Querida Fátima:
Apenas te escribí una carta ayer y ya te estoy redactando otra. Es que tengo mucho que contar, pero aquí no hay nadie quien me escuche, por lo que prefiero escribirte; espero no te moleste recibir tantas cartas mías.
Ayer tenía la intención de pintar el hermoso paisaje. Esa combinación del cielo y el mar no es algo que veamos muy seguido, por lo que quiero retratarlo para mandarte un pequeño regalo. Sin embargo, no pude hacerlo, porque la mascada de seda que me regaló la abuela salió volando hacia el mar; está por completo arruinada.
En fin, quise salvarla, pero al ingresar a la orilla del mar, ahí donde rompen las olas, me acordé de que no sé nadar y la di por perdida. Sin embargo, momentos después, un hombre la tomó y me la llevó hacia la orilla.
¡Por Dios, Fátima!, este hombre era la tentación en persona. Pensé que era una alucinación o un sueño cuando lo vi caminar hacia mí. Pero cuando estiró su mano y me dio la mascada, supe que no era así, que era real, y que había rescatado algo tan importante y valioso para mí.
Era guapo, guapísimo. Alto, de cuerpo bien formado, un rostro gallardo y cabello negro bien arreglado. Un caballero. Me dijo con voz grave y profunda ¿cómo me llamaba? Y yo con un ligero sonido le dije “Amira”.
Pero, no todo terminó ahí. Debo confesar que regresé a mi habitación de hotel pensando en él. Hice un pequeño bosquejo de su rostro y guardé la hoja en mi mesita de noche. Después bajé a cenar con la familia, como lo hacemos todos los días. Ahí, fue cuando me llevé la sorpresa de la noche.
El hombre en cuestión no es nada más y nada menos que Nadir, el hermano mayor de Amir. Así es, querida hermana, el hombre que me fascinó, es mi próximo cuñado y no sabes cómo me ha dolido. Debe ser igual que Amir, por eso el rostro tan serio e inexpresivo. Por lo que mi fantasía ha quedado arruinada.
¿Por qué tuvo que pasar? Planeaba que fuese mi secreto, pintarlo y verlo desde la playa. Pensé que era un huésped del hotel que me alegraría la pupila y ahora, debo decirle cuñado y posiblemente soportar lo que me diga.
En fin. Solo quería contarte esto y hacerte saber, de nuevo, que estoy bien y que te extraño.
Te quiere,
Tu hermana, Amira.
***
El ruido en el comedor del hotel es moderado, porque todavía no hay huéspedes desayunando debido a que son las ocho de la mañana y la mayoría sigue dormidos, no obstante, yo estoy aquí, tomándome una taza de café y leyendo el único libro de la biblioteca que me ha fascinado.
Delante de mí, un pequeño pan untado con mantequilla espera ser devorado, y al lado está la tarjeta con el menú del día, ese que varía poco y que a veces me cansa, pero que debo de comer porque no habrá más.
Mis días comienzan así, todos son iguales. Después, me pondré de pie, y daré una larga caminata por los jardines. Regresaré antes de mediodía para tomar algo que me refresque y subiré a mi habitación a cambiarme para la comida. Con suerte, un integrante de la familia comerá conmigo, o solo pasarán a saludarme.
Por la tarde, antes de la cena, me juntaré en el salón de espera con mi cuñada, donde la escucharé hablar de su boda hasta que la cena nos interrumpa. Cenaré, iré a mi habitación y leeré hasta que los párpados me pesen. Así será mi día.
⎯Buenos días, señorita Amira ⎯escucho mi nombre, con esa voz grave y melodiosa que conocí ayer.
Levanto mi vista, y ante mis ojos, se encuentra Nadir, con ese rostro serio e inexpresivo en el que ayer pensé ver una ligera sonrisa.
⎯Buenos días, joven Nadir ⎯contesto, un poco nerviosa y levantándome de mi asiento.
⎯No, no, no se levante ⎯me pide y me siento en la silla. Para mi sorpresa, Nadir se sienta frente a mí, y se acomoda la servilleta de tela sobre el regazo. Un mesero se acerca y con una señal le pide que venga⎯. Ponme otro servicio, por favor.
⎯Sí, señor ⎯responde el mesero.
Aun sorprendida, me quedo observando el momento, sin percatarme que Nadir ha tomado un pan y le unta mantequilla.
⎯¿Qué hace sola a esta hora? ⎯me pregunta.
Cierro el libro, y suspiro. No digo ni una palabra. No sé si mi respuesta será lo que espera o una imprudencia, como dice mi suegra. Nadir, levanta la vista y levemente sonríe.
⎯¿Me dejará conversando solo?
⎯No, lo siento. Bueno, soy una persona que se despierta muy temprano. Pero, al parecer, no comparto este hábito con otros miembros de su familia.
¡Dios!, ahora le dirá a la madre que les dije perezosos, pienso.
