David 

-Fin de año- 

No cabe duda que este año ha estado pagado de acontecimientos y emociones, unas que jamás pensé que viviría pero que ahora se han quedado como parte de mi formación sentimental y que sé jamás olvidaré. 

Este año lo empecé siendo hijo, próximo heredero de las empresas Canarias, luego me convertí en esposo e hijo non grato, y se supone que debía terminarlo feliz, con la noticia de que sería padre en unos meses parece, que el destino no era así. 

Esta noticia de que íbamos a ser padres era algo que Alegra y yo habíamos guardo solo para nosotros. No se lo diríamos a nadie, ni siquiera a nuestros amigos, hasta que su vientre ya se notara y no lo pudiéramos ocultar más. 

El plan era disfrutarlo en privado, consentirnos, ilusionarnos y después decírselo al mundo. Sin embargo, con lo que pasó, ahora se queda como un secreto, un recuerdo, un recordatorio de que por el lapso de unos meses, ella y yo hicimos un bebé y que era el resultado del amor que nos teníamos. 

La vida continúa, debemos superarlo, y con el fin del año se inicia uno nuevo para volver a empezar, a soñar, a vivir. Afortunadamente Alegra piensa lo mismo, y a pesar del dolor que sintió al saber que habíamos perdido a nuestro bebé, ella se levantó y decidió que lo mejor sería cerrar el año con un festejo, sobre todo porque hoy es mi cumpleaños. 

Sí, cuando a Alegra le dije que no pasaba del año antes de que cumpliera años, es porque nací el 31 de diciembre a las 00:01 am. Me gusta pensar que nací el último día del año para empezar fresco el siguiente, con una nueva edad, nuevos deseos y proyectos; sigo pensando lo mismo hasta el día de hoy. 

Así que Alegra y yo, para poder distraernos y divertirnos un rato, iremos a la fiesta de los Lafuente, la que siempre hace a finales de año en su empresa y donde muestra a todos sus invitados sus logros, sus nuevos socios y en caso de tener algún tipo de proyecto, el más reciente. 

Al principio, no quería ir. Deseaba quedarme con Alegra en el piso para ver desde nuestro balcón los fuegos artificiales de fin de año. Sin embargo, ella me convenció de que debía hacer acto de presencia, que para poder ser considerado, hay que ser visto y supongo que tiene razón. 

Por lo que ambos, sacamos nuestras mejores ropas, nos pusimos los zapatos más nuevos que encontramos y nos arreglamos para ir a beber champaña, comer exquisiteces y por un momento olvidarnos de los problemas. 

No sabia si era el ambiente para Alegra y tampoco sé si lo es para mí pero, somos jóvenes, con energía y mucha vida por delante y es mejor que aprovechemos que aún podemos desvelarnos; ya dejaremos las noches tranquilas para cuándo estemos viejos. 

―¿Cómo me veo? ― me dice ella con una sonrisa en el rostro, mientras sale del baño con un precioso vestido negro, largo, de manga corta y escote en “V” ―¿muy sencillo? 

―Te ves hermosa― expreso mientras la veo a través del espejo― me agrada que te hayas quedado con este vestido. 

Alegra se acerca hacía mí. Su cabello rizado y largo, cae perfectamente sobre sus hombros y un bonito listón de terciopelo adorna su cuello. 

―El negro es básico, así que sabía que un día lo vestiría. 

―Pues es muy buena elección― consejo. Me volteo hacia ella y con cuidado la tomo de la cintura. Nuestras miradas se cruzan y una ligera sonrisa se dibuja en sus labios ― ¿segura que quieres ir? 

Mi esposa asiente ― sí, esto es importante para ti. Lafuente espera verte ahí y también es una muestra de lealtad hacia su empresa. No dejes que quepan dudas sobre ti en esa mente que tiene. 

Acerco mis labios a los suyos y le doy un tierno beso, que me sabe a fresa ― Si sabes que eres la persona más importante para mí, ¿cierto? 

―Y tú para mí― responde devolviéndome el beso. 

―Sin ti no había logrado muchas cosas, sin tu apoyo, sin tus consejos. Quiero agradecerte por escucharme y por todas esas noches de desvelo mientras esperabas a que terminara el proyecto. 

―No me agradezcas nada, además, me gusta pasar tiempo contigo. El próximo año cuando lo pongan a prueba verás que todo será genial, y que Lafuente no hará más que agradecerte el resto de sus vidas. 

―Eso espero― respondo coqueto y beso su nariz― ¿nos vamos?― pregunto. 

―No, espera― habla Alegra en un tono de felicidad y luego se da la vuelta para salir de la habitación e irse hacia la cocina. Escucho como sus zapatilla se mueven de un lado para el otro para después escucharlas regresar. 

“Feliz cumpleaños, David, feliz cumpleaños David, feliz cumpleaños David Canarias, feliz cumpleaños a ti” 

Escucho su melodiosa voz, mientras ella va entrando a la habitación con una pequeña tarta de frutas con una vela ―Amor― murmuro emocionado. 

