Alegra
-Un mes después-
Después de que David me pidió matrimonio regresar a la vida normal fue bastante difícil, ya que al ser un hombre de popularidad y conocido por todo el mundo, el anuncio de nuestra boda fue en realidad algo grande.
De pronto, nuestro compromiso salió en el periódico con un gran titular que decía “David Canarias Donato y Alegra Bustamante Carrillo están comprometidos” y de ahí, hasta nos llamaron para una entrevista en una revista de moda para contar los detalles, los cuáles dimos con mucha emoción y precisión; nos casaríamos en el verano, en Ibiza, en un precioso hotel al lado de la playa.
No es que me sienta famosa e incluso sé que no lo soy, pero de pronto el estatus que obtuve fue bastante abrumador, provocó que muchas personas se fijaran a en mí, revisando desde mi ropa, hasta averiguando un poco de mi vida, lo que me da miedo ya que no quiero que excaven tanto que puedan encontrar algo que nos les agrade.
David por su parte, está feliz. Ya que sabe que esto es una manera de gritarle a los cuatro vientos que se salió con la suya y que se casará con la mujer de sus sueños, la de su vida, yendo en contra de todo lo que su familia le había impuesto; además de que le gusta presumirme y mostrarle al mundo.
Así que ahora estoy liada con muchas cosas a la vez, no solo debo seguir estudiando la carrera, entregando deberes y pasando exámenes, si no que también debo escoger el vestido de novia, la decoración, la comida y viajar cada fin de semana a Ibiza para poder arreglar todos los detalles junto con David, que ahora también está muy enfocado en levantar la empresa. Mi vida se volvió muy agitada, pero me gusta, me hace sentir útil y porqué no, importante, además de que me ayuda a acostumbrarme a ser la esposa de un empresario tan importante como David, ya que sé que este solo es el principio.
De este modo, una vez más, me encuentro en Ibiza revisando la casa que David y yo estamos remodelando, arreglando algunas cosas de la antigua casa de sus padres, además de que hoy asistiré a una cena con él donde David tratará de convencer al empresario de que se una a él para seguir ganando socios y que la empresa sea cada vez más fuerte; así que tengo el fin de semana completamente ocupado.
―Señora Canarias ― escucho la voz de Cris mientras se acerca a mí con una sonrisa.
―Dime, Cris― respondo. Mientras mis manos aprietan el atomizador que estoy utilizando para regar las plantas.
―Le llama el Señor Canarias.
―Gracias― respondo con alegría y tomo el teléfono para hablar ―¿Amor?
―Cariño, ya estás en la casa, me alegro ― escucho su voz un poco lejana.
―Sí, llegue hace unas horas. Fui a la casa en remodelación y tengo algunas propuestas de cambios que hacerte, pero quiero que estés aquí para que las veas.
―Bien, así me gusta… ― responde y sé que está sonriendo― llegaré un poquito más tarde de lo esperado, corazón, pero de que llego, llego― me asegura.
―No te preocupes, de aquí no me muevo. Posiblemente vaya a caminar a la playa pero estaré en la casa antes de que tú llegues.
―Perfecto, pide que te acompañen por favor, no te vayas sola.
―Lo haré, no te preocupes― hablo.
David suspira ― te amo Alegra, muerto por verte.
―Yo también te amo. Por cierto, ¿qué traje quieres que te planche?, hoy usaré el vestido color amarillo mostaza.
―Amor… ¿por qué lo haces tú?, pídele a Cristiana que lo haga o no sé, a Lina, ellas están ahí para ayudarte.
―Lo sé, pero me da pena. Yo lo sé hacer, ¿por qué pedirle a alguien más que lo haga?
David suspira ― ¿no puedo ganarte, cierto?
―No― contesto coqueta.
―Está bien, que sea el traje de lino azul marino, ya empezó a hacer calor y no quiero estar sudando, es mala señal e imagen― me instruye.
―Bien, lo tendré listo cuando vuelvas. Te amo.
―Te amo― me responde y después vuelvo a escuchar el tono de marcado.Apago el teléfono y lo pongo sobre el sofá que está al lado del solarium. Continuo echando agua sobre las hojas de las plantas y las acaricio con ternura ―¿tenían tiempo que no las cuidaban así, verdad? ― les pregunto y sonrío ― no se preocupen, yo las cuidaré y daré instrucciones para ello.
El teléfono vuelve a sonar y al estar cerca de mí lo tomo antes de que dé vuelva a hacerlo, sin prestar atención contesto y me lo pongo entre el hombro y la oreja.
―¿Hablo a casa de David Canarias? ― escucho una voz que no reconozco.
―Sí, así es…― respondo de inmediato.
―¿Se encuentra Alegra Bustamante? ― inquieren y yo dejo de echar el agua en las hojas.
