David 

(Noviembre) 

⎯Burgos no es buen director de operaciones, y lo sabes. La mayoría del tiempo, necesita ayuda, y sabes que puede cometer errores. 

Nadir toma un sorbo del café que pidió hace unos minutos y que mi asistente trajo con una sonrisa. 

Suspiro. 

⎯Sé que no lo es, pero, no tengo en otra persona en qué confiar. Tú no quisiste serlo cuando te lo pedí. 

⎯Porque lo mío no es esto. Además, ya tengo suficiente administrando los hoteles, no puedo hacer más, estoy lleno de trabajo ⎯responde⎯. ¿No puedes contratar a alguien más? 

⎯No, en este momento la empresa no está para meter a alguien nuevo al ruedo. Además, le prometí a Fátima que no me ocuparía de más. Intentaremos tener un hijo a inicios del próximo año, así que no quiere que esté todo el tiempo en la oficina. 

⎯Lo entiendo, lo entiendo… legado ⎯contesta. 

Nadir se pone de pie. Su altura me impacta, pero no porque yo esté más bajo, si no por su tipo de cuerpo, hace mucho ejercicio, así que sus hombros resaltan y su pecho se ve grande y formado. Siempre trae el cabello corto y bien peinado, y la barba perfectamente bien arreglada. Su rostro es serio, pero el hombre tiene muy buen humor cuando está en confianza. Lo más importante es que está enamorado profundamente de Amira, así que ella no tiene celos de las mujeres que se le acercan. 

Mi concuño en realidad es muy guapo, demasiado, y fue un soltero muy codiciado. Fue Amira quien ganó su corazón, y ella se siente orgullosa de eso, sobre todo porque se lo puede restregar en el rostro a Sarahí. 

⎯¿Quieres que te recomiende a alguien? ⎯me pregunta. 

Niego con la cabeza. 

⎯No, por el momento no. Prometo que vigilaré a Burgos de cerca. En este momento la empresa no está para un cambio así. 

⎯Bien, como tú digas. 

Me pongo de pie para dirigirme hacia mi escritorio. 

⎯¿Vendrás este fin de año a la fiesta que haremos en el piso en Madrid? ⎯pregunto. 

⎯Vendremos. Amira lo tiene agendado desde diciembre del año pasado. Fátima le insistió mucho. 

⎯Bueno, desde que Sarahí ha estado fuera del mapa, ellas han tenido la oportunidad de acercarse más ⎯explico. 

⎯Sí, esa mujer es mala hierva. En fin. Debo irme, tengo dos juntas que atender ⎯ avisa. 

Me acerco a él y ambos nos despedimos con un apretón de mano, lo suficientemente fuerte para que se note la seguridad y el poder que él sabe que tiene. 

⎯Sigue mi consejo, David. Sabes que somos familia y me agradas. Pero tarde o temprano tienes que tener un aliado en tu propia empresa. No puedes ser todos los puestos, y tomar todas las decisiones. 

⎯Te lo agradezco ⎯respondo, porque sé que lo que me dice es verdad, pero en este instante no puedo hacer nada, simplemente debo resolver las cosas sobre la marcha. 

⎯Hasta luego. Salúdame a Fátima y suerte con el bebé. 

⎯Gracias ⎯respondo. 

Nadir toma su abrigo y antes de salir por la puerta se lo pone sobre los hombros. Momentos después la abre y me deja solo en la oficina. 

La junta con Nadir no era algo que me esperara. En realidad, él vino para contarme algo más sobre los hoteles y las nuevas sedes que abrirá en España, y salió la plática sobre mi medio hermano y su poca experiencia como presidente de Operaciones. 

Debo admitir, que desde que me enfermé, dejé la empresa un poco en sus manos para poder recuperarme, pero cometió unos errores que fueron bastante notorios y por los que ahora tengo que responder. 

Sé que necesito un aliado, a alguien en quién pueda confiar con los ojos cerrados y saber que la empresa estará bien si me ausento por unos días. No obstante, no tengo a esa persona conmigo, así que tendré que esperar y aguantar un rato más. 

Veo de reojo el reloj de la oficina, y me percato que son las 2:00 de la tarde y es hora de ir a comer. Fátima seguro ya está a punto de ir a recoger a David al colegio, y después se irá a ver cosas de la fundación. Tengo muchas cosas que hacer, pero no me siento con ganas, creo que lo mejor será descansar y mejor enfocarme el día de mañana; la plática con Nadir si me ha tomado con la guardia baja. 

Entonces, tomo mi abrigo, y salgo de la oficina. La mirada de mi asistente es de sorpresa, al notar que me estoy yendo un poco antes de la hora.

⎯¿Señor? 