―No nos podíamos ir sin festejar un minuto tus veinte años. No lo hice en la mañana porque esperaba a que estuviésemos elegantes.― Ella camina hacia mí y pone la tarta frente a mí ― venga, pide un deseo y sopla. 

Cierro los ojos y después de pedir que Alegra y yo vivamos la felicidad del mundo soplo la vela y está se apaga. 

―¡Eh!― expresa feliz ― ahora dale una mordida. 

―Corazón― le pido entre risas leves. 

―¡Vamos!, es de las tartas de la cafetería. Me la robe exclusivamente para ti. 

Doy una mordida a la tarta y luego tomo un poco de la crema batida y la unto sobre sus labios ―¿beso para el cumpleañero? ― le pido. 

Ella vuelve a besar mis labios y me regala esa sensación dulce de la crema batida ― ahora sí podemos irnos― me comenta― presiento que será una buena noche. 

[…] 

Los Lafuente son conocidos por siempre mostrar su poder e influencia ante los demás. No les importa si eso es bueno o malo, lo que quieren es estar en boca de todos y que hablen de ellos. Así que esta fiesta de fin de año, no es la excepción. 

Tan solo Alegra y yo entramos al lobby del edificio, la decoración barroca invadió nuestros sentidos. Luces en cada esquina del lugar, guirnaldas colgando de los techos, 7 árboles de navidad llenos de esferas brillantes y regalos a sus pies, y en el centro un banda de música tocando las mejores canciones.

La comida no podía faltar, así que, al fondo de la sala, se podían ver las mesas largas con comida de todo tipo y alcohol, mucho alcohol que no sólo se servía en manos de los meseros, si no en el bar donde podías pedir lo que se te viniera en gana. 

―¡Guau!, de verdad que esto es elegante ― murmura Alegra. 

―Lo sé. Los Lafuente saben gritar poder. Mi padre decía que son la familia más arrogante, cerrada y tradicionalista del mundo pero, sí así han logrado lo que tienen, no creo que dejen de serlo. 

Un mesero cargando una bandeja con copas de champaña se acerca y yo tomo dos ― no amor, ya sabes que a mí el alcohol no me cae bien. 

―Venga, para aprender a tomar debes empezar a sorbos. Además, estás conmigo, si pasa algo yo te cuidaré― le recuerdo y ella toma su copa y la alza― por nosotros, para que el próximo año sea mejor que el que está por terminar. 

―¡Salud!― responde. Ambos brindamos chocando ligeramente las copas y luego bebemos un sorbo. 

―¡Canarias! ― escucho detrás de mí la voz de Zaid Lafuente y al voltear le saludo. 

―Buenas noches, señor. 

―Pensé que no vendrías, ya me empezaba a preguntar por ti. 

―Lo siento, es que hoy es mi cumpleaños y estábamos teniendo un pequeño festejo, pero aquí estamos― respondo y de verdad me alegro que alegra me haya convencido de venir. 

Zaid ve a Alegra, toma su mano y la besa ― un placer señor Canarias. 

―El placer es mío ―reponle simpática pero con un tono de voz firme. 

―Sé que David ya las conoce pero, te presento a mi esposa y a mis hijas. Mi esposa Sara de la Fuente, Sarahi y Amira Lafuente. 

―Encantada, Alegra Bustamante de Canarias. 

Veo que Sarahi la observa de pies a cabeza como si estuviera escaneando cada parte de su cuerpo y su vestimenta. Luego sus ojos se cruzan con los míos y me sonríe coqueta. 

―¿No vino Fátima? ― pregunto curioso. 

―No, Fátima se ha quedado en la casa, aún es muy joven para este tipo de eventos. Esperaremos unos años más para que pueda salir a sociedad. 

―Lástima, siempre he escuchado de ella pero, jamás puedo conocerle. 

―Tampoco hay mucho que ver― responde Sarahi en ese tono de envidia que la caracteriza. 

Todos nos quedamos en silencio, ya que la mala actitud de Sarahi nos ha quitado la alegría. Sin embargo, Amira interrumpe dirigiéndose a Alegra ―¿gustas que te enseñe la decoración?, fue idea mía. 

―No seas presumida Amira― habla Sarahí de nuevo. 

―No, no, me encantaría. La verdad que te ha quedado preciosa, con mucho gusto te acompaño, Amira. 

―¡Excelente!, así aprovecho para hablar en privado contigo, David ― agrega Zaid. 

Amira se adelanta junto con su hermana y madre y Alegra arregla el cuello de mi camisa y la corbata ― ves, te dije que presentía algo bueno. 

―Sólo no me dejes solo tanto tiempo, ¿si?― le pido y ella besa mis labios. 

―Para la buena suerte― murmura y luego se pierde entre la gente para dejarme solo con Lafuente. 

Él toma otras dos copas de champaña y me ofrece una― acompáñame David, vamos al balcón del nivel cuatro ― me pide. 

