David
-Ibiza-
Después de un tiempo de ausencia, por fin, me encuentro de regreso en la empresa listo para ponerla en marcha y hacerla crecer. Todo este tiempo, he estado planteando estrategias, hablando con antiguos y nuevos socios para poder formar lo que ahora tengo en mente: un conglomerado.
Sé que tal vez suena como un proyecto bastante ambicioso, pero no planeo hacerlo de la noche a la mañana. Primero, es necesario que saque por completo a la empresa de la banca rota, arregle los números y después la expanda, para entonces, si, realizar todas estas ideas que tengo en mente, aunque lo primero que haré es hace una sede en Madrid para poder estar cerca de mi mujer y vivir al lado de ella.
Sin embargo, por ahora, me encuentro en Ibiza, sacando del fango algunas cosas que mi padre tenía enterradas y deshaciendo de otras que sean obsoletas. Si las Empresas Canarias crecerán, será para bien, por lo que debo actualizarlas e innovarlas con visión al futuro, no quedarnos estancados en el pasado.
—¿Señor Canarias?, el joven Ruíz de Con lo busca.
«¿Tristán?», me pregunto de inmediato, «¿qué hace aquí?»
—¿Lo dejo pasar?
—Sí, claro, qué pase— le pido.
Dejo a lado la agenda y luego me pongo de pie, me acomodo el saco y camino hacia la puerta para recibirlo. Minutos después veo como la puerta se abre y su figura alta y delgada aparece frente a mí.
—¡Hermano!— me dice Tristán, entrando al oficina—¿cómo estuvo París?
Me acerco y tomo su mano para después envolvernos en un abrazo fuerte, como solemos hacerlo. Sin embargo, siento un ligero olor a alcohol y me percato que Tristán recién acaba de llegar de alguna fiesta y solo se arreglo para venir a visitarme.
—Fue genial, ya lo sabes.
—Y , aburrido, París no ha cambiado en años.
Me río, a veces se me olvida que Tristán tiene un porcentaje de amargura bastante alto que, mezclado con su prepotencia lo hace de un humor bastante pesado. Sin embargo, lo comprendo y creo, que como van las cosas, siempre lo comprenderé.
Lo invito a sentarse en la sala y cuando él escoge su lugar, yo me siento frente a él— Bueno, puedo decirte que París como Alegra, fue muy diferente a otras veces que he ido. Verla sorprenderse con todo, desde la comida hasta los monumentos. La llevé por primera vez a la ópera y salió en lágrimas, jamás la había visto.
Tristán sonríe —siempre hay una primera vez para llorar en la época, luego se vuelve larga, sosa y aburrida y uno decide ya no escuchar nada— me comenta.
Me quedo en silencio por un momento, mientras lo veo a los ojos y trato de encontrar una respuesta a su actitud, al parecer, hoy se levantó de mal humor o pasó algo en su familia.
—Lo siento por lo que hizo Begonia en tu boda, te juro que le dí el color indicado—agrega.
—No te preocupes, no se nota, ni siquiera en las fotos…
—Porque no salió— responde él y se ríe en una carcajada. Definitivamente Tristán no viene bien.
Suspiro— Pues, amigo… ¿a qué debo tu visita?
Tristán se acomoda el cabello y sonríe— bueno, pues vengo a ponerme a tus órdenes para trabajar a tu lado en la empresa. Creo que haríamos una buena mancuerna en los negocios.
—De eso estoy seguro— admito. Porque a pesar de todo lo negativo que veo en Tristán, es muy bueno para las relaciones públicas, por eso es dueño de un bar y dos discotecas muy famosas en la región.
—Entonces, ¿cuál es mi puesto?, ¿vice-presidente? — pregunta, para después reír.
Vuelvo a guardar silencio, porque en verdad no sé qué decirle, en primera porque no tenía planeado en unirlo conmigo y porque sé que mi amigo, mi hermano, aún no está listo para poder trabajar a mi lado.
—Tristán…
—Dime, cualquier puesto está bien, con tal de que tenga de asistente a la tuya— bromea.
Me ha puesto en un aprieto, porque debo hablarle como hombre de negocios, no como amigo —Tristán, lo siento, pero no tengo por ahora ningún puesto en la empresa abierto— le soy sincero.