⎯¿Eso quiere decir que desayuna sola desde que llegó aquí? ⎯me pregunta, tomando un sorbo de café.
El mesero llega interrumpiendo la conversación, y pone el servicio en el lugar de Nadir.
⎯Pediré lo mismo que la señorita Amira.
⎯Sí, señor ⎯contesta, y el mesero se va.
⎯Su silencio me hace pensar que la respuesta es “sí”.
⎯No tan sola ⎯comento, y con mi mirada indico el libro.
Nadir suspira.
⎯¿Por qué se despierta tan temprano? ⎯me pregunta.
Yo tomo el pan y le unto mermelada.
⎯Bueno. En el internado donde estudié nos despertaban a las seis de la mañana para arreglarnos, porque a las siete teníamos que estar en misa. Así que me acostumbré. Su familia desayuna hasta las once, pero yo a esa hora ya muero de hambre, así que lo hago sola.
Nadir me ve a los ojos, y yo siente como el color rojo me sube por las mejillas. Con un movimiento me acaricio el rostro para evitar que lo note.
⎯Y, ¿usted?
⎯Estoy acostumbrado. Mi trabajo me pide que me levante temprano. Ser el gerente de una cadena de hoteles es mucho trabajo. Así que, aunque esté de vacaciones, la costumbre de despertarme a las seis no se quita.
Sonrío levemente.
Ambos nos quedamos en silencio, como si estuviésemos acomodando las ideas de la próxima conversación. No pasan ni dos minutos cuando él habla una vez más.
⎯¿Le gusta el hotel?
⎯Es bonito. Me gusta que esté al lado del mar, nunca había vivido tan cerca de la playa. Cuando termino de desayunar, me gusta pasear por los jardines, son grandiosos.
⎯Creo que de la cadena este es el más bonito ⎯agrega⎯, y eso que he visto muchos. Mi segundo favorito es el de París.
⎯París, ¿es bonito?
⎯¿Nunca ha viajado a París? ⎯inquiere, y sus ojos se clavan sobre mí.
⎯No.
⎯¿Le gustaría ir? ⎯me pregunta, interesado.
⎯Por supuesto. Aunque lo veo muy lejano ⎯admito, porque creo que con Amir no saldré de este hotel.
La comida llega, y Nadir y yo volvemos a guardar silencio. Pruebo la comida, que admito está deliciosa, y después dirijo mi mirada hacia la venta del salón. Hoy el día está agradable y parece que hace calor.
⎯Extraña su casa.
⎯Claro ⎯admito⎯. Sobre todo a mis hermanas, incluso a la mayor, Sarahí.
Nadir levanta las cejas.
⎯¿Por qué Sarahí?
Me sorprendo, pensé que Nadir conocía a mi familia como su hermana y Amir. Y más que no sepa de Sarahí, con la reputación que tiene.
⎯Bueno, es algo difícil. Siempre busca atención. Incluso, ser la hermana de en medio, en mi familia, es horrible. Sarahí busca mucha atención y Fátima llama demasiado la atención, y bueno yo… ⎯Paso saliva, no me atrevo a decirlo, pero ya es demasiado tarde y Nadir está esperando una respuesta⎯. Y yo, no tengo la necesaria.
⎯Interesante ⎯responde.
Continuamos comiendo, disfrutando de la comida y de esta extraña convivencia. Al menos hoy no desayuné sola.
⎯Lo siento, no quería ser imprudente.
⎯¿Imprudente?, ¿por decir algo que siente? ⎯me comenta, sorprendiéndome⎯. Es normal que se sienta así. Es la de en medio, se siente invisible.
⎯Supongo que usted lo dice porque no lo sabe… es el mayor ⎯vuelo a hablar de manera imprudente, pero en sus ojos no hay enojo, al contrario, creo que brillan levemente.
⎯Tal vez se cree que por ser el mayor soy afortunado, pero, no todo es lo que parece. Se podría llevar una sorpresa.
⎯Aun así, no debí decirlo. Fue imprudente de mi parte. Lo siento.
Me quedo en silencio. Nadir termina de comer el último pedazo de comida, se limpia los labios y se pone de pie.
⎯Señorita, Amira, no tenga miedo a expresar lo que piensa o siente. A veces, los sentimientos y opiniones pueden parecer incómodos o inoportunos, pero es importante no reprimirlos. La honestidad y la apertura son fundamentales para entendernos mejor ⎯comenta, con esa voz profunda y melodiosa que tenía.
Me quedo en silencio. Sé que es un hombre ocupado y que seguro se sentó a desayunar conmigo por cortesía, pero ya es momento de que parta. Sin embargo, me vuelve a sorprender cuando estira su mano, ofreciéndomela.
⎯¿Qué pasa?
⎯¿No me dijo que después de desayunar pasea por los jardines? ⎯me pregunta. Su mano es una extensa invitación a que lo hagamos juntos.
⎯Bueno… ⎯titubeo.
Él me toma de la mano sin que yo lo espere y me obliga a ponerme de pie.
