David 

Soy bueno con los números, siempre lo he sido. He tenido este talento desde que soy muy joven y mi padre decidió aprovechar mi talento para la empresa y tiempo después, por mi cuenta, decidí meterme a estudiar economía y finanzas. He memorizado cifras de la empresa, inversiones entre otras cosas, cómo creyó ella que no iba a memorizar su número; Alegra me encanta y no puedo sacarla de mi mente. 

Ahora le tengo frente a mí, riendo de todo lo que le cuento, jugando con el mechón de cabello que cae sobre su hombro y bebiendo a sorbos la cerveza del lugar. Definitivamente Alegra es la mujer ideal para mi y, a pesar de su procedencia, creo que ambos podríamos ser muy felices si logro enamorarla y jugar mis cartas bien ante mi familia. 

Poco a poco el bar se convierte en una pista de baile y la música más animada comienza a tocar. No sé si es gracias a la cerveza o al hecho de que ella y yo tenemos una evidente conexión, tanto Alegra como yo comenzamos a soltarnos un poco, dejándonos llevar por la canción en turno en el bar y comenzamos a bailar en nuestro lugar; ella canta para luego soltarse a reír. 

Personalmente no soy una persona que baile tanto, incluso no me gusta hacerlo cuando voy a los clubs con mis amigos Iñaki y Tristán, pero la alegría de Alegra se contagia y sin darme cuenta ya me encuentro tomando su mano y dándole vueltas al ritmo de “You should be dancing” de los Bee Gees. 

―¿Sabes bailar David Canarias? ― me dice al oído mientras me jala hacia la pista que sin querer se ha abierto en medio del lugar. 

Bailo con ella, no me importa nada, si soy malo si soy bueno, sólo sé que ella se está dejando llevar y yo me quiero dejar llevar con ella, porque en este momento esto feliz. Comienzo a sacar mis mejores pasos mientras se ríe frente a mí. Puedo ver el movimiento de su cuerpo, cómo sus caderas se mueven al ritmo, cómo sube sus manos intentando tocar las luces del techo y sonrío. 

Tomo sus manos para juntarlas con las mías y luego las bajo para que se entrelacen sus dedos con los míos. Alegra me ve, su rostro está rojo de tanto bailar, sus ojos brillan y se muerde los labios seduciéndome quizás. Acerco mi rostro al de ella y rozo brevemente su boca, sintiendo ese calor que expira su cuerpo y el sabor a cerveza que hay en sus labios. 

Al separarnos, ella baja la mirada avergonzada y sonríe. A pesar de que todo el tiempo ha demostrado tener todo bajo control y ser muy segura, Alegra es una mujer tierna, sencilla, vulnerable y sobre todo que no le da miedo de decir lo que siente. 

―¿Crees que podamos irnos a un lugar más silencioso? ― pregunto en su oído. 

Ella asiente con la cabeza y volviendo a tomar mi mano ambos nos vamos a la mesa para después pagar la cuenta y salir del bar. Poco a poco nos vamos alejando de ahí, hasta que la música se desvanece y ambos quedamos solos en medio de la no tan concurrida acera. La dinámica ha cambiado entre nosotros y a pesar de que aún no estamos tan cerca sé que Alegra empieza a verme con otros ojos. 

―¿Dónde me llevarás? ― pregunto mientras sigo sus pasos. 

―¿No tienes calor? ― me pregunta. 

―Mucho, sobre todo después de varias cervezas y bailar en medio de la pista. 

―Entonces, vamos― me comenta. Alegra se sube un poco la falda y sin advertirme, sale corriendo hacia el frente. 

Yo hago lo mismo, la sigo corriendo hasta que logro alcanzarla y seguirle el paso hasta llegar a una playa casi vacía donde la luna nueva nos espera en el cielo alumbrando el agua. Ella se quita los tacones y camina por la arena. Me quito los zapatos copiando su ejemplo y sigo las huellas que ha dejado sobre la arena. No sé si Alegra en verdad está tratando de seducirme o si simplemente está haciendo que esta noche sea especial para los dos como lo fue en le techo de aquel hotel pero, si es así, amo tengo nada de qué quejarme. 

―¿Sabes nadar no es así? ― me pregunta. 

―Claro que si. 

Alegra camina poco a poco hacia el mar y va entrando junto con el romper de las olas hasta que se sumerge y sale un poco más allá de la orilla. Sintiendo mi corazón latir con rapidez, entro con ella hasta sumergirme en el agua fresca y salir justo a su lado. Alegra me sonríe. 

―Hola― murmura. 

―Hola― respondo con una sonrisa viéndola de frente. 

Alegra echa su cuerpo hacia atrás flotando por un momento con su rostro viendo a la luna ― amo el mar― confiesa― me gusta el silencio, la tranquilidad, el movimiento de las olas y sobre todo la libertad. 

Atreviéndome, la tomo de la cintura y hago que nuestros cuerpos vuelvan a juntarse aún más que cuando estábamos bailando en aquel bar. La veo a los ojos y acaricio su rostro que ahora se encuentra fresco y empapado de agua salada. 