—Vale, pero, ¿no me harás uno?, recuerdas que siempre decíamos que íbamos a trabajar juntos y unir fuerzas… supongo que puedes invertir un puesto.
—Sé que lo dijimos pero, no es el momento. Además lo hicimos cuando teníamos 14 años, ya tenemos veinte, tú casi veinte uno, y nuestras vidas son muy diferentes.
Tristán me ve a los ojos y luego saca una carcajada que en cierta manera me asusta—¿es broma, verdad?, venga hermano, ya dímelo en serio.
—Es en serio, Tristán, no tengo puesto abiertos y creo que no los tendré en mucho tiempo. La empresa apenas sobrevive así y no puedo mover absolutamente nada o volvería a números rojos.
—Entonces es en serio — afirma y se pone de pie— Iñaki me lo dijo, ¿sabes?, me dijo que tan solo llegaras a ser el presidente de tu empresa, dejarías a tus amigos de al lado.
Me pongo de pie por igual— claro que no hermano, eso no es verdad… te estoy diciendo la verdad, es todo, debes comprender.
—Sí, lo comprendo, lo comprendo muy bien, ahora piensas que no soy suficiente para ti.
—No.
—Piensas que soy muy idiota como para hacer esto.
—Definitivamente, no.
—Piensas que no tengo tu capacidad, ¿cierto?, ¡cierto!
—¡NO!— le grito de la misma manera— ¡Creo que no estás listo Tristán!— me atrevo a decirle.
Él abre los ojos en verdad impactado —¿Qué dices?
—No estás listo, son las diez de la mañana y vienes borracho a pedir un trabajo, no te interesan tus estudios, no te interesa la empresa de tu padre y mucho menos te interesa lo que pase en tu futuro. Tú eres privilegiado, más que yo. Tu empresa va bien, tus padres la manejan pero, ese no es mi caso. Esto es todo lo que tengo, si no lo salvo y lo tomo en serio me quedaré si nada. Ya tengo una esposa, quiero formar una familia, esto es en serio para mí, no una fachada que aprovecharé para obtener beneficios y echarme uno que otro polvo con las secretarias, ¡me entiendes!
Tristán se queda callado y el rostro que me ha dado jamás lo olvidaré en la vida. Creo que le rompí el corazón y no sé si esto puede pasar entre mejores amigos y, si no, entonces yo recién lo acabo de descubrir. Él, se quita las lágrimas de los ojos y luego me sonríe.
—No quiero ser un estorbo en tu vida, David Canarias. Mejor me voy.
—No Tristán, no estás comprendiendo.
—Si, comprendí bien, comprendí bien, no quieres que tu amigo borracho y amargado se entrometa en tu perfecta vida. Lo lograste, David, ¡lo lograste!, te casaste con la chica, conseguiste la empresa y te saliste con la suya. Ya no hay espacio para mí.
—Tristán— pronuncio su nombre y siento un nudo en la garganta— te quiero, eres mi hermano, pero como tu hermano debo decirte que estás echando tu vida a perder, debes tomar camino, las drogas y el alcohol no te harán bien… no quiero recibir malas noticias sobre ti.
—¿Cómo qué?, ¿qué estoy muerto?, créeme David, ojalá pudiese morir mañana para quitarme este dolor que tengo, deshacerme de esa vida… —vuelve a secarse las lágrimas— con esto me has matado en vida. Eras la única persona que confiaba en mí, que me quería.
—Y aún confío en ti y te quiero… pero en la empresa no puedes estar, no si quiero salvar lo que es mío. Cuando estés listo, te llamaré y será un placer tenerte a mi lado.
—¿Quién dice que yo querré?, hasta luego… hermano— se despide, dejándome de pie en medio de la oficina.
No puedo creer lo que acaba de pasar, ¿cómo esto escaló tan rápido?, Tristán y yo jamás habíamos peleado y ahora esto estalló como una bomba de sentimientos acumulados. Sin embargo, por más frío que suene, no me arrepiento. Una cosa que he aprendido del mundo de los negocios es aprender como separarlo de lo personal. Tristán hoy vino a pedirme trabajo como amigo, no como el hombre con el potencial que yo conozco. Solo espero que esto pase pronto, solo espero no perder a mi amigo.