El reloj marca las 8:30 am y Valentina ya estaba ahí desde las ocho. Se había despertado muy temprano, se había puesto su vestido blanco de algodón, y una blazer de pana color verde arriba. No había traído zapatillas, así que se puso unas alpargatas que daban el toque de conjunto empresarial que ella buscaba.
Valentina entró por la puerta de la fundación y se sentó en la sala de espera. Dejó al lado su bolsa y fijó su mirada en retrato de David para notar más detalles. Tenía una sonrisa perfecta y cuidada, un hoyuelo en su mejilla izquierda y su cabello tenía los rizos perfectos, parecían hechos a mano.
Por unos segundos se deja llevar por esa imagen.
⎯Es perfecto ⎯murmura, mientras se pone de pie para ir a observarlo de cerca.
Valentina pensó que David Canarias, el director de proyectos de la fundación, era un hombre viejo y enojón, como uno de sus tíos o peor. En realidad, se sorprendió al ver lo joven que era y sobre todo lo guapo.
⎯Pero algo creído ⎯dijo de nuevo.
⎯¿Señorita Valentina, le gusta pelear con mi retrato? ⎯escucha la voz de David detrás de ella.
Voltea, y se queda un momento sin aliento, al notar que está muy cerca, mostrando un torso bien formado arropado por una camisa color azul cielo que le queda ceñida pero a la medida. Su altura destaca y ella tiene que subir el rostro para poder verlo a los ojos.
⎯¡Dónde estabas! ⎯le reclama, tratando de que su nerviosismo desaparezca⎯. Dijimos a las 8:30 de la mañana.
⎯Pero mi amor, no te enojes, ella solo es una amiga ⎯responde David, en tono de juego.
⎯Muy gracioso, yo no soy tu novia.
⎯Y entonces, ¿por qué me tratas como a un novio?, ¿eh?
⎯¿De qué hablas?
⎯Bueno, me persigues, me buscas, siempre me reclamas cuando me ves, lo haces como si fuésemos algo y no lo somos. Además, yo le sigo diciendo señorita de la Torre y tú siempre me hablas de tú.
⎯Lo siento, ¿te molesta? ⎯pregunta ella.
⎯No…
⎯Si quieres, me puedes llamar Valentina.
⎯No ⎯contesta David en un tono seco, dejando a Valentina un poco confundida⎯. ¿Lista?
David saca de la bolsa interna de su saco una tarjeta que dice VISITANTE y se la muestra.
⎯Tiene acceso de 8:30 a 9:00 am ⎯instruye.
⎯¡Qué! ⎯Se sorprende Valentina⎯. Pero, ¿en serio solo tengo media hora?
⎯Sí. Se lo advertí el sábado. Los lunes son de juntas todo el día y no tengo más que media hora.
⎯Y, ¿no puedo quedarme más?, digo… entre juntas yo.
⎯De ocho treinta a nueve de la mañana; tómelo o déjelo. Le recomiendo que lo tome, porque ya son las 8:31 y le restan 29 minutos.
Valentina toma el pase de la mano de David y él sonríe.
⎯Acompáñeme, por aquí. Le recomiendo que vaya contándome todo en el camino para no perder el tiempo.
David saca su pase y lo recarga sobre el sensor que le da acceso. Valentina hace lo mismo, y después de que David pone la tarjeta sobre el sensor del elevador, las puertas de este se abren.
⎯Cuanta seguridad… ⎯habla ella.
⎯Es necesaria. Mi familia ha tenido varias situaciones y preferimos ser exagerados. Los pases son la única forma de acceder a las oficinas de la fundación. Todos tienen asignado un horario de trabajo, solo algunos podemos estar aquí a deshoras.
⎯¿Quieres decir que si yo uso mi pase después de las nueve ya no podré subir? ⎯pregunta Valentina.
⎯Mire, que si es usted inteligente ⎯contesta David.
Las puertas del elevador se abren y Linda se encuentra sentada en la sala de espera de las oficinas de ese nivel.
⎯Buenos días, Lindura.
⎯Buenos días. Tienes junta a las nueve con Karl y con el equipo de proyectos. ⎯Comienza a darle su agenda a David, mientras Valentina va detrás de ellos.
⎯A las dos treinta tienes…
David le pide que se detenga. En realidad, no desea que Valentina sepa su agenda, no quiere darle espacio a que ella lo siga a dónde va.
⎯Mándamelo por correo, ¿vale?, y ¿me puedes traer café? Señorita de la Torre, ¿se le ofrece algo de beber?
Valentina asiente.
⎯Un té, el que tengas. Me gusta el té.
David le sonríe.
⎯Un café y un té, Lindura ⎯le pide David, con mucha simpatía.
