Pablo
—Pero, ¿cómo va a ser Antonio de Marruecos? —le pregunto a Théa una vez más, mientras bajamos en el elevador hacia el lobby del hotel.
—Porque es el único que sabía que nos íbamos a ir. Nadie más lo sabe. Ni Pili, ni Cairo, solo él. Cometí el error de confiar en Antonio y me traicionó —expresa enojada.
Las puertas del elevador se abren, y ella sale directo al lobby a paso veloz y firme.
—Théa, ¿qué vas a hacer? —pregunto, mientras corro hacia ella y la tomo del brazo.
—Iré a casa de Antonio y le diré en su cara esto.
—Théa. Escúchame. —Le pido, viéndola a los ojos—. No creo que Antonio de Marruecos haya hecho esto. No tendría por qué.
—¿Es en serio? —pregunta ella.
—Lo es…
—Después de pasar meses desconfiando en él, ahora, ¿lo haces plenamente? Estoy seguro de que si Lila te hubiese dicho esta teoría hubieses corrido a comprobar si es cierto.
—¡Y dale con Lila! —expreso enojado—, ¿qué te hace pensar que haría eso?
—Lo sé de buena fuente — habla molesta.
—Pues no lo haría, le diría lo mismo que te digo a ti. No creo que Antonio nos quiera joder así. Solo estás exaltada, enojada, furiosa, y es válido. Debes calmarte y pensar las cosas.
—No,¡estoy harta de estar tranquila y calmada! Iré y se lo reclamaré. Tengo que sacarlo de aquí. —Se toca el pecho y la garganta.
—Théa…—le ruego, mientras ella sigue caminando por la calle.
—¡Déjame! —responde, mientras me quita la mano del brazo.
—Théa, solo quiero que recuerdes que dejaré la vida que conozco por ti.
—Pues tal vez no deberías —me habla con frialdad—. Tal vez deberías hacerle caso a tu madre —habla, para luego darse la vuelta y caminar hacia el metro.
La veo partir y un impulso de correr hacia ella y traerla a mí, me invade el cuerpo. Sin embargo, no lo hago, porque sé que ella debe calmarse. Tengo la esperanza de que en el recorrido hacia el piso de Antonio, lo piense bien y ya no lo haga. Solo queda esperar.
Veo mi reloj y me percato que son las nueve de la mañana y no hya mucho que hacer por aquí. Pili y Cairo deben estar dormidos, y supongo que Jaz no está disponible. Así que solo me queda vagar por las calles hasta que se me ocurra qué hacer.
No obstante, el día de hoy tiene otros planes para mí, cuando mi móvil suena y veo en la pantalla el nombre de mi madre.
—Dios… —murmuro, apenando, para después contestar la llamada—. Mamá.
—¡Pablo! —habla ilusionada—. Estoy feliz de que me hayas contestado, ¿cómo estás?
—Estoy bien, mamá —le respondo, y una sonrisa se dibuja en mi rostro.
—¿Tienes algo qué hacer?, ¿puedes desayunar conmigo?, venga, me han cancelado una junta en la fundación y tengo un rato libre. Vamos, di que sí.
Siento como la voz de mi madre me tranquiliza toda la angustia que llevo dentro. Sé que está preocupada por mí y que hace mucho que me niego a verla para no ponerla en peligro. Sin embargo, Théa tiene razón, necesito sacarlo de mi pecho, ya no puedo vivir así .
—Llego en treinta minutos, ¿no importa? —le pregunto, levantando la mano para para un taxi.
—Tengo tres horas libres. Te espero en la cafetería de la fundación. Te amo.
—Te amo, ma —respondo.
Un taxi se detiene de inmediato y me subo automáticamente. Estoy cansado de estar alejando de la gente que amo por cuidarlos de personas como Chez. Supongo que lo de “divide y vencerás” funciona por completo. Casi nos vence.
***
Entrar a la fundación es una sensación rara, debido a que ha pasado mucho tiempo desde que vine aquí y caminé por sus pasillos. Al entrar, veo las millones de fotografías que Luz ha tomado de San Gabriel, la pantalla mostrando las cápsulas informativas con todos los proyectos que han hecho. La voz de Moríns salta de pronto, y al verlo en la pantalla sonrío. Extraño demasiado salir con ellos, ver a Daniel y platicar con él. Extraño mi vida antes de Chez.
—¿Pablo? —escucho la voz de Linda, la asistente de David. Una mujer joven que siempre viste ropas coloridas de muy buen gusto y estilo. Tristán la llama Linda Lindura, pero nadie más puede hacerlo. Solo a él se lo permite.
—¡Linda! —la saludo. Me acerco a ella y le doy un abrazo.
—¿Qué haces por aquí?, pensé que ya no vivías en Madrid.
