KARL
Al parecer ya sé preparar sorpresas, aunque admito que la familia de Alegra fue la que me ayudó a que esto se hiciera realidad. Verla así de feliz, después de tantas noches de ansiedad y de muchas preguntas, me complace demasiado, sobre todo porque sé que para Alegra su familia lo es todo y, especialmente, su hermana gemela, a la que no veía desde hace meses.
La veo hablando con sus tías, primas y hermanas, compartiendo momentos y riendo de las anécdotas, mientras yo me encuentro sentado al lado de Moríns, que no deja de reírse de las historias que viven David y él todos los días dentro de la fundación. La atmósfera está cargada de alegría y de una energía que hacía tiempo no veía en Alegra. La luminosidad en sus ojos y la facilidad con la que ríe me hacen recordar los primeros días de nuestro amor, cuando todo era nuevo y prometedor.
Sin embargo, a pesar de la alegría que me produce ver a Alegra tan contenta, no puedo evitar sentir una punzada de melancolía. Desde mi accidente, mi vida ha cambiado drásticamente. Pasé de ser un hombre activo, un cardiólogo que se movía por la sala de operaciones con agilidad, a alguien que ahora depende de una silla de ruedas para moverse. Este cambio ha sido difícil de aceptar, no solo para mí, sino también para los que me rodean.
No es que la familia se porte mal conmigo, al contrario, me incluye en casi todas las actividades, pero hay muchas cosas que ya no puedo hacer como antes. No puedo unirme a ellos en una caminata por la playa, no puedo jugar al fútbol con los niños o unirme a la fiesta. Me siento como un espectador en mi propia vida, mientras todos los demás viven la suya.
Me esfuerzo por no dejar que estos pensamientos negativos me dominen. Después de todo, sé lo afortunado que soy de estar vivo. Ahora tengo trabajo y llevo la clínica en Nueva York y eso debería bastarme para ser feliz; recuperé mi trabajo. Sin embargo, la lucha interna es real y constante. Me pregunto si algún día volveré a ser el mismo hombre que era antes del accidente, o si mi familia tendrá que adaptarse permanentemente a este nuevo estilo de vida.
Ver a mis hijos, jugar con sus tíos y sus primos me llena de alegría, pero, a la vez, me hace sentir triste. Quiero ser yo quien juegue con ellos, los enseñe a caminar, y luego los persiga cuando empiecen a correr. Tengo tantos planes con ellos, llevarlos al parque a jugar o los enseñe a nadar, pero ahora me pregunto si podré cumplir ese rol desde una silla de ruedas.
Además, por más que le ayudo a Alegra, ella ha sido la que ha asumido todas las responsabilidades adicionales, y, aun así, siempre encuentra tiempo para cuidarme y asegurarse de que no me falte nada. No quiero que sacrifique todo por nosotros, quiero que siga con su sueño, pero, yo en una silla de ruedas no soy la mejor persona para decirle eso.
No entiendo cómo me puedo sentir tan triste viendo una imagen tan feliz, supongo que es algo con lo que yo solo tengo que lidiar y nada más. Algún día será más fácil y supongo que dejaré de tener envidia de todos los que pueden correr tras Maël y Davide.
—Karl, ¿estás bien? —me pregunta Moríns, notando mi silencio.
—¿Cómo? —pregunto, interrumpiendo mis pensamientos.
—Te pregunté si estás bien. Es que estábamos hablando de algo que nos falta hacer. —Se acerca a mí y me murmura al oído—. La novatada de Antonio.
Sonrío.
—Estoy bien, solo estoy pensando —respondo.
—Y, ¿qué piensas?, si se puede saber —inquiere.
Veo a mí alrededor y noto que solo somos él y yo. David y Daniel ya se han ido.
—Siento que les estorbo —me sincero, y él abre los ojos, bastante sorprendido.
—¿Tú?, ¿estorbarnos?, ¿sensual e inteligente Karl? —me dice, y con la última pregunta sonrío.
—Sí. Siento que les estorbo. Por ejemplo, no hay razón por la que tengas estar aquí sentado conmigo, cuando puedes estar allá, jugando con tus hijos o riendo en la piscina con ellos.