La joven asiente con la cabeza y se aleja, dejando a David y a Valentina solos.
⎯Bien, señorita de la Torre, empiece que solo le quedan veinticinco minutos.
David abre la puerta de su oficina, y Valentina se sorprende por lo ordenada que está. Cada libro y archivo está meticulosamente colocado en los libreros que rodean la habitación. En el centro, hay una pequeña sala de estar, extremadamente limpia y perfectamente acomodada. El escritorio está impecable, con solo un monitor, tres portarretratos estratégicamente colocados y una pluma sobre una libreta de portada negra.
David se quita el saco y lo cuelga con cuidado en un perchero metálico de color gris, detrás de su silla. Luego presiona un control, y las persianas se levantan automáticamente, iluminando la oficina con luz natural.
—¿Señorita? —pregunta, sentándose en su silla, y ofreciéndole que se siente en la silla de en frente.
⎯Sí, claro. ⎯Suspira⎯. Vengo desde México solo para decirte que el proyecto de la construcción de la Colonia Volcanes, tiene impactos negativos tanto en el medio ambiente como en la comunidad.
⎯Venga, la escucho.
Valentina abre su bolsa y saca unas gafas para ver, dándole un aspecto más formal y seguro. Después busca algo más, que resulta ser una libreta que al abrirla contiene escritos a mano de Valentina.
⎯Bueno, la construcción requerirá la tala de árboles y la remoción de vegetación, lo que dará como resultado la pérdida de hábitat para diversas especies de flora y fauna locales.
⎯Claro que no, eso ha sido considerado. Hemos hecho un diseño especial para que la vegetación no se toque.
⎯Bueno, pero es probable que se generen residuos y escombros que, si no se manejan adecuadamente, pueden contaminar el suelo y las fuentes de agua cercanas, afectando la calidad del agua que consume la comunidad. Contando con la idea de que no tienen agua. Además, las actividades de construcción generarán altos niveles de ruido que pueden afectar la fauna local y la calidad de vida de los residentes.
⎯Señorita…
⎯El incremento en el tránsito de vehículos de construcción y, posteriormente, de personas que acudirán a la clínica, puede causar congestión vial, aumentando los tiempos de desplazamiento y la contaminación atmosférica, por lo que necesita una solución para eso. ⎯Continúa⎯. El ruido, el polvo y otras molestias causadas por la construcción afectarán la vida diaria de los residentes, causando estrés y problemas de salud.
David se queda en silencio, reflexionando sobre lo que le dice Valentina. Cruza las manos arriba del pecho y dirige su mirada justo a sus ojos.
⎯¿Vino desde México solo a decirme algo que ya fue considerado?
⎯No fue considerado ⎯contesta ella segura⎯. He ido a la colonia a revisar el anteproyecto que enviaron, y ya no coincide con los planos. Tengo entendido que este proyecto lo hicieron hace unos años y que ahora quieren implementarlo; no sé por qué tardaron tanto.
⎯Los permisos que da el gobierno mexicano son tardados. Nos pidieron mucho dinero y hubo cambio de gobierno. Así que hasta ahora pudimos lograrlo a través de un concurso.
⎯¿Así que no es seguro que ganen? ⎯pregunta ella, bastante interesada.
David baja los brazos y se recarga sobre el respaldo de su silla. Pasa sus dedos entre su cabello, acomodándolo un poco. Valentina se sonroja un poco. No cabe duda que este hombre es muy atractivo.
⎯Ganaremos ⎯contesta seguro⎯. Tenemos un buen proyecto, bien diseñado.
⎯Pero para una colonia que ya no existe. Si haces lo que antes planearon, van a arruinar en lugar de ayudar, y eso quiero evitarlo.
David se hace para el frente y queda cerca de Valentina. Ella se pone nerviosa al sentir su rostro casi rozando su pie.
⎯Dígame, ¿qué interés tiene en esta colonia?, ¿por qué venir desde allá solo para impedir que yo haga lo planeado? ⎯pregunta, para luego sonreír.
⎯Por-por-porque ⎯habla ella nerviosa⎯. Porque yo crecí ahí, y la gente que quiero está ahí. Ya han sufrido mucho y no es justo que lo hagan por un proyecto mal planeado. ⎯Valentina retoma su seguridad ante la presencia arrebatadora de David⎯. Yo deseo que haya una clínica, porque ayudaría a todos, de verdad. Pero, si será un proyecto que destruya media fauna y flora del lugar, me opondré firmemente.
⎯¿Usted qué credenciales tiene para asegurar que haremos eso? ⎯continúa el interrogatorio.
⎯Soy ingeniera ambiental… sé de eso.
David sonríe.
⎯Me gusta, señorita de la Torre ⎯pronuncia.
⎯Có-có-cómo?
⎯Sí. Me gusta su pasión y su insistencia. Dicen que la necedad es la madre de la perseverancia, pero también puede ser el padre de la obstinación. ⎯Al decir eso, David se pone de pie⎯. Por desgracia, su tiempo se acabó.
Valentina ve su reloj de pulsera, y nota que son las nueve de la mañana.
⎯Entonces, ¿me harás caso?
⎯Dije que te escucharía, pero eso no cambia el hecho de que el proyecto ya está hecho.
⎯¡Dios!, si serás necio. Si lo haces, arruinarás a más familias que ayudarlas.
⎯Señorita de la Torre, el proyecto concursa al final del verano. No puedo modificarlo todo ahora para hacerle caso. Además, tenemos más proyectos en mente. Justo cerraremos uno y no puedo enfocarme en el suyo personalmente.
David se dirige hacia la puerta para salir, pero Valentina corre y se pone en su camino, bloqueándola.
⎯Yo puedo ayudarte.
⎯¿Cómo? ⎯pregunta David, seguido de una leve risa.
⎯Yo puedo ayudarle a modificarlo, puedo hacerle notas y decirle dónde modificar para que quede perfecto.
⎯Señorita… ⎯David se hace para adelante, tratando de abrir la puerta. Sin embargo, ella pone la mano sobre su pecho y le impide pasar.
Valentina se inclina hacia David, sus ojos color violeta brillando con una intensidad que casi lo desconcierta. Sus palabras resuenan en la silenciosa oficina, cargadas de una mezcla de urgencia y determinación.
—Piensa lo importante que es para mí. He venido desde lejos, solo para pedirte que hagas unas pequeñas modificaciones para que quede mejor. ¿Acaso no quieres que la fundación gane el concurso? ¿Acaso no quieres beneficiar a tantas familias de ese lugar? Me estoy ofreciendo, con mi ayuda será rápido y preciso, no nos tomará más allá del verano, por favor.
Las miradas de ambos se encuentran, una corriente palpable de tensión llenando el aire entre ellos. David siente un inexplicable calor subir por su cuello, como si el mero contacto visual con Valentina pudiera encender algo profundo dentro de él. Ella no se aparta, sus ojos sosteniendo los de él, desafiantes y a la vez suplicantes.
—Esto no es solo un capricho —continúa Valentina, su voz temblando ligeramente pero sin perder su firmeza—. Es una oportunidad para hacer algo grande, algo que realmente importe.
David estrecha los labios, su mente atrapada entre la lógica fría y la inesperada situación con esta mujer. Sabe que aceptar sus condiciones significaría ceder, admitir que tal vez, solo tal vez, ella tiene razón. Pero no puede permitirse mostrar debilidad, no ahora.
—No es tan simple —responde finalmente, su voz baja y controlada, tratando de ignorar el ligero temblor en sus propias manos—. Hay más en juego aquí de lo que piensas.
Valentina da un paso más cerca, sus cuerpos casi tocándose. La proximidad hace que la tensión entre ellos sea casi tangible, una mezcla electrizante de desafío y algo más.
—David, esto es importante. Para mí, para ellos, para todos. Solo te pido una oportunidad para demostrarte que podemos hacerlo mejor.
Él siente su resolución tambalear, pero solo por un segundo. Se obliga a endurecer su mirada, aunque por dentro todo en él quiere ceder.
—La escuché, señorita de la Torre, pero no te prometo nada —dice finalmente, su voz firme, pero con una leve grieta que traiciona la tensión que siente—. Lo consideraré. Ahora, déjeme salir que debo ir a junta.
Ella asiente lentamente, una pequeña sonrisa de triunfo curvándose en sus labios.
—Entonces, ¿te espero?
—Dije que lo consideraría, pero no que tendría una respuesta pronto —habla David.
—Pero, pero… —Trata de pronunciar una frase, pero David camina hacia el elevador y lo abre con su tarjeta.
—Señorita —le hace un ademán para que suba, antes de que se cierren las puertas.
Valentina entra a paso firme, expresando su enojo ante la situación.
—Como ves, soy bastante necia y obstinada —lo amenaza.
—Dígame algo que no sepa, señorita de la Torre. —David presiona el botón del recibidor y se aleja de las puertas—. Que tenga un bonito día —le saluda.
—¡Esperaré! —habla Valentina, pero las puertas del elevador se han cerrado—. ¡Dios, qué pesado! —expresa.
Unos segundo después, se encuentra bajando por el elevador. Valentina se siente furiosa, nunca pensó que sería tan difícil convencer a David. Eran tan necio, tan obstinado, tan odioso.
—Todo lo que tiene de guapo, lo tiene de odioso. ¡Imposible convivir con un hombre así!
