Alegra 

-Fin de año- 

Las hermanas Lafuente son polos opuestos totalmente. Mientras Amira es completamente amante, bella y con buen sentido del humor, Sarahí es caprichosa y egocéntrica, lo que hace que su belleza se opaque con ese tipo de humor. Tengo entendido que hay otra Lafuente, pero es aún pequeña para asistir a estos eventos. Sólo espero que ella sea un perfecto equilibro entre la belleza de Sarahí y el buen humor de Amira. 

Así, con todo esto, he pasado estos últimos momentos del año escuchando críticas de una y alabanzas de la otra, para que después Amira, repetidas veces, me pida perdón por los comentarios de su hermana y me ruegue encarecidamente que no me lo tome a mal, que ese es su carácter y sólo está bromando. Yo no creo que insultar se una broma, pero aún así, asiento con la cabeza y sonrío; necesito salir de aquí. 

―¡Alegra!― escucho a lo lejos. 

Volteo de inmediato y veo que David va pasando entre la gente para ir hacia mí. Yo me disculpo con Sarahi y Amira y voy a encontrarme con él. 

―¡Amor!― respondo― gracias al cielo, estaba a punto de inventar cualquier cosa para irte a buscar. 

―Las Lafuente son un caso, ¿cierto? ― habla entre sonrisas ―¡ven!, tenemos que festejar. 

―¿Festejar qué? ― pregunto. 

David toma una botella de champaña de las que están sobre la mesa y dos copas para después salir de la fiesta y dirigirnos hacia la calle. 

―¡Espera!, no se supone que deberíamos estar en la fiesta de la empresa. Ya casi son las doce campanadas y…  

―¡Sólo sígueme!― me pide y ambos comenzamos a correr lo más rápido que podemos por la acera. 

La nieve, ha comenzado a caer y poco a poco los espacios y las calles se van llenando de blanco. La mano de David es lo único cálido que hay alrededor, ya que afuera hace tanto frío como nunca en mi vida lo había sentido. 

De pronto llegamos a un edificio que al parecer está abandonado y él abre un hueco en la puerta para que podamos entrar ―Veo que has hecho esto antes― le digo. 

―Varias veces ― afirma divertido.― Ven, que ya casi llega el momento ― comenta. 

Entro con mucho cuidado, tratando de que mi vestido y abrigo no se desgarren con algunos de los alambre que hay en la entrada. David entre detrás de mí y cuando ambos estamos adentro, toma mi mano una vez más. 

―Vamos escaleras arriba― habla tan rápido que puedo notar que está completamente emocionado.

Lo sigo. No me importa donde vamos o donde estamos, solamente quiero ir con él, porque sé que será en verdad una sorpresa. 

―Juro que valdrá la pena― me dice mientras subimos las escaleras, pero nos queda poco tiempo así que debemos hacerlo rápido. 

Como todo está vacío, podemos escuchar nuestras risas, las pisadas de nuestros pies y tintineo de las copas de champán al chocar. Poco a poco vamos llegando hasta el último nivel, hasta que llegamos a la azotea, que al abrirla nos regala un poco del viento frío de diciembre. 

―¡Justo a tiempo!― me dice feliz. 

Ambos caminamos sobre el techo. La nieve se ha empezado a acumular sobre el suelo y a lo lejos podemos ver las luces de cada hogar y cada casa que en este momento se encuentra en fiesta, esperando por un nuevo año, brindándonos una preciosa fotografía de Madrid. 

David, abre la botella de champán como todo un experto, haciendo que el corcho vuele alto y salga la espuma haciéndonos reír. Al parecer, esta noche no sólo festejaremos que entraremos a un nuevo año, sino otra cosa que lo hace muy feliz. 

―¡No me sirvas tanto!― le pido entre risas mientras llena casi la copa. 

―No, amor, esta noche festejamos ― me asegura ―esta noche vamos a dejar atrás todo lo malo que hemos pasado y empezaremos felices, enamorados, con el pie derecho, el próximo año,  será brillante.―David alza su copa y viéndome a los ojos me dice ―¡me acaban de ascender en el trabajo!

―¡Qué!― pregunto feliz, con los ojos completamente abiertos y una sonrisa que hace que el rostro me duela un poco. 

―Sí, Lafuente me ha puesto como su mano derecha, ¿sabes lo que eso significa? 

―¡Significa que serás grande!― respondo y me echo a sus brazos para darle un beso sobre los labios ―¡significa que eres todo y más de lo que te imaginas! 

―Y también que tú harás tus sueños realidad― me dice. Sus ojos ven a los míos y me sonríe ― ya no mas trabajar en el bar, ni en la cafetería. Alegra Bustamante de Canarias, tú vas a ser la pediatra que siempre has querido. 

Me muerdo los labios. Lo hago, porque estoy tan emocionada que no sé qué decir. En mi vida, había tenido muchos sueños, unos los había cumplido por mi cuenta y otros los había dejado pasar porque me eran imposibles, pero éste, el de ser pediatra, era uno de los más grandes que tenía y él me estaba ayudando a hacerlo realidad. 

―¿Es en serio?― comento con los ojos llenos de lágrimas. 

―Muy enserio. Los dos vamos a cumplir nuestros sueños, y llegaremos a la cima juntos, de la mano. 

David camina junto conmigo a la orilla y luego me abraza por atrás, envolviendo sus brazos por mi cuerpo. Yo hago mi cabeza para atrás y él de inmediato posa su mentón sobre mi hombro izquierdo. 

