Alegra 

-Ibiza- 

Debo confesar, que a pesar de la situación, me alera mucho estar de regreso en Ibiza al menos por un momento. Extrañaba el mar, el clima un poco más cálido y sobre todo ese olor a mar que se siente en el aire. También extraño sus amaneceres y sus atardeceres. A veces, me gusta salir al balcón de nuestro piso e imaginarme que veo el mar a lo lejos, más allá de los edificios y los enormes árboles de Madrid. 

Así, mientras David descansa un poco en el cuarto de visitas, he decidido salir a caminar un momento para sentir la arena sobre mis pies descalzos  y sentir levemente el agua, que por el momento está helada. Voy caminando sin un rumbo en particular, hasta que escucho la voz de Tristán atrás mío, haciendo que voltee. 

―¿Puedo acompañarte? ― me pide con una sonrisa. 

―Sí, porqué no, prácticamente es tu playa ― le bromeo y él niega con la cabeza. 

―Solo es una playa, no es propiedad de nadie. Que la enorme casa y los letreros de “no pasar”, no te engañen. 

Sonrío. En verdad Tristán es simpático, lo único malo es que siempre tiene un aspecto de que está harto de todo y su mirada definitivamente comunica muchas cosas, principalmente que está perdido. Él saca la cigarrera plateada y toma un cigarro para ofrecerme uno. 

―No, gracias― respondo. 

―Lo siento. Sustituyo el cigarro para entretenerme un rato para no pensar.

―¡Guau!, que profundo― le comento. 

―No soy tan tonto como la gente piensa― se defiende. 

―Nunca dije que eras tonto, dije profundo― aclaro. 

Ambos nos quedamos viendo hacia el mar ― el mar me da miedo― me confiesa. 

―¿Por qué? ― pregunto interesada. 

― Tengo malos recuerdos con él, pero, a veces, no dejo de pensar que posiblemente, al otro lado, esté la vida que deseo para mí. Repetidas veces me digo a mí mismo “Tristán, deberías cruzarlo. Te podrías llevar una sorpresa”. 

―O llegar Fomentera― bromeo y él se ríe. 

―Ya veo porque le gustas tanto a David― me dice viéndome a los ojos― eres en verdad una en un millón, difícil de encontrar en nuestro mundo. 

―¿Pues?, ¡qué mundo es ese! ― respondo simpática. 

―Uno que te da todo pero, siempre te pasa la cuenta muy caro― habla viendo hacia el horizonte. ― La gente nos ve y piensa que llevamos una vida de puta madre, pero no es así. Siempre hay que superar las expectativas de alguien, seguir reglas absurdas y sufrir las consecuencias de los actos de otros― suspira― no sabes lo que yo daría por alejarme de este mundo como lo hizo David― Él voltea y me ve ― no dejes que este mundo te cambie Alegra, David te necesitará tal y como eres para poder afrontar lo que viene. Va a requerir que haya gente que le diga las cosas de frente, alguien en quién pueda confiar con los ojos cerrados.  

Sonrío y le doy unas palmadas tiernas sobre la espalda ― espero un día te atrevas a atravesar ese mar, seguro que algo increíble te espera. 

―Si hablas de Fomentera, ya he ido muchas veces ― bromea y ambos nos reímos a la par. 

¡Alegra! 

Escucho a lo lejos mi nombre y al voltear veo a David que viene corriendo hacía acá. Tristán y yo comenzamos a acercarnos hacia él y cuando David se encuentra de frena a nosotros me toma las manos― el abogado de mi madre está aquí. 

―¿Cómo? ― pregunto ―¿cómo que está aquí?, ¿él sabía que ibas a venir? ― pregunto porque no tengo ni idea de lo que está pasando. 

―Fue toda una aventura. Le habló a Lafuente y él le dijo que había venido para acá así que supuso que estaba con Tristán y me dijo que necesitaba haber conmigo antes de que regresáramos a Madrid, ¿vamos? 