Ella le da al pase a la señorita de la recepción, y después va hacia la sala de espera y se sienta. Esta vez, saca un sandwich de su bolsa y comienza a comerlo.
—Vengo preparada. Así tenga que seguirlo hasta el baño, lo convenceré de que cambie el proyecto. No dejaré que por su obstinación arruine todo.
Y Valentina se sentó a esperar.
***
-6:00 pm –
Valentina mantiene su vista hundida en el libro. No sabe cuánto tiempo ha pasado ahí sentada, pero ahora sí viene preparada para lo que sea. David Canarias aún no sale de su oficina, y se ha asegurado que no haya otras salidas dónde se pueda escapar.
Murmura lo que está leyendo. Juega con la pluma en la mano, lista para subrayar las hojas. Su concentración es plena, que no se percata de nadie a su alrededor.
—Shakespere me llamó genial, Lope de Vega, infinita, Calderón, bruja maldita y Fray Luis la episcopal…
—Quevedo, grande inmortal y Góngora la contrita Sor Juana, monja inaudita
y Bécquer la mayoral. Rubén Darío, la hemorragia; la hechicera de la magia, Machado, la alucinante, Villaurrutia, enajenante, García Lorca, la grandiosa y yo me llamé la Diosa. —Se escucha la voz de David, recitando el resto del poema.
Valentina levanta la mirada y lo ve ahí, de pie frente a ella, con ese porte que tiene y esa sonrisa que la hace enojarse cada vez más.
—¿Te enseñaron a interrumpir? —pregunta, de mal humor—. O, ¿solo querías presumir que te sabes el poema de Pita Amor?
—¿Por qué siempre está de mal humor, señorita de la Torre?
—Tú me pones de mal humor, es diferente. Yo siempre estoy de buen humor.
David sonríe y alza las cejas.
—Sí, se nota. Me han reportado a la oficina que se pasa murmurando y hablando con mi retrato. Espero no me arrepienta de lo que voy a hacer.
David estira la mano y le muestra otro pase de entrada a la fundación. A Valentina le brillan los ojos y esboza una sonrisa. Después, se levanta, dejando el libro de poemas al lado y lo toma, sin embargo, David le prohíbe que se lo lleve. Las miradas de ambos se cruzan de nuevo; ella se pone nerviosa.
—Solo serán anotaciones y modificaciones mínimas.
—Sí, lo prometo.
—Tenemos el tiempo sobre nosotros, debe terminar el proyecto antes del 28 de agosto.
—Más que suficiente —contesta ella.
—Y todo lo que haga lo hará en mi presencia. No puede sacar o llevarse ningún papel de la fundación. Las decisiones serán consultadas conmigo y aprobadas por mí. Solo trabajará en un horario de nueve de la mañana a dos de la tarde.
—Pero, tú sales a las seis —le reclama ella.
—Así es, pero oficialmente está usted como una practicante de la fundación y el horario es de ocho a dos. No podré pagarle un salario como tal, pero, por mi cuenta, irán sus viáticos. Podrá quedarse en el hotel mientras trabaja en el proyecto, y pagaré el transporte y comidas, ¿le parece?
—¿Tú los pagarás?, ¿de tu bolsillo? —inquiere ella, bastante sorprendida.
—Sí.
—¿De tu salario?, ¿o del dinero de tu familia?
David niega con la cabeza, mientras sonríe.
—Lo acepta, ¿o también me preguntará si hago mi trabajo o solo finjo trabajar por ser nieto e hijo del apellido Canarias?
Valentina se queda en silencio, y simplemente, asiente.
—Está bien.
—La veo mañana a las nueve. La veo frente a mi retrato, para que se pelee un rato antes de subir.
—Yo no…
—Nos vemos mañana, señorita. Y le pido que no me siga…no quiero que se le haga costumbre.
David le da el pase.
—Hasta mañana, señorita de La Torre.
—Hasta mañana… —responde, mientras lo ve salir, con una seguridad y un porte que podrían conquistar a cualquiera.
Valentina no se queda callada, eso me encanta jajajaja espero no le traiga lios despues jajajaja. Y David awww (inserte suspiro) es posible que con cada generación nos vamos enamorando mas y mas..es que son magicos todos, unos mas q otros pero todos tienen sus cositas que los hace especiales. Gracias Ana.
Como diría mi mamá, no lo hurta, lo hereda y es que esa mezcla canarias Ruiz de Con es dinamita pura. Cada capitulo me gusta más urgar en la vida de David Tristan
“El que persevera, alcanza” sería una perfecta expresión de Valentina. “¡Pero, a qué costo!” Diría David 🤭🤭
Me gusta… Seguiré leyendo 🤓
Jebús! Hay que aprovechar para hacer el proyecto lo mejor posible.