Él empieza a caminar entre la gente y cuando pasamos puedo ver que algunas personas al verme se secretean para después darme una sonrisa que parece extremadamente falsa. Es normal, soy el hijo que abandonó todo por una mujer “sin alianzas” y que ahora trabaja con la competencia de su padre. Aunque, él dice que ya no soy su hijo, así que no tengo porque esconderme si no he traicionado a nadie. 

―No les hagas caso― me dice Lafuente al entrar al elevador― la gente habla porque no tiene ni idea de lo que pasa, o simplemente porque están aburridos y prefieren hablar de la vida de los demás. Pero como siempre digo… 

―Es mejor que todos hablan de algo, a que nadie mencione tu nombre ― recito su frase célebre y él se ríe. 

Las puertas del elevador se abren y ambos caminamos por el pasillo solitario hacia uno de los tres balcones que hay en el edificio. El balcón del cuarto nivel siempre es su favorito, ya que tiene una área para sentarse y disfrutar de la noche fría. 

―Sabes Canarias, no sé si sea la champaña o tal vez porque es fin de año, pero tengo ganas de confesarte que siempre he pensado que eres un hombre extraordinario. 

―Creo que si es la champaña ― respondo entre risas y él asiente. 

―Tal vez, pero, con alcohol o sin alcohol, siempre he envidiado a tu padre por el hijo que tiene y que definitivamente no aprovechó. A mí, Dios me ha bendecido con tres hijas, pero no con un varón que pueda seguir mis pasos en esta empresa. A tu padre se le bendijo con dos, siendo el menor un varón que él, simplemente no supo como manejar. Muchas veces, cuando te veía en las juntas de directiva, me ponía a pensar, ¿por qué tu padre te hacia esto? 

―¿Hacerme qué señor?― inquiero. 

―Esconderte, mantenerte en las sombras, hasta que hace meses atrás lo entendí. 

Tomo un sorbo de champaña ― y eso, a qué se debe, según usted. 

―Tu padre te tiene envidia― pronuncia esas palabras y yo esbozo una leve sonrisa sin podérmelo creer. 

―¿Qué dice? 

―Que tu padre te tiene envidia del hombre que eres. Y no hablo por tu físico, si no por tu mente. Eres abierto a nuevas ideas, apasionado, ves más allá de lo envidente, eres inteligente y lo peor de todo, te das a querer fácilmente. No te gusta seguir reglas, eres un espíritu libre y a nadie le gusta un espíritu libre. 

―¿A usted tampoco? ― inquiero curioso. 

Él niega ― algo que he aprendido en estos años como presidente de esta compañía es que las mejores ideas vienen de los libres de mente. Hay que adaptarse, estar abierto a nuevos planes y desarrollos, y si tu padre no te aprovechó Canarias, lo haré yo. 

Lafuente saca de la bolsa lateral de su saco un sobre de color blanco que adentro trae varias hojas perfectamente bien acomodadas y dobladas y me lo da. 

―¿Qué es esto? ― inquiero. 

―¡Ábrelo! ― me pide. 

Yo dejo la copa de champaña sobre la mesa y al abrir el sobre saco las hojas para comenzar a leer lo que está ahí, cuando me percato de la situación, vuelvo mi vista hacia él. 

―¿Esto es enserio? ― hablo sorprendido. 

―Lo es. Las inversiones no sólo son en edificios y la bolsa, también es en la gente que se cree que tiene potencial, así que he decidido hacerte mi mano derecha en esta empresa. 

―Pero señor, yo… 

―Sí― me interrumpe antes de que pueda decir algo― sé que me dijiste que no querías ningún puesto y que todavía no me muestras tu plan completo. Pero en cuatro meses has hecho más que cualquier otra persona en años, te has mostrado fiel hacia mí y sobre todo, eres un diamante que no hay que perder. Por lo que he decidido que tomarás ese puesto y así, cuando llegue tu momento, tendrás el suficiente conocimiento para enfrentar lo que se viene. 

Emocionado, tengo muchas ganas de abrazarle, pero prefiero guardar eso para cuando ve a Alegra y le comunique la noticia― señor, no sé qué decirle. 

―Sólo firma, para que el 5 de enero te presentes en tu nuevo puesto ― me dice, ofreciéndome la pluma que trae en su bolsillo. 

―No, no se preocupe ― hablo y saco la pluma que Alegra me regaló en Navidad ― yo tengo la mía. 

―¿Ves?, siempre un hombre prevenido ― me comenta. 

Con mucha emoción que no sabía que podía tener, leo el contrato que tengo en frente y me percato que tal vez, Lafuente, no me está ofreciendo todo lo que tenía en mi vida pasada, pero, sí lo suficientemente para empezar vivir una muy buena al lado de Alegra. 

Beso la pluma, acordándome del momento en que ella la besó para darme suerte y con toda la seguridad que me caracteriza, firmo en cada una de las hojas. Luego se lo doy y él al verlo sonríe. 

―Excelente, estoy seguro que trabajaremos bien juntos.― Me dice alzando la copa para que brindemos. 

―Usted no tiene idea― respondo y ambos chocamos el cristal cerrando el trato. 

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