―Sé que la hemos pasado mal en estos días, mi amor. Pero no hay que dejar que unos días malos definan el resto de nuestra vida. Aún tenemos mucho por delante, tú serás una gran pediatra y curarás a tantos niños como desees. Yo, reconstruiré mi legado, lo haré grande y fuerte para que dure por años y años, incluso mucho más después de que me haya ido. Ahora somos tú y yo, olvidémonos del pasado, ya no vale, ya no existe, el futuro es lo que nos aguarda. 

Volteo mi rostro para encontrarme con el de él y le doy un ligero beso sobre los labios― desde que estoy contigo todo es esperanzador― le confieso― me siento en un sueño. 

―No, es nuestra realidad― afirma. David mira su reloj de pulsera y luego me voltea para recargarme sobre el borde de la barda y mirarme a los ojos.― Sé, que la traición es que hagamos 10 propósitos para el año que viene, pero me gustaría cambiar la tradición contigo. 

―¿Ah sí?, y, ¿Cuál es tu idea David Canarias?― pregunto, para después darle un beso sobre los labios. 

―En lugar de decir esos propósitos, quiero que digamos al menos tres cosas que queremos dejar atrás, en este año, y prometamos que no las llevaremos con nosotros al siguiente. 

Sonrío, creo que es la mejor de las ideas que me han dado, porque la verdad, odiaba eso de hacer propósitos mientras comía las uvas. 

―Me parece perfecto. 

―Vale, entonces, yo empiezo― David me toma de ambas manos y suspira ― dejó la incertidumbre atrás, el abandono de mi familia y la tristeza de haber perdido a nuestro bebé ― confiesa― no vendrán conmigo el próximo año― finaliza y luego levanta la copa para que brindemos. 

Me quedo un momento en silencio, pensando en todo lo que tengo que dejar atrás este año, han sido tantas cosas, tantos sentimientos, tantas situaciones, que no sé como empezar. 

―Vamos amor, que tiene que ser antes de las doce campanadas y faltan unos momentos ― me pide. 

Suspiro, tomo de nuevo sus manos y hablo― dejo atrás a la chica de puerto que conociste, esa que solo guardaba decepciones y tristezas, dejo atrás los sueños rotos, el maltrato de mi familia y los malos deseos y, sobre todo, dejo atrás la culpa de haber perdido a nuestro bebé, al igual que todas las pérdidas que tuve que ya no vale la pena recordar― recito. 

David ve como las lágrimas van rondando por mis mejillas y las borra con la huella de sus dedos, acariciándome lentamente― todo eso quedará atrás amor, todo eso y más. 

¡Diez!, ¡nueve!, ¡ocho!, ¡siete! 

Empezamos a escuchar a lo lejos. El año está por terminar y otro nuevo empezará. Uno, donde entro de la mano acompañada de un hombre increíble, de un futuro prometo y de cientos de vivencias por vivir. Entro a un año donde no hay maltrato, ni pesares, ni desamor. 

Entro al nuevo año, viendo a los ojos al hombre de mi vida, con esa sonrisa que alegra mis días y acariciando mi rostro tiernamente asegurándome que todo estará bien, que por primera vez, no debo temerle al futuro. 

¡Tres!, ¡dos!, ¡uno!, ¡feliz año nuevo! 

Gritan por las calles y David pone su mano sobre mi nunca y me empuja hacia sus labios para darme un beso que me corta la respiración. Aquí está, ya llegó, este año diferente que ambos sabemos será el principio de una buena vida, y empieza con un beso de aquellos que hacen a mi cuerpo vibrar y a mi corazón latir; entro enamorada, plena, feliz.  

Se escuchan en el cielo como los fuegos artificiales comienzan a mostrar sus colores. David se separa de mí y ambos volvemos a abrazarnos mientras los observamos desde ese maravilloso techo donde tenemos primera fila en este festejo de fin de año. 

―Te dije que valdría la pena, ¿no es cierto? ― murmura en mi oído― la mejor vista del mundo, sólo para ti. Esta es una probada de lo que te ofreceré siempre, solamente lo mejor de lo mejor. 

Aunque parezca mentira, mientras veo los colores de un nuevo año reflejadnos en el cielo, puedo sentir mi cuerpo más liviano, como si cientos de piedras se hubiesen ido con el año que acaba de terminar y ahora, entro sin ellas, sin ese peso que antes me mantenía en el desconcierto. 

―¿Sabes? ― le comento ― deberíamos de hacer esto una tradición de nuestra familia. 

―¿Colarnos a edificios abandonados? ― bromea. 

Me río bajito ― no, lo que hicimos, dejar lo malo en el año que se fue para sólo entrar con lo bueno, ¿te parece? 

Besa mi cuello ― creo que tenemos nuestra primera tradición familiar señora Canarias― murmura. 

David posa las manos sobre mi vientre y yo pongo las mías encima de las suyas― A pesar del dolor, fue un recuerdo bonito, ¿no crees? ― le pregunto. Él asiente ― así que creo que ese dolor podría convertirse en esperanza, y estar seguros que algún día tendremos una gran familia pero, por ahora no. Solamente seremos tú y yo, David Canarias, y construiremos todo para que cuando nuestro primer bebé llegue podamos dedicarnos en cuerpo y alma,¿te parece? 

―Me parece― responde y me da un beso sobre los labios que, a ambos, nos sabe a champán. 

―Te amo, feliz año nuevo, mi amor. 

―Feliz año nuevo, esposa mía― responde.

 Después ambos regresamos a observar las luces de un nuevo año, que sabemos será próspero y lleno de felicidad. 

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