Ceci y yo nos encontramos abrazados, desnudos, debajo de las sábanas. La habitación está sumida en una penumbra cálida, iluminada solo por la suave luz de la luna que se cuela a través de las cortinas. Sus brazos rodean mi torso y siento su aliento tranquilo y rítmico contra mi pecho. No puedo evitar sonreír. Esta es una sensación que pensé que nunca volvería a experimentar.

Después de todo lo que he pasado, de la pérdida y el dolor, Ceci ha traído de vuelta algo en mí que creía muerto. Su presencia es una luz en la oscuridad. Recuerdo la primera vez que la vi, su sonrisa tímida pero llena de vida, sus ojos llenos de una dulzura que no había conocido en mucho tiempo. 

Ella se mueve ligeramente, ajustándose en mis brazos, y no puedo evitar besar la coronilla de su cabeza. Su cabello huele a una combinación a vainilla y lavanda, un aroma que se ha convertido en sinónimo de tranquilidad y amor para mí. Siento su cuerpo relajado contra el mío, su piel suave y cálida, y mi corazón se llena de una paz que creí inalcanzable.

⎯¿En qué piensas? ⎯pregunta suavemente, levantando la cabeza para mirarme con esos ojos llenos de cariño y curiosidad.

⎯En tí. 

⎯¿En mí? ⎯me pregunta, con bastante curiosidad. 

⎯Sí. En la historia que me relataste. ¿Eres tú, es verdad, es tu historia? ⎯Sé que parezco muy insistente, pero no he dejado de pensar en ello. 

Ceci suspira y con la cabeza asiente. 

⎯Soy yo. 

⎯Y, ¿yo soy Alejandro? 

⎯Puede ser… ⎯responde, y besa mi pecho. 

⎯¿Puedes contarme tu historia? ⎯pregunto⎯. En realidad, tengo mucha curiosidad. 

Ella se levanta, gira su cuerpo y me ve a los ojos. La luz de la luna resalta sus rasgos delicados y su expresión serena.

⎯Sí, pero, ¿te importaría si nos damos un baño? Nunca había estado en una habitación con jacuzzi.

Sonrío, encantado por su entusiasmo.

⎯Muy bien, hagámoslo.

Me incorporo, estirando los brazos y disfrutando del agradable dolor en los músculos después de nuestra noche juntos. La veo caminar hacia el baño, su figura delineada por la luz que entra por la ventana. Se detiene frente a la puerta, me lanza una mirada coqueta y desaparece en el baño. Me tomo un momento para disfrutar de la vista antes de seguirla.

El baño es amplio y lujoso, con un gran jacuzzi en una esquina, rodeado de mármol blanco y accesorios dorados. La luz de la luna entra a raudales a través de una ventana alta, dándole al espacio una atmósfera cálida y acogedora. Ceci ya está de pie junto al jacuzzi, ajustando la temperatura del agua. Sus movimientos son gráciles y elegantes, y no puedo evitar admirarla.

⎯¿Qué opinas? —pregunta, girándose hacia mí con una sonrisa radiante.

⎯Creo que es perfecto —respondo, acercándome a ella.

El agua empieza a llenarse, y el sonido del jacuzzi crea una atmósfera relajante. Nos miramos por un momento, compartiendo una conexión silenciosa. Sin decir nada más, ella entra en el jacuzzi, dejando que el agua cálida la envuelva. La sigo, disfrutando del contraste entre la frescura del aire y el calor del agua.

Me siento frente a ella, y durante un instante, simplemente nos miramos, disfrutando de la compañía del otro. El agua burbujea a nuestro alrededor, creando una sensación de ingravidez que es a la vez relajante y estimulante.

⎯Esto es maravilloso ⎯dice Ceci, cerrando los ojos y dejándose llevar por la sensación del agua.

⎯Lo es ⎯concuerdo, sumergiéndome un poco más para sentir el agua en mi espalda.

Nos acercamos lentamente, y ella se sienta en mi regazo, sus brazos rodeando mi cuello. El calor del agua, combinado con su cercanía, crea una sensación de intimidad que me hace sentir más conectado a ella que nunca. La abrazo, disfrutando de la sensación de su cuerpo contra el mío.

El silencio toma el lugar. 

⎯Lo que voy a contarte, nunca se lo he dicho a nadie ⎯habla Ceci, en un tono suave. No es porque sea algo malo, sino porque me da vergüenza.

⎯¿Vergüenza? 

⎯Sí, bastante, pero también me sirve contarlo para desahogarme. 

Pongo mi mentón sobre su hombro y suspiro. Siento cómo su piel se eriza con mi cercanía. 

⎯Te escucho. 

Ceci suspira. 

⎯Cuando era muy joven me salí de mi casa. Tenía diecisiete años y solo quería comerme al mundo. En ese punto de mi vida, mis padres tenían muchos problemas y se la pasaban peleando a cada rato. Mi hermana menor les traía muchos problemas y estaban enfocados en ella. Yo tenía planes, sueños, misión, por eso es que decidí irme. Quería viajar, probar todos los platos típicos de cada rincón del mundo. Me veía caminando por Tailandia comiendo en los mercados o en las calles de Nueva York. Siempre quise ser chef, y aunque no creas, mis padres jamás vieron esa carrera como una viable, pero yo estaba segura de mi talento. 

⎯De eso estoy seguro ⎯comento, haciéndola sonreír. 

⎯Por un momento estuve vagando entre las casas de mis amigas. Afortunadamente, siempre tuve a personas que me ayudaron y me dieron refugio y que gracias a ellas pude llegar tan lejos. Una de ellas es mi amiga, con la que dejo a Vidal, por ella tuve casa, comida y amor por mucho tiempo, hasta que lo arruiné. 

El tono de Cecilia cambia de inmediato, pasa de tranquilo a melancólico, dándome una introducción a esa parte de la vida que le da vergüenza. 

⎯Aquí en Madrid trabajaba en un restaurante, me iba a bien y me aceptaban solo por mis habilidades y no por un título. Mi plan siempre fue irme a América, específicamente a los Estados Unidos. Siempre quise ir a Nueva York o a Miami, y de ahí ver a dónde me llevaba la vida. Sin embargo, conocía Samuel. 

⎯Samuel ⎯repito su nombre, con un poco de celos. 

⎯Sí, Samuel: músico, bohemio, encantador. Soñaba con convertirse en un gran guitarrista de flamenco y, aunque poseía talento, le faltaba constancia. A pesar de esto, logró conquistarme con su actitud y sus palabras, y acabé enamorada de él. ⎯Suspira⎯. No sé qué me pasó por la cabeza en ese momento, pero me veía a su lado. Estaba convencida de que él era el hombre de mi vida y qué juntos podríamos alcanzar nuestros sueños. Así que tomé mis pertenencias, utilicé mis ahorros, renuncié a mi trabajo e ignoré los consejos de mi amiga, para seguirlo a Nueva York… El peor error de mi vida. 

Ceci se recarga sobre mi pecho, y lleva mis manos hacia su abdomen y me pide que descansen ahí. 

⎯Llegamos a Nueva York con toda la actitud del mundo. Nuestro plan era trabajar duro y hacer conexiones valiosas. Yo deseaba inscribirme en una de las mejores escuelas de gastronomía y abrir un restaurante en la ciudad que llegara a ser relevante. Samuel me apoyaba, me aseguraba que todo saldría bien y que pronto tendríamos la vida que siempre habíamos soñado. Al principio, todo parecía ir conforme a lo planeado. Vivíamos el sueño americano: amábamos la ciudad, nos amábamos a nosotros mismos, y en una noche de locura decidimos casarnos. Pensamos que no había razón para no hacerlo si estábamos comprometidos a estar juntos.

⎯¿Todo? ⎯pregunto en un murmullo. 

⎯Todo. ⎯Ceci suspira⎯. Dicen que cuando el dinero escasea, el amor tiende a desvanecerse, y en nuestro caso, esa verdad no tardó en hacerse evidente. Mis ahorros se evaporaron rápidamente, y pronto me vi obligada a trabajar en lo que fuera y donde fuera. Pasé por diferentes empleos: lavaplatos, mesera, personal de limpieza, y cocinera en una pequeña cafetería, todos con salarios bajos y propinas modestas. Todo mi dinero se destinaba a pagar la costosa renta, y apenas nos alcanzaba para comer. Samuel, por su parte, estaba en una etapa de creatividad estancada. No lograba encontrar trabajo como músico en ningún lugar, pero también se negaba a aceptar empleos que no estuvieran relacionados con la música. ¿Lo entiendes?

⎯Perfectamente. 

⎯Las peleas comenzaron a surgir. Yo estaba exhausta, cansada y hambrienta. Llegaba a una casa completamente sucia y desordenada, mientras Samuel se pasaba el día durmiendo o sumido en su proceso creativo, sin preocuparse por lavar los trastes. Mi sueño de estudiar en Nueva York parecía cada vez más distante, y empecé a cuestionar mis decisiones. Decidí que lo mejor era irme, dejar a Samuel y no volver jamás. Una noche, empaqué mis cosas y le informé que me iría, pero él logró convencerme de que me quedara. Así lo hice. Esa misma noche, también concebimos a nuestro bebé.

