DANIEL 

-Unos momentos antes de que Tazarte envié el mensaje – 

—¿Otra vez ustedes? —nos da la bienvenida Anya, la nueva bar girl del bar de Cho. 

David y yo nos sentamos en el lugar de siempre, a la esquina izquierda de la barra, y nos quitamos los sacos. 

—Este es nuestro bar, Anya, solo te lo recuerdo —responde David, con una sonrisa. 

—Pensé que el bar era de Cho. 

Cho and Company, y compañía por si no sabes inglés —señala. Yo me río. 

Anya se hace para adelante, poniendo todo el peso de su cuerpo sobre la barra y quedando frente a frente con David. 

—Sí sé inglés y mejor que tú —lo reta. 

La tensión sexual es evidente entre los dos, aunque simplemente nunca llegarán a nada. David es novio de Ana Carolina Santander y jamás se le ocurriría ser infiel. Ambos sabían que su relación no pasaría de esto, así que solo disfrutaban el minuto en el que intercambiaban miradas. 

—Bueno, si ese es el caso. Two beers for my cousin and I, por favor —pronuncia. 

—Se dice please —le reclama ella. 

—Yo encantado de complacerte, pero hay algo que me lo prohíbe.

—¿Esta barra, quizás? —pregunta, en tono sensual. 

—No. Que ambos tenemos parejas. 

—¡Ah! —expresa ella, bastante decepcionada. 

Anya sonrío. Se hizo un poco hacia delante, casi tocando los labios de David, pero lo tomó de impulso para bajarse de la barra. 

—Eres insoportable —le reclamó, para luego reírse. 

David ya no respondió nada, simplemente se deshizo el nudo de la corbata y después se la quitó, metiéndola en dos movimientos a la bolsa lateral de su saco. 

—Si sabes que Anya se muere por ti —le recuerdo, como cada vez que venimos aquí. 

—Lo sé. Pero las cosas han quedado claras ya y sabe que todo esto es lo que le puedo ofrecer. Sabe que no tiene oportunidad. 

—¿En verdad lo sabe? 

—Lo sabe. Además, jamás me atrevería a cruzar el límite de un flirteo. Ana Caro será mi prometida, y le debo fidelidad. Pero, no me cambies de tema, muchacho. Dime, ¿a qué hemos venido aquí?, ¿no me digas que ahora tu propuesta es caer en el alcoholismo? Porque si es así, seríamos pioneros en la familia, pero nadie lo vería bien. 

Suspiro. En realidad, no quería contarle a mi primo nada de lo que sucedió con Tazarte; sin embargo, si no lo hago, sé que no podré dormir esta noche. 

—Solo para asegurarme de que en realidad fui un idiota. 

Las cervezas llegaron de la mano de Anya, y David le guiñé un ojo. 

—Thank You —le dice. 

—Presumido —contesta ella, cerrando el ojo en forma coqueta. 

—¿Me vas a escuchar? —interrumpo, un poco molesto. 

—Lo hago, lo hago —contesta, volteando y clavando su vista sobre la mía. 

—Soy un idiota —inicio. 

—¡Una gran tesis que podría discutirse! —expresa. 

—No, en realidad lo soy. Hoy la cagué con Tazarte. 

—¿Tazarte?, ¿el director? —pregunta, bastante interesado. 

—Sí, con él. Hoy lo llevé a la fundación porque tenía una cita, y en el camino platicamos. Me preguntó sobre mis ataques de pánico y si tengo ansiedad y yo simplemente le respondí cortante. 

—¿Qué tan cortante? —pregunta, interesado. 

—Le dije que un tema delicado que no me gusta tratar con extraños. 

—¡Ouch! —expresa mi primo. 

—Ouch. Después de ahí fue silencio total. Traté de arreglar la situación, pero ya sabes cómo soy. Incluso se me salió decir que siempre estaba ocupado, pero que podría hacer una excepción si se vuelve a confundir de lugar. 

—Ouch. 

