TAZARTE
La junta con el presidente de la fundación Canarias fue en realidad productiva y terminó con un ofrecimiento de trabajo que no me esperaba: hacerme director principal de la orquesta juvenil de la fundación.
Jamás pensé que me ofrecieran ese puesto. En realidad, yo había venido como director invitado y sustituyendo de alguna manera al antiguo director, un viejo maestro de la escuela al que le tengo mucho cariño. Por eso, no sé si la decisión que tomé es la correcta.
Aun así, el presidente, me dio tiempo para pensarlo, aunque no mucho. Quieren que la fundación participe en noviembre en la celebración «Latinoamérica en fiesta», representando a algunos países de Latinoamérica y sobre todo a México, a través de la música.
—La fundación también participará con una exposición de paisajes latinoamericanos y celebridades. Las fotos fueron tomadas por mi suegra y por su hija —me comentaron.
La idea me gusta mucho, pero antes de aceptarla por completo, tengo que comentarlo con mis padres y asegurarme de que me quiero quedar por un lapso de cinco años en Madrid. Tendría que cambiar toda mi vida, mudarme de América acá y volver a acostumbrarme, ¿valdrá la pena hacerlo?
Apenas entregué el pase que me dieron en la recepción al entrar, checo mi reloj de pulsera y me percato que me he tomado más tiempo del que debía. Prometí que hoy me vería con unos amigos y visitaría el conservatorio, pero no me ha quedado ya tiempo para eso, supongo que tendré que dejar todo eso para mañana y hoy dedicarme a pensar la oferta.
Así, mientras saco mi móvil para enviar un mensaje, me acerco a la orilla de la calle para pedir un taxi. Me quedo completamente sorprendido, cuando un Ferrari se detiene frente a mí. La ventana se abre, y momentos después escuchó una voz llamándome.
—¿Pediste un Uber?
Me acerco un poco más para ver por la ventana y me percato que la persona dentro es Jo, la prima de Daniel.
—No creo que haya pedido uno y mucho menos tan caro.
—Sube —dice con seguridad—. Te llevo a donde quieras, aunque me gustaría que nos fuéramos a tomar un café. —Me quedo en silencio porque no sé qué responder y mucho menos qué es lo que quiere ella conmigo—. ¡Venga, vamos!, es un paseo gratis en Ferrari—. Ella abre la puerta y sus ojos azules se clavan en mí. Debo admitir que su mirada es muy convincente y bastante autoritaria, por lo que me subo sin alegar más—.¿A dónde vas? —me pregunta.
—Voy al hotel Lafuente, ahí me hospedo.
—Excelente. Podremos tomarnos un café en el restaurante de la piscina, o un vino, si gustas —comenta.
Jo arranca el auto, y puedo sentir el motor en mi asiento. Ella sale del pequeño camellón que hay frente a la fundación y con agilidad, se incorpora a la calle.
—Pensé que nunca saldrías. Llevo casi dos horas esperándote.
—¿A mí?
—Sí, es de suma importancia que hable contigo.
—¿Conmigo?
Jo voltea a verme.
—¿Acaso contestarás con una pregunta todo lo que te digo?
—No, pero te advierto que tengo muchas, así que no te sorprendas si te vuelvo a preguntar.
—Bien.
Jo da una vuelta y se incorpora a otra calle. Debo admitir que es muy buena manejando y que se ve bastante sexi manejando un auto así.
—¿Qué pasa?, ¿te sorprende que maneje un Ferrari y no un BMW?
—Así es.
—Me gustan los buenos autos. Así que en cuanto supe manejar y tuve mi licencia, me compré uno.
—¿Te compraste?, tienes como 20 años —expreso.
—Soy un poco más grande. Y sí, me lo compré yo. Tengo mi propia empresa desde los 12 años, así que he ahorrado bastante dinero en la cuenta que mi madre me abrió. Y antes de que preguntes: no, mis padres ya no me mantienen y sí, yo me pago todo.
—No iba a decir nada —aclaro.
—Aun así, te lo digo de una vez. En fin.
—Y, ¿qué es lo que haces? —continúo hablando, mientras noto cómo recorremos las calles a velocidad media.
—Guarderías. Tengo muchos primos y sobrinos, de ahí me surgió la idea.
—Entonces, eres emprendedora.
—Lo era, ahora soy una empresaria.
