David 

-1 mes después- 

Año nuevo, puesto nuevo y sobre todo una vida nueva, así fue como lo proclamé en mis pensamientos la madrugada del primero de enero después de las doce campanadas, esperando que lo que había dicho me trajera suerte. 

El plan de una vida mejor había comenzado. Alegra, renunció a su trabajo en el restaurante/ bar y ha comenzado el propedéutico en la universidad para en unos meses empezar la carrera de pediatría. Jamás la había visto tan emocionada, bueno sí, el día de nuestra boda, pero ahora con este nuevo proyecto de verdad se ha transformado. Ella tenía razón, se ha quedado atrás la chica del puerto, esa que conocí en la boda de mis primos y, ahora, veo a una mujer madura con unas ganas enormes de crecer que me hace sentir muy orgulloso. Sé que llegará lejos, que pronto estará graduándose como una gran pediatra y que, cuando tengamos a nuestros hijos, ambos estaremos en nuestro mejor momentos, plenos, felices y con todo un gran futuro por delante. 

Yo, por mi lado, he tomado posesión de mi puesto en las empresas Lafuente, como asesor y mano de derecha de Zaid. Debo confesar que al principio pensé que habría rumores, o que al menos pensé que habría noticias de mi padre pero, me equivoqué, al parecer, es en serio eso de ya no ser su hijo. 

Sin embargo, tengo bastantes proyectos en puerta como para ponerme a pensar en él o incluso en la empresa que supuestamente ya no me va a heredar, ya que el plan de “salvación” de la empresa ha sido todo un éxito, y Lafuente está feliz con él, por lo que no sólo me ha dado el dinero que me debe si no también un aumento más, porque Alegra y yo ya podemos darnos un poco de “esa buena vida que le prometí”. 

Tan sólo recibí mi primer pago compré una sala completa para la casa, por fin tenemos una cama decente y hemos terminado de equipar la cocina. He vuelto a comprar trajes que, aunque no son hechos a la medida como me gustan, al menos ya se asimilan al tipo de puesto que tengo en la empresa y, por supuesto, a Alegra le he comprado todo lo necesario para sus estudios y también uno que otro detalle.

La vida es buena, la vida es feliz, y sé que con esto poco a poco subiremos peldaño a peldaño hasta llegar a la cima, sólo hay que mantenerse positivo y sobre todo mirar hacia el frente, jamás hacia atrás, porque allá no nos queda nada. 

[…] 

Camino por los pasillos de la empresa de los Lafuente, mientras en mis manos tengo los últimos balances de la empresa. En unos minutos tengo una junta con el departamento de finanzas dónde me reportarán lo últimos números generados en el mes. Desde que empezó el plan de “salvación” de la empresa, es necesario que tenga todo bajo lupa para que no se me escape ningún detalle. 

Así, llegó hacia mi oficina, tomo mi agenda y una pluma y toco la puerta para pasar a la oficina de Lafuente. Él ha decidido que mi oficina quede junto a la suya, por lo que sólo una puerta en la pared lateral derecha, nos separa. 

―¡Adelante! ― escucho su voz y entro. 

―Buenos días― saludo. 

―Buenos días, David. Como siempre llegas temprano. 

Sonrío ― la puntualidad siempre dice mucho de las personas. Ni muy tarde para que no piensen que no les interesas, ni muy temprano para que no piensen que les interesas demasiado ― le comento, haciéndolo reír. 

Zaid Lafuente, toma un sorbo de café y luego deja la taza sobre la mesa― a veces dices unas cosas, hombre, que no sé como responder. 

―Pues, ahí está el truco, no responda― comento y él empieza a reír. 

De pronto, la puerta de su oficina suena y con un “adelante” veo entrar a una de las asistentes del señor Lafuente ―Dime ― le pide. 

―Lo siento, no es para usted, es para el señor Canarias. 

―¿Para mí? ― pregunto extrañado. 

―Sí, un joven, Tristán Ruíz de Con está preguntando por usted en la entrada. 

Zaid Lafuente me ve ―¿invitaste a Ruíz de Con?

―No, supongo que viene a visitarme. 

―Ese Tristán, su padre tiene una buena empresas, sobrevivió la depresión y la guerra, pero él deja mucho que desear. No te conviene Canarias, tú eres brillante. 

―Él también, sólo que está un poco perturbado― le defiendo. 

―¿Señor?, dijo que de verdad tiene que verlo ― insiste la asistente. 

Lafuente me ordena moviendo la mano ― ve, supongo que si vino desde Ibiza es por algo más allá de la farra y la bebida. 

―Vengo en un segundo. 

Dejo los papeles sobre el escritorio y, acompañado de la asistente, salgo hacia el pasillo para bajar las escaleras y llegar al recibidor. En verdad se me hace raro que Tristán allá venido a Madrid, ya que últimamente anda muy amigo de Iñaki y ha alejado un poco de mí; quiero pensar que aún somos amigos pero que él ahora se encuentra en otro momento. 

Cuando llego al recibidor, lo veo fumando y caminando de un lado para el otro de la sala de espera como si estuviese preocupado, por lo que acelero el paso y veo a Alegra sentada en el sofá. 

―¡Alegra!― expreso y ella se pone de pie de inmediato.Tristán voltea a verme y luego apaga el cigarro en uno de los tantos ceniceros que hay en el lugar―¿Qué hacen aquí? ― pregunto ―¿estás bien?

―Sí― acepta  y luego voltea a ver a Tristán. 

