ALEGRA
La broma que terminó en azul policía nos hizo reír a todas como locas, tan solo de imaginarnos todo lo que tuvieron que pasar y el lío que armaron en aquella playa. Nos sorprendimos de que Antonio se las hubiese aplicado así, porque hasta ahora nadie lo había hecho.
Sin embargo, lo que más risa no dio, es ver entrar al siguiente día a mi padre, mis tíos, a Karl, Moríns, Antonio y Cho, a la casa, con unas ojeras enormes y adoloridos del cuerpo.
En realidad no estábamos enojadas. Mi madre propuso que los dejáramos ahí para que reflexionaran un poco sobre su vida, y pidió que trajeran a David, Daniel y Héctor para contarnos la anécdota.
Las siguientes escenas fueron disculpas por parte de todos. Unas muy tiernas y otras que incluían arrepentimientos sinceros. Después, vinieron sus versiones sobre lo acontecido, y así pudimos tener un panorama completo.
Sin duda será una de las anécdotas que jamás olvidaremos, y que quedarán en los libros de anécdotas de esta familia, pasando así, de generación.
Entonces, mientras Karl estaba en la fiesta, nosotras también tuvimos una pequeña reunión, que terminó siendo una fiesta de puras mujeres, donde compartimos anécdotas y deseos.
Por un momento la plática solo se centró en Karl y en mí. Todos me pidieron detalles sobre lo que le había pasado a Karl y cómo lo vivimos nosotros. También les conté en cómo había cambiado mi vida por completo y no solamente por el hecho de que él estuviera en una silla de ruedas, sino porque, por primera vez, el sentimiento de pérdida me invadió.
Mi tía Julie me comprendió de inmediato. Sé que a ella le pasó lo mismo con el tío Robert y que contaba los minutos, uno a uno, para que él despertara del coma. Por fortuna lo hizo, y ahora es muy feliz, y yo, también lo soy. Por lo que expresé mi deseo de hacerle una sorpresa especial.
Les conté mi plan a todas y dijeron que sí. Que la organización empezaría de inmediato. Incluso, estábamos afinando los últimos detalles, cuando la llamada de David entró anunciándonos lo acontecido.
Sin embargo, logramos terminar a tiempo, y tener todo listo para la sorpresa de hoy. Aprovecharemos que iremos en un viaje en yate para hacerlo y que en realidad se lleve una gran, gran sorpresa.
—¿Ya tienes todo? —me pregunta Sila, mientras vamos en la camioneta hacia el puerto.
—Sí —contesto en un susurro—. David me ayudó a afinar los últimos detalles hoy por la mañana. —Sila sonríe—. ¿Papá está enterado de todo?
—Claro. Tuve que esperar a que su remedio para la migraña hiciera efecto, pero ya está enterado y dice que participará
—¡Me parece perfecto! —expreso. Veo hacia adelante y noto a Karl platicando con mi tío Robert, al parecer, no sospecha nada y eso me hace muy feliz.
—Oye… —Escucho la voz de mi hermana Lila—. ¿Estás segura que así está bien? —Y me muestra su ropa.
—Sí, está perfecto. No te preocupes, ¿vale?
—Vale —expresa, para abrazarme con cariño.
El resto de los hombres van en silencio, supongo que la desvelada y los tragos les han pasado un poco de factura y ahora tiene que lidiarlo. Cho, en la mañana, dijo que no le parecía buena idea subirse a un yate en el estado en el que estaba. No obstante, Sabina le dijo la idea y decidió ir por uno de los remedios de mi papá.
—Cho tiene la enfermedad y papá tiene la cura —siempre me dice eso David, cuando después de algunas llamaradas Cho, va con nuestro padre para que le prepare la receta.
Quiero pensar que hoy mi padre tuvo clientela en la cocina. Incluso estoy pensando dejar la fotografía y hacerme su socia en la preparación de la bebida ancestral que quita crudas.
—Llegamos —me dice mi mamá bastante emocionada.
Yo acaricio mi vientre, haciendo que mis bebés se muevan. Me gusta sentirlos. La sensación es muy diferente de cuando tenía gemelos.
Mi tío Robert se detiene en el estacionamiento y, cómo lo acordamos, David abre la puerta y se baja primero.
—Debo ir al baño —le digo—. ¿Me llevas?