Jo se detiene, y me percato que hemos llegado a la entrada del hotel Lafuente. Ella abre la puerta, y el joven del valet parking le da la mano para que ella salga.
—Estaciónalo cerca, no voy a tardar mucho.
—Sí, señorita Carter —responde.
Otro valet me abre la puerta a mí. Juntos, Jo y yo , caminamos hacia la entrada del hotel y nos dirigimos al restaurante cerca de la piscina. Mientras caminamos por el corredor que nos llevará a la parte de afuera, Jo no deja de ser saludada por los trabajadores y por algunos de los huéspedes.
—Veo que eres bastante popular —comento, al llegar a nuestro destino.
—Bueno, gracias a mis guarderías ellos pueden dejar a sus hijos en un lugar seguro y a bajo costo, así que posiblemente eso me dé popularidad, ¿vino o café? —me pregunta, cuando el mesero se acerca a nosotros.
—Vino.
—Santander reserva, por favor —le pide.
En ese instante, Jo saca su móvil de la bolsa, busca algo y me enseña la pantalla.
—Este eres tú —me asegura, no me pregunta.
Veo mi foto en la aplicación de citas y asiento con la cabeza.
—Así es, ¿por qué tienes aún mi foto?, borré mi perfil hace dos semanas.
—Le tomé captura de pantalla a tus datos. Sé que me preguntarás por qué, así que ahí va la situación. Yo hice un perfil en esa aplicación.
—¿Tú? Creo que te equivocaste de aplicación —respondo entre risas.
—No para mí, para Daniel, mi primo.
—¿Para él?
—Solo déjame explicártelo, ¿vale?
El vino llega a la mesa, Jo toma su copa y da un sorbo, haciendo que se me antoje mi propia copa.
—Daniel. —Inicia—. Estoy buscando un novio para mi primo.
—¿Qué no puede hacerlo él?
—No quiere hacerlo. Mira, Daniel está renuente a empezar de nuevo una relación. Tuvo una experiencia muy fuerte hace tiempo, y tiene miedo de que algo suceda. Fue un acto de homofobia que casi lo mata a golpes. Quedó asustado y ahora se refugia en sí mismo, pero sé que quiere encontrar a alguien.
Ahora entiendo parte de la reacción de Daniel cuando le pregunté sobre los ataques de pánico.
—Así que yo le hice este perfil y le escogí algunos candidatos que consideran con sus gustos y que tuvieran pasatiempos afines y le programé algunas citas. Todas han sido un fracaso.
—Me pregunto por qué —habló en tono irónico.
—Bueno, sí, tal vez no soy muy buena en escoger citas, pero al menos logré que Daniel saliera de su escondite. Ahora, él, ha tomado le cargo de la aplicación.
Por eso Fîtflirt lo contactó, pienso.
—Bien, ¿qué tengo que ver yo en esto?
—Qué justo cuando Daniel me pidió que no le escogiera más personas, tú eras el siguiente en turno.
—¿Yo? —pregunto, tomando una pose de jefe sobre la silla.
—Sí, tú. Eras el siguiente para concertar una cita y después ya no se pudo. Comparten gustos similares, y pasatiempos, y por eso te escogía. Así que ahora que te veo con él y que al parecer no se llevan tan mal, creo que es el destino.
Me río, lo hago tan fuerte que llamo la atención de media piscina.
—¿Destino?
—Sí, destino. Sin que yo hiciera algo o Daniel, coincidieron, es el destino. Así que ahora falta que le dé un empujón.
—Espera, espera, espera… ¿Me estás diciendo que quieres que salga con Daniel?
Jo asiente.
—¿Cómo sabes que a mí me atrae Daniel?
—¿No te gusta?, es muy guapo.
—No solo es eso Jo. Además, Daniel no está interesado, y creo que nuestro primer encuentro no fue del todo bueno. Así que, olvídalo.
—¡No! —insiste—. Te lo pido, debes conocerlo, es destino.
—Y dale con el destino.
—Daniel es un gran hombre, tienes muchas cualidades y pasatiempos interesantes. Es simpático, lindo y alegre. Escucha a las personas y tiene gran corazón. Solía cantar por toda la casa burlerías y hacía bromas y… —En eso a Jo se le corta la voz y sus ojos comienzan a brillar por las lágrimas—. Es un hombre que se merece amar y ser amado, pero apagaron su luz y sus esperanzas y ahora vive escondido y temeroso. Solo necesita una oportunidad, solo necesita que alguien se acerque y lo conozca en el interior. Es lo que necesita para sanar.
