-Al día siguiente- 

Un medio hermano, no lo puedo creer, ¿qué estaba pensando mi padre cuando lo hizo?, tanto que estuvo diciendo toda su vida que la procedencia de la familia era importante, que las alianzas eran lo único que mantendrían la empresa y nuestro legado vivo y, él, tuvo un hijo fuera del matrimonio y se fue sin decirnos nada. 

¿A caso mi madre sabía sobre esto?, ¿fue un secreto que se llevó a la tumba? 

Entro a la oficina de Zaid Lafuente y lo veo hablando por teléfono. Al notar que estoy ahí me hace con la mano que pase y que me siente a esperarlo cerca de su escritorio. 

⎯Si Fátima, sí… te prometo que el avión te recogerá para que estes aquí en Navidad, te quiero.⎯Él termina la llamada y pone la bocina sobre el teléfono⎯ Fátima, no sé porqué razón piensa que no vendrá a Madrid este año. Al parecer el internado ya le aburre. 

⎯Creo que si.⎯ Respondo siguiéndole la conversación. 

⎯Fátima será una gran mujer, tiene las cualidades de sus hermanas mas las que tiene ella; ojalá hubiese sido niño⎯ bromea. 

A pesar de que la broma me pareció de mal gusto, me río un poco. Él se siente, prende un puro y luego me ve ⎯¿qué tienes Canarias?⎯ me pregunta. 

Suspiro⎯ vengo a pedirle su consejo. Ayer por la noche, llegó a mi oficina un tal Burgos que dice es mi medio hermano. 

Zaid pone el mismo rostro que yo, por lo que sé que no estoy mal al pensar que todo esto debe ser una vil broma o algo terrible del destino. Lafuente supera ⎯¿Seguro? 

⎯No lo sé. Él trajo una fotografía de mi padre con él de pequeño. Reconocí el yate pero… creo que más bien quiero negarlo. 

Él sonríe ⎯ qué ironía, todo lo que hiciste para deshacerte de tus tíos y primos. Los tratos que tuviste que hacer con unos, a otros los expusiste y les quitaste todo lo que te pertenecía para que un hombre llegue a decirte que es tu medio hermano y seguro quiera parte de lo que te pertenece. 

⎯Así es… y sí tuve que hacer esos movimientos fue precisamente para llegar a donde estoy, así que no me arrepiento, jamás lo haré. Ellos malgastaban lo que era mío y yo lo use de la forma correcta. 

Zaid Lafuente suspira, para luego ponerse de pie e ir hacia el rincón donde tiene las bebidas⎯Ya dobló el día?, ¿quieres? ⎯ me ofrece una. 

⎯No, tengo que ir por Alegra al hospital y luego la llevaré a comer antes de mi junta, así que gracias⎯ rechazo con amabilidad⎯ mejor dime que me recomiendas hacer. 

⎯Pues es simple, no lo permitas. 

Esbozo una ligera sonrisa ⎯¿así de fácil? 

⎯¿Qué más quieres que te diga?, ¿qué lo adoptes?, David, ahora eres parte de una empresa que te ha hecho más famoso, rico y bastante solicitado, no puedes caer con cualquier cosa así. 

⎯No estoy cayendo⎯ le aclaro⎯ solo que, cuando hablas de no permitirlo, no sé ha que te refieres. 

Zaid levanta los hombros⎯ pues, dale dinero, mucho y pídele que se largue de aquí. Puedes hacerlo y lo sabes, lo que menos necesitas es esto Canarias, hazme caso, sobre todo ahora que es casi fin de año y que el próximo tenemos todas las de ganar o, ¿qué?, vas a permitir que este hombre de la nada te arruine. 

⎯No, claro que no⎯ respondo, 

⎯Pues ahí está, esa es mi respuesta. Ahora, cambiando a otros temas, ¿ crees que Ruíz de Con quiera unirse? 

Me quedo en silencio, al escuchar de nuevo el apellido de Tristán. Ya han pasado dos años desde la última vez que lo vi y no sé precisamente qué es de su vida o dónde está. Lafuente piensa que es buena idea que nos unamos a su padre pero, creo que aún no es el momento. 