⎯Hazme una reservación en el restaurante italiano que tanto le gusta a mi mujer. Para tres personas a las 2:30 pm. 

⎯Muy bien, señor. ¿Va a regresar? 

⎯No. Tengo asuntos personales. Nos vemos mañana.

⎯Hasta mañana, señor. 

Sé que mi asistente está feliz de que no regrese. Se quedará un poco después de su hora de comida y después pondrá el contestador para irse a casa. La comprendo, estamos en noviembre, el frío ya está en al aire y se respira las fiestas decembrinas, cualquiera quisiera estar en casa y no en una oficina. 

Así, salgo del lugar y le indico al chofer que me lleve directo a casa para ver si puedo alcanzar a Fátima. Hoy solo quiero disfrutar mi tiempo con ella y con mi hijo. Hoy quiero planear nuestro futuro, hablar sobre el tratamiento y asegurarme de que ella está bien. Soñar que posiblemente, el próximo año, seremos padres, y que nuestra familia estará completa. 

***

La comida fue toda una sorpresa para Fátima y, al parecer, fue algo que deseaba. No tenía humor de comer en la casa, así que todo salió a pedir de boca. Al parecer, las envidias y las habladurías están a la orden del día, y hay varias personas que, en lugar de alegrarse, solo quieren verla fallar. 

Por suerte, yo entiendo sobre eso, así que le aconsejé lo mejor que pude y después nos concentramos en hablar del tratamiento. La fecha de viaje a Nueva York está agendada, y las esperanzas están en el aire. Es nuestra última oportunidad, o al menos eso me hizo saber ella, y debe salir bien. 

 ⎯Me gustaría ir a Fátima para pedir por nuestro embarazo ⎯me dijo, mientras el auto se detiene en frente de la casa y David abre la puerta para salir corriendo⎯. ¡Solo jugarás por 30 minutos David, después irás a equitación! 

⎯¡Sí! ⎯grita, entrando a la casa y dejándonos solos afuera. 

Fátima suspira. 

⎯Quiero ir después de Navidad. 

⎯¿Después de Navidad?, ¿por qué en esa fecha? 

⎯Porque estaré cerca del fin del año y más cerca del inicio. Siento que si lo hacemos así, estaremos más cerca de que el milago se cumpla. Además, tengo que aprovechar lo más que pueda a Mandy. 

⎯¿Por qué? 

⎯Hoy Mandy me avisó que nos deja. 

⎯¿Cómo? ⎯pregunto, bastante impactado. 

⎯Así es. Se casará. Le pedí que se quedara y que podría vivir con su esposo en la casa, pero se irán a vivir al norte, por lo que no hay forma de convencerla. 

⎯David estará destrozado. 

⎯Lo sé. No sé cómo decirle. Todavía tengo tiempo pero, el momento llegará, así que debo de apurarme. 

Fátima sale del auto con ayuda del chofer, y yo salgo del otro lado. Ambos nos juntamos en la entrada para caminar hacia la puerta. 

⎯Supongo que me dirá después. 

⎯Sí. Le prometí que le daríamos un buen regalo de bodas aparte de su finiquito por los años que estuvo de servicio. Ojalá pudiéramos darle algo más, se lo merece. 

⎯¿Cómo qué? ⎯pregunto, bastante interesado. 

⎯Una casa. 

⎯¿Una casa? 

⎯Sí. Sería un buen regalo de boda. Una casa para que inicie su vida.

⎯Creo que estás siendo demasiado generosa con Mandy ⎯le contesto. 

Fátima voltea a verme, y con una mirada que ronda entre lo serio y lo coqueto me responde: 

⎯Mandy se merece una mansión. Ella ha sido la niñera de David desde que nació. Fue confidente de Alegra y luego la mía. Me duele que no esté presente para cuidar a mi bebé, pero así es la vida. Tengo que agradecerle de la mejor manera posible. Sin ella, tus días después de la muerte de Alegra, hubieran sido un desastre. Se la debes. 

No me agrada mucho que Fátima me recuerde esa parte de mi vida, y mucho menos que hable tan directo sobre Alegra. Pero ella es así, se niega a no pronunciar su nombre y a esconderla. 

⎯Bien. Una casa será. Solo debo saber dónde comprarla. 

⎯Y yo te lo diré. Debe ser una buena casa, David. Con un bonito jardín y espacio para la familia que quieran tener, ¿entiendes? 

⎯Entiendo ⎯contesto. 

Ambos entramos al recibidor y antes de que suba las escaleras la tomo de la cintura, y la acerco a mí. Ella se sonroja. 

⎯¿Qué pasa? ⎯pregunta, entre pequeñas risas. 

⎯Nada. Solo quiero saber si yo pronto tendré un regalo ⎯le digo. 

