrás, ahora se ve más suelta, más tranquila, como si ya estuviera acostumbrada a mi presencia y eso me gusta, porque quiere decir que esto fluye y va por buen camino. 

Los dos nos sentamos frente a frente en una mesa que se encuentra justo un poco lejos del local ya que el aire fluye un poco mas y podemos refrescarnos. Inmediatamente el joven que nos atiende nos pone la bebida de la casa, un vino que al parecer es muy sencillo y rudimentario, para después alejarse y dejarnos solos. Ambos nos vemos a los ojos y ella vuelve a sonrojarse. 

―Me encanta cuando te sonrojas ― confieso y ella esquiva la mirada. 

―Tu mirada es un poco intensa, ¿te lo han dicho? 

―No, veo pocas mujeres a los ojos y los hombres no son de decirte estas cosas―ambos nos reímos liberando un poco los nervios que sentimos en este momento. Alegra toma mis manos y las acaricia― ¿todo bien? ― pregunto. 

Ella asiente con la cabeza ― todo muy bien. 

―Sin ánimos de que esto que te diré rompa el encanto quiero decirte que ahora estás un poco diferente a como te vi la vez pasada, ¿algo ha cambiado? 

Alegra tomó un suspiro y desvió su mirada al mar, se quedo observándolo con sus ojos fijos en las olas ― me di cuenta que el tiempo pasa muy rápido y que las oportunidades no se repiten― habla. Regresa su mirada hacia mi y con una sonrisa me dice ― ¿todavía quieres construir un futuro conmigo? ― me pregunta. 

En este momento siento como mi corazón late emocionado ante la pregunta que Alegra me está diciendo― claro, esa idea no se ha ido de mi mente desde que te conozco. 

Alegra se pone de pie y se siente al lado mío sobre el enorme asiento de la banca. Volteo mi cuerpo para que ambos quedemos frente a frente y ella toma de nuevo mis manos y me mira a los ojos. 

―David, quiero ser muy honesta contigo― comienza su discurso― yo, puede que justo en este momento no esté perdidamente enamorada de ti pero, quiero que sepas que si te quiero, me gustas y me atraes. Eres muy diferente a los hombres con los que he salido y estado, no sólo por lo evidente si no porque eres cortés, caballeroso, simpático y me haces sentir única. 

Mientras Alegra me dice esto su mirada está completamente fija en la mía por lo que sé me está hablando con la verdad y eso, en mi mundo, es algo que aprecio mucho. 

―Lo sé ― respondo en un murmuro― sé que puedes llegar a enamorarte de mí, como yo lo estoy de ti. Por eso Alegra, vengo a proponerte que nos vayamos juntos de aquí. 

Ella abre los ojos asombrada ante lo que le estoy diciendo y luego pronuncia ―¿cómo? 

―Sé que tal vez no es bien visto pero, creo que aquí no lograremos conocernos del todo. Tengo claro que tu familia no es lo mejor, al grado que me has pedido que no te visite en tu casa y la mía necesita acostumbrarse a la idea, por eso, vente conmigo, vámonos a Madrid. 

La propuesta que le estoy haciendo a Alegra no es algo que se me ha ocurrido de venida a Gran Canaria, si no que he venido pensando desde hace tiempo y que espero ella acepte para poder empezar ambos de cero, porque para construir un futuro se necesita un lugar donde poner los cimientos, lejos de lo que posiblemente pueda dañar tu relación. 

―¿A Madrid?― pregunta ella en un murmuro. 

―Sí, tengo un amigo que me consiguió el número de uno de los decanos de la Complutense de Madrid, le comenté de tus exámenes para estudiar pediatría y dice que si te animas te acepta. 

―¡Qué!― expresa Alegra sin poderlo comprender. 

―Lo que escuchaste. 

―Pero, pero…― trata de hilar las palabras― David, apenas me conoces, llevamos creo que unas semanas y lo poco que hemos hablado por teléfono… 

Tomo su rostro y sin que ella lo espere le doy un beso sobre la frente― Alegra, Alegra, Alegra― murmuro su nombre cerca de su oído ― lo que tú no entiendes es que tenemos el resto de nuestra vida para conocernos a la perfección, para saber lo que nos gusta o no, para aprender a amarnos pero, tenemos que darnos esa oportunidad, ¿qué dices?, ¿te atreves? 

Alegra levanta la mirada, en sus ojos puedo ver cómo las lágrimas se van formado y espero que sean de emoción ante lo que le acabo de decir. Me sonríe.― Está bien, acepto tu propuesta, acepto irme a Madrid contigo. 

―¿De verdad? ― pregunto sin poderlo creer.

―Sí, me voy contigo― reafirma― me voy contigo cuando tú digas. 

―Mañana, ¿te parece?, hoy por la noche me quedaré en un hotel y mañana por la mañana volaremos juntos a Ibiza y de ahí a Madrid. 

―Perfecto― responde y acaricia mi rostro― te juro David que llegaré a amarte tanto como tú me amas a mí. 

―No me jures nada, sólo ámame― respondo y ella junta sus labios a los míos para darme un beso que comienza un poco tímido pero, cuando mis labios se abren paso con los suyos, poco a poco se va soltando dándome el beso con más soltura y después deseo, uno que nunca me habían hecho sentir. 

Sé que posiblemente me este precipitando mucho y que tal vez mi padre me eche en cara esta decisión pero, lo que siento por Alegra es más fuerte y grande de lo que yo puedo imaginar y estoy dispuesto a hacerlo porque la quiero y sé que ella me quiere por igual. 

―Te quiero David― me confiesa sobre los labios― te quiero. 

―Y yo a ti Alegra, te juro que seremos muy felices ― confieso para luego volver a besarla en medio de ese bello paisaje. 

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