―Me da mucho gusto verte amigo― me habla. 

―Igualmente― hablo sin saber qué pasa― dime, ¿a qué has venido? 

Tristán suspira, saca la cigarrera de plata y toma otro cigarro. Lo enciende y le da otra bocanada. Alegra me toma de la mano y me la aprieta. 

―¡Ya hombre qué pasa!, ¡qué haces aquí!, ¿por qué trajiste a mi esposa? ―Tristán fuma otro poco y vuelve a tirar el cigarro sobre el cenicero, al parecer está muy nervioso― dime ya, ¿qué pasa? 

―Tu madre murió ― dice en un frase, sin filtros, sin palabras suaves, lo dice directo. 

―¿Cómo?― pregunto sin poderlo entender. 

―Tu madre murió, David. Falleció ayer por la noche, al parecer fue el corazón, un infarto fulminante mientras leía en su habitación, llamaron a la ambulancia pero, ya no se pudo hacer nada. 

Me quedo en silencio tratando de sobrellevar toda la información que Tristán me está dando. Alegra, de inmediato me abraza y acaricia mi espalda con cariño―lo siento, mi amor ― murmura. 

Yo comienzo a negar con la cabeza, sin poder creerlo, no es posible, no puede estar pasando esto, mi madre se fue y no tuve otra oportunidad de volverla a ver. 

―Mientes― respondo con rabia ―¡mientes!, ¡me estás mintiendo!, ella no puede morir, ¡no!, ¡no! 

―Lo siento, David. Cuando me enteré vine directo a decirte. Al parecer, tu padre dará la noticia hoy por la tarde pero no quería que te enterarás por terceros, si no al menos por un amigo cercano. 

―Mi amor, respira, tranquilo― murmura Alegra mientras me consuela ― de verdad lo siento. 

Muy en el fondo, sabía que tardaría un poco de tiempo para volver a ver a mi madre, posiblemente unos dos o tres años o, al menos hasta después de la muerte de mi padre. Sin embargo, el saber en este momento que no la volveré a ver jamás, me ha calado hasta el alma. 

―La velarán hoy toda la tarde y la noche, mañana la enterrarán en el panteón familiar, al lado de tu hermana Ainhoa― continúa explicando, Tristán. 

―No puedo creerlo― comento ― es que esto no puede estar pasando. Ella, ella estaba bien, el que se supone que debía irse primero era mi papá y… creo que la mate de tristeza. 

―No, no digas eso ― habla Alegra viéndome a los ojos ― no digas eso, tú no tuviste la culpa mi corazón, son cosas que pasan y que no se pueden evitar. 

Sé que alegra tiene razón, pero no puedo dejar de pensar que yo tuve mucho que ver con esto que le pasó a mi madre y, ahora, me siento culpable y mucho. No se puede quedar así, no puedo quedarme al margen de la situación. 

―Llévame a Ibiza― le pido a Tristán y él abre los ojos asombrado por mi petición ― quiero despedirme de mi madre al menos por unos segundos, te lo pido, llévame con ella. 

―No sé si sea buena idea que te aparezcas ahora David, tu padre y…

―¡ME IMPORTA UN CARAJO MI PADRE! ― grito con fuerza provocando que todas las miradas caigan sobre mí ―¡Qué no entiendes!, ¡mi madre murió!, ¡la única que siempre me quiso, se fue!, y yo no estuve ahí para despedirme, ¿crees que me importa mi padre?, ¡CREES QUE ME IMPORTA! ― expreso, dejando a Alegra a un lado tomándolo de la camisa con fuerza. 

―Calma David ― me pide Alegra interrumpiendo. Ella me toma las manos y hace que suelte a Tristán― él tiene razón, tal vez no sea prudente que vayas en este momento, ¿qué te parece si lo hacemos de noche? ― sugiere ― podemos llegar cuando todo esté más tranquilo y te despides de ella, ¿Si? 

Tristán se arregla la camisa y asiente ― eso es justo lo que te iba a proponer. Si no me haces caso a mí, hazle caso a Alegra. 

Asiento con la cabeza ― lo siento, tienes razón, mucha razón― volteo a ver a Alegra ― seguiremos tu consejo.

―Bien, entonces nos vemos en dos horas en el aeropuerto para irnos a Ibiza. Te quedarás en mi casa por unas horas y cuando sea conveniente iremos a ver a tu mamá. Trataré de averiguar si habrá algún tipo de ceremonia o algo que debas enterarte, ¿de acuerdo? 

Sin que él lo espere, lo abrazo ― gracias hermano, muchas gracias por siempre cuidarme. 

―De nada, sé que tú harías lo mismo por mí― Tristán y yo nos separamos y él ve a Alegra ― gracias por traerme. 

―De nada― murmura. 

―Bien, iré a hacer unas cosas y luego voy al aeropuerto, nos vemos al rato. 

―Gracias, Tristán ― le dice ella con ternura para luego volverme a abrazar. 

―Mi madre se fue, amor, se fue y no pude agradecerle todo lo que hizo por mí― el confieso, mientras las lágrimas comienzan a correr por mis mejillas. 

―Ella sabe que le agradeces, ella siempre supo que la querías― me consuela. Alegra y yo nos separamos y ella limpia mis lágrimas con la manga de su suéter ― ella sabe que eres un gran hombre David, sabe que estarás bien y estoy segura que se fue feliz sabiendo que su hijo había encontrado su felicidad. 

―Espero que así sea, mi amor― le recito― espero que así sea. 

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *