Alegra 

Concentrarme en el trabajo no me ayudó mucho para olvidar lo que había pasado el día anterior. Todavía no podía creer que Pedro no estuviera muerto y, que mis hermanos, se hayan aprovechado de algo así para intentar hacerlo algo que los beneficiara; no saben cuánto los odio. 

Quisiera llamarles por teléfono, no es más, ir a Canaria a reclamarles con todas mis fuerzas lo que han hecho y como me han herido. Aunque yo amo David ahora, más que nada en la vida, Pedro solía estar conmigo, ser mi prometido, el hombre con el que se supone iba a pasar mi vida pero, ahora lo desconozco. 

El volverle a ver me ha traído más dudas y miedo que alegría. Los ojos de Pedro estaban marcados por la furia, el enojo, la duda, y sé que el dolor tiene mucho que ver. Sin embargo, soy una víctima más como él, no entiendo ahora el afán de venir a reclamarme, él estaba muerto, yo decidí continuar, ¿qué pecado tiene eso? 

Así, terminando mi jornada, David viene por mí como siempre y, tan solo subirme me da un beso sobre los labios y me sonríe ⎯ te extrañé, amor, ¿todo bien?

⎯Cansada ⎯ miento, porque sé que hablar con él en este momento no es lo adecuado. 

⎯Iremos a comer antes de mi junta, después te llevo al piso y te alcanzo al rato… debes estar agotada ⎯ me dice. 

⎯Lo estoy, en verdad. 

Me quedo viéndolo y él toma unas hojas que trae en la mano y comienza a leerlas de nuevo mientras el auto avanza. Yo me volteo para ver la ventanilla y trato de pensar en una manera de empezar la conversación para contarle lo que pasa, sin embargo, no sé como. 

⎯¡Joder! ⎯ expresa en tono suave. 

⎯¿Qué pasa? ⎯ pregunto. 

⎯Olvidé que hoy tenía una comida con los Ramírez-Sainz… ⎯ me toma de la mano ⎯ ¿quieres venir?, pasamos al piso y te cambias. 

⎯No, no… ve tú. La verdad es que no tengo humor para ir a comidas con socios. 

⎯¿Segura?, me siento pésimo amor. Después de 24 hrs sin ti, y ahora ni siquiera podré comer contigo. 

⎯Está bien, no te preocupes. Mira, que podemos cenar, ¿no?, te haré algo rico de cenar y podemos sentarnos a tomar un vino mientras disfrutamos de la vista del balcón, cubiertos bajo una manta. 

David sonríe ⎯ me parece una muy buena idea. Para recompensarte, te llevaré unos chocolates deliciosos y vemos que sale entre el vino y eso… ⎯ responde coqueto y yo me sonrojo. 

⎯¡Amor! No aquí… ⎯ le murmuro y él me da un beso sobre los labios. 

⎯¿Qué tiene de malo?, creo que el chofer ha escuchado cosas peores, en fin… yo llevo eso. 

⎯Vale, entonces te espero, ya duchada, cambiada y sobre todo descansada ⎯ hablo, y al sentir otro de sus besos me siento verdaderamente feliz. 

Así, llegamos al edificio y me bajo del auto entre besos y abrazos de mi marido ⎯¿segura? ⎯ vuelve a decirme. 

⎯Segura, corazón… ve ⎯ insisto. 

Cuando por fin logro convencerlo, subo hacia nuestro piso y abro la puerta sintiendo la tranquilidad de mi hogar. Me quito los zapatos, la calcetas, y camino descalza por el suelo cálido que hay gracias a la calefacción. En seguida voy hacia mi cuarto, me quito el uniforme y lo pongo en el cesto de la ropa sucia, para después, entrar y darme una ducha caliente que me quite las horas de cansancio y el olor al hospital. 

Suelo disfrutar mucho las duchas pero, en este momento no puedo, mi mente sigue dando vueltas por lo que pasó con Pedro, en lo que me dijo, la forma en que me amenazó y vuelvo a sentir ese miedo. Necesito encontrar una manera de terminar con esta situación antes de que me sobrepase, necesito alejarlo de mi vida. 

Momentos después salgo de la ducha, me envuelvo en la bata y comienzo a secar mi cabello con ayuda de otra toalla. Saco del armario la ropa más cómoda que tengo y justo, cuando termino de ponerme la ropa interior la puerta suena. 

⎯¡Voy! ⎯ grito. Camino hacia allá y al ver por la mira de la puerta me sorprendo ⎯ ¿Qué haces aquí? 

⎯¡Ábreme! ⎯ me pide Pedro. 

⎯No, ¿qué haces aquí? ⎯ insisto. 

⎯Si no me abres Alegra, haré un escándalo que sacará a cada vecino de sus puertas para venir a… 

Entonces abro la puerta para que nuestras miradas se encuentren ⎯¿Qué es lo que quieres?, ¿Cómo me encontraste?, mi marido no tarda en llegar y te encontrará y… 

⎯Y, ¿qué? ⎯ pregunta Pedro, para después cerrar la puerta tras de él ⎯¿qué pasará? Sé que tu marido tardará, porque no tiene tiempo que se acaba de ir. 

Me hago para adelante, echando mi cuerpo y tratando de demostrar mi fuerza ⎯¿me estás espiando?, ¿eh?, eso es lo que haces. Viniste hasta acá solo para espiarme. 

⎯No, vine porque tu, Alegra Bustamante me vas a ayudar, ¿a qué?, pues evidentemente a recuperar todo lo que he perdido. 

⎯No te ayudaré en nada, porque le diré a mi marido que estás haciendo esto y te pondrá en su lugar… 

⎯¿Ah sí? ⎯ responde, y me toma de los hombros para azotarme contra la pared que hay al lado ⎯dime una cosa, mi amor, David sabe ¿quién soy yo? 

Me quedo en silencio antes sus palabras ⎯ Sí, lo sabe… 

⎯¿De verdad? ⎯ inquiere ⎯sabe de mi, todo sobre mí, no hay nada que le falle. 

⎯Sí ⎯ respondo segura. 

Pedro comienza a reír a carcajadas, mientras siento su aroma a esa colonia que tanto le gusta usar, mezclado con el olor a cigarro. Él se acerca a mi rostro y me dice de cerca ⎯ hoy por la mañana, a propósito fui a ver a tu marido, llevo siguiéndolo desde ayer. 

⎯¿Qué? ⎯ pregunto, abriendo los ojos asustada. 

⎯Quería reclamarle de primera mano lo que estaba sucediendo, quería reclamarle por haberse robado a mi mujer, por todo. Sin embargo, me di cuenta de un pequeño detalle que acaba de cambiar el juego para ti y para mí… Alegra, ¿sabes cuál es? 

Niego con la cabeza, mientras trato de no llorar de la desesperación ⎯ no. 

⎯Me presenté frente a él, le di mi nombre y él no me reconoció, lo que me hace saber que tu, Alegra Bustamante, no le mencionaste nada sobre mí, y que a la fecha aún no le dices nada. Así que, Canarias no sabe que existo, no sabe de nuestro pasado, ni lo que tuvimos… nada absolutamente nada. 

⎯No había razón para decírselo ⎯ respondo, zafándome de sus manos ⎯ moriste, te fuiste… 

⎯Pero a él lo conociste mientras yo estaba embarcado, ¿no es así?, y cuando la carta llegó y me consideraste muerto, a ti te convino y preferiste enterrarme y continuar el con ricachón… ¿cierto?, ¡CIERTO! ⎯ Me grita, tomándome de los hombros y azotándome contra la pared. 

Comienzo a llorar, no sé si del miedo, la desesperación o el dolor de la espalda. Pedro tiene razón, ese error me va a costar caro, pero, pensé que estaba muerto, jamás me pasó por la cabeza que lo volvería ver, ¿por qué David tendría que saberlo?, ya no importaba. 