⎯Venga, señorita Amira. Mi hermana está bajando las escaleras, y si escucho algo sobre su boda, juro que me volveré loco.
Lanzo una leve y ligera risa. Tomo mi bolso, el libro y me dejo llevar por él. Al parecer, no solo yo me vuelvo loca con la plática de la boda. Nadir camina a paso firme, y antes de salir al jardín le dice a un mesero.
⎯No estoy. No nos viste. No sabes dónde estamos. Comuníqueselo al resto del personal.
⎯Sí, señor ⎯responde.
Ambos salimos al jardín y él me ofrece su brazo. Yo enredo el mío y comenzamos a caminar. El silencio sigue, el canto de los pájaros es la única melodía. Caminamos siguiendo la vereda y sin prisas.
⎯¿Su familia no se molestará? ⎯pregunto.
⎯¿Por qué?
⎯Por esto…
Nadir voltea a verme.
⎯¿Por pasear con mi futura cuñada por el jardín?, ¿dónde está el pecado?
⎯Bueno, está en que creo que no le caigo bien a su familia… ⎯Literal se me salen las palabras sin filtro. Me vuelvo a apenar.
El hombre hace otra mueca, que interpreto como una sonrisa.
⎯Supongo que tiene pruebas para eso.
⎯No se necesitan pruebas. Es un matrimonio impuesto, y no soy la opción que deseaban ⎯hablo con melancolía.
⎯Tiene razón, hay pruebas. Así que no se avergüence de decirlo.
⎯No le diga a su hermano, y mucho menos a su madre… no quiero que piense que soy malagradecida. Aunque sé que no me quieren, estoy en un buen lugar. Aunque…⎯Guardo silencio. Al parecer, con Nadir se me suelta la lengua.
⎯¿Aunque?
⎯¡Ay, Dios mío! ⎯expreso y me suelto de su brazo para alejarme un poco⎯. Creo que es mejor que paremos aquí. Lo único que estoy provocando es enterrarme en mis propias palabras.
⎯Bien, si gusta irse, tendrá que decirme que hay detrás de ese “aunque”. Si no, no la dejaré ir.
La voz sensual de Nadir me hace sonrojar, así que bajo un poco la mirada y suspiro.
⎯Dios, Amira, ¿qué te pasa? ⎯murmuro.
⎯¿Disculpe?
⎯Aunque, me encantaría que tuvieran una mejor biblioteca. Los libros que tienen aquí son antiguos, técnicos y aburridos. Llevo más de un mes leyendo el mismo ⎯admito.
Levanto la vista y me encuentro a Nadir viéndome fijamente.
⎯¿Le gusta leer?
⎯Sí, me gusta. Y pintar también y otras cosas.
⎯Bueno, pues me alegro ⎯comenta⎯. Es un placer haber desayunado con usted, señorita Amira. ⎯Y sin decir más, se da la vuelta dejándome ahí.
Me quedo fría, sin decir nada. ¿Lo habré ofendido con lo que dije?, ¿mi imprudencia lo alejó?
⎯Excelente, Amira. Un miembro más de la familia que te menosprecia ⎯me digo.
Y me quedo en medio del jardín sin hacer nada.
***
Por la noche no hay palabras. Cenamos todos, como siempre, en el comedor, y Nadir no me dirge la palabra; solo habla con su familia. De nuevo, soy ignorada. Cuando pensé que era vista por alguien aquí, resultó toda una ilusión. No soy nadie.
⎯Me retiro, estoy cansada ⎯aviso, solo por educación.
Nadir se pone de pie junto con su padre, y el gesto me confunde. Amir ni siquiera me presta atención.
Así, subo las escaleras, ignorando todas las miradas. Llego a mi nivel, me dirijo a la habitación y entro. Solo quiero descansar. Cerrar los ojos y olvidarme de este lugar. Lo único que me consuela es que por la boda de mi cuñada, nadie se acuerda de la mía.
Entro. Me quito los zapatos para sentir la suave alfombra, y camino hacia la pequeña sala. Noto que sobre la mesa de en medio un paquete con una nota encima de ellos. La tomo, y al abrirla sonrío:
Estos son libros de mi colección personal; siempre viajan conmigo. Espero que le gusten los misterios. Disfrútalos.
Nadir.
Me mue-ro.
A veces no se necesitan palabras sino acciones Amira.
Por fin alguien que le presta atención. Pobre Amira.
Que vida pobre Amira pero Nadir la va a sacar adelante!!!
Por fa díganme que no soy la única emocionada con ese detalle 💕 le está compartiendo algo muy personal y me encanta 😍
Un hombre que sabe escuchar y toma acciones😍😍😍 no solo palabras ✨
Dónde veas que resuelve, allí es👌🏼. Dónde te sientes escuchada, allí es ☺️. Dónde Amira se escuche como poema en sus labios, allí es 🫶🏼.
-se emociona y suspira-
Hernoso detalle el de Nadir❤️