Lila
-Un mes después-
Cuando conocí a Antonio en la boda de mi hermana, supe que mi vida cambiaría por completo, y así fue. Al inicio, quise que nuestra historia de amor fuese como la de mis abuelos: hermosa, libre, romántica. Sin embargo, la mía resultó ser algo diferente, demasiado diferente.
Debo confesar que, si hubiese echado un vistazo al futuro el día que conocí a Antonio, posiblemente no me hubiese animado a empezar nada con él. Me hubiera ido por lo seguro, lo establecido, lo que conocía, y hubiese dejado todo esto atrás, toda esta aventura. Porque así decidí llamarlo ahora: una aventura.
Sin embargo, y por fortuna, no soy adivina para ver el futuro. Por eso, me enamoré profundamente de él y este amor no solo me dio a una hermosa hija, sino que me enseñó decenas de lecciones, me ayudó a superar los obstáculos y, sobre todo, a valorar lo que tengo y a confiar en mí; saber que siempre tengo la respuesta.
Por fortuna, todo salió bien. Antonio y yo superamos todo lo que el destino nos puso de frente para probar nuestro amor. Sé que hubo momentos de desesperación, de desconfianza, de enojo y tristeza. Pero no superaron y nunca superarán los momentos de amor y felicidad que tuvimos y, que sé, vendrán más por delante. Por fin la vida nos sonríe. Finalmente, Antonio es libre de amarme y yo me dejaré amar. Ambos estamos felices de poder empezar nuestra vida en familia.
Desde que recuperamos a Mena y Antonio arregló su situación con la policía, hemos estado planeando muchas cosas para nuestro futuro. No solo la mudanza a París, la instalación del taller y el lanzamiento de la nueva marca, sino la aceptación de Antonio en la familia. ¡Y qué manera de aceptarlo!
Mi tía Julie propuso a Antonio para que tome el puesto de director de Operaciones, y la mesa directiva estuvo de acuerdo. Ahora trabajará dentro del negocio de la familia. Debo confesar que Antonio no se esperaba este puesto de trabajo y mucho menos lo pidió. Él estaba planeando comenzar una empresa desde cero, con ayuda de los socios que Karagiannis había engañado, y así continuar. Sin embargo, con este nuevo puesto, no solo tiene un trabajo estable, sino que los socios podrán estar en el conglomerado y darle seguridad a sus empresas.
Por ende, esta noticia y las que ya habíamos recibido antes nos llevaron a que Antonio y yo hiciésemos ligeros cambios en nuestros planes y pospusiéramos algunas cosas. Por ejemplo, ahora que tiene este puesto, Antonio estará en Madrid de lunes a miércoles, y viajará a París de jueves a domingo para poder estar conmigo y con Mena. Tal vez se piense que volvemos a estar lejos, pero estamos más cercanos que nunca. Ambos tenemos buenas oportunidades de trabajo y debemos tomarlas.
El siguiente cambio es que hemos decidido que no nos casaremos aún, no solo porque todavía no está listo todo lo que planeamos por falta de tiempo, sino también por la situación de Karl y Alegra. Mi hermana, embarazada de trillizos, no puede viajar hacia España, y mucho menos ahora que Karl está en una silla de ruedas. Esperaremos a que ellos se estabilicen, se recuperen y, sobre todo, a que mis sobrinos o sobrinas nazcan para que puedan estar presentes en nuestro enlace.
Este cambio también atrasará un poco la apertura del taller en París, pero no el lanzamiento de la marca. Antes de irnos a París, Rosa y yo lanzamos definitivamente Rosa y Lila Madrid y abrimos la primera tienda de vestidos personalizados y hechos a mano. Fue todo un éxito gracias a los contactos de Jo y sus guarderías. Esa mujer podría gobernar el mundo y ganar otra medalla de oro si quisiera; incluso auguro que será la nueva presidenta del Conglomerado.
Rosa se quedará en Madrid, y yo viajaré cada quince días a entregar bosquejos y tomar nuevos pedidos. Por ahora, ese es el plan, espero que más adelante y con el taller instalado, se puede hacer de otra manera, y así no moverme tanto, aunque diría mi abuela Mena: quién tiene tienda, que la atienda; y eso haré.
El único plan que no ha cambiado es el de París. Nuestro piso ya está listo, decorado y amueblado como quisimos. Un espacio nuestro, con hermosos ventanales y vistas inspiradoras, un hermoso lugar para criar a Mena. Tal vez no es como lo teníamos planeado, pero es nuestro, y ahora podemos vivir en paz. Ya no hay Karagiannis, ni mentiras, ni nada que nos separe. A partir de este instante, todo estará bien, tengo la corazonada de que así será.
***
—¿Estás lista? —me pregunta Antonio mientras abrimos la puerta del elevador para entrar y subir hasta el piso de arriba.
