Valentina jamás había estado en una comida familiar como en la que estuvo con la familia de David. Fue una de las comidas más divertidas de su vida, llena de risas, anécdotas y un ambiente tan relajado que ella se sintió como si estuviera en un hogar. 

Incluso David estaba sumamente relajado. Sus sobrinos lo adoran, aunque en realidad se llevan bien con todos. También notó que la genética en esa familia es increíblemente buena. No solo hablaba del físico de cada uno de los yernos, cuñados, tíos y primos que estaban ahí, sino de los talentos. 

Tienen de todo: doctores, empresarios, artistas y deportistas. Al parecer, también tienen modelos, debido a la antigua carrera de David Tristán, que sigue haciendo eco en algunas publicidades de Europa. 

Al terminar, David se pone de pie y le pide a Valentina que se espere un momento antes de llevarla al hotel. Inmediatamente, Fátima va hacia ella y le pide que la acompañe, así que la sigue. 

⎯Mi tío se va a tardar un poco con el abuelo, así que no pasa nada ⎯comenta, para luego tomarla de la mano. 

David, por su parte, va hacia su padre, quien lo ha llamado antes de subir a sus nietos a la camioneta y llevarlos a la casa. 

⎯Necesito que mañana vayas a la casa en tu hora de comida, tu madre y yo deseamos hablar con ustedes. No es nada malo, solo quiero que no pongas nada en tu agenda. 

⎯Vale, suena… serio. 

⎯No es serio, pero tampoco te lo puedo decir echando carcajadas ⎯bromea, y Tristán sonríe⎯. ¿Por qué ella está aquí? ⎯pregunta. 

Tristán voltea a ver a Valentina y suspira. 

⎯Es una ingeniera ambiental que vino desde México a darme unas anotaciones sobre uno de los proyectos que está por salir. Quería darme una propuesta, pero se me hacía tarde para recoger a los Canaritos, así que la tuve que traer. No contaba con que la pequeña Moríns iba a hacer amistad con ella. 

David sonríe, orgulloso de su primera nieta. 

⎯Es Fátima, por Dios. Hasta parece que no la conoces. Le hace preguntas existenciales a las rocas y logra que le contesten. ⎯Ambos sonríen⎯. ¿Qué es lo que desea? 

⎯Hizo anotaciones del proyecto y le prohibí sacarlas de la empresa. Sabes que soy estricto en eso. 

David padre le da una palmada sobre la espalda y le dice. 

⎯Déjala que saque las notas. 

⎯¿Cómo? Te recuerdo que fue tu regla. Tú hiciste el reglamento de la fundación junto con Manu y… 

⎯Solo déjala… no pasará nada. 

⎯¿Qué te hace confiar tanto en ella?, ¿solo porque es de Puerto Vallarta y nosotros vivimos allá? ⎯inquiere David, bastante serio. 

⎯Una corazonada. 

⎯¡Claro! ⎯exclama David⎯. Una corazonada te llevó a ser el pediatra más famoso de España. 

⎯No, fueron años de estudio. Pero, una corazonada me llevó a casarme con tu madre y darte la vida… déjala que saque las notas. No seas tan estricto David Tristán, ya te lo he dicho. Déjate llevar. Ahora, no faltes mañana. Tus hermanas llegan de París. 