Jo se limpia las lágrimas y luego toma un sorbo enorme de vino. Yo hago lo mismo. Ella, vuelve a meter la mano en su bolsa y saca un móvil, lo pone sobre la mesa.
—¿Esto qué es?
—Es tuyo. Puedes usarlo para comunicarte con él.
—¡Guau! —expreso sorprendido—. Primero un paseo en Ferrari y ahora un iPhone. Siento que me estás comprando.
—No, solo te estoy dando el medio para que lo conozcas.
—Jo, no te ofendas, pero puedo costear mi propio móvil. —Se lo regreso.
—No es eso. Este es el móvil con el que abrí el perfil en la app. Es un número completamente desconocido para Daniel, y lo puedes usar para platicar con él.
—¿Qué? —pregunto, sorprendido—. Yo puedo darle mi propio móvil.
—No, porque jamás conocerás así a Daniel. Si ya te conoce y tuvieron un momento no grato se cerrará por completo y adiós. Si finges ser uno de los chicos de la app de citas o no sé, te inventas una historia buena, captarás su atención. Él necesita romance, y como las cartas son del 1800, lo tendrás que hacer por WhatsApp.
Río de nuevo.
—¿Y por eso no le puedo dar mi número?
—No. Porque si aceptas el trabajo en la orquesta, estarás cerca de mi familia y en algún punto Daniel obtendrá tu número y se percatará que ya lo tiene registrado y que su misterioso amigo siempre fuiste tú y se sentirá engañado y cerrará toda posibilidad ante ella amor.
—¿Cómo sabes qué…?
—Sé cosas… —responde sin más.
Suspiro.
—A ver si te entendí: quieres que finja ser otro chico de la aplicación, platiqué con él mediante WhatsApp, lo conozca y vea si me gusta o no, y después lo invite a salir.
—Sonaba mejor en mi cabeza, pero es algo así.
—Y, ¿qué pasará cuando lo invite a salir?, si es que lo invito.
—Improvisaremos sobre la marcha —responde, segura, como si ya hubiese aceptado.
—Improvisar —repito.
—¿Ese es un sí?
—Es un “subiré a mi habitación”.
—Dame tu móvil —responde, ignorando mi respuesta.
—¿Cómo?
—Te daré mi móvil. Lo guardas y si te decides o necesitas algo, me llamas.
—¿Qué necesitaría de ti si no lo haré?
Ella sonríe.
—Lo harás. Tengo la corazonada. —Jo marca su número, y después de dos tonos de llamada, me entrega mi móvil—. El teléfono de mi primo ya está guardado en el móvil. Solo envíale un mensaje. Y no te pongas tu foto de perfil o algo relacionado que le dé pistas. Inventa algo.
Me pongo de pie.
—Fue raro conocerte…
—Para mí, un placer. El destino ha hablado.
—Destino… en eso resumes todo esto.
Jo ya no me responde, simplemente se pone de pie y sale del restaurante sin antes decirle al mesero que le envíe la cuenta a su correo electrónico. Después, me deja solo.
Salgo del restaurante para dirigirme hacia mi habitación y descansar, cuando subiendo al elevador me alcanza el mesero; en sus manos lleva una botella.
—De parte de la señorita Carter. Me indicó que le dijera: felicidades por tu nuevo puesto.
Tomo la botella, y las puertas del elevador se cierran.
—¿Qué le asegura que aceptaré? —digo para mí mismo.
Pero luego recuerdo que ella sabe cosas.
***
He hablado con mis padres acerca de la propuesta de la fundación, y el grito de emoción de mi madre fue la respuesta que me dio. A ella le parece fabuloso que regrese a Madrid después de tantos años fuera de aquí, y que ahora esté más cerca de casa y los pueda ir a visitar o ellos venir. Ellos viven donde nací en la Isla de Tasarte, por eso el origen de mi nombre.
Ahora que mi padre está retirado, podrían venir a verme, tocar, y recorrer las calles. Posiblemente, a ella también le guste hacer otras cosas menos aburridas. Tal vez pueda tener mi propio piso, y no un cuarto de estudiantes donde apenas y cambia sin mi instrumento, y dónde no tenga que comprar comida enlatada a falta de refrigerador.