Tristán me da la mano y me ayuda a bajar de la camioneta. El vestido floreado me queda un poco corto debido a mi enorme vientre.
—¿Puedes llevarte a Mael y a Davide? —le pido a Lila.
—Sí, tu ve… —me grita desde la parte de atrás.
Comienzo a caminar con David hacia el yate y antes de subir le murmuro.
—Recuerda, Karl es el último que debe subir, ¿vale?
—Sí, sí, ve —me alienta.
El baño fue una excusa para bajarme rápido y sin interrupciones, pero ahora que estoy aquí, creo que lo mejor será ir, antes de que el yate zarpe y no pueda moverme mucho por las olas.
Le pregunta a la joven de la tripulación dónde se encuentra y ella dice que me lleva. Comenzamos a caminar por el enorme yate, uno que es bastante parecido al que mi abuela Fátima le dejó a mi papá, y eso que solo lo he visto por fotos.
Después de caminar un poco, entro al baño lo más rápido que puedo. Es clave que yo esté ahí para la sorpresa porque quiero ver el rostro de Karl, porque no se lo espera.
Termino. Salgo del baño y veo que Karl está a punto de subir. Voy hacia donde será la sorpresa y me emociono al ver lo bonito que ha quedado.
—¿Cómo lo hiciste, tía? —le pregunto a mi tía Julie.
—El truco de tu abuelo era nunca decir cómo lo había hecho para mantener el asombro y la sorpresa. Yo continuaré con la misma estrategia, solo te diré que lo disfrutes.
Miro a mi alrededor, y noto las hermosas flores cayendo por los barandales de la borda, las series de luces decorando la el lugar, y la mesa con las bebidas y la comida al fondo.
Casi todos ya están en su lugar. Cho, Moríns, Antonio, mi tío Manuel y mi papá se acaban de enterar hoy por la mañana, así que están igual de sorprendidos que yo con esta decisión, así que la sonrisa que traen en este momento, es épica.
—Ale —me dice Jo, quién se encuentra al lado de mí, vistiendo un vestido ligero de color púrpura—. Solo quiero decirte que te admiro y te respeto por haber traído a esta familia al hombre más guapo de todos.
—No le creas, eso mismo le dijo a Sabina, cuando nos casamos —bromea, Cho.
—No es cierto, pero tú entiendes lo que te digo, ¿no?
—Lo entiendo, Jo.
—Bueno, técnicamente yo también salí con Karl cuando boicoteaste el matrimonio de la Karagiannis, ¿puedo decir que Karl fue mi ex?, ayudaría a mi curriculum.
Me río, y le doy un abrazo.
—Eres única, Jo. Espero que mis gemelos sean como tú y Jon.
Jon sonríe. La verdad es que él es muy callado y observador, pero siempre está dispuesto a ayudar a todas las locuras que se nos ocurren y a participar. En este viaje, él se ha encargado de cuidar a los niños y a los bebés, diciendo que es parte del servicio V.I.P que ofrece su hermana con las guarderías.
Sé que Jon algún día será un buen agente encubierto, y que él nos traerá las mejores anécdotas para compartir con la familia.
—¡Ahí viene!, ¿estás lista?, ¿tienes los anillos? —me pregunta Sila, que no cabe de la emoción.
—Sí —respondo nerviosa.
Entonces, Robert sube con Karl al yate. También mandé a Moríns para que hiciera plática y retrasara un poco todo. Sin embargo, el momento ha llegado y los nervios se han apoderado de mí.
—Jamás pensé que llegaría este día —murmura Daniel—. No cabe duda que los milagros existen.
—Shhhh —lo calla Héctor, que es el encargado de tomar video.
Entonces, Karl entra al área donde estamos y al ver todo, se sorprende, y cuando ve a todos presentes, no hace más que sonreír.
—¿Qué es esto?, ¿qué es lo que sucede? —me pregunta, mientras avanza hacia mí.
—Lo diré sin muchos rodeos. Karl Johansson, ¿te quieres casar conmigo? —le pregunto.
El brillo de sus ojos azules se intensifica, y la sonrisa que traía en el rostro, se vuelve aún más grande.
—¿Es en serio?
—Sí, muy en serio —contesto—. Sé que nosotros dijimos que estábamos bien al estar casados por la cuarta ley.