⎯No querrá, lo conozco… quiero guardar esa carta para después. Lo importante ahora es que nuestras empresas se hagan mas firmes y destacables. Luego buscaremos a esa tercera parte que quiera unirse a las empresa LaCan.⎯ comento sincero. 

⎯Bien, como digas… el experto y el que tiene la mentalidad innovadora eres tú ⎯ me bromea.⎯Yo cada día más compruebo que soy un pobre viejo. 

⎯No digas eso, ¿qué te parece si revisamos otras cosas aprovechando que estoy aquí? 

Él sonríe⎯ perfecto. 

Lafuente comienza a abrir los libros, a darme algunos archivos y yo empiezo a leerlos atentamente, sin embargo, no puedo dejar de pensar en ese tal Burgos que se presentó en mi oficina de la nada y que juró que regresaría. Tiene razón Lafuente, debo resolverlo como sea, antes de que se vuelva un problema mayor, si no es que ya lo es. 

Pasan dos horas y cuando volteo a ver mi reloj de pulsera me percato que ya voy tarde por Alegra al hospital. Cierro el archivo y me pongo de pie.⎯ Lo siento, me tengo que ir. Mi mujer me espera. 

⎯Bien, salúdame a Alegra, y dile de mi parte que mi mujer, mis hijas y yo, esperamos puedan pasar la Navidad con nosotros.

⎯Claro, se lo comentaré. 

⎯Y no le digas nada de lo del tal Burgos, si lo vas a solucionar no tiene porque preocuparse⎯ me comenta Sayed, ⎯ a las mujeres no hay que preocuparlas demás, sobre todo no la estreses, queremos tener un próximo Canarias. 

Sonrío, porque nada me daría más ilusión que tener un hijo  que lleve mi apellido. Me doy la vuelta para salir de la oficina, y camino hacia el el recibidor. El chofer me ve a lo lejos y se prepara para abrir la puerta de la camioneta y estar lista para cuando me suba. 

Busco entre mis ropas la pluma que traigo, ya que iré haciendo unas correcciones al contrato que mandaron de Portugal, cuando de pronto siento que alguien choca conmigo.⎯¡Lo siento!⎯ me dice, y recoge mi pluma para luego dármela. 

Al levantar la vista veo a un hombre de cabello rizado, barba semi partida y una sonrisa atractiva. Su piel se ve bastante bronceada por el sol, como si trabajara en algún lugar donde no hubiese protección contra el sol. 

⎯Lo siento⎯ me repite. 

⎯No pasa nada, solo es una pluma ⎯ respondo sincero. 

Él me ve y abre los ojos sorprendido⎯ ¡Vaya!, usted es David Canarias, ¿no? El empresario. 

⎯Lo soy. 

⎯¡Qué honor!, lo reconozco por el último artículo que le hicieron, “el hombre de negocios del año”⎯ me dice entre sonrisas. 

⎯Sí, soy él. 

⎯Lo admiro, lo admiro y debo decirle, sin afán de molestar, que tiene una hermosa mujer. 

Sonrío⎯ no es molestia cuando es verdad. 

Nos reímos juntos y él vuelve a hablar⎯ ¡qué tonto soy!, ni me presenté… mi nombre es Pedro Montero. 

Estiro la mano y lo saludo⎯ un placer Señor Montero, ahora, si me permite, tengo que irme. 

⎯Sí, sí vaya… ⎯ me comenta abriendo la puerta para que suba. 

Entro y mi chofer de inmediato la cierra, para quedarme solo en el auto. Vuelvo a pensar en Burgos, en lo que podría hacer y me preocupa que eso se descontrole. Tengo que volver a contactarlo, tengo que apagar este fuego antes de que se vuelva un incendio que me haga perder todo. Tomar acciones. 

Volteo a ver a la ventana de mi auto y el hombre que me saludó se encuentra fumando un cigarrillo mientras me ve atento desde lejos. 

⎯¿Vamos por la señora? ⎯ me pregunta el chofer. 

⎯Vamos⎯ digo, sin despegar la vista de aquel cigarro. 

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *