ALEGRA
No sabía lo mucho que extrañaba el sexo hasta que Karl me recordó que lo extrañaba. Después de tantos meses sin sentirnos como pareja, y solo como padres, ese pequeño momento en el walking closet se convirtió en una revelación. Nos dimos cuenta de cuánto necesitábamos ese espacio para nosotros, para reconectar y redescubrirnos mutuamente.
Fue una sensación abrumadora, casi como si todos los días de estrés y responsabilidades se desvanecieran en un instante, dejando solo el calor de nuestros cuerpos entrelazados. Ese sitio, un rincón insignificante de la casa, se transformó en nuestro santuario de intimidad. Allí, no éramos solo padres o cuidadores; éramos Alegra y Karl, dos personas locamente enamoradas y profundamente necesitadas el uno del otro.
Con esta nueva comprensión, sabíamos que teníamos que encontrar más momentos así. No era fácil con tres niñas pequeñas y un par de traviesos gemelos corriendo por la casa, pero nos comprometimos a hacerlo funcionar. Organizamos horarios y establecimos una rutina donde la niñera y Pilar, cuidaran a los niños, mientras Karl y yo nos tomábamos esos preciosos minutos para estar solos.
Las primeras veces fueron torpes. Después de todo, hacía mucho tiempo que no nos permitíamos ese tipo de intimidad. Nos reímos de nuestras propias inseguridades y torpezas, pero a la vez, cada momento juntos nos recordaba cuánto nos deseábamos. No importaba que fuera un espacio pequeño o que estuviéramos agotados; lo importante era que estábamos allí, juntos.
Gradualmente, encontramos nuestro ritmo. Los horarios que establecimos no solo nos dieron tiempo para estar juntos físicamente, sino que también nos permitieron redescubrir el cariño y la pasión que habíamos guardado. Esos momentos robados en el closet se convirtieron en nuestra válvula de escape, nuestro oasis de tranquilidad y deseo en medio del caos diario.
La rutina también nos dio algo más: nos devolvió una parte de nuestra identidad que habíamos perdido en medio de los pañales, las noches sin dormir y las responsabilidades. Nos volvimos a ver como compañeros y amantes, no solo como padres.
Y así, poco a poco, nuestra relación floreció de nuevo. Cada encuentro en ese pequeño espacio nos acercó más, no solo física, sino emocionalmente. Hablamos de nuestros miedos, nuestras esperanzas y nuestras alegrías, y redescubrimos aspectos el uno del otro que habíamos olvidado o no habíamos tenido tiempo de apreciar. Karl se convirtió en mi confidente, mi amante y mi mejor amigo, todo en uno y yo, por unos momentos dejé de ser la Alegra madre y fui la mujer, esa que enamoró a Karl hace años y que de nuevo yace a su lado.
Sin embargo, no todo ha sido sexo en el clóset y reencuentros, sino también, hemos tenido muchos éxitos como padres. Nuestros gemelos ya caminan y verlos disfrutar de sus primeros pasos en la vida, es en realidad satisfactorio. Ahora Karl y yo hemos redescubierto el mundo en muchas maneras.
Vemos de nuevo las flores, la lluvia, los árboles y el sol. Nos impresiona lo inteligentes que son, como se dan a entender con señas y los pocos ruidos. Y sobre todo, el amor tan grande que nos dan con una mirada.
Asimismo, nuestras niñas ya crecieron más. Están más despiertas y comienzan a jugar y a descubrir sus manos, sus piernas y sus dedos. Son hermosas, con miradas llenas de brillo e ilusión. Además, mi Alegrita, la más pequeña de toda, ya ha salido de peligro y tiene peso normal, por lo que ya se ve como una bebé de su edad.
Mis tres hijas son hermosas, alegres y despiertas. Con ganas de comenzar a descubrir el mundo y llenas de amor por sus hermanos. No puedo esperar a que los cinco se comuniquen, se cuiden y se quieran. Espero tengan una relación tan unida como la que tenemos mis hermanos y yo.
Por otro lado, Karl ha triunfado en su trabajo de una manera fenomenal, porque ha hecho de la clínica algo verdaderamente maravilloso y la ha hecho crecer de maneras inimaginables y beneficiará a millones de personas no solo de aquí sino de todas las partes del mundo que llegan a esta ciudad.
Gracias a su incansable esfuerzo y dedicación, hoy se inaugura un área donde se podrá dar atención médica gratuita a todo el que lo requiera, sin necesidad de seguro o dinero, y todo completamente legal; básicamente, lo que estaba haciendo con Rico, pero sin meterse en problemas.
Han sido meses de arduo trabajo, planeación y papeleo, pero al fin, Karl Johansson lo ha logrado. Ha transformado una tragedia en algo increíble y, ahora, ni siquiera Rico tendría que esconderse. Todo estaba bien y Karl había demostrado su valía como líder.
Por eso es que hoy nos vestimos de gala para estar con él en esta inauguración, y ver todo lo que ha creado. Vamos a festejar este logro que es sumamente importante en su carrera y sobre todo, en su vida.
La fiesta, en primer lugar, se había planeado en la clínica, pero después de considerar algunas situaciones y que habría más gente de lo que se esperaba, decidieron hacerlo en otro lugar, más cercano y grande, donde todos estuvieran cómodos.
Para mí también es un momento importante, porque es la primera vez, después de mis embarazos, que me presento en público, después de meses de estar en casa. Aunque ya he regresado a trabajar y mi agenda está repleta, no me había presentado en la vida social. Por lo que ahora debo vestirme con un vestido elegante, así que me siento un poco nerviosa porque mi cuerpo ha cambiado demasiado y, por ende, mi estilo debe cambiar también.
Las transparencias desaparecieron y los tacones altos que me hacían ver mucho más alta. Ahora tuve que escoger algo más “mamá”, que me ayudara a moverme con facilidad, agacharme y me hiciera ver bien.
Para esta ocasión, escogí un vestido en corte sirena, pegado, de color rojo, que me hace ver elegante, porque noto que las miradas se posan sobre mí, mientras entramos al lugar y llevo a Karl delante de mí en la silla de ruedas.
Jamás pensé que el postparto durara tanto. Siempre pensé que era una situación de hacer ejercicio y comer saludable para volver a recuperar el cuerpo. Sin embargo, no es así. El postparto tarda más de un año y es un proceso del todo íntimo. Es hacerte a la idea de que la mujer que eras antes del embarazo, ya no regresará, y que esta es la mujer que soy ahora y debo quererla.
Aunque, si soy honesta, no me cuesta tanto, porque Karl se encarga de recordarme lo guapa y fascinante que soy todos los días y se lo agradezco. Porque hay veces que se me olvida, pero hoy no, porque con este vestido me siento fenomenal.
—¡Johansson! —se escucha la voz de Rico, que viene a nuestro encuentro. Debo confesar que verlo todavía me saca de mis casillas, pero no estoy para armar un escándalo en algo tan importante para mi marido—. Al parecer, también llevaste la silla al autolavado —bromea.
Karl se ríe.
—¿Ves cómo te dije que podíamos hacer esto de manera legal? —le pregunta.
Rico asiente y luego me ve a mí, que permanezco en silencio, tratando de encontrar al resto de mi familia. Mis hijos ya se han venido con ellos, porque sus abuelos han decidido adelantarse, para que Karl y yo tengamos nuestro momento especial.
—Te ves muy bien, Alegra.
—Guárdatelo, Rico —contesto, en tono neutro.
—Solo quería hacértelo saber… En fin, te están esperando Karl, para que des el discurso de inauguración.
—Ahora voy, Rico —contesta mi esposo, con una sonrisa.
Cuando Rico se aleja, yo me acerco a Karl y me siento sobre las piernas para arreglarle la corbata del traje.
—Rico es un buen hombre —me insiste.
—Una persona que te provocó quedarte en una silla de ruedas, no es una buena persona para mí. Pero no quiero discutir contigo sobre esto ahora, es tu momento, amor.
—Lo sé. Tenía que tratar de nuevo.
Sonrío.
—Mejor concéntrate en esta noche, ¡tu noche! Ves todo lo que has logrado. La clínica ha crecido, la fundación te lo agradece y ayudarás a miles de personas gracias a los servicios que les brindarán de forma gratuita. Poco a poco haces de este mundo uno mejor, y hoy estamos aquí para verlo: tus hijos, la familia, todos.
Karl me da un beso sobre los labios.
—Cada vez que te sientas así, me trae recuerdos —murmura.
—Guárdalo para el walking closet, ahora vamos, que nos están esperando. —Le regreso el beso y me pongo de pie—. Es tu momento.
Así, empujo a Karl a través del salón, en dirección dónde se encuentra la familia, quiénes nos están esperando con nuestros hijos y la alegría que nos caracteriza.
—Bueno, cuando me dijiste que la familia cercana iba a venir, no pensé que fuesen todos —me comenta, mientras mi familia festeja.
—Donde hay un Ruíz, siempre va su familia —le recito, haciéndolo sonreír.
—¡Te queremos, Karl, te queremos, te queremos, Karl, te queremos! —cantan mis hermanos y primos, mientras nos acercamos a ellos.
Karl sonríe, y comienza a saludar a todos y a darles un abrazo. Mis hijos se encuentran al cuidado de mi tía Ainhoa y de mi mamá, además de la niñera que está atenta a Davide y a Maël, que mueren por salir corriendo a los rincones del salón.
—¡Te ves bella! —expresa mi hermana Lila, acercándose a mí y dándome un abrazo.
—Y tú, ¡te ves maravillosa!, al parecer el amor te ha sentado muy bien.
—El amor, y saber que mi marca se está posicionando en el número uno —me presume—. Pronto te pediré que me hagas mi primera campaña, ¿qué dices?
La tomo de la mano y la aprieto con suavidad.
—Nada me dará más placer que trabajar con mi hermana gemela —le confieso.
Me alegro de que todos están aquí, incluso Sabina y Cho, que últimamente vienen mucho a Nueva York debido a que han comenzado a hacer negocios aquí. No obstante, también está mi tío Manu, mis primos Héctor y Daniel, Jo, Jon y por supuesto mi tía Julie con mi tío Robert, quiénes han estado muy involucrados en el proyecto. Mis hermanos, mis sobrinos, incluso, Ana Carolina Santander ha venido, así que están todos los que tenemos que estar.
Por otro lado, también está Zimmer, el amigo y socio de mi papá y quién inició este proyecto y que ya tiene en mente otra clínica que estoy segura pedirá a Karl su experiencia para poder formarla.
El salón está lleno, las personas esperan el discurso de Karl y yo, no puedo estar más orgullosa. Sobre todo porque hace unos meses estuve a punto de perderlo y ahora aquí estamos, en la inauguración.
—¿Cómo te sientes, Karl? —pregunta Moríns, con una sonrisa en su rostro.
—Abrumado. Pensé que iban a venir menos personas, pero creo que todos los médicos de Nueva York están aquí —responde.
—La mitad son actores que fingen ser actores —habla David—. No creas todo lo que ves.
—¡Churri! —expresa Ana Carolina, regañándolo—. No le digas eso a Karl. —Lo ve—. No le hagas caso, Karl, todos estamos aquí para escucharte. Este hombre ama bromear y lo sabes. Solo se junta con Moríns y se potencia.
—¿Conmigo?, se nota que conoces muy poco a David, Ana Caro —se defiende Moríns y ella niega con la cabeza mientras sonríe—. Aun así, sean actores o no, creo que es un gran éxito, concuño.
—Gracias. Fue un logro en conjunto.
—No, fue tu logro, y solo nos lo compartiste —dice con seriedad.
—¿Karl? —interrumpe Rico de nuevo—. Te esperan para el discurso.
—Voy… —Karl voltea a verme y yo me inclino para darle un beso sobre los labios—. Estoy nervioso.
—Lo harás bien… naciste para esto, Karl. —Y vuelvo a besarlo.
Momentos después, él se aleja junto con Rico y yo voy dónde está mi madre y tomo a Alegrita entre mis brazos. Mis tres niñas se encuentran dormidas, a pesar del ruido, y para todos esa es una ventaja.
—Buenas noches —se escucha la voz de Rico en el micrófono—. Les agradecemos que estén aquí, en esta fiesta para conmemorar dos años de la clínica, pero, sobre todo, para festejar los nuevos logros que hemos tenido con beneficio a la comunidad. Como saben, la Fundación Sila Canarias, disculpen. —Corrige—. La fundación Canarias-Lafuente, se ha destacado siempre por su ayuda desinteresada a los otros, a la comunidad, al sector vulnerable. Acercando la educación, el arte y la salud a todos.
»Nosotros, tenemos como compromiso, ayudar, velar por el bienestar y siempre ofrecer una mano a las personas que lo necesitan. Lo que estamos festejando aquí, es una idea brillante, un esfuerzo en conjunto de la Fundación con el Doctor Karl Johansson, una idea que cambiará vidas y, sobre todo, las salvará.
»Pero y no diré más. Mejor, dejaré que el creador de este proyecto hable y nos muestre, porque es el director de la clínica y el porqué estamos aquí para festejarlo. Sin más, lo dejo con Karl Johansson.
El público estalla en aplausos, mientras Karl se acerca al escenario y toma el micrófono. Lo noto nervioso, porque él no está muy acostumbrado a hablar ante el público, como mi tío Manu o mi papá. Sin embargo, sé que lo va a hacer bien.
—Muchas gracias, Rico. Aunque debo destacar que este esfuerzo no es solo mío, sino tuyo y de todo el personal médico que día con día hace su trabajo para darle bienestar a los pacientes que pasan por nuestra clínica—. Karl suspira—. Tenía veinticinco años cuando tomé la decisión de hacer mis prácticas en la fundación Sila Canarias, ahora, Canarias-Lafuente. Para mi buena suerte, tuve el honor de conocer a la misma Sila Canarias en San Gabriel, donde iniciamos una amistad que hasta el día de hoy perdura, y que me convirtió en su confidente y su aliado, y yo la convertí en la tía de mis hijos. —La gente ríe—. Desde el primer instante que comencé a trabajar en la fundación, supe que esto era lo que quería. Me impresionó la ética, la humanidad y el entusiasmo de David Canarias y su amor y ayuda desinteresados por las personas que más lo necesitan. Después de ese primer encuentro fui año con año a San Gabriel, y vi su evolución, crecimiento y sobre todo, la comunidad médica que se había formado y que le daba vida a este proyecto.
»Por todo esto y más, fue que no dudé en aceptar el trabajo de médico en la clínica, aquí en Nueva York, ayudando al sector más vulnerable, y donde me encontré a un gran personal médico dispuesto a ayudar. Aquí, he visto carencias, miedos y desilusiones. He visto la necesidad de traer la atención médica a todos, y de brindarles el derecho a tener un buen diagnóstico, medicinas y personal preparado y especializado para llevar a cabo los tratamientos.
»Es por eso que, ahora, presento con honor el centro de atención gratuita, que brindará diagnóstico, tratamiento y medicinas, de manera gratuita, al sector más vulnerable. Sin necesidad de un seguro médico y sin hacer ningún pago. Todo esto, gracias a nuestros patrocinadores, alianzas y socios que se han unido a este proyecto.
»Espero que esta clínica traiga bienestar y que siempre cumpla con la misión de la Fundación Canarias-Lafuente donde cada vida es valiosa, y cada acción cuenta. Una fundación que es como la familia que la fundó: unida, de cimientos fuertes y sobre todo, llena de amor, mucho amor. Gracias.
Todos aplaudimos y celebramos, para después dar paso a un video que habla de la fundación y del nuevo proyecto. Karl se queda en el escenario junto con Rico, mientras que yo la veo orgullosa desde mi lugar.
¿Quién iba a pensar que me casaría con un hombre como Karl? Yo, una mujer que no quería nada de lo que tengo ahora, que pensó que el matrimonio era una prisión, y que ahora se siente más libre que nunca a su lado. Definitivamente, Karl es un regalo para mí, el hombre que me apoya y me ama, y que me da todo sin esperar nada a cambio; espero yo corresponderle de la misma manera.
El video termina y de nuevo los aplausos resuenan en el salón. El cuarteto de cuerdas comienza a tocar, las luces se encienden y es hora de la cena. Karl baja del escenario, directo hacia nuestra mesa, y después de recibir la felicitación de todos, se sienta a nuestro lado y comenzamos a cenar.
Mientras comemos, varias personas se acercan a nuestra mesa para felicitarlos. Karl me presenta con orgullo, al igual que a sus hijos, y recibe las felicitaciones con una gran sonrisa. Mi familia comienza a platicar de todo un poco, hasta que Moríns, mi papá, Antonio y Karl se alejan de la mesa para ir a platicar con otras personas.
Mi tía Julie, a pesar de ser la directora del conglomerado, se queda en su papel favorito: de madre y de tía, mientras platica animada con mi tía Ainhoa, su vecina desde hace más de diez años. Sonrío, solo de imaginar que algún día mi hermana o mi prima podrían ser mis vecinas.
Los recuerdos del jardín conjunto vienen a mi mente. Recuerdo cuando solíamos pasar de un jardín a otro y meternos a casa de mi tío Manu o de mi tía Julie para jugar, cenar o ver televisión. De pronto, deseo eso para mis hijos y la sonrisa se forma en mi rostro.
—¿Ale? —me distrae mi hermana, haciendo que salga mi trance.
Volteo a verla le sonrío.
—Dime.
—Ven, tengo que contarte algo —me pide, para después tomar mi mano y ambos levantarnos de la mesa y dirigirnos a un lugar donde no nos distrae el ruido de la música o las pláticas indistintas.
Cuándo estamos en el lugar indicado, ella me mira con ilusión en los ojos y me sonríe.
—Se me acaba de ocurrir una idea genial —comienza.
—Dime…
—No sé qué te parezca, pero, he estado pensando… ¿Qué te parece si nos casamos juntas?
—¿Cómo? —pregunto, con una sonrisa.
—Sí, no tiene que ser el próximo año, pero sería genial si nos casáramos juntas, ¿no crees? Hacer una boda grande, invitar a todos. Yo haría los vestidos, cada una nuestro estilo, así como la vestimenta de nuestros hijos. Imagínate, a Alegra, Amada, Alma y Mena, caminando hacia el altar, con vestidos hermosos y un canasto de flores. Y a David y Maël trayendo los anillos. Los chocitos, Fátima, Lucho, Lolo y Eva. A nuestras familias, ¿no crees que sería genial?
Lila me lo describe con tanta ilusión, que mi corazón comienza a latir emocionado. No lo había pensado, pero, sería una idea genial casarme junto con mi hermana, organizar una boda juntas y compartir ese momento tan especial.
—¿Qué dices? —insiste.
—Sí —dijo sin más—. Sí, acepto.
Lila me abraza y me da un beso sobre la mejilla.
—Lo organizaremos. Obviamente, esperaremos a que las trillizas sepan caminar, pero tenemos tiempo, ¿no crees? Podemos diseñar el vestido juntas, incluso, nos ponemos en forma juntas, probaremos platillos… además, Karl y Antonio se llevaban bien y todo estará genial. Compartiremos damas de honor y padrinos.
—Lo haremos… —contesto con ilusión y tomando sus manos—. Creo que es la mejor idea de todas. Iré a decirle a Karl —comento.
—Vamos, que yo debo decirle a Antonio, él no lo sabe. Después, se lo diremos a la familia.
Así ambas, tomadas de la mano, caminamos hacia el otro lado del salón, donde Karl, Moríns, mi padre y Antonio se encuentran platicando. Aquí donde están, hay mucho menor ruido, debido a que es el recibidor principal antes de entrar al salón. Están solos, como si hubiesen pedido a todos los presentes que se retiraran.
Lila y yo estamos a punto de entrar por la puerta, cuando escucho algo que me hace detenerme.
—¿Cómo de que no? —pregunta Moríns, bastante sorprendido.
—No, lo que escucharon —dice Karl, con firmeza.
—Espera… te estoy diciendo que eres la mejor opción, la mesa directiva lo aprobó, la señora María Julia quiere que seas tú y dices que no —insiste Moríns.
Mi esposo asiente con la cabeza.
—Karl. Como presidente de la fundación, podrías hacer esto y muchas más cosas. Imagínate, tendrías recursos ilimitados para más clínicas, más proyectos. Creo que es una excelente oportunidad y yo te quiero a ti —le insiste mi padre.
—Y, ¿por qué David no lo hace? —habla mi marido.