Ella sonríe. 

⎯Bueno, por ser un hombre que da regalos extraordinarios, tal vez esta noche obtengas uno. 

⎯Me agrada esa idea. Y, tienes razón, debemos aprovechar a Mandy lo más que podamos, así que hoy iremos a un hotel. 

⎯¡David! ⎯me reclama⎯. ¿Qué tipo de ideas son esas?, ¿quién crees que soy? 

⎯Venga, Fátima. Quiero poder hacerte el amor sin preocuparme de que David toque la puerta y quiera dormir en medio. Vamos. 

Ella se muerde el labio. 

⎯Bueno, pero, no le digas a nadie. Una señora decente… 

⎯Nadie lo sabrá. Será nuestro secreto ⎯le prometo. Me acerco a su oído⎯. ¿Crees que puedas llevarte esa lencería roja vino? ⎯le murmuro. 

⎯¡David! ⎯expresa, pero luego responder en voz baja⎯. Vale, pero no le digas a nadie. 

Amo a Fátima. Debido a su educación es una mujer muy reservada y tímida, y por alguna razón eso me vuelve loco. Me gusta sacar su lado sexy y atrevido. Nos divierte y me hace sentir vivo. 

Fátima me da un beso sobre los labios. 

⎯Con jardín ⎯me recuerda. 

⎯Con jardín ⎯repito, para luego verla alejarse de mí. 

No me quedo solo por mucho tiempo porque, en seguida, Esme aparece a mi lado. 

⎯Señor, Canarias, bienvenido. 

⎯Gracias. 

⎯Mientras estaba ausente tuvo una llamada. 

⎯¿Una llamada? 

⎯Sí. Me dijo que llamaría a las siete de la noche. 

⎯Y, ¿quién llamará? ⎯pregunto. 

⎯También me dijo que era secreto. Que solo le pidiera, que estuviera pendiente. 

Suspiro. 

⎯Esme, sabes que no me agradan mucho esas llamadas sospechosas.

⎯Lo sé. Pero se notaba amable y sincero. Creo que solo le quiere sorprender. En fin, ese es el mensaje. 

Veo mi reloj de pulsera y me percato que faltan dos horas para las siete de la noche. ¿En verdad esperaré dos horas para saber quién me llama? 

⎯Bien. Cuando llame pasas la llamada a mi despacho. Estaré ahí. 

⎯Sí señor, claro que sí. 

Dejo mi abrigo en el perchero de la entrada y voy hacia mi despacho. Al entrar, prendo la chimenea y me recuesto sobre el sofá. La temperatura de la habitación comienza a subir y poco a poco voy quedándome dormido. Supongo que hoy la casa quiere que esté aquí. 

19:00 hrs. 

⎯¿Señor?, ¿señor? ⎯Escucho la voz de Esme y momentos después siento su mano sobre mi pecho⎯. ¿Señor David? 

Abro los ojos y veo a Esme con la sonrisa de siempre y con el teléfono inalámbrico en la mano. Me levanto de inmediato. 

⎯Su llamada. 

⎯Gracias, Esme ⎯le agradezco, y me pongo el teléfono en la oreja⎯. ¿Diga? 

⎯¡Vaya!, pensé que tendría que gastar otra llamada de larga distancia para poder encontrarte. ⎯Escucho su voz, y una sonrisa se refleja en mi rostro. 

⎯¡Tristán! ⎯pronuncio, lleno de alegría. 

⎯David Canarias. ¡Qué bueno encontrarte en casa!, pensé que estarías en la oficina, sumido en papeles y planeando como conquistar el mundo. 

Me río. En verdad estoy feliz. Escuchar de nuevo de mi mejor amigo, de mi hermano del alma, me llena de felicidad. Además, Tristán se escucha bien, en su voz, sé que ha cambiado. 

⎯¡Qué milagro que me llamas!, la última vez que supe de ti fue cuando te fuiste a vivir a México. 

⎯Sí, bueno, estoy bien. Muy bien. Si te preguntas ya no estoy en drogas y tomo moderadamente. 

⎯Me alegra, pero, no era lo que te quería preguntar. 

⎯Aun así te lo digo. También tengo que decirte que tuve una hija. 

⎯¡QUÉ! ⎯expreso, bastante sorprendido. 

⎯Así es, mi Luz. Lo mejor que me ha pasado después de Ximena. Vivimos en un pequeño piso en México y somos muy felices. Y por eso, es el motivo de mi llamada. 

⎯¿Para presumirme que eres feliz? ⎯bromeo. 

⎯Sí, y para invitarte a mi boda. 

⎯¡Qué!, ¿te vas a casar? ⎯Tan solo de escuchar la noticia, me pongo de pie y camino hacia la ventana⎯. No lo puedo creer. 

