Alegra

Sé que tal vez aceptar la propuesta de David puede ser algo apresurado pero, debo confesar que es algo que me llenó de emoción y que me hizo darme cuenta de que mi tiempo en esta isla ha terminado. Aún me duele lo de Pedro, lo voy a admitir, y sé que de vez en cuánto va a doler pero, también estoy segura de que mi tiempo con él se ha terminado y que es momento de continuar. 

No quiero sonar interesada y juro que no es así la forma en la que veo a David, de verdad me gusta, me agrada sus ideas y todos los sueños que quiere construir a mi lado y sé, estoy segura que puedo llegar a amarlo sin embargo, es necesario que me aleje de todo lo que me hace daño, de toda la toxicidad que hay a mi alrededor que me mantiene sumergida en este mar de drama. Al lado de David puedo explorarme y conocerme a mí misma, estudiar lo que tanto he deseado, conocer otros lados, caminar a su lado sin preocupaciones y por supuesto se feliz, porque es lo único que quiero, hacerlo feliz. 

Tan sólo le dije a David que si me iría con él, los planes comenzaron a fluir. Me dijo que había pedido su cambio a la universidad en Madrid para poder estar conmigo, que nos quedaríamos en el piso de su mamá y que él hablaría con sus padres para poder presentarme. Yo le prometí que haría todo mi esfuerzo para estudiar, que le ayudaría en todo lo que él deseaba y sobre todo que estaríamos juntos en cualquier situación que pudiésemos enfrentar. Sin embargo, antes de irme, de hacer mi maleta y de poder volver lejos de aquí tendría que enfrentar a mi familia y dejarles claro que esto era el final, que Alegra Bustamante no se quedaría para que la manipularan más y se aprovecharan de todo. 

Así, que después de dejar a David en el hotel donde se hospedaría y de una sesión de besos en la entrada de su habitación que provocaron que me sonrojara de más. Regresé a mi casa donde, tan sólo entrar, vi a mis hermanos y a mi padre peleando y a mi madre sentada en la sala fumando un cigarro sin hacer nada. 

―¿Dónde estabas?― me pregunta ella tan sólo cerré la puerta. 

―Trabajando, donde más.― Respondo sin reparos. 

Mi madre se quedó en silencio mientras los gritos de mis hermanos y padre se escuchaban al fondo. 

―¿Trajiste dinero?― inquiere― no tenemos para la cena y nos morimos de hambre. 

―Y, ¿el dinero de la hipoteca de la casa?, ¿ya se lo han acabado? ― respondo. 

Ella dio una fumada al cigarro y esbozó una sonrisa ― Alegra, creo que tú y yo sabemos esa respuesta y que no tiene sentido que la conteste por ti, ¿o si? 

Me acerco a ella en un movimiento rápido que la asusta y provoca que se vaya para atrás ― madre, ¿cómo es que llegamos a este punto?, cuando te juntaste con Gustavo no era así, ¿cómo es que llegamos a esto? 

Mi madre fuma otro poco del cigarro y me ve a los ojos ― no lo sé, ¿qué quieres que te diga Alegra?, no lo sé. Simplemente pasó y así es como debemos vivir todos, todos― repite la última palabra. 

En ese momento tengo ganas de decirle que no, que no tenemos que vivir así. Mis hermanos podrían trabajar más y ser más constantes, mi padre podría dejar de apostar ese dinero y llenarse de deudas y ella volver a recuperar lo que antes era nuestro el puesto de mariscos que teníamos sobre el malecón y que ella vendió por “idea” de mi padre. 

Me alejo de ella, saco de mi bolsa mi último pago y se lo aviento sobre la mesa ― es todo lo que tengo, no hay más. Los ahorros que tenía ya se los di y se han terminado. 

Ella toma el dinero, lo cuenta y haciendo un hmmmm me ve ― ¿dónde está lo demás? 

―Es todo― vuelvo a repetir firme― no tengo más. 

―Claro que no Alegra, tú siempre tienes más, ¿por qué no me lo das?, sabes que todos aquí tenemos que cooperar. 

―Y, ¿por qué mis hermanos no cooperan? ― pregunto enojada― siempre, al final, sólo soy yo la que pone el dinero como si me lo dieran tan fácil, ¿sabes el trabajo que me cuesta?

―¡Ay por favor Alegra!― me alza la voz haciendo que me aleje ― ni que tu trabajo fuera tan difícil, además sabemos que tienes otros métodos para obtener más. 

―¿Qué está insinuando? ― pregunto indignada. 

Mi madre se pone de pie y camina hacia mí acorralándome contra la pared de la cocina ― ¿crees que no sabes lo que haces con el ricachón?, ¿crees que no entendemos lo que pasa? 

Puedo oler un poco su aliento alcoholico y ahora entiendo su reacción― madre, le pido que se aleje. 

―Alegra, ¡tienes todo para ayudarnos!, ¿qué te cuesta sacarle unos cuantos dineros?, pero como siempre te haces la mojigata. Pedro ya murió, tienes todo para poder obtener lo que quieres y aún así te empeñas en “trabajar” de cantante. 

La empujo para atrás ― David no es un banco mamá y, créame, aunque así fuera ¿quién dice que yo los ayudaría? ― le digo. 