Ceci voltea y me ve a los ojos. 

⎯No me lo tomes a mal, amo a Vidal y es la razón por la que hice muchas cosas. Pero, en ese momento, su llegada a mi vida no fue lo mejor, y se lo hice saber. No teníamos dinero, y con el embarazo, me resultaba imposible seguir trabajando como lo hacía antes. Le dije que terminaría el embarazo y que hasta ahí llegaba todo. ⎯Ella guarda silencio. Lo que me acaba de contar es muy fuerte y ahora comprendo por qué siente vergüenza⎯. Samuel se oponía, pero tampoco hacía nada al respecto. Así que un día me dirigí a la clínica para tomar una decisión. Como ves, nunca entré, no pude, ni me atreví, ni tuve el corazón para hacerlo; así que regresé y decidí continuar con el embarazo.

⎯¿Qué pasó con Samuel? ⎯pregunto, mientras acaricio su cabello. 

⎯La peor traición, se fue con otra. 

Maldito, pienso. 

⎯Lo siento. 

⎯Ella le prometió que le ayudaría a levantar su carrera y que él llegaría a ser una gran estrella. Al principio, pensé que el cambio era por su hijo; se le veía feliz. Había salido de su receso creativo y ahora trabajaba en un bar por las noches. Llegaba muy cansado y dormía durante las mañanas, pero al menos estaba trabajando. Yo, por otro lado, me las veía negras con el trabajo y con un embarazo casi a término. Vidal casi nace en el suelo de un restaurante. Samuel llegó dos días después a conocer a su hijo; ¿el pretexto? Estaba planeando una gira.

⎯¿Gira? 

⎯Una gira que haría con su amante. Fue, vio al niño y después de diez minutos, salió de la habitación. Cuando llegué al piso, se había ido, me había dejado con deudas, la renta y con un bebé recién nacido; estaba perdida. 

⎯¡Ay, mi amor! ⎯murmuro, al escuchar cómo se le cortan las palabras. 

⎯Teníamos una deuda tan grande que me corrieron del lugar y terminé en un refugio para mujeres. Por fortuna, Vidal siempre fue un niño muy bueno y casi no lloraba, así que lo podía llevar a los trabajos que conseguía. Pronto, me olvidé de ser Chef, lo único que me importaba era sacar adelante a Vidal como fuese lugar. Él es mi vida, por eso lo llamé así. 

⎯Un grandioso nombre. 

⎯El mejor. Sin mi hijo, me hubiese hundido en lugar de flotar. Él es todo para mí, y le estoy agradecida por ser tan bueno —me responde. Ceci se seca las lágrimas—. En fin, necesitaba salir del refugio para mujeres de alguna u otra manera. No podía seguir ahí, no era bueno para un niño. Entonces, llegó mi salvación.

⎯¿Carol Parker? 

⎯No, una voluntaria que trabajaba allí, con la que platicaba mucho. Ella me comentó que estaban buscando una chef para trabajar en una casa de ricos. Yo cocinaba en el refugio y todas conocían mi sazón; ella pensó que sería indicada para el trabajo. Al inicio, me negué, pero al ver el entorno en el que Vidal crecía tomé la oportunidad. No tenía nada que temer. 

⎯Ya veo cómo terminó la historia ⎯contesto, en tono alegra. 

⎯¡Oh, no! ⎯dice entre risas⎯. No tienes ni idea lo que pasé. Llegar a ser chef personal de Carol fue la apuesta de mi vida. 

⎯¿De verdad? 

Cecilia, de mejor humor, se voltea y me da un beso sobre los labios. 

⎯El día de la prueba, la voluntaria me prestó el mejor vestido que tenía y me maquillé como pude, siempre he sido muy mala para arreglarme. 

Acaricio su mejilla. 

⎯Es porque naturalmente eres hermosa. 

Cecilia se sonroja. 

⎯Basta… ⎯Me pide⎯. En fin, llegué a casa de Carol Parker y ya había tres personas más esperando. De pronto, la puerta se abrió y una joven salió llorando. La habían destrozado ahí adentro. Recuerdo que dos chicas que esperaban se pusieron de pie y se fueron, así que la fila se redujo a cuatro personas, siendo yo la única mujer. 

⎯¿Así de exigente es?, no lo creo… 

⎯Ella no, su hermano. 