—Se lo propuse. Cuando le dije que me pasaría al departamento legal del conglomerado, me dijo que era una buena oferta, pero que no tenía el liderazgo para llevar la fundación. Él se quedará en al área de proyectos, es muy bueno. Junto con él harías grandes cosas. Por eso me sorprende que ves la oportunidad que tienes y dices que no, ¿cuál es la razón?
—Alegra —escucho mi nombre, y siento cómo el corazón me da un vuelco—. La razón es Alegra. El aceptar el trabajo de presidente de la fundación, significa que debo regresar a España de tiempo completo, y por ende Ale tiene que irse conmigo. Estamos aquí, porque ella está cumpliendo su sueño y lo ha logrado. No quiero ser yo quien le quite eso.
—Pero, ¡mira tu potencial! Mira lo que hiciste en una pequeña clínica, imagínate para la fundación. Tienes el perfil Karl pero sobre todo la mente y el corazón… Eres de la familia.
—Lo sé y muchas gracias, pero definitivamente es un no. Nueva York es donde me quedo, porque la mujer que amo y mi familia están aquí. ¿Por qué me iría cuando finalmente Alegra ha cumplido su sueño?, ¿por lo que tanto ha trabajado? Yo, soy doctor aquí o allá por igual. Lo siento, pero es un no.
Lila voltea a verme y yo siento el impulso de salir corriendo y evitar que el fin de la conversación suceda. Sin embargo, sé que no es el momento y mucho menos quiero que Karl piense que lo estaba espiando.
—Karl —dice Antonio—. Eres el mejor cardiólogo y doctor que he conocido. No obstante, sobre todo, tienes un gran potencial para llevar esa pasión por el bienestar de los demás a otros. ¿Por qué no lo platicas con Alegra antes de decir que no?
—Es un no —repite, y yo comienzo a desesperarme, porque sé que esto es algo que él desea y que por mí, no lo está aceptando—. Muchas gracias por considerarme, pero sigue siendo no.
Mi padre le da una palmada sobre la espalda.
—Tienes hasta la reunión de Navidad para darme una respuesta, ¿vale? Piénsalo bien, te lo pido.
¡Sí!, ¡sí!, ¡di que sí!, pienso, aceptando por él.
—Estoy seguro de que seguirá siendo no…
—¡Pero si eres necio! —interrumpo, sin poder evitarlo más. Salgo de mi escondite improvisado y todas las miradas se centran en mí—¿Por qué no aceptas?
—¿Nos estabas escuchando? —pregunta Moríns.
—Karl, mira todo lo que hiciste, piensa en lo que puedes hacer si aceptas ser presidente de la fundación, es un sueño hecho realidad, ¿qué no ves?
—Lo veo, Ale, pero sigue siendo no.
—¿Por qué no?, ¿solo porque posiblemente tendremos que irnos a España?, ¿por eso? —pregunto, con firmeza.
—Creo que deberíamos dejarlos solos —habla Antonio, tomando la mano de Lila para irse de ahí.
—Karl, dime, ¿por qué no quieres aceptar? —insisto—. Es una gran oportunidad, es un gran trabajo.
—¡Por qué ya no quiero arruinarte más la vida! —alza la voz, algo que jamás había hecho. Todos guardamos silencio y nos quedamos quietos—. Porque mis decisiones casi arruinan tu sueño, nuestra relación, nuestra familia, por eso Alegra, por eso. ¿Eso es lo que quería escuchar?
Me quedo en silencio. No sabía que Karl traía ese peso, que pensara que sus decisiones nos habían metido en problemas, y que ahora, eso le impedía crecer. No deseo que mis sueños opaquen el suyo, no quiero que Karl no crezca pensando que eso puede arruinarme a mí; no quiero que él sea infeliz. Quiero que su sueño sea el inicio del mío.
Finalmente dijo lo que realmente sentía. Pero como dice Alegra. Debemos deseas que nuestro sueño sea el inicio del otro
Que fuerte, y que cambio tan abrumador de emociones
Estoy segura que lo resolverán de la mejor manera.
😳😳😳😳😳
Pobre mi Karl con esa carga que lleva, claro es que los demas no saben la verdad del accidente y eso pesa. Pero esta en una familia que se apoya y adapta a todo.
Durísimo pero al fin se liberó. Ánimo mis niños