Antonio

Tras la bofetada de Théa siento el ardor por toda mi mejilla. No reacciono, pero Lila lo hace por mí. Yo, todavía, me siento mareado. 

—¡Qué demonios te pasa, Théa! —grita Lila. 

—¡Cómo pudiste traicionarme!, ¡creí que éramos aliados, Antonio de Marruecos! 

—¡No le grites así, tranquila, Théa! 

—¡No me pides que me tranquilice!, responde, mientras viene hacia mí—. ¡Cómo puedo estar tranquila cuando él arruinó los únicos planes que tenía par escapar de aquí! 

Al fin reacciono, aunque todavía me siento mareado. 

—¿De qué hablas?, ¿qué traición? 

—¡Podrían gritar en otro lado! —Se escucha la voz de una de las vecinas. Los tres volteamos y asentimos con la cabeza. 

—¿Pasamos? —le pido a Théa, y le señalo la puerta del piso. 

Ella lo have, pero de mala gana. Se nota molesta, y no solo por la forma en que me recibió, sino por su lenguaje corporal. Los tres entramos al piso, y en cuanto se cierra la puerta, ella continúa. 

—Sabías que Pablo y yo planeábamos irnos del país. Lo planeamos por semanas. Y de pronto, llego al hotel donde me estoy quedando, y se han metido a robar. Se llevaron el dinero que había estado ahorrando, las joyas que me regalaste y lo peor, ¡mis documentos!, ¡mi pasaporte, mi visa, incluso hasta mi acta de nacimiento!, ¡TODO! 

—Pudo haber sido cualquier ladrón. —Trata de arreglar las cosas Lila. 

Théa la ve con rostro de pocos amigos. 

—¿Crees?, si un ladrón “normal”, entrara a tu casa, ¿se llevaría tus documentos? —habla en tono sarcástico—. ¡Por supuesto que no! Estoy segura de que alguien le avisó a los Karagiannis o a Chez que me iba del país, y entraron a robar los únicos papales que podrían lograr que me fuera. Y la única persona que sabía que nos íbamos, ¡era él!, ¡solo a ti te conté ese secreto! 

—Sí, pero yo no fui. ¿Qué es lo que tienen la gente conmigo que me levanta falsos y no me cree? —inquiero. 

—¡Eras el único, Antonio!, ¡no hay duda de eso!, ¿por qué lo hiciste?, ¿por qué lo dijiste? —pregunta, casi en lágrimas. 

—Yo no dije nada, Théa, ¡absolutamente nada! No tengo razones para hacerlo —respondo, bastante enojado—. ¿Qué tipo de persona crees que soy? 

—Una que solo ve por sus propios intereses —responde, y me impresiona lo que acaba de decir. 

—¿Mis propios intereses?, ¿no fui yo quien te salvó de Chez, te dio dinero, te dejó libre? 

—¡Todo por ella! —exclama, señalando a Lila—. Me liberaste a mí porque sabías que solo yo te dejaría hacer lo que se pegara la gana. Me prometiste millones de cosas que jamás llegaron y no, no me alejaste de Chez, porque aunque sabías que abusó de mí y me prometiste que haríamos algo, te concentraste en lo tuyo y me dejaste a la deriva. Mientras tú estabas allá afuera, siendo el padre ideal, a mí me acosaban día y noche y a ti no te importó. Mientras tú llorabas por las esquinas porque Lila se fue, yo trataba de sobrevivir a toda la presión que mi familia ponía para tener un hijo. Y mientras tú viajas a París, a México, a Nueva York y todos esos lugares, yo no tengo libertad ni siquiera de pensar que puedo irme de aquí. Ahora, ¿no crees que todo fue por tus propios intereses? Dime en qué parte fue por mí. 

—¡Claro, ahora soy yo el culpable de todo! —exploto. 

—¡Basta! —trata de tranquilizarnos, Lila—. Théa, esto debe ser un error, alguien más debió haberlo sabido o los descubrieron por alguna razón. Lo siento, ahora no tenemos tiempo para hablar de esto. Antonio acaba de descubrir algo importante y no tiene cabeza para pensar en lo tuyo. 

—¡Claro!, Antonio no tiene cabeza para los problemas de los demás, solo para los suyos. 

—Creo que estás siendo injusta, Théa —habla Lila. 

Ella va hacia ella y la enfrenta. 