⎯Así que, Alegra, ya pensé como me las vas a pagar. Quiero que me des una cantidad de dinero mensual, lo suficiente para que pueda vivir y recuperar mi restaurante. 

⎯¡Ya te dije que yo no tengo dinero! ⎯ grito, ⎯ no tengo porque darte nada, ¡nada! 

⎯¿Ah no? ⎯ me pregunta, para luego sacar de la bolsa un sobre con la dirección de la empresa ⎯¿Qué te parece si le llega esta carta a tu marido?, ¿eh?, donde cuenta que su gran amor, le es infiel desde hace años conmigo. 

⎯No. 

⎯Que tiene un amante que desde antes de que se casara se puso de acuerdo con él para sacarle todo el dinero que podían.. 

⎯No ⎯ repito entre lágrimas. 

⎯Que lo mantuvo escondido, que le da dinero cada mes para mantenerlo y, que cuando él se va, lo mete a su casa para hacerle el amor. 

⎯No te atreverías, no ⎯ le contesto. 

⎯Claro que sí, incluso, si le mencionas una palabra sobre esto, la carta llega hoy mismo y hoy mismo te veré en la calle. 

Me suelto a llorar ⎯¡por qué haces eso! ⎯ le pregunto, ⎯¿por qué? 

Pedro me ve fijamente a los ojos ⎯porque si yo tengo una vida de mierda, tú, la tendrás junto conmigo. Me traicionaste, éramos tú y yo juntos, saldríamos de esto, de esta vida de porquería que nos había tocado vivir… y me traicionaste. Al parecer morí y ahora me encuentro en un puto infierno y tú lo vivirás conmigo también. 

Veo la carta entre las manos, esa que va dirigido a mi marido, y sin más me quito los pequeños diamantes que traigo puestos y se los doy ⎯ véndelos ⎯ le pido. 

Pedro los toma y cierra le puño ⎯ esto bastará por hoy pero, no será suficiente. 

⎯Entiende Pedro, yo no tengo dinero, yo no tengo nada, solo tengo a David, no puedes hacerme esto ⎯ le ruego ⎯ yo no tengo la culpa, yo…te lo pido no le digas nada, nada… te lo ruego. 

Caigo sobre mis rodillas llorando de desesperación, sintiéndome impotente ante la situación. Pedro sabe todo mi pasado, todo lo que antes fui, y es muy tarde para resarcir mi error y decírselo. El pasado me acorraló y no tengo salida. Pedro, regresó para hacerme la vida un infierno, ese del que ya había escapado. 

Él se pone a mi altura, me toma del mentón y hace que lo vea a los ojos ⎯ no llores, Alegra, si me pagas el dinero mensual hasta que yo te diga David jamás sabrá de mí, jamás… y tendrás la vida que tanto quieres. Aquí es cuestión de que ambos tengamos lo que deseamos, tal y como lo soñamos, mi amor. 

Pedro trata de abrazarme y yo me niego, siento sus labios tratando de besarme y yo contraigo el rostro hasta que logo que deje de intentarlo ⎯ ¿cómo sabré que es verdad lo que me dices? 

⎯Porque soy un hombre de palabra, aunque tu no lo creas… te dije hace años que regresaría y… aquí estoy, ¿qué otra prueba quieres? ⎯ él se pone de pie, y guarda la carta ⎯ yo te contactaré para el nuevo pago. Solo te advierto una cosa Alegra, al menor retraso o negación, todo, absolutamente todo sale a la luz… y lo perderás todo, absolutamente todo… nos vemos. 

Él sale por la puerta del piso, dejándome sentada sobre el suelo envuelta en lágrimas, ¿cómo es que un error me salió tan caro?, ¿cómo haré para alejarlo de aquí?, tengo miedo, mucho miedo de perder a David, la vida que he construido con él, de romperle el corazón, no quiero perderlo todo… 

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