⎯¿Hermano? 

⎯Sí. Su hermano. Es un hombre bastante imponente y poderoso, pero también es comprensivo y bueno, a mí parecer. Trata de ayudar a Carol, pero ella es un desastre y no tienen muy buena relación, por eso Carol anda tan libre aquí en Madrid, porque él no sabe dónde está. Es un empresario muy ocupado y viaja muchísimo. Carol odia seguirlo como si fuese su “perrito”, así que esta vez se escapó y vino para acá. Cuando lo descubra y venga, verás cómo cambia la situación. 

⎯Créeme, espero no estar ahí para verlo ⎯confieso⎯. Bueno, ¿cómo ganaste el lugar? 

⎯Entré muy nerviosa. Fue directo a la cocina y él se encontraba sentado en el comedor. Me dijeron que preparara mi mejor platillo. Les pregunté que sí podría ser cualquier platillo, y ellos dijeron que sí. El que más me gustara. 

 ⎯Y, ¿cuál preparaste? 

Ceci sonríe. 

⎯Cerezas bañadas en chocolate. ⎯Comienza a reír, lo hace con ligereza y me contagia su felicidad. 

⎯Las famosas cerezas… 

⎯Así es. Encontré esa receta en una revista de cocina hace tiempo, cuando todavía vivía con mis papás. Recorté la receta y me la aprendí de memoria. Soñaba con cocinarlas y era mi oportunidad de hacerlo, así que lo hice. Recuerdo que se llevaron el platillo y escuché la voz de Carol decir: ¿cómo sabe que me gusta el postre antes que la comida? 

⎯¡Oh!, ya entiendo todo. 

⎯Ella entró a la cocina y me dijo: prepáralas de nuevo, te tienen que salir igual. Así que lo hice y así fue cómo pasé la prueba. Faltaba que me dejaran traer a Vidal, porque si no me lo permitían, no aceptaría. Afortunadamente, el hermano era considerado y me dejó traer a Vidal. Estuve viviendo con ellos en Nueva York, París, Italia y Canadá, y de todas partes probé y copié recetas, y bueno… ahora estoy aquí, en Madrid. 

⎯Espera, ¿y Samuel? ⎯pregunto, al recordar la historia del divorcio. 

Cecilia se aleja de mí y se va a otra esquina del jacuzzi. 

⎯Esa es la parte terrible de la historia. Mandé mi petición de divorcio hace tiempo y él se niega a firmarlo. Ahora que me va bien, quiere quedarse con Vidal para que yo le dé dinero. 

⎯Eso es… terrible ⎯digo indignado. 

⎯Lo sé. Vidal no lo conoce, he alegado eso, pero, él logra zafarse. Me da miedo que me quite a mi hijo, pero no tengo un buen abogado que me ayude. 

Voy hacia ella. 

⎯Yo te daré al mejor abogado. Yo te ayudaré. 

⎯¿De verdad? ⎯pregunta ella, acariciando mi mejilla⎯. No te conté la historia para que… 

⎯Shhh ⎯le pido que guarde silencio y le doy un beso sobre los labios. 

Es un beso lento y lleno de ternura, mezclando el sabor del agua con la dulzura de sus labios. El mundo exterior desaparece, y todo lo que existe es este momento, esta conexión. Sus manos exploran mi espalda, y las mías recorren sus costados, disfrutando de cada centímetro de su piel.

⎯Ya no estás sola, Cecilia ⎯le murmuro. 

⎯Ya no estamos solos ⎯responde, para volver a besarme. 

Nos quedamos así, en el jacuzzi, disfrutando del momento, del calor, y del amor que compartimos. Hacemos el amor, una vez más, en las aguas, para después, darle la bienvenida a un nuevo amanecer. El primero de muchos juntos. 

5 Responses

  1. como que ya estoy esperando el momento en el que el hermano aparezca 😂 será la manera en la que se quitarán a Carol de encima

  2. Ayyyyy tampoco le ha ido bien a Ceci. Pobrecita. Se merecen su felicidad. Y que aparezca el hermano de esa Carol para que le ponga freno pero yaaaa jajajajajaja. Y ese Samuel mucho aprovechado. Jum. Con la ayuda de Miguel todo saldrá bien. 🙏🙏

  3. Que bien va está historia! Pobre Cecilia y que bien llegó a la vida de Miguel para complementarse! Espero ansiosa más capitulos

  4. Seguramente serán una gran familia divertida y ensamblada en la fortaleza. Encantada y esperando por más!

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