—Lo sé. Mi boca necesita un antidiarreico, porque siempre termino cagándola. 

Ambos nos reímos con la broma que acabo de hacer. No obstante, después volvemos a ponernos serios. 

—Y bueno, ¿te quieres disculpar? —me pregunta, David. 

—No sé. Creo que no será necesario. Él se irá y yo me quedaré aquí. Además, posiblemente la vuelva a cagar. 

David niega con la cabeza. 

—No creo que eso pase. 

—¿Qué? 

—Que Tazarte se vaya. La cita de hoy por la mañana era para pedirle que se quede a la cabeza de la Orquesta Juvenil de la fundación. Es un proyecto a cinco años y… 

—¿Aceptó? 

—Los vientos anuncian que así será. Así que debes… 

En ese momento, mi móvil suena y al sacarlo veo que es otro mensaje de FitFlirt, el chico que me ha encontrado mediante la aplicación. Lo veo y luego lo dejo sobre la mesa. 

—Te decía —continúa—, creo que deberías disculparte, porque, bueno, estará cerca de la familia. 

—¿De la familia? —pregunto. Otro mensaje en la aplicación llega. Tomo el móvil, lo leo y lo dejo sobre la barra—, ¿qué tiene que ver la familia? 

—Pues, te recuerdo que tu hermano Héctor, además de indeciso y cabroncito en el amor, es un reconocido pianista. 

—¿Y? —sigo sin entender. 

—Pues… 

Llega otro mensaje. 

—Pues que seguro Tazarte pasará por tu casa algunas veces, y estoy seguro de que vas a… ¿Qué demonios es eso? —me pregunta, al notar que la pantalla del móvil vuelve a iluminarse. 

—Es la aplicación de citas en las que me metió Jo. Después de los miles de fracasos le dije que si iba a salir con alguien más, lo escogería yo. 

—Interesante. 

—Y desde la mañana me está hablando este Fitflirt. 

—¿Y?, ¿ya te metiste a su perfil? 

—Sí. Solo tiene algunas fotos donde sale lo mínimo. Sale más su perro, y él en el gimnasio con el móvil cubriéndole el rostro. —Así, abro la aplicación y le enseño una. Ahí está, un chico alto, musculoso y de cabello corto color negro—. Dice que quiere conocerme y yo digo que no… 

—Yo digo que le pases tu WhatsApp y se conozcan sin tantos intermediarios. 

—Yo digo que estás loco. 

—Yo digo que no. Tengo una buena corazonada sobre esto. 

Así, David me arrebata el móvil y en el chat le apunta mi número telefónico. 

—¡No!, la última vez que hiciste eso tuve que cambiar mi número debido a los mensajes que me llegaban. Ya no puedo cambiar mi número si pasa eso. Aquí tengo números de gente importante del conglomerado. 

—Relájate, todo va a estar bien. Solo te estoy dando un empujoncito, eso es lo que necesitas. 

En ese momento, se encienda la luz de la pantalla y veo un número desconocido con un “Hola”, debajo de él. 

—¡Guau!, fue rápido —expreso. 

—Contéstale. Estoy seguro de que algo bueno saldrá de aquí. 

—No, David. 

—¡Ash! — expresa, para después, tomar mi móvil, ponerlo frente a mi rostro, abrirlo y contestar el mensaje. 

Hola, eso fue rápido. 

—Listo. 

—Dios. Un día me matarás de un coraje. 

—Claro que no, me amas —responde, entre risas. 

—Presumido —repito lo que Anya le dijo—. Entonces, ¿le pido perdón? 

—No sé si perdón, pero si te lo encuentras le dices que en ese momento no te sentías bien y que no querías contestarle así. Y ya después no la cagas, ¿entendido? 

—Entendido. 

David levanta la botella de cerveza haciéndole una señal a Anya, ella voltea a verlo. 

—Two more, my lady —le habla y ella se sonroja y se muerde el labio. 

—David… —le reclamo. 