—¿La cuarta ley? —pregunta mi papá.
—Por calientes —respondemos la mayoría, incluyendo Moríns.
—Pero, después de lo que te pasó y de saber que podía perderte en cualquier momento. Me puse a pensar, que la vida que llevo es muy buena, y que los dos estamos hechos el uno para el otro. Eres un hombre que no puedo dejar ir, y que si regresaste de la muerte quiero que sea para estar juntos, pero no solo por la cuarta ley, o porque seas el padre de mis hijos, si no porque te amo, y quiero que estés seguro de eso.
Karl sonríe y estira sus brazos para que yo me siente sobre sus piernas. Lo hago con seguridad, porque sé que él me aguanta, a pesar de mis tres bebés y mi peso.
—¿Quieres que me case contigo en un yate? —me pregunta.
—Aprovechando que está aquí mi tío Robert que puede efectuar bodas —le informo—, y mi familia completa. Sé que todavía falta tu familia pero, bueno, vi la oportunidad.
Karl acaricia mi cabello y viéndome a los ojos me dice:
—Te propongo que esta sea, una boda-no-boda.
—¿Cómo? —inquiero, bastante sorprendida.
—Pues, como nuestras citas -no-citas. Es nuestra boda, pero no la oficial.Sí te soy honesto, yo si quiero que nos casemos en una iglesia, tú vistiendo un bonito vestido de novia, y nuestros hijos de manera elegante. Me encanta la idea de casarnos aquí, pero, también quiero hacer las cosas bien. Desde el inicio las hemos hecho como deseamos y está bien, pero también quiero pedir tu mano y que tu padre me la dé.
—Creo que la mano ya está más que dada —interviene mi padre, haciendo a todos reír.
—En fin. Me caso contigo hoy, pero quiero que me prometas que más adelante, dentro de unos años, te casarás conmigo de la manera tradicional.
Sonrío y asiento con la cabeza.
—Te lo prometo —le anuncio y beso sus labios.
—Bien. Entonces, tengamos nuestra boda-no-boda, porque así inició esto, con un “no” y finalmente con un sí.
—¿Entonces?, ¿tenemos boda o no? —pregunta Moríns.
—Sí, si la tenemos —aclaro—. Sí, nos vamos a casar.
Así, Moríns me ayuda a levantarme para después ir a tomar lago mientras el yate llega al punto donde se efectuará la boda. Por un momento navegamos, entre brindis llenos de felicidad y buenos deseos. Todos estamos vestidos de manera casual, pero lo suficientemente bien como para salir bien en las fotografías.
Al llegar a ese punto más bonito y cuando el sol está por ponerse en el horizonte, todos nos acercamos para iniciar la boda. Mi hermana me ha hecho una corona de flores que ahora adorna mi cabello rizado, y a Karl le han puesto un prendedor que lleva una preciosa flor decorando su camisa. Ambos volteamos a ver a nuestro alrededor y sonreímos. Mi padre me lleva del brazo, con una sonrisa en el rostro y me entrega a Karl con delicadeza.
—Ya sabes lo que te pido, Karl —le murmura.
—Y sabe que lo voy a cumplir.
Mi padre me da un beso sobre la frente y me pone la mano sobre el vientre.
—Esta es una imagen que jamás pensé que vería, como siempre me sorprendes, hija —me confiesa.
—Supongo que, de Picaflor a Picaflor, nos sorprendemos una que otra vez —le digo, y él se ríe.
Nuestros hijos no tienen ni idea de lo que sucede, pero están contentos de estar ahí. Mael está cargado por su tía Lila, mientras que Davide lo carga mi tía Julie.
—Tomas muchas fotos, ma —le pido.
—Siempre.
—Queridos Ruiz de Con, Canarias y Carter y agregados. —Inicia mi tío Robert, haciéndonos reír—. Lo siento, es que si digo todos los apellidos se pasará la puesta del sol. Nos hemos reunido hoy aquí para celebrar uno de los momentos más importantes en la vida de mi sobrina Alegra y de Karl. Hoy, ellos nos invitan a compartir con ellos este día especial, en el cual se unen en matrimonio en una boda-no-boda.
Sonrío y mi tío me sonríe de regreso.