—Y, ¿qué te hace pensar que no quiero estar aquí?, tal vez no me gusta el sol, o ya los veo mucho en Madrid. Tal vez me agradas y quiero platicar contigo.
—Moríns…
—Aunque no creas, así me sentí yo por un tiempo.
—¿Tú?, el siempre positivo y alegre Moríns.
—Y guapo, agrégale guapo, si yo te hago el favor debes regresarlo—bromea.
—Y guapo —agrego.
—Así es. Como sabes, Sila me dejó plantado en el altar y yo caí en confusión. Me volví malhumorado y hostil y lo único que quería hacer era alejarme de ellos. Imagínate, prácticamente había crecido con todos y siempre me imaginé parte de su familia, no solo por convivir, sino por hacer mi propia familia con Sila. Dije cosas, Karl, cosas de las que me arrepiento, y que a veces siento que me echarán en cara, pero, no lo han hecho. Lo que quiero decir, es que una vez fui ese hombre que se sentía rechazado por todos, el raro, el que se sentaba en el fondo para no molestar, pero, ¿sabes qué?
—¿Qué?
—Todos venían a sentarse conmigo, porque al final de cuentas, me apreciaban y sabían lo que había sucedido y que había sido mi dolor el que había hablado. Lo mismo va contigo. Para nosotros, sigues siendo Karl. Sé que normal sentirte así, y todos necesitamos tiempo para adaptarnos a los cambios, pero, no te preocupes por nosotros. Estamos felices de que estás vivo, e incluso hemos planeado todo para que no sientas que nada cambió.
—¿En serio?
—Sí. Por qué crees que escogimos una casa con habitaciones en la planta baja, ¿crees que te cargaríamos por las escaleras? Obviamente, es algo que no quisieras, y lo sabemos. Además, Alegra le comenta en privado a sus hermanas cosas de ti, lo que haces y cómo te esfuerzas, y te admira. No creo que le gustaría verte deprimido.
—¿Mi mujer hace eso?
—Sí. Te admira por todo lo que haces día tras día y como te superas. Y aunque no creas tus hijos te admiran, así que tienes que continuar. Algún día volverás a caminar, estoy seguro. Sabes, ¿por qué no aprovechas y le preguntas a Sabina sobre eso? Ella ayudó a caminar a Cho cuando se destrozó la rodilla.
Sonrío.
—Es diferente. Lo mío viene de otra fuente, prácticamente es de los nervios, no tanto muscular.
—Pero esa mujer hace milagros. Bueno, no tanto así, pero siempre ayuda. Dile, no te cuesta nada.
—Lo haré —agradezco.
—Ahora, deja de pensar tristezas y ayúdame a planear la novatada de Antonio. Ese hombre no puede entrar a esta familia sin haber pasado un ridículo.
Me río.
—Trataré de pensar en algo.
—Pues espero que sea rápido, porque hoy tendremos salida de puros hombres, y hasta mi suegro, Manuel y Robert, irán con nosotros. Dejaremos a las chicas solas para que tengan su momento.
—Será rápido —confirmo. Moríns toma un sorbo de cerveza—. Gracias.
—¿Por qué?
—Por esto.
—Somos familia Karl Johansson, siempre lo seremos, siempre.
Sonrío.
—Creo que ya se me ocurrió algo… tengo una espinita que quiero quitarme.
+++
Después de pasar el día en la casa, disfrutando de la deliciosa comida que, sorprendentemente, Antonio puede cocinar, y de todas las anécdotas que siempre cuentan entre ellos y que terminan en estallidos de risas por parte de todos, llegó el momento de la salida para todos los hombres y la novatada de Antonio, de la cual no sospecha.
Iremos a un bar, no hubo más plan. Tratamos de ver otras opciones, pero simplemente pensamos que era lo mejor y sin complicaciones, porque además vamos personas de diferentes edades, menos Jon que todavía no cumple la edad para poder beber en un bar.
—Cuidado —me advierte Alegra, mientras me ayuda a abrocharme la camisa—. Cuando salen todos juntos, eso se puede convertir en un desastre.