—Que vas a saber de injusticias, Lila Canarias. Tú no tienes idea de lo que es una injusticia, ni lo que es pasar la mitad de los problemas que yo pasé. Vives en una nube, rodeada de una familia millonaria que siempre te ha dado todo. No sabes lo que es pasar hambre, ni frío, ni que te arrebaten de tu madre para venderte a un hombre que años después abusaría de ti. Tienes hermanas que te aman, y así como familia que haría todo por ti. No tuviste que casarte a fuerza con un hombre que no te ama para poder escapar de una peor suerte de la que tienes ahora. Tienes una carrera por la que eres reconocida, una hermosa hija, y más suerte de la que puedes pensar. Eso tienes, mucha suerte, tanta que no te percatas de lo afortunada que eres. Vas por la vida, con esa facha de niña buena y decente, cuando por dentro, eres una mujer perversa, que solo te importa como caigas parada. Por eso ambos son el uno para el otro. Solo quitan y quitan y quitan, y cuando drenan a las personas a su alrededor, las dejan tiradas en el suelo, como si no tuviésemos sentimientos. Así que no, no estoy siendo injusta, porque tú no sabrías lo que es una injusticia aunque te pasara de frente. ¡Ojalá Lila Canarias!, ¡ojalá te pasara una injusticia! 

—¿A caso me estás amenazando? —pregunta Lila, bastante enojada.  

—¡Tómalo, como desees, Lila!, siempre lo haces así, ¿qué no? —contesta. Théa voltea a verme—. Jamás, escúchame, jamás te perdonaré que me hayas traicionado así. Pensé que éramos amigos, pero parece que no es así. Me arruinaste la vida, Antonio. Nos arruinaste los planes. Ojalá estés feliz. 

Théa se da la vuelta y camina hacia la puerta. Yo voy tras ella. 

—Théa, yo no le dije nada a nadie. Lo juro. 

—Ya no creo nada, solo a Pablo, porque él cree en mí —contesta. Para luego cerrar la puerta con un portazo. 

Tanto Lila como yo nos quedamos en silencio. Todo lo que ha pasado hoy nos ha sobrepasado, y ahora, no sabemos cómo reaccionar. Son demasiadas noticias: la detención de Karagiannis, que sus hermanas no sepan qué pasó, el robo de los papeles de Théa. Parece que la vida se empeña a complicar todo conforme las horas van pasando. 

—Nunca pensé que Théa nos hablara así, parecía buena persona. 

—Supongo que uno nunca deja de conocer a las personas —contesto. Momentos después, me siento sobre el sofá, y con las manos sobre el rostro, digo—: Mañana iré a ver a Karagiannis. 

—¿Qué? —pregunta Lila, bastante preocupada. 

—Iré a ver a Karagiannis y de una vez por todas averiguaré qué pasó con mi madre. No me importa lo que escuche. No puedo dejar pasar esto. Necesito saber lo que sucedió. 

Lila se sienta a mi lado, y asiente. 

—Te acompaño. Pero no vayas solo, deberíamos llevar a Moríns. Él podría asesorarnos, aunque su especialidad sea abogado corporativo. Él sacó a Alegra y a Karl de la cárcel.

Sonrío levemente al escuchar eso. 

—¿Seguro que estás listo para esto? —me pregunta. 

Niego con la cabeza. 

—Pero lo tengo que hacer. Tengo la corazonada que este es el origen de todos mis problemas —contesto y ella me sonríe. 

—Vamos. Le llamaré a Moríns —me contesta. 

Lila se levanta con determinación, para alcanzar su teléfono móvil y alejarse de mí con rapidez para hablar con su cuñado. Observo su gesto concentrado, preguntándome cómo todo se complicó tan repentinamente. ¿Quién habrá sido el responsable de denunciar el asesinato de mi madre? ¿Y quién habrá expuesto el fraude que se ha estado gestando en las sombras? Pero, sobre todo, en medio de la incertidumbre y la tensión, solo me viene una pregunta, ¿será esto el final de todos mis problemas o el inicio de unos nuevos? Eso solo el tiempo lo decidirá, o lo que mañana me confiese karagiannis.

4 Responses

  1. Thea me ha dejado perpleja 😨 tiene demasiado dolor e ira encima, la comprendo y es muy triste 😢

  2. Wow no me esperaba eso de Thea, pero es que uno con rabia y dolor dice de todo y se desahoga. La comprendo totalmente. Esperar q no se compliquen mas las cosas. Y quien le habra dicho a los Karagiannis lo de Thea? Y pobre Antoniobsiempre lo culpan de todo y el sano jajajajaja. Ojala esa reunion con ese viejo sea para que se detape ya tanto guardado.

  3. Ay Thea Thea dándonos cátedra de lo importante que es recibir ayuda tras cada golpe de la vida…
    Y tiene razón, Antonio la ayudó porque le servía, ojalá encuentre junto a Pablo la paz que merece.

  4. Nunca creí que un Ruiz de Con o un canarias me llegara a caer mal, pero definitivamente Lila es una egoísta que no soporta que le canten sus verdades en la cara ella y Antonio son unos egoístas qué solo ven por ellos pero quieren que los demás si sean con ellos cuando ellos no son con quienes les ayudan

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