—Solo le puedo decir, que el matrimonio es un pacto entre dos personas que se aman, respetan y desean compartir sus vidas juntos. Es una promesa de ser compañeros en el camino de la vida, apoyarse mutuamente en tiempos de alegría y dificultad, y buscar juntos la felicidad. Ustedes han pasado de todo juntos, y ya saben lo que es superar los obstáculos, espero que siempre sea de esta manera. Ahora, les pido a los novios que digan sus votos.
Mi tío me da la palabra y yo, tomada de las manos de Karl, lo miro a los ojos y le recito:
—Karl. Yo no creía en el amor, ni en tener una pareja estable, ni en hijos y menos en el matrimonio. Te lo dije claro y fuerte y tú me dijiste que estaba bien, que solo querías estar conmigo. Sin embargo, aquí estamos, enamorados, con dos hijos y tres en camino y a punto de casarnos, así que claramente uno no tiene ni idea de lo que le depara el destino. Jamás en la vida me he sentido tan segura, protegida y amada por alguien que no fuera mi papá. Jamás alguien había hecho algo tan extraordinario por mí, como regresar de la muerte para estar conmigo. Eres todo lo que quiero y deseo en un hombre Karl, todo, y soy muy feliz a tú lado y sé que siempre lo seré. Así que te doy este anillo, como símbolo de la promesa de que te amaré y respetaré hasta el último día de mi vida.
Así, pongo la argolla matrimonial en su dedo, bajo su mirada sorprendida.
—¿Cómo?
—Hoy por la mañana, David me llevó —le confieso.
—¿Karl?, ¿tienes votos? —le pregunta Robert.
Karl asiente con la cabeza.
—Ale. Cuando yo me enamoré de ti lo hice a través de los relatos de Sila. Al principio, no supe si te describía así porque era tu hermana, pero cuando te vi, en vivo y a todo color, me di cuenta de que no era una exageración, que esa que ella describía eras tú. Sin embargo, había más de ti que llegó a sorprenderme. No solo tu decisión, tu empeño y tu pasión, si el gran corazón que tienes y que demuestras en cada acción o palabra que dices. Me enamoré de tu alegría, de nuestras confusiones, de nuestros tratos no tratos, las citas no citas y ahora de nuestra boda no boda. Me encanta tu ocurrencia, como me cuidas y estás al pendiente de mí. Yo, acepté todo contigo porque solo quería estar a tu lado, porque supe desde un inicio que éramos el uno para el otro. Me amas con mi TEA, con mi defecto de no saber mentir…
—Yo lo llamaría virtud —le corrijo y él sonríe.
—Y ahora, me amas en esta silla de ruedas. En pocas palabras, me amas en todas mis formas y humores y yo por eso te amo, te amó con este corazón que late 120 latidos por minuto desde que está contigo y te amaré hasta el último latido. Gracias por darme todo, gracias por ser mi alegra.
Karl me pone la argolla sobre el dedo y lo besa. Alzo la mano y veo como brilla con los pocos rayos del sol.
—Nunca me la quitaré —le prometo, y me agacho para besarlo en los labios.
—Bueno, Alegra ya se adelantó, así que solo me queda declararlos marido y mujer. Ya pueden besarse de nuevo —nos indica mi tío.
—¡BRAVO! —gritan todos, mientras yo me siento sobre el regazo de Karl y lo beso en los labios, justo cuando el cielo están cubiertos de tonos naranjas y amarillos, dándonos una maravillosa puesta de sol.
Aquí estamos Karl y yo, casados – no – casados, felices con nuestra familia y deseosos de lo que está por venir.
Awwwww me encantó. Divinos, y todos complices como siempre. Los amo. Y esos votos uffff, me hicieron lagrimear…. hermosos
Awww que no que bello bello bello
Aaaaaawwww me encantó 🥺🥰 Alegra y Karl tienen el amor que todos soñamos con encontrar en esta vida.
Gracias por mostrarnos el lado bonito del amor 💘
Anita queremos que Karl camine de nuevo
Que belleza 🥰🥰🥰🥰🥰
Fascinada con la boda no boda. Tremenda sorpresa se llevó Karl 🥂🎉🥂🎉
Hermosos, amo a Karl y a Alegra.
La vida es más que vida cuando encontramos la felicidad de las cosas que nos sorprenden.
Hermoso capítulo Ana, muchas gracias