Creo que es buena idea. Además, me ofrecieron un piso en el barrio de La Latina y hoja blanca en todo lo que necesito para mejorar la orquesta: instrumentos, atriles, uniformes. En realidad, puedo hacer lo que desee, quieren que el legado de Fátima continúe.
Así que, aunque todavía no acepto el trabajo, he comenzado a jugar con la idea de lo que podría preparar para la semana de Latinoamérica en fiesta. ¿El danzón número dos?, ¿Fuga con pajarillo?, ¿Huapango?, ¿Estancia Suite?
¿A Daniel le gustará la música de concierto?, viene a mi mente, desviando mi atención de la lista que estoy haciendo.
—Claro que sí, idiota. Su madre es bailarina —respondo en voz alta, sin poder evitarlo—. Además, ¿por qué te interesa?
¿Por qué ella dijo que comparte gustos similares?, pienso.
—¡Cállate!
No me puedes callar, yo soy tú… y estás pensando en él.
—Claro que no.
Claro que sí. ¿No te da curiosidad saber en qué podrían coincidir?, dice mi diálogo interno.
Levanto el rostro y puedo verlo reflejado en el espejo de la habitación. Estoy confundido, muy confundido. Esa mujer Jo me ha puesto un hechizo.
No te hechizó. Simplemente, te dio justo en el punto débil… la curiosidad.
—¿Cómo sabía ella que la curiosidad es mi punto débil?
Porque ella sabe cosas.
—No estoy loco, solo soy una persona creativa que habla con su conciencia.
Veo más allá de mi reflejo, y noto el móvil que me dio Jo. Por alguna razón llegué y lo conecté para cargar la batería y ahora está en pleno funcionamiento. Así que me pongo de pie, y voy hacia el buró y lo tomo. No tengo que buscar su número porque es el único que está agregado ahí.
Observo su foto de perfil, es él, vestido de manera informal, abrazando a un perro salchicha en un jardín. Debajo de esta, la frase: “Nuestro destino se define por lo que elegimos y por lo que decidimos dejar de lado”, llama mi atención.
—Destino, al parecer es la palabra del día —murmullo.
Dejo el móvil sobre la cama, y me volteo.
¿En verdad no quieres averiguar el porqué todo coincidió?
—No.
Sí, si quieres, Tazarte. Solo manda el mensaje.
—¡Dios!, ¿cómo te odio en este momento?
Mándalo, mándalo, mándalo.
—¡Bien!, lo haré. Pero si no me contesta en cinco minutos me olvido del asunto —contesto. Los del hotel pensarán que estoy loco.
Entonces, con las manos firmes, abro mi perfil, cambio la foto que dejó Jo por una más acorde y después, escribo las cuatro letras:
Hola
Me quedo viendo la pantalla sin parpadear. De pronto, mi rostro si ilumina por la luz de la pantalla.
Bueno, eso fue rápido, me digo. Para después sonreír.
Que interesante se viene presentando, a la espera de más capítulos…
Siguiendo el camino del destino con algo de dudas
Me encantó!
Q lindos
Gran prima Jo, haciendo de celestina…y sí, ella sabe cosas 😉. Y si, muy buen comienzo….
Jajajaja Jo es lo maximo y sabe cosas jajajajaja. Destino, asi es. Qur emocion. Espero cusndo Daniel se de cuenta q es el. No se lo tome a mal como burla o algo asi. Confiemos en Jo y el destino.
Jo siendo Jo es genial y todo es tan normal para ella y buena para convencer 🤭🤭🤭 tanto que Tazarte ya cayó 😝😝😝 ahora a ver cómo se desarrolla eso y que Daniel se relaje un poco que fluya 🙏🏼🙏🏼
Sé que dije que hicieras lo tuyo, Jo. Pero en mi mente no estaba esto… No sé cómo resultará tu “empujoncito”… Espero que bien, aunque no dudo de tu buen corazón y tu buena intención por el amor que le tienes a tu primo. Pero considerar sus sentimientos si se llega a enterar de tu ayuda, haría sido lo primero.
Ay Jo, espero que sepas con esa mirada de gatico de Shrek lograr que Daniel no se cierre cuando sepa todo…