Asiento con la cabeza, tomando su mano y entrando junto con él. Mena, por esta ocasión, se quedó en casa de sus abuelos, porque Antonio y yo queremos ver que todo esté bien, arreglar sus cosas en la nueva habitación, y que ella no sienta el cambio tan brusco de Madrid a aquí.
En la otra mano, cargo una pequeña maleta con algunas cosas que me faltaron por empacar. Sin embargo, nuestra ropa, accesorios y todo lo que necesitamos ya están aquí, acomodados y listos. Si no fuese porque debemos regresar por la niña, Antonio y yo ya podríamos quedarnos aquí.
El elevador sube a velocidad normal, ya que fue arreglado para que se pudiese usar. Las puertas se abren justo en el piso donde será nuestro hogar. A pesar del ruido de las calles de París, aquí parece que hemos entrado a una dimensión desconocida, porque no se escucha ni un solo ruido y todo, absolutamente todo, está en calma.
Ambos caminamos hacia la puerta y Antonio muestra su mano.
—¿Abrimos? —pregunta, para después poner la huella de su dedo en la cerradura, la cual se abre inmediatamente.
Desde que sucedió el secuestro de Mena, él y yo decidimos que el acceso al piso sería con la huella de nuestro dedo, así no podría entrar nadie no autorizado. En caso de que alguien de la familia desee entrar, mandaremos un código y podrán hacerlo. La cerradura puede registrar más de cien huellas dactilares, y cada miembro de mi familia podría entrar sin problema, pero no queremos eso; suficiente hay con que las casas compartan jardín y entremos a todas como si fuesen una.
La puerta se abre y, de inmediato, la luz nos da la bienvenida. Los ventanales están abiertos, por lo que las cortinas blancas se mueven junto con el viento, dándole un toque de magia al lugar.
—Hogar dulce hogar —pronuncia Antonio. Y sin que yo lo espere, me carga, como cuando se cargan a los recién casados.
—¡Amor! —exclamo, entre risas.
Él atraviesa el umbral de la puerta y camina hacia la enorme sala. El piso, recién remodelado, brilla con la luz del sol, al igual que la habitación.
—Quedó tan hermoso —murmuro.
Antonio me mira con una sonrisa en el rostro, y en ese momento, sé que todo va a estar bien. Las tristezas se han ido, al igual que los problemas y la incertidumbre. Ahora, le abrimos paso al amor, a la confianza y a todo lo que nos hace bien. Antonio me baja de sus brazos.
—Sé que soñamos con otra casa diferente, Lila. Una junto al mar, llena de colores y con olor a lavanda. Prometí que te la daría, pero…
Lo interrumpo con gentileza, poniendo mi dedo sobre sus labios.
—Es perfecto —contesto—. El mar puede ser para los veranos. Los colores ya están en la fachada y créeme, el aroma a lavanda se instalará de inmediato. Todos lo tenemos impregnado en la piel.
Antonio sonríe.
—Solo que… le hace falta algo a este piso para que sea nuestro hogar.
—¿Y qué es? —pregunta, bastante interesado.
En ese instante, saco de mi bolsa un marco que devela una fotografía. Con una sonrisa se la enseño.
—Todos los muros de mi familia están llenos de fotos, y sin ellas, no se siente como un hogar. La primera foto que se pone en el muro, por tradición, es la primera Navidad.
Antonio ve la foto y se reconoce entre los rostros de mi familia.
—¿Por qué es tradición?
—Porque mi abuelo Tristán lo hizo así. —Voy hacia una pared vacía—. Cuando mi abuelo conoció a mi abuela, pasó su primera Navidad feliz, la primera de toda su vida. Y él tomó una foto para conmemorarla. La pusieron sobre un muro y después, ese muro se llenó de más y más fotos. Mis padres tienen la suya, mis tíos por igual y ahora… aquí estamos. Oficialmente, este es nuestro hogar.
Antonio se acerca a mí y me ayuda a colgar la fotografía. Después, me toma de la cintura, por detrás, y me da un beso.
—Aquí está todo lo que habías deseado, Antonio, tu familia. Una que te apoya, te quiere y jamás te dejará solo.
—Y con la mujer que amo.
—Y con la mujer que amas…
Con la fotografía colgada y la calidez del sol iluminando el espacio, finalmente sentí que este lugar era verdaderamente nuestro hogar. El amor, la historia y la promesa de un futuro juntos estaban ahora grabados en las paredes de nuestro nuevo refugio en París.
—Tendremos una vida bonita, te lo juro —me murmura suavemente al oído.
—Ya la tengo.
Me volteo para verlo de frente. Acarició sus mejillas y le doy un suave beso sobre los labios.
—Te amo, Antonio de Marruecos. Gracias por darme una historia de amor única.
—No hay nada que agradecer. Aunque, gracias por darme la vida que siempre pedí.
—¿Ves?, al final, lo que planeamos se hizo realidad. Estamos juntos y lo estaremos para siempre.
—Para siempre —contesta, para luego darme un beso sobre los labios.
Una vez escuché por ahí que las historias no tienen un final feliz, porque todos los finales son tristes; por eso se llaman así, finales. Sin embargo, las historias tienen intermedios felices, metas donde llegamos cumpliendo lo que deseamos y, a partir de ahí, continuamos. Ya no son los mismos sueños, ahora son diferentes; ya no son los mismos problemas, ahora enfrentaremos otros y así, hasta que volvamos a tener un intermedio y, una vez más, volvamos a empezar.
Antonio y yo tendremos muchos intermedios. En cada uno renovaremos nuestros sueños, metas y anhelos, enfrentaremos obstáculos y los superaremos. Así, hasta que llegue nuestro verdadero final, ese en el que alguno de los dos ya no esté en este plano para continuar.
Pero no quiero pensar en eso ahora. Después de tanta tristeza, tantas dificultades, tanta incertidumbre y odio, al fin, él y yo hemos llegado a nuestro intermedio deseado, y disfrutaremos lo que está por venir.
Tengo la corazonada de que vienen cosas grandes y hermosas para los tres, y que al lado de nuestra bebé, nuestra vida será plena, llena de aventuras y, por supuesto, amor. Mucho amor.
Él ahora es libre para amarme y yo lo amaré a todas horas, todos los días, de todos los meses y años que están por venir. Finalmente, hice realidad el sueño de mi abuela. Y no fue solo llevar sus diseños y su nombre a Madrid y París, colocándolos a la par de las grandes casas de diseñadores. No, el sueño de mi abuela siempre fue que cada uno de nosotros encontrará nuestra historia de amor y, al final, lo hicimos. Sabina lo hizo, así como Sila, Alegra, y David. Daniel, Héctor, Jo y Jon también lo harán. Solo les deseo que tengan la suerte que yo tuve y vivan su amor tan intensamente como lo he hecho yo.
¡Al fin, Antonio y yo somos libres para amarnos!
FIN (1)
Anamar
Como mencioné en redes sociales, este es el cierre de la historia de Antonio y Lila. Sin embargo, todavía queda por escribir el desenlace definitivo, que se completará al finalizar "Medicina y Reggaetón" para evitar spoilers. Los próximos capítulos concluirán la trama de Pablo y Théa, y más adelante, en otro libro, se desarrollará su historia de amor en profundidad. Por lo tanto, el final presentado aquí es solo un cierre temporal de su parte de la historia. ¡Saludos!
Aaaawww🥰🥰🥰 ellos merecen mucho mucho amor ❤️ y una vida llena de paz y tranquilidad 💕
Qe hermoso capituló
Al fin libre de pasado y sobre todo el amor pudo más qe el odio y no mejor qe ahora serán felices con su peqeña mena
Y formarán el hogar qe siempre quisieron lleno de amor y confianza
😍😍😍😍🥰🥰❤️❤️❤️❤️❤️
Por fin!! Son libres de amarse sin preocupaciones. Gracias Ana!!! Por esta y tus otras historias.
Gracias por el esfuerzo que haces para escribir con todo el trabajo que tienes detrás en tu día a día. Eres una mujer fuerte, 💪👌🥰
Siiiiiii que emoción, por fin, Lila vivio su amor igual que sus abuelos, solo que esta si fue un pelin mas peligrosa jejeje. Pero el objetivo se cumplio. Que felicidad. Gracias Ana por tus maravillosas historias, por tus esfuerzos, por sacar tiempo para todo, eres una guerrera, aun no se como le haces. Mi total admiración. Gracias, gracias miles.
Que buen final…se merecen ser felices y estar tranquilos después de tantas cosas que pasaron…que Lila triunfe con sus diseños de niñas y retome la elaboración de trajes de novia…y Antonio igual haga crecer los negocio de la familia que tan bien lo acogió…Gracias Ana…por regalarnos está linda historia…y si No entendí mal…va a ver una historia para Pablo y Tú es…siiiiii…esperaré con Ansias…..Por cierto tienes mucho material para seguir escribiendo y nosotras disfrutando de tu maravilloso talento…faltan la historias de algunos adultos…y porque No de los hijos de estos jaja..pido mucho lo se..
Perdón…pero Piensalo fuera fantástico…jajaja…esperamos seguir sabiendo de este par en las otras historias…Solo se quedaran con Mena…no tendrán mellizos jaja…
Por fin paz y tranquilidad para estos dos!!!
Muchas gracias Escritora Ana Martínez💐
Tu vida querida y admirada Ana merece los mismos intermedios felices que nos brindas con tus historias por todas las emociones y enseñanzas que transmites con tu talento.
Gracias mil por esta bella historia de amores cruzados y poderosos.