Suspiro.
—Es largo de contar, pero aquí sigo y aquí estoy. ¿Cómo te va en la nueva oficina? Escuché que los cambiaron a una área completa.
—Sí. Ya no es una oficina pequeña al lado de Moríns. Ahora tenemos todo nivel para nosotros. Tengo mi propia oficina al lado de la de Tristán.
—Me alegro.
—Y, ¿tú?, ¿qué haces aquí?
—Vengo a desayunar con mi madre. Me espera en la cafetería.
—Pues, te acompaño. Tristán me pidió un café con espuma de leche de almendras y canela, sin azúcar pero con un toque de vainilla.
—¡Qué complicado!
—Sí, cuando hace eso es porque quiere que salga a averiguar algo en los otros niveles. Hoy toca la cafetería —bromea, y ambos nos reímos.
Linda y yo caminamos hacia la cafetería, poniéndonos al tanto de todo lo que sucede en la fundación. Resulta que se vienen grandes cambios, y que pronto habrá una nueva reestructuración que a ella no le afecta. Incluso creo que no afectará a nadie.
—Deberías trabajar para la fundación —me ofrece, como si ella pudiese darme un empleo.
Sonrío.
—Gracias, pero estoy bien así. Además, ya soy la mano derecha de Julie Ruiz de Con —presumo.
Ella me da una palmada sobre el brazo.
—Presumido.
La plática se interrumpe cuando llegamos a la cafetería y vemos a mi madre sentada en una de las mesas. Ver su cabello rizado, largo con tintes de canas, me da nostalgia. Jamás me atrevería a hacerle algo que le rompiera el corazón, y de irme con Théa es lo que más temo.
—Oye, dale un abrazo, ¿quieres? Ha estado muy preocupada por ti. —Me aconseja Linda.
Su móvil suena y en la pantalla se lee “No me digas jefe”.
—¿No me digas jefe? —pregunto.
—Sí. Cuando me contrató le decía a cada rato jefe, así que un día me pidió mi móvil y agregó su número con “no me digas jefe”, y así lo deje.
—¿Y funcionó? —inquiero.
Linda contesta el móvil.
—Dígame, Jefe —bromea y me da una sonrisa—. Sí, ya voy por su latte. —Y se aleja de mí hacia una mesa llena de personas.
Yo me dirijo hacia la mesa dónde se encuentra mi madre. Antes de estar frente a ella, tomo un respiro y me tranquilizo. Ella, al sentir mi presencia, volotea y se pone de pie.
—¡Po!
—Madre —contesto, para recibirla entre mis brazos.
Abrazar a mi madre es reconfortante. De pronto, todos mis problemas se esfuman y me siento feliz y tranquilo.
—¡Me alegra que hayas venido!
Ella se separa de mí y toca mi rostro.
—Ya casi no se ve.
—Tuve muy buena enfermera —presumo y ella me sonríe.
Ambos nos sentamos sobre las sillas, y ella me ofrece un vaso con café. Yo tomo entre mis manos y siento el calor subiendo por la palma de mi mano.
—¿Cómo estás?
—Bien… —admito, y le doy una sonrisa—. ¿Cómo están papá y Mar?
—Bien. Tu hermana logró entrar a la compañía y ahora vive en un departamento con otra amiga. Tu padre, un poco confundido por lo de su madre, pero bien. Trabajando con Canarias.
—Me alegro.
Un silencio incómodo se hace entre los dos. Es normal, hace meses que no estamos así de cerca, o solos. Ella tiene muchas preguntas y yo, no tengo todas las respuestas.
—Po, he estado pensando en todo lo que estamos pasando. Lo de ese hombre que te persigue, los problemas y lo de tu novia. —Le cuesta decir la palabra novia, pero al menos ya no dijo algo como “esa chica”.
—Madre, Théa es una mujer maravillosa. Sé que tiene problemas y…
Mi madre me interrumpe, y toma mis manos con ternura.
—Tu padre y yo hemos estado hablando, y llegamos a la conclusión de que si haces todas estas cosas por ella y la apoyas tanto, es porque de verdad la quieres y estás seguro de que ella te quiere. Así que, hemos decidido ganar una hija y no perder un hijo. Queremos conocerla.
—¿De verdad? —pregunto, bastante ilusionado.
—Sí. Queremos conocerla, hablar con ella. Sé que la primera impresión no fue tan buena, pero sabemos que si le damos otra oportunidad todo estará mejor.
Siento como la alegría se apodera de mí.
—¡No sabes lo feliz que me hace esa noticia, mamá! —le expreso, con una sonrisa en mi rostro.
Mi madre acaricia mi rostro. Cuando lo hace, me siento como un niño pequeño.
—Me moriría si te pierdo, Pablo. Eres mi hijo, y solo quiero estar contigo para apoyarte. Ya te he apoyado en otras cosas que han salido bien o mal, ¿por qué no apoyarte en esto? Si tu dices que ella es el amor de tu vida, te lo creo.
—Lo es. Théa es maravillosa, de verdad. Tiene todo lo que siempre he deseado en una mujer. Sé que tal vez su historia no ha sido la mejor y que su historia es complicada, pero, es una buena mujer madre. Una muy buena mujer.
—Te creo —me dice segura—. Lo único que deseo es que seas feliz, hijo.
—Yo quiero que tú me veas feliz.
Mi madre suspira.
—Esto del amor es complicado. Tu hermana confundida con Héctor y tú con Théa…
—Lo sé. No todos encontramos al amor de su vida en una fiesta de los Ruiz de Con. Yo pensé haber encontrado la mía y mira.
—No todos somos para los Ruiz de Con… Algunos simplemente somos…
—¿amigos o aliados? —pregunto, acordándome de la plática que tuve con Pili.
—Así es, no pudiste describirlo mejor.
—Pues al parecer Mar no es ni uno de los dos.
—Mar será lo que Héctor y ella decidan. Manuel y yo hemos hablando y solo ellos pueden decidir, son adultos.
—Lo sé… —Suspiro, jamás pensé que me vería hablando con mi madre sobre el amor—. Le diré a Théa que quieren verla y podremos empezar de nuevo.
—Perfecto. Ahora, desayunemos algo y cuéntame sobre tu vida, hace mucho que no me dices nada —me comenta.
Es verdad, hace mucho que no me siento con ella a hablar sobre mi vida como solía hacerlo. Supongo que le diré lo que ha pasado, solo que me fijaré en la información. No es necesario que sepa todo.
***
Pasar la mañana con mi madre me llenó de nuevas esperanzas y energía. Durante mucho tiempo, había cargado con una sombra de nostalgia y constante infortunio, pero ahora, en este momento de claridad y entendimiento, todo eso está por cambiar.
El simple acto de compartir tiempo con mi madre, de escuchar sus palabras de aliento y sentir su amor incondicional, me hizo darme cuenta de que el futuro puede ser diferente. Puede ser brillante y lleno de posibilidades, libre de las cadenas del pasado y abierto a nuevas experiencias.
El hecho de que mi madre haya dado su bendición para que tenga una relación con Théa y que ella sea bienvenida a nuestra familia es un giro inesperado pero bienvenido en nuestras vidas. Es como si una puerta se abriera ante nosotros, revelando un camino lleno de promesas y oportunidades.
Ahora, más que nunca, me siento optimista sobre nuestro futuro juntos. Théa, la mujer de mi vida, me ama y yo a ella, estoy seguro de que las cosas comenzarán a mejorar.
El desayuno con mi madre se prolongó hasta convertirse en una comida tardía y, finalmente, en una larga caminata por el parque. Disfrutamos del aire fresco y la compañía mutua, compartiendo recuerdos y reflexiones mientras paseábamos entre los árboles y las flores en floración.
Más tarde, mi madre se dirigió al hospital para buscar a mi padre, y juntos regresaron a casa para discutir lo que habíamos acordado. Sin embargo, mientras realizaba estas actividades, no podía apartar de mi mente a Théa. Intenté llamarla varias veces, pero no respondió. Aunque me preocupaba su bienestar, decidí darle su espacio, consciente de que había estado alterada por la mañana y probablemente aún lo estaba.
Opté por dirigirme al bar y reunirme con Pili y Cairo, quienes ahora trabajaban allí. Necesitaba distraerme, celebrar un poco y recuperar esa sensación de ser yo mismo. Extrañaba la facilidad con la que solía socializar, la alegría de las conversaciones sin preocupaciones y la capacidad de dormir sin ser atormentado por pesadillas y secretos oscuros.
Antes de partir hacia el bar, le envié un mensaje a Théa para informarle que estaría allí y que la esperaría si decidía unirse. Con esa preocupación al menos parcialmente aliviada, me subí a un taxi y me dirigí hacia mi destino.
Al llegar al bar, fui recibido por Pilar, quien se acercó con una sonrisa cálida y me dio un abrazo afectuoso.
—¡No sabes cuánto te he extrañado! —me comenta, mientras me invita a pasar detrás de la barra.
—Y yo… Necesitaba a mi amiga —le confieso.
—Pues aquí la tienes… ¿cómo va todo?, ¿ha pasado algo con los Karagiannis?
—No. Todo sigue igual. Bueno, ni tanto.
—¿Ni tanto? —inquiere, bastante interesada.