—Solo iremos a un bar, no creo que pase a mayores, amor —le explico—. Además, ya hemos salido juntos antes.
—No así. Créeme, mi padre y mi tío Manuel parecen dos almas inocentes, pero son los más cabroncitos de los dos. Cualquier cosa que ellos sugieran dices no y sigues su camino.
—¿Cómo sabes eso? —pregunto, bastante curioso.
—¿No escuchaste sus anécdotas?, definitivamente no son ficción, son reales. Mi tío se ve como un pan de Dios, pero no es.
—Ya entiendo de dónde viene tu rebeldía.
—Así es. Por eso, todo lo que sientas que terminará en azul policía dices que no.
—Azul policía —repito, y me río.
Se escuchan golpes en la puerta.
—¡Karlangas!, solo te estamos esperando a ti —me anuncia Moríns.
—Ve y diviértete, necesitas esto.
Le doy un beso sobre los labios.
—No me esperes despierta y no te preocupes por mí.
—No lo haré —me asegura, para luego ir hacia la puerta y abrirla. Moríns de inmediato entra.
—¡Vámonos! —Moríns toma las agarraderas de la silla de ruedas y me saca de la habitación.
—¡Moríns!, no se metan en problemas —le advierte Alegra.
Moríns voltea.
—Tranquila, va conmigo… soy Moríns —le asegura, para luego darse la vuelta y comenzar a caminar rápido hacia la entrada, como si estuviera huyendo de mi mujer.
Llegamos a la entrada, y todos ya están ahí. Se me hace muy raro ver a David Canarias vestido tan casual, con una camisa azul de rayas y unos vaqueros de color negro, lejos está del uniforme que usa en el hospital o de los trajes a mano que suele vestir en las conferencias o simposios.
El resto va vestido con sus diferentes estilos, aunque no dejan de ser casuales, frescos y favorecedores para todos. Cho se me acerca y me sonríe.
—Venga, te subo al auto.
—Yo puedo —digo algo frío.
—Es una camioneta, Karl. No vas a alcanzar. Yo te cargo.
—Eres el más afortunado de todos, ya quisiera que Cho me cargara entres sus brazos —bromea, Daniel.
Yo suspiro.
—Vale, pero solo por hoy.
—Sí, no te preocupes.
Cho se agacha y con una facilidad sorprendente me carga entre sus brazos como si fuese un pequeño.
—¿Es normal que me enamore de este momento? —bromeo y él sonríe.
—¡Vámonos!, que se hace tarde —dice David Tristán, mientras toma la silla de ruedas, la dobla y la guarda en la cajuela.
Después de que Cho me sienta en el asiento de adelante, Robert Carter se sienta en el asiento del piloto y cierra la puerta. Los demás se acomodan atrás.
—Ready? —pregunta, encendiendo el auto—. Cómo Moríns fue quién rentó la camioneta, le dije que podría escoger la música.
—¡Ay, no! — se queja David Tristán—. Iremos todo el camino escuchando esos remixes noventeros que tanto le gustan, como Thalia y no sé que más.
—Oye, oye, no te metas con Thalía que nos dio mucho sin darle nada a cambio —la defiende—. Además, me recuerda a tu abuelo en paz descanse.
—Solo pon la música, Moríns —le alienta Manuel.
La canción de Marimar comienza a sonar en la radio, y todos volteamos a ver a Héctor.
—Ja, ja,ja ¡qué chistoso! —responde Héctor—. Apágala.
—No, a mí me gusta.
—Mejor pon de las que le gustan a mi papá —sugiere David.
—¿Abba?, ¿quieres ir cantando Abba todo el rato? —responde Daniel.
—Bueno, es mejor que ir cantando a Rosalía —comenta, David padre.
—¿Estás hablando mal de mi mujer? —pregunta su hijo.
—Y si mejor ponemos algo más, ¿qué tal algo de jazz? —pregunta Héctor.
—¿Jazz? —preguntamos todos al unísono.
—Bueno, no iré escuchando tres horas reguetón.
—Rosalía no es reguetón es una institución de la música… —comienza a defender David.
—¡Ya! —grita Cho—. Mejor nos vamos en silencio, ¿vale?