—Ya, pues… Hoy vengo más picaflor que de costumbre —me responde, y me guiñe el ojo—. Ya sabes que si no fueras mi primo, te conquistaría bebé. 

—¡Ash, ya cállate! —le reclamo entre risas y él simplemente toma un sorbo. Yo guardo mi móvil y me desocupo del asunto. 

***
Después de pasar un rato en el bar con David, llego a mi casa directo a cenar. La cerveza siempre me da hambre, así que procuro tener un bocadillo rápido en el refrigerador para no preparar nada. Sin embargo, hoy no hay nada, por lo que saco las tortillas de harina y un poco de queso manchego para hacerme un par de quesadillas que me aplaquen el hambre. 

Tan solo entro a la cocina, dejo el móvil sobre la barra y me lavo las manos. Saco lo que necesito para hacerme las quesadillas, y busco el famoso guacamole de mi papá, el de la receta secreta de los Ruiz de Con Canarias que no le quieren dar a los Canarias Ruiz de Con. 

Mientras se calientan las tortillas, observo mi móvil y noto que Fitflirt me ha enviado varios mensajes, sin embargo, cuando abro la conversación, noto que todos han sido eliminados. 

—Supongo que fuera de la aplicación soy más aburrido, ¿no es cierto? —murmuro—. Pues es la señal que necesitaba. —Y en ese instante, entro a la aplicación y bloqueo su perfil, para no volverle a hablar—. ¡Dios!, sí que soy amargado —expreso. 

Volteo la tortilla con la mano, y me concentro en las redes sociales. Le doy me gusta a varias fotos de Alegra con sus hijos. Opino en la nueva foto de mi hermano, una que se ha tomado frente al espejo del baño de visitas, ese que le gusta tanto y después me dedico a ver las demás fotos, hasta que encuentro una con Tazarte. 

«¡El maestro Tazarte de la Mora ha llegado a Madrid!, ¿listos para verlo en unos días?» 

—¡Dios!, tiene razón David, estoy perdido.

En ese justo momento, un mensaje de WhatsApp de Fitflirt se hace presente en la pantalla. Lo abro, presionándolo con mi dedo, y leo en voz alta. 

—Lo siento por los mensajes anteriores, no eran las palabras que buscaba para iniciar una conversación. Espero no te moleste. Sin embargo, me gustaría saber ¿cómo estás? 

Me quedo en silencio analizando la situación. Al parecer, FitFlirt es más formal por WhatsApp que por la aplicación. 

Le contesto. 

«Hola, Fitflirt. La verdad no recuerdo tu nombre. No te preocupes, yo tampoco encuentro las palabras para expresarme. Estoy bien». 

Envío. 

Momentos después, recibo la respuesta. 

«Mi nombre es Bartolo» 

—¿Bartolo?, ¿es broma, verdad? —pregunto en voz alta, para después comenzar a reír. 

«Sé que suena a broma, pero en realidad es mi nombre». 

Recibo otra respuesta. 

«Ahora veo por qué FitFlirt, y el porqué te negabas a decirme cómo te llamabas». 

Respondo. 

«Sí, no es muy común. No tienes que llamarme Bartolo, puedes decirme Bart. Así me llaman mis amigos». 

Me contesta. 

«¿Cómo el de los Simpson?»

Escribo. 

«Así es, como el de los Simpsons, Bart». 

«Un gusto en conocerte, Bart». 

Respondo, entrado en la conversación. 

«Un gusto conocerte AceAmour». 

—Dios mío, Jo, ¿cómo se te ocurrió ponerme ese nombre de usuario? —reclamo al aire. 

«Mi nombre es Daniel», escribo. 

—Solo Daniel —repito en voz alta, y recuerdo lo que le dije a Tazarte. 

«Hola, Daniel. Sé que es algo tarde, pero, ¿gustas conversar?»

