KARL
Es oficial, soy el próximo presidente de la fundación Canarias-Lafuente y en verdad estoy muy feliz. No puedo expresar con palabras todo lo que siento ante esta oportunidad que Moríns, David y el resto de la familia me han brindado.
Alegra tiene razón, esta es una oportunidad inesperada en la que puedo llevar a cabo los proyectos y mejoras que siempre he soñado. La fundación es el medio que necesitaba. Estoy emocionado, en verdad lo estoy. Creo que esto es lo que necesitaba para retomar completamente mi vida y sentirme pleno.
Sé que extrañaré este lugar y la clínica. También sé que Rico hará un buen trabajo como director y que no volverá a salirse del camino. Para mi buena suerte, Pilar se queda en Nueva York como mi mano derecha y representante de la fundación, así que confío en que lo mantendrá a raya.
Cairo también se queda con ella. Les hemos dado nuestra casa para que empiecen una vida juntos aquí. Mientras estuvo de nuestro chofer, comenzó a tomar clases de inglés y planea estudiar algo para tener una carrera. Por el momento, trabajará para ayudar a Pilar, por lo que la casa es una gran ayuda que Alegra y yo les damos en agradecimiento por todo lo que han hecho por nosotros.
Alegra, por su parte, está muy orgullosa de mí, sin embargo, está preocupada. Ella sabe que esta decisión implica nuevas responsabilidades y enfrentarnos a situaciones que en Nueva York ya dábamos por sentadas. Por fortuna, los niños todavía no han entrado a la escuela y las trillizas están muy pequeñas para extrañar nuestra casa; así que por esa parte no habrá un problema.
Además, regresar a España trae muchas ventajas para nosotros. Ahora nuestros hijos tendrán a la familia cerca, irán a la misma escuela que los hijos de Moríns, y convivirán con sus primos y tíos.
Nosotros también tenemos una casa allá. David Canarias nos ha dejado la casa de Madrid para que vivamos en ella y no nos preocupemos por el espacio. Allí, Alegra tendrá su estudio exclusivo, ya que Luz le había acondicionado el lugar.
Alegra está muy animada y feliz porque hizo un trato con la agencia de Nueva York para tener una sede en España y captar a más artistas para realizar sus campañas. Ella será la encargada de esa sede, la fotógrafa principal, y responderá a las órdenes de la encargada de la sede de Nueva York, por lo que todo queda arreglado.
La única situación es que tendrá que viajar a Nueva York una vez al mes para algunas cosas que necesita ver de manera personal, por lo que yo me quedaré con los niños; fuera de eso, podrá vivir en España.
Otro plan que tenemos es nuestra próxima boda conjunta con Antonio y Lila. Los cuatro nos casaremos y tenemos exactamente dos años para planearla. Todavía no se lo hemos dicho a la familia y ya nos sentimos emocionados. Tenemos mucho que planear y decidir. Espero que los cuatro estemos de acuerdo en lo que deseamos y que la boda salga bien.
Por lo tanto, se mantiene en secreto y esperamos dar la noticia en diciembre, justo en el año nuevo, para entrar al siguiente con una muy buena noticia para todos, especialmente después de lo que nos ha pasado a ambas parejas.
Mi regreso a España ha sido una bocanada de aire fresco después de mi accidente. En un punto pensé que no volvería a ver la ciudad y mucho mejor recorrerla. Sin embargo, ahora que estoy de regreso, que siento el aire frío en mi rostro y que estoy a punto de cumplir uno de mis sueños, no puedo sentirme más satisfecho, aunque me hubiera gustado que Alegra hubiese venido conmigo para tomar mi puesto en la fundación. Hubiese sido un honor tenerla a mi lado, a mis hijos también, pero debido al tiempo no fue posible.
Así, que ahora me encuentro solo en la que será mi casa, sentado en la silla de ruedas y viendo hacia el jardín, esperando a que Moríns y David lleguen para hablar conmigo sobre la ceremonia que ocurrirá mañana y me pongan al tanto de lo que pasa en la situación.
Escucho que los niños juegan en el jardín, persiguiendo al nuevo perro de Manuel y Ainhoa, Mordidas, que es un cachorro con mucha energía y que no se deja atrapar por ellos.
Me sorprende lo grandes que ya están los hijos de Moríns y Sila. Todavía recuerdo cuando nació Fátima y cómo la cuidaba en cuidados intensivos cuando su corazón estaba en peligro. Así que ahora verla correr, gritar y disfrutar del momento me hace sentir que mi carrera y vocación valen la pena. Que soy capaz de hacer una diferencia.
—Tío Karl —me interrumpe la bonita voz de Lucho.
—Dime.
—¿Dónde está mi mamá? —pregunta.
—Su madre dijo que ahora venía. Fue a su casa por algo —respondo, con una sonrisa.
—Y ahora, ¿quién nos va a cuidar? —inquiere.
—Pues el tío Karlangas —contesta Fátima, con una sonrisa.
—Así es… el tío Karlangas los cuida —repito lo que dice Fátima.
—Tío, ¿te puedo hacer una pregunta? —me dice la pequeña niña de apenas seis años, pero que piensa cómo una adulta.
—Dime.
—Cuando vivas aquí, con nosotros, ¿le dejarás a mi tío David su habitación?
—¿Cómo?
—Sí. Mi tío David a veces viene a dormir acá y tiene su habitación. Te pregunto si no para decirle que se vaya buscando otro lugar.
Me río en voz alta.
—¿Le dirás eso?
—Sí. Le diré a mi papá que le demos una habitación en mi casa, para que se quede ahí y juguemos todas las tardes.
—¿Crees que tu padre acepte? —le pregunto a la ocurrente niña.
—No lo sé… Puedo preguntarle cuando llegue…
—¡FÁTIMA!, ¡KARL! —escuchamos la voz de Lolo al fondo.
La niña voltea y de inmediato vemos cómo el niño pequeño viene corriendo a toda velocidad.
—¡EVA!, ¡EVA SE CAYÓ A LA PISCINA! —grita.
—¡QUÉ! —expreso, el pánico me llena el pecho.
—¡NO HAY NADIE EN CASA DE MANU! —me avisa Fátima.
Sin pensarlo, en un impulso, me levanto de la silla. Es un movimiento automático, instintivo. Mis piernas, que han sido una constante frustración y me han puesto límites, me respondieron.
De pronto, me encuentro corriendo hacia el jardín, dirigiéndome a la piscina en casa de Manu y Ainhoa. Mi cerebro no procesa todavía lo que está sucediendo, porque yo estoy concentrado en ir a sacar a la niña que no sabe todavía nada.
El mundo se convierte en un borrón de movimientos rápidos y sonidos distorsionados. Llego a la orilla de la piscina y veo a Eva, luchando por mantenerse a flote en el agua.
—¡Tranquila! —le grito.
Sin dudarlo, me lanzo a la piscina, mis brazos se extienden para alcanzarla. Nado hacia donde está y la sujeto con firmeza para, luego, levantarla en el agua. Ella empieza a toser.
—¿Estás bien? —le pregunto a la niña, quien tiembla de como una hoja.
—Solo quería la pelota del perro —me indica y señala la pelota roja que flota lejos de nosotros.
Fátima llega corriendo, con los ojos llenos de preocupación y miedo. Lolo está tan angustiado que comienza a llorar.
—¿Estás bien, hermana? —pregunta la niña.
—Sí, está bien, tráeme una toalla, rápido —le pido.
Fátima, entra a casa de su tío Manuel, abriendo la puerta del jardín y corre hacia adentro. Yo saco a Eva de la piscina, y salgo junto con ella.
Fátima regresa y me entrega la toalla, yo cubro a Eva y comienzo a frotar mis manos para que coja calor.
—Tranquila, ya estás a salvo.
—Tío Karl, ¿te puedo hacer una pregunta? —me dice Fátima.
—Dime.
—¿Tú te encuentras bien? —pregunta.
En ese momento me doy cuenta de lo que he hecho. Miro mis piernas, empapadas y temblorosas y luego miro a Fátima que me sonríe. Había caminado, no, había corrido para salvar a mi sobrina.
—¿Qué está pasando aquí? —escucho la voz de Moríns, quien viene corriendo de la mano de Lucho.
—¡EL TÍO KARL PUEDE CAMINAR! —expresa Fátima, con una sonrisa—. El tío Karl salvó a Eva.
—¡Evita! —pronuncia Moríns, mientras corre hacia su hija y la abraza, quitándole el frío.
Después, reacciona, y sin decir nada me ve a los ojos.
—¿Puedes caminar? —me pregunta, sin poder creerlo.
Entonces, me levanto. Con las piernas todavía temblorosas pero firmes. Siento que una oleada de emociones me invade al ver que he caminado. Había ido a terapia con Sabina, hecho procesos pequeños para poder lograrlo y hoy, llevado por un momento de necesidad, mis piernas respondieron; puedo caminar.
—¡Dios mío, Karl! —expresa, Sila, que acaba de llegar—. ¡Puedes caminar!, ¡puedes caminar!
Asiento, sin poder encontrar las palabras adecuadas. Hay mucho que procesar, pero en ese momento, lo único que importa es que Eva estaba a salvo y que, de alguna manera, había encontrado la fuerza para volver a caminar.
—¡PUEDES CAMINAR, HERMANO! —expresa Moríns, feliz—. ¡SALVASTE A NI NIÑA!
Doy un paso hacia adelante, dudando de si caeré o no, pero cuando veo qué logro hacerlo, doy el siguiente. Y así, comienzo a moverme, hasta que estoy seguro de que he vuelto a caminar.
—¡Ja! —expreso, mientras voy hacia Sila y la abrazo.
—¡Alegra estará feliz! —contesta.
—Sí, pero no le digan todavía, quiero sorprenderla de la mejor manera…quiero que sea la sorpresa de su vida.
Ay mi Karl, que felicidad.
Valió la pena, la espera!!
Que emoción!!!!!!! Bravo por Karl!!!! Y menos mal que estaba allí…
Que felicidad. La verdad que el instinto de papá en este caso tío fue salvar a la pequeña y no lo pensó solo reaccionó. Q lindo
Que bien que Karl ya puede caminar y logró salvar a la niña de Sila👏..valieron los ejercicios de Sabina….la sorpresa que se llevará Alegra…
Siiiiii mi Karlangas. Lo amo. Gracias Ana. Gracias a Dios que pudo salvar a Eva. ❤️ Fatima es adorable ❤️
Ayy que emoción, ya puede caminar 😍
A veces los cambios son para mejoras, son sentimientos encontrados pero al final siempre valen la pena arriesgarse… Excelente capitulo
Qué gran lección. Ninguna rehabilitación es sencilla pero si no la haces siempre habrá la duda de si podías recuperarte.
Karl 🥰 que gran susto pero que bonita sorpresa
Que emocionante, ya quiero leer el siguiente capítulo 🎊🎉