Moríns quita la canción y todos nos quedamos en silencio. Ya estamos entrados en el camino y la noche está perfecta para cualquier situación. Esto es incómodo, hasta que una canción lo rompe.
La canción de “Billie Jean” empieza a sonar en las bocinas del auto, llenando el ambiente con su icónico ritmo. Antonio, con el móvil de Moríns en las manos, ha puesto la canción y tranquilamente comienza a cantar mientras mueve la cabeza al compás de la música. Su voz, aunque no profesional, tiene una energía contagiosa.
—¿No les gusta? Es mi cantante favorito —pregunta Antonio con una sonrisa, sin dejar de moverse al ritmo de la canción.
—Meh, está bien —responde David Tristán con un tono indiferente, aunque una ligera sonrisa se dibuja en su rostro.
El silencio se instala por un momento, creando una ligera tensión en el ambiente, hasta que Robert, en un acto de espontaneidad, le sube al volumen del estéreo y empieza a cantar con entusiasmo. Su voz resuena por encima de la música, y su energía comienza a contagiar a los demás.
Uno por uno, todos empiezan a unirse, primero tímidamente, luego con más confianza. Las voces de todos se entrelazan en un coro improvisado, llenando el auto de una atmósfera de unión y diversión. Las risas acompañan los desafines y cada uno aporta su toque personal a la interpretación.
Después de esa canción, pasamos a otra y otra, hasta que llegamos al bar, más sedientos que antes. Al parecer, a pesar de las diferencias musicales, Michael Jackson puede unir a diez hombres en un karaoke improvisado y ponernos de mejor humor.
Bajamos, y después de acomodarme en la silla de ruedas, entramos a este bar donde nuestra mesa ya está apartada y lista para que podamos festejar. Al sentarnos, pedimos la primera ronda de cervezas, que nos llegan unos momentos después.
—Brindemos, para darle la bienvenida a Antonio a nuestra familia, y por Karl, que está aquí entre nosotros, sano y salvo —dice Manuel, levantando la botella.
—Y porque gracias a él la dinastía Canarias está a salvo —habla Moríns, haciendo que todos rían.
—¡Salud! —decimos todos, mientras alzamos la botella y brindamos.
Y después llegó otra botella y otra más para animar la plática.
***
-Cinco horas después –
—¡Tengo derecho a una llamada! —grita David Tristán, mientras se acerca a los barrotes de la celda dónde nos han metido.
—¿Y a quién llamarás, a tu abogado? —pregunta David su padre, todavía con la ropa empapada—. Te recuerdo que está encerrado aquí contigo.
—A alguien mejor, a mamá —le responde.
Moríns asiente con la cabeza, no pone en duda que Luz Ruiz de Con podría hacer mejor trabajo en sacarnos de la cárcel que él mismo.
—No puedo creer que estamos aquí, ¿qué fue lo que salió mal? —pregunta Cho, quién da vueltas por toda la celda, en señal de preocupación.
Todos los demás nos encontramos con las ropas mojadas y con rostros serios. De pronto, Alegra tuvo razón, todo terminó en azul policía.
—¿Cómo no se percataron que la playa era “propiedad privada”? —pregunta Antonio, quién fue quien la pasó peor.
Nadie dice nada, la mezcla de alcohol y risas no nos permitió ver más allá de la diversión.
—I need my phone call! —grita David, mientras se toma de los barrotes de la celda y trata de mirar más allá de ellos.
Supongo que solo nos toca esperar en este lugar.
Azul policia jajajaja siempre terminan asi jajajajajaja mori de risa jajajajaja. Ya Antonio paso su novatada? 🤣
Pobre mi Karlangas, debe ser muy duro lo que le esta pasando, es un cambio muy radical lo que esta viviendo, espero sea temporal, para que pueda disfrutar con su esposa e hijos como el sueña. ❤️🙏
Jajajaja Morins aceptando que Luz es definitivamente la mejor opción me hace preguntarme ¿Que rayos hicieron?
Este grupito 😂😂😂
Esos de allá del fondo se me separan…
Tarde, ya el azul policía los abrazó con cariño JAJAJAJA.