―¿Quién busca?― pregunto con cautela. De pronto se hace un silencio profundo, sospechoso, que hace que deje de prestar atención a lo que estoy haciendo para enfocarme en la llamada ―¿quién la busca? ― insisto.
―Hermanita, pensé que reconocerías mi voz de inmediato pero al parecer, ya nos has olvidado.
Al escuchar la voz de mi hermano Samuel, mi corazón comienza a latir desesperado y siento cómo el cuerpo se tensa tan solo de esperar la respuesta.
―¿Cuál es el motivo de tu llamada Samuel? ― pregunto en voz baja mientras me alejo lo más posible a donde no puedan escucharme.
Él se ríe, provocando que mi cuerpo reaccioné con nervioso ― hermanita, ¿por qué te enojas?, pensé que te daría gusto escucharme.
―No, no me da gusto― hablo firme.
―Pues que lástima, porque a mí si ― suspira― ¡Ay Alegra!, no tienes idea lo que nos costó dar contigo. Te fuiste un día, saliste por la puerta y jamás regresaste, llegamos a pensar que estabas muerta pero de pronto… ¡BAM!, saliste en el periódico al lado de tu rico prometido. Sí que supiste hacerla ¿eh?, pero, ¿olvidarte de nosotros?
―¡Qué quieres!― habló con dureza― oficialmente están desterrados de mi vida.
―¿Pero por qué?, si somos tu familia, sangre de tu sangre, bueno es un decir. Mira que todos festejamos cuando leímos que Alegra Bustamante Carrillo, que nos dolió que no usaras el apellido Pérez, se iba a casar con el millonario David Canarias Donato. Estamos de fiesta.
―Nada de fiesta, ustedes no están invitados y no los quiero en mi vida, así que no hay mucho que decir… hasta luego.
―¡Eh!, no te vayas ― exclama en un tono de enojo ―ni se te ocurra acabar esta llamada sin escucharme, hermanita querida, porque ahora que te hemos encontrado no tienes idea la alegría que nos da.
―Pues a mi no, así que te pido que me dejes en paz y jamás en la vida me vuelvas a llamar, hasta luego― comento y termino la llamada para aventar el teléfono sobre el sofá y quedarme paralizada.
Me espero unos segundos para ver si el teléfono vuelve a sonar y al ver que no pasa nada, me llevo la mano al vientre y comienzo a lidiar con la ansiedad que me ha comenzado a dar en el momento.
¿Cómo es que me encontraron?, ¿por qué me llaman ahora? , ¿qué es lo que quieren?, yo ya los había sacado de mi vida y pensé que no volvería a saber de ellos pero veo que no. El compromiso con David no solo fue un motivo de felicidad para mí si no que sacó a la luz mi paradero y ahora mis familia sabe donde me encuentro.
―No, no puede ser ― murmuro mientras trato de despejar mi mente. Sin embargo, ya he comenzado a pensar de todo tipo de cosas que podrían pasar cuando ya me han descubierto. Me quedo en silencio tratando de sobre llevar la situación cuando el teléfono vuelve a sonar y lo contesto de inmediato ―¿Diga?
―No vuelvas a terminar la llamada Alegra, no te atrevas a hacer eso.
―¿Qué quieres Samuel?― pregunto enojada ―ya te pedí que me dejes en paz.
―No, no te dejaremos en paz, porque si tú me sigues ignorado y pidiendo que no te llame, entonces iremos a la prensa a hablar sobre ti.
―¡Qué! ― exclamo, poniéndome de pie de inmediato ―¿de qué hablas?
―Sí, iremos a la prensa y diremos de dónde vienes y qué tipo de familia se relaciona contigo, para que todos vean el tipo de mujer con el que se está casando David Canarias, al menos que…
―¿Qué? ― pregunto de inmediato.
―Nos des lo que pedimos.
―¡Qué quieren!― le pido que se apresuré a hablar.
―No, no es el momento para decirte, lo pensaremos, pero mientras tanto, necesito que estés al pendiente del teléfono, me contactaré contigo, hermana… te quiero― y así termina la llamada.
―¿Señora Canarias, se encuentra bien? ― me pregunta Lina, quien acaba de entrar por la puerta del solarium.
―Sí, si, no pasa nada…― respondo, guardando mi compostura― te puedo pedir un favor.
―El que sea, señora.
―Si hablan preguntando por mí, me avisas de inmediato y si cuando esté en Madrid igual me hablan, te pido que les digas las fechas en las que estoy en Ibiza, no les digas que vivo sola en Madrid, ¿si?
―Claro que sí, señora.
―Gracias Lina. Recuerda que la discreción es ante todo― la aclaro para que no sospeche lo que le acabo de pedir.
Tan solo ella sale por la puerta, vuelvo a respirar profundo para que esta situación no me sobre pase, tengo que averiguar qué es lo que quieren mis hermanos antes de que David se entere y le hagan pasar un mal rato; no voy a permitir que opaquen mi felicidad.