―O sea, ¿en verdad está aquí? 

―Sí, sí, en la sala de Tristán, ¡vamos!, tú también!― le pide a su amigo y los tres regresamos corriendo hacia la casa siguiéndole el paso. 

David se ve entre emocionado y nervioso y, lo entiendo, no sabe que noticias le pueden dar en estos momentos y sobre todo si son tan urgentes como lo mencionó. Entramos a la casa y en seguida veo a una señora de cabello perfectamente peinado entrar por la puerta y vernos de pies a cabeza. 

―Hola, madre ― habla Tristán. 

―Hola, hola, voy tarde a la cena con los Fábrigas ― dice sin prestar atención a su alrededor y menos a su hijo. No se percató que él le sonrío al verla. 

El abogado de la mamá de David se acerca y nos saluda a Tristán y a mí ―¿no hay un lugar más privado?― pregunta. 

―Sí, pasen a la oficina de mi padre, en este momento no se encuentra ―comenta Tristán y nos hace que lo sigamos a un lado de la casa. Abrimos la puerta de madera y en seguida entramos a una oficina llena de libros y trofeos de algún tipo de deporte. 

―Mi padre, ganó muchos torneos de Polo― me explica, al ver mi rostro de sorpresa― es como su orgullo. 

―Señor Canarias, no tengo mucho tiempo ya que tengo otros asuntos pero, la verdad me ha ahorrado un viaje a Madrid ― habla el abogado. 

―¿Qué tiene que decirme? ― pregunta David. 

El abogado pone su portafolio sobre el escritorio del padre de Tristán y lo abre. Busca con las manos unos papeles y del fondo saca un sobre cerrado, nos lo muestra― este es el testamento de su madre, su última voluntad, me dijo que me contactara con usted tan solo llegara el momento.― David asiente ― como ve está completamente cerrado y el sello del bufete de abogados no está roto. 

―Le creo― contesta mi esposo ― sé que ha trabajado con mi madre por muchos años. 

El abogado, sonríe ― voy a abrirlo y procederé a leerlo. 

Él en un sólo movimiento abre el sobre para después sacar los papeles que hay dentro. Deja el sobre al lado y después de acomodarse las gafas comienza a leer. 

―Yo, Ainhoa Donato Díaz del Castillo, en plenitud de mis facultades, le dejo a David Canarias Donato, mi hijo, todos los bienes que no están dentro del acuerdo nupcial con David Canarias Baez para que haga lo que guste con ellos― recita―¿quiere que lea la lista de bienes? ― comenta. 

―No, está bien― responde David. 

―También, es mi voluntad dejarle el 40% por ciento de mis acciones de las empresas Canarias, el 20% que le correspondía a su hermana, la fallecida Ainhoa Canarias Donato y el 20% que le corresponde a él, David Canarias Donato― finaliza. 

David abre los ojos asombrado sin poderlo creer. Yo no sé mucho de empresas o acciones pero, creo que la noticia que le han dado ha sido una verdaderamente buena. 

―¡Hermano! ― festeja Tristán emocionado mientras le abraza en plena euforia. 

―Si firma estos papeles David, estará aceptando la herencia de su madre en plenitud, si no, tendría que irse a juicio y… 

David toma la pluma que hay sobre el escritorio y, sin decir ni una palabra, lo firma, para después voltearse conmigo y darme un beso sobre los labios. 

―¿Qué?, ¿qué pasa?― pregunto emocionada. 

―¡Mi madre me dejó lo que necesito para empezar! ― expresa emocionado ― ¡ahora soy uno de los accionistas mayoritarios! ― mi rostro lo dice todo y él lo nota, por eso agrega ― estoy dentro de la empresa, si manejo mis cartas bien, podré recuperarla. 

Me río emocionada y le doy un abrazo― ¡por fin recuperarás lo tuyo! 

―No, lo nuestro― me dice entre sonrisas― es momento de recuperar lo nuestro. 

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