En eso, un aroma a quemado llega a mí, y al voltear, noto que la tortilla se ha quemado por completo. Estaba tan metido en la conversación, que había olvidado por completo que estaba a punto de hacerme algo de cenar. 

—¡Mierda, mierda, mierda! —expreso, tratando de sacar la tortilla con los dedos y quemándome por completo. 

Tomo una de las toallas de tela, esa que uso para limpiar los trastes, y trato de sacar el sartén del fuego. Sin embargo, la toalla se incendia y el humo sube hacia el techo, provocando que la alarma de incendios suene. 

—¡No, no, no, no! —grito, corriendo por el piso y abriendo las ventanas para que el humo salga. 

Tomo otro trapo de la cocina y apago el fuego hasta que puedo meterlo al fregadero. Apago la alarma y todo vuelve a la tranquilidad. 

—¡Dios!, sí que soy tonto. 

Escucho en la puerta cómo alguien comienza a tocar desesperado, supongo que el vecino escuchó la alarma y viene a ver si estoy bien. La abro de inmediato, y noto a María, la hija de don Venancio frente a mí. 

La joven que es unos años mejor que yo, siempre está al pendiente de mí. Es muy bonita. Tiene un cabello largo y castaño, ojos verdes y una bonita sonrisa. Sé que le gusto y trata siempre de invitarme a salir, pero siempre le pongo pretextos porque no sé cómo vaya a tomar el decirle que soy homosexual. No quiero a otra persona decepcionada. 

—Hola, Daniel, ¿estás bien? —me pregunta—. Escuchamos la alarma. 

—Estoy bien, María. Gracias por preguntar. Solo se me quemó la cena. 

—¿Cenas?, ¿a esta hora? 

—Sí —no digo más. 

—¡Ah, bueno!, supongo que los hombres ocupados como tú solo cenan a esta hora —responde con una sonrisa. 

—Supongo… —respondo. 

Ambos nos quedamos viendo a los ojos en una escena tan incómoda que no sé cómo terminar. 

—Si gustas, puedo acompañarte a cenar. No tengo sueño. 

Suspiro. 

—Lo siento, María. Será algo rápido y me iré a la cama. Quedé de ir al gimnasio con mi primo y le gusta llegar muy temprano para que hagamos toda la rutina. 

—Vale, pero, ¿será otro día? 

—Otro día —respondo, para luego sonreír. 

—Espero tu invitación, Daniel. 

—Sí, sí claro —contesto, para después cerrar la puerta despidiéndome de ella. 

Cuando me quedo solo, simplemente apago la luz y me voy a mi habitación. 

—Sí, sí claro —imito mi voz—. Definitivamente, eres un idiota, Daniel. 

Y con esta frase, termino mi día. 

6 Responses

  1. Jajajaja el guacamole 😂 la oda al aguacate fue la inspiración de Manu para que su receta de guacamole sea más codiciada que la de los Canarias

  2. David sabe del plan de Jo? Por eso el empujoncito? Y muy debuenas Tazarte haber visto el perfil de quien escribia, le quedo facil hacerse pasar por el. Jejejeje

  3. David Tristán picaflor Canarias Ruiz de Con tiene el toque 🙈🙈🤭🤭 lo coqueto es de nacencia dirían en mi rancho 🤭🤭🤭😝😝😝 Daniel sufriendo y él coqueteando 🤪🤪
    Estos primos de Daniel traen el cupido 💘 bien instalado 🤭🤭 y Bartolo ahí va de curioso y vaya que nombre de invento 😝😝🤭🤭🤭🤣🤣🤣
    Hay María ve para otro lado porque aquí ya va a entrar Bartolo 😝😝😝
    Pd el papá de María se llama como mi papá ✝️😊

  4. Más picaflor que de costumbre 🤭 DT haciendo honor a su apodo… Lo bueno es que tiene las cosas claras. Mientras el primo se ahoga en un vaso con agua, el anda en miraditas 🤣

    Quemando las tortillas, Daniel?? Más pudo la curiosidad que el hambre 🤭

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