⎯Sí, me caso en diciembre y quería invitarlos. Será una boda grande y bueno, me gustaría que vinieras. Me caso el 28 de diciembre. 

Escucho la fecha y el corazón se me parte. 

⎯¡Dios! ⎯murmuro. 

⎯¿Qué?, ¿no puedes? ⎯me pregunta. 

⎯No y no es por trabajo. Mira, Fátima y yo hemos intentado tener un bebé desde hace mucho, y los hemos perdido. 

⎯Lo siento, de verdad ⎯me responde. 

⎯Justo hoy me pidió que quisiera ir a Fátima a pedir por nuestro próximo intento, y justo me dio esa fecha. Esto es importante para los dos y no puedo cancelarlo. Lo siento de verdad, hermano. 

Tristán suspira. 

⎯Has cambiado. 

⎯¿Cambiado? ⎯pregunto. 

⎯Sí. Antes ponías el trabajo delante de todo y ahora pones a tu familia, y me alegro, quiere decir que eres diferente. 

⎯Gracias. Pero de verdad me hubiese gustado estar ahí, lo sabes. 

⎯Lo sé. No te preocupes. 

⎯Pero, puedo darte un regalo de bodas. Digo, al parecer, este día es el ideal para que yo regale cosas extraordinarias. 

⎯No gracias, hermano. No deseo nada. 

⎯¿Qué te parece una luna de miel, eh? Toda pagada al lugar qué tú decidas. Solo dime y yo te lo doy. 

Tristán se queda en silencio por un segundo. El silencio indica que está pensándolo y que le cuesta tomar el regalo. Siempre ha sido orgulloso, y ahora, al haber conseguido su máximo sueño, supongo que estará aún más. 

⎯No planeaba hacerlo, pero, creo que sería una gran oportunidad de llevar a Mena a París. 

⎯¿A París? ⎯pregunto. 

⎯Sí. Mi mujer tiene la ilusión de conocer París y bueno, me encanaría llevarla. 

⎯¡Perfecto!, entonces te regalo un viaje a París, todo pagado para tu esposa y para tí. Ya verás, avión en primera clase, los mejores hoteles… 

⎯No, no, no ⎯me interrumpe⎯. Nada de primera clase y hoteles. 

⎯¿Por qué? 

⎯Porque no. Si me vas a regalar algo que sea sencillo. Mena no aceptaría todo el lujo y tanta elegancia. Solo un hotel bueno y dos asientos en la puerta de emergencia. 

Por el tono de seriedad, sé que Tristán está hablando en serio. También noto lo cambiado que está y lo maduro que ahora es. Mi amigo es otro y lo agradezco. 

⎯Bien, pero, ¿vendrás a visitarme? Haré una fiesta de fin de año en Madrid y me encantaría que asistieran. También te regalaré los boletos y te hospedarás en un hotel sencillo. 

Tristán se ríe. 

⎯Bien, por qué no, me dará gusto verte y a Fátima también. Quiero saber cómo ha crecido el pequeño David. 

⎯Te sorprenderá, se parece mucho a su madre ⎯digo con melancolía. 

Y de pronto, con Tristán, tengo unas ganas enormes de hablar sobre Alegra. 

⎯Vale, entonces… ya quedó. Le daré a Mena la sorpresa. 

⎯Dile que tú lo planeaste, ¿vale? ⎯le pido. 

Tristán vuelve a reír. 

⎯Vale. Gracias por darme ese crédito. 

⎯Te lo mereces. Entonces, ¿nos vemos en unas semanas? 

⎯En unas semanas… ⎯responde. 

⎯¡Tristán! ⎯pronuncio su nombre, antes de que termine la llamada⎯. Felicidades y me alegra que te hayas acordado de mí. 

⎯Siempre me acuerdo de ti, amigo, te quiero. 

⎯Te quiero ⎯pronuncio las palabras y la llamada se corta. 

Me quedo que la sensación de nostalgia y felicidad. Escuchar su voz, me recordó lo mucho que necesito un amigo, confiar en alguien, hablar de cosas que no le puedo contar a Fátima. Tristán necesitó alejarse de aquí para encontrarse, pero a la vez se alejó de mí. Quiero pensar que esta llamada es el anunciado regreso de mi mejor amigo y que el universo me está diciendo algo. Tal vez sea el momento de pedirle que se quede.

4 Responses

  1. No sabía que extrañaba tanto esta historia hasta hoy que leí este nuevo Capítulo.
    Mil gracias Ana y que bien se siente saber de Tristán nuevamente.

  2. Qué lindo regreso de los amigos que se quieren. Con razón no estuvo en el matrimonio de Tristán.
    Gracias Ana!

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