De pronto, siento la mano de mi madre levantarse y un golpe fuerte sobre la mejilla. El ardor recorre todo mi rostro y yo sólo cierro los ojos para poder sobrellevarlo ― eres una mala hija, yo que te di todo para que no crecieras en la calle, para que pudieras tener una familia y mira como me pagas, malagradecida. 

―Hubiese preferido quedarme con usted en la calle a que me trajera a vivir con ellos― contesto sin más. Nuestras miradas se cruzan. Puedo ver la envidia de mi madre reflejada en la suya y cómo sé que todo esto que me dice es para hacerme sentir mal, para poder manipularme como siempre lo hace, pero no más, esto fue el último acto que logró sobre mí. 

Busco entre mis ropas el resto del dinero que tengo siempre guardado para ahorrarlo y sin despegar la mirada se lo doy ― ¿ves cómo si tenías? ― me dice. 

―Que le aproveche madre― murmuro. Con esfuerzos logro zafarme de la posición en que me encuentro ― le aviso que es la última vez que me va a ver, yo ya no tengo nada más que hacer aquí. 

―¿Qué dices? 

―Se acabó. Esta es la última vez que recibe dinero de mi parte y que logra decirme esas cosas. 

―Alegra, tú no te puedes ir― dice arrastrando las palabras. 

A lo lejos escucho como algo se rompe y una necesidad de salir de ahí se apodera de mi cuerpo. Veo las escaleras para subir a mi habitación pero sé que si no salgo de una vez por todas jamás lo lograré. Pienso en la poca ropa que tengo, en mis fotos, mis discos y cosas personales sin embargo, el corazón me dice que tengo que irme, es mi oportunidad. 

―Claro que puedo― respondo y sin decir más abro la puerta de la que en realidad nunca fue mi casa y salgo de ahí sin mirar atrás. 

A paso apresurado camino por la acera volteando hacia atrás para ver si alguno de mis hermanos no me persigue o mi misma madre. Para mi sorpresa voy sola, con sólo un cambio de ropa puesto y la bolsa de tela que tanto me gusta traer. Estoy convencida, no tengo más a qué quedarme. Pedro era lo único que me mantenía atada aquí pero ya no más, una nueva Alegra crecerá al lado de David Canarias y sé que será lo mejor. 

Camino de prisa, con el sonido de mis zapatillas sonando contra el asfalto, con el viento pegándome sobre el rostro y el sudor recorriendo casi todo mi cuerpo. Después de una hora, llego de nuevo al hotel donde se hospeda David y sin preguntar nada en la recepción voy hacia su habitación y toco la puerta; momentos después él abre. 

―¿Alegra?― pregunta mientras se está secando el cabello con una toalla para luego ponérsela sobre el cuello. 

Me quedo en silencio viendo su imagen. Entre más lo veo más me gusta y quiero pasar tiempo con él. David, a pesar de todo lo que tiene, es sencillo y su mirada tierna me inspira mucha confianza. 

―Perdón, sé que quedamos por la mañana pero…― trato de hablar. Él ve la marca de la bofetada sobre mi rostro y no necesito decir más palabras. 

―Pasa― me pide y yo entro a la lujosa habitación que puedo jurar es más grande que mi casa.Él cierra la puerta y después de dejar la toalla sobre una de las sillas se acerca a mí―¿estás bien? 

Asiento con la cabeza ―nada que no haya pasado antes― respondo. David me toma entre sus brazos para abrazarme, pegarme contra su cuerpo y consolarme. Su delicioso aroma provoca que yo cierre los ojos para disfrutarlo― no tengo nada― murmuro ― vengo a ti sin nada. Mi madre me quitó el dinero que tenía y no pude sacar mi ropa. Esto es todo lo que tengo, todo lo que soy, no soy garantía, ni alianza, ni nada. 

David besa mi frente y después me ve a los ojos ― tu eres suficiente Alegra, tú eres suficiente.

―Ya no quiero volver aquí. 

―Y no volverás― me responde― si eso es lo que quieres, no volveremos. 

Sonrío levemente y él acaricia mi rostro con esa mano tan varonil que tiene. Su rostro se va acercando al mío lentamente y me da un beso sobre los labios, tan ligero que sé lo hace por precaución, por mostrarme una vez más que es una persona llena de ternura y que puedo sentirme segura a su lado. 

―Te quiero David― hablo y esas palabras me salen directo del corazón ― te quiero y no puedo esperar a construir un futuro juntos. 

Él me ve con sus preciosos ojos marrones y acaricia mi mejilla― me encanta que me digas que me quieres porque yo te amo a ti Alegra Bustamante y juro por mi vida que te haré la mujer más feliz de este mundo, ¿qué dices?, ¿te atreves? 

Asiento― me atrevo― respondo rozando su nariz contra la mía ― claro que me atrevo― y dejándome llevar le doy un beso que enseguida me enciende por dentro, despertando todo lo que estaba dormido en mí y haciendo que mi corazón lata de nuevo. La noche que Pedro murió una Alegra murió con él y esta noche, al lado de David, renace una nueva, llena de nuevas oportunidades y sobre todo sueños por cumplir. 

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