—Hoy por la mañana fuimos al hotel y alguien se metió a la habitación de Théa y robaron sus papeles de identificación.
—¿Qué?, ¿por qué?
—No lo sé. Ella enloqueció, y la entiendo. Teníamos el plan de escapar del país y ahora no podremos.
Pili hace cara de sorpresa.
—Espera, espera… ¿escapar del país?, ¿cómo?, ¿a dónde?, ¿te ibas a ir sin decirme?
—Pues ya no. Al parecer, el plan es quedarnos. Sin embargo, ella piensa que fue plan de Antonio de Marruecos porque se lo confesó.
—¿Antonio?, ¿por qué Antonio haría eso?, ¿que no se supone que son amigos? —Continúa haciendo preguntas.
—Lo mismo pensé, pero ella sigue insistiendo que es él. Creo que Théa está comenzando a perder la cordura, y no quiero que pase eso. Cada día le cuesta más respirar. Ese Chez la tiene atrapada, es horrible. Ya lo he enfrentado millones de veces, incluso lo hemos reportado a la policía pero no hay respuesta. Como ya no ha habido contacto físico, dicen que no es válido.
—¡Qué horror!
—No quiero perderla ante la locura. Théa se merece un amor bonito, calma, paz… se merece… ¿Théa? —Interrumpo mi discurso, cuando noto que entra al bar, con lágrimas en los ojos y bastante desesperada—. Théa —le llamo.
Ella se acerca a mí y por el movimiento de su cuerpo sé que viene molesta o más bien, enfurecida.
—Théa… —pronuncia Pilar su nombre.
—¡Estoy cansada!, ¡esto harta de que todos me traten como si fuera nada! —expresa con furia.
—Amor.
—¡Qué les hice yo en la vida para merecer esto!, ¡qué! —me grita, y luego rompe en lágrimas—. No quieren que sea feliz, no desean que sea libre. Cada oportunidad que tengo para serlo, termina siendo solo una ilusión. Estoy cansada… muy harta. —Théa me ve a los ojos—. Y por mi culpa te está pasando también.
—No amor, no digas eso.
—No te dejo ser feliz. Desde que nos conocimos no hemos tenido ni un rato a solas, ni un momento de plena felicidad. Has conocido a la peor versión de mí, aunque dudo que haya habido una mejor. Solo te he traído problemas, y te los seguiré trayendo. Debí dejar que fueras feliz con alguien más, debí irme cuando era el momento.
—Théa… —pronuncio su nombre, presientiendo lo peor.
—Pablo. Lo hago porque te amo, y porque deseo que seas feliz. No puedo estar arrastrándote más, no es justo…
—Théa, no digas ni una palabra más —le ruego.
—Creo que debemos terminar la relación.
—¡Qué! —expreso.
Noto que Pili sigue con atención nuestra conversación y que tanto ella como yo, pensamos que esta es una locura.
—No, Théa, escucha…
—No, tú escúchame. Tu madre tiene razón, no soy la mujer adecudad para ti. Solo traigo problemas y al parecer no se terminarán. No puedo hacerle esto al hombre que amo.
—¡Pero si me amas!, ¡cómo quieres que esto termine! —le expreso, bastante desesperado.
—Porque te amo, me voy. Ya no quiero que tengas problemas.
—Théa…
Ella se da la vuelta para dirigirse hacia la entrada y yo voy tras de ella.
—Théa. Podemos arreglarlo.
—Ya nada me puede arreglar, Pablo. Solo déjame ir. —Ella toma mi rostro y me ve directo a los ojos—. Fuiste lo mejor de mi vida, pero no es justo que arruine la tuya.
Y al terminar su frase, me da un beso sobre los labios. Yo trato de retenerla pero, ella se aleja. Para después salir del bar.
Ay pobre Pablo, si que le ha tocado sufrir en el amor y Thea le ha tocado peor, la han destruido tanto y tantas veces que en verdad como dice Pablo va perdiendo la cordura, no me alcanzo a imaginar como se siente Thea con todo lo que ha vivido. Ojala todo se resuelva. No puede dejar a Pablo asi como asi. No y no. Jajajajaja. Se merecem ese amor bonito ya sin tantos dramas. Ya la han pasado bastante mal, mucho diria yo. Es hora que puedan disfrutar de su amor en libertad. 🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏 por fis
Ellos no merecen sufrir tanto por unas personas sin corazón que solo ven más allá de sus intereses arruinando la vida de todos
🥹🥹🥹🥹🥹🥹🥹🥹
Ay no 🤦🏻♀️
😨🥺🥺
Ese nivel de angustia lleva a Théa a elegir el camino de distanciarse de todos. Chez aplica la de “divide y reinarás” para forzarlos a todos al desespero y a dejarle camino para hacer estragos.