―¿No sueñas con nadar más allá de lo permitido y escapar a un nuevo mundo? ― me pregunta. 

Niego con la cabeza ― no tanto nadar, pero si puedo llevarte en un yate más allá de lo permitido y juntos descubrir un nuevo mundo. 

Alegra me sonríe― no trates de apantallarme David, conmigo no funcionará. 

―No trato de apantallarte, al contrario, trato de qué me veas tal y como soy para que yo pueda verte tal y como eres y así no haya secretos entre nosotros. Quiero conocerte, tratarte, conquistarte, ¿me dejarás? 

―La pregunta aquí es, ¿por qué yo? ― insiste y sé qué después de lo que vi esta tarde al llegar a su casa es una de las cosas que ella no se puede creer. 

―La respuesta es, ¿por qué no?― digo y ella se sonroja― tal vez el que no es merecedor de un amor como el tuyo soy yo y no tú. 

Alegra se ríe bajito y luego voltea a ver a la luna, por un momento se queda admirándola mientras yo trato de memorizarme cada parte de su cuerpo, ese cuello de garza que tiene, sus labios carnosos que acompañan esa piel bronceada por el sol. Una vez más su mirada se junta con la mía y vuelvo a sentir esas mariposas en el estómago. 

―Me gustas David ― confiesa haciendo que mi rostro dibuje una sonrisa de inmediato― eres simpático, inteligente, gallardo, educado y a pesar de todo tienes los pies en la tierra. Sabes quién eres y lo abrazas de tal forma que una se puede sentir cómoda a tu lado sin embargo, no creo estar a la altura de tus circunstancias. 

―¿Lo dices por tu familia? ― la interrumpo. 

―Dijiste que en tu familia todos son alianzas y no creo que la mía te dé muchas― suspira ― David, no es que me quiera hacer la mártir o la trágica pero debes comprender que no soy el tipo de mujer que encaje en un lugar a tu lado. Hoy por la mañana mi padre volvió a hipotecar la casa para poder tener dinero y yo di todos mis ahorros, antes de que llegarás mi madre y mi hermanastro discutían por eso y… ¿en verdad quieres estar a lado de una persona como yo? 

Desvió la mirada un poco para pensar bien las palabras que estoy a punto de decir. Sé que alegra no es la candidata número uno para mis padres pero creo en ella, sé que tiene potencial y que al final puede estar a mi lado sin ningún problema. 

―¿Crees que eso me detendrá? ― pregunto por fin ― ¿contándome tu realidad?, yo no te quiero Alegra para rescatarte cual cenicienta, ni darte un castillo y mucho dinero para presumir. Yo te quiero para construir algo grande, más allá de la riqueza y de las alianzas, más allá de todo lo que posiblemente podría prohibir nuestra relación. Sé que tu familia tiene problemas, pero también sé que eres una mujer talentosa e inteligente y que tus ganas de salir adelante van más allá del conformismo. Me gustas, Alegra, no sólo porque eres hermosa, sino porque cada vez que veo tus ojos se refleja una gran mujer, inteligente, valiente y eso va a mi altura de las circunstancias. 

Alegra por un momento se queda en silencio mientras me ve con los ojos abiertos y el rostro asombrado. Sé que no se esperaba eso, sé que se esperaba una reacción trágica o algo más, pero mucho menos este discurso que ha salido de mi alma por completo. Estoy enamorado de ella y sé que ella también se puede enamorar de mí en el momento en que ropa con todas estar barreras de pobreza y riqueza y sepa que en mí puede encontrar algo más, tal vez un compañero de vida. 

―Para tener diecinueve años dices cosas muy maduras― responde. 

―Créeme, he vivido ya muchas cosas que me han hecho así. Mi estilo de vida tampoco es fácil Alegra, no porque tenga mucho dinero quiere decir que tengo todo lo que deseo― le aclaro― por eso te digo que construir sueños es lo que quiero contigo, alejarnos de los estereotipos, de las circunstancias y la garantías y construir juntos lo que deseemos, sin importar nada, ¿qué dices?, ¿te atreves? 

Alegra sube la mano con cuidado para acariciar mi cabello y luego mi mejilla. Acerca sus labios a los míos y se hunde en un beso conmigo que nos corta la respiración. Mis manos automáticamente viajan ha su espalda baja y rozo su piel desnuda brindándome una sensación de placer que nunca pensé tendría. Le gusto, hay algo entre los dos y sé que si lo cosechamos juntos puede florecer algo más que un amor de verano. Unos momentos después nos separamos y nuestras miradas se ven fijamente. Siento su cuerpo junto al mío, nuestros corazones latiendo al unísono y esa sonrisa que se dibuja en su rostro. 

―Dame otra cita― le murmuro― dame otra cita para seguir conociéndonos y si al final… 

Alegra pone un dedo sobre mis labios haciendo que guarde silencio ― no creo que te vayas tan pronto, ¿cierto? ― me pregunta con una sonrisa. 

―No― murmuro para volver a atarme a sus labios― no lo creo― repito sobre ellos y después ambos nos dejamos llevar por ese beso mientras las olas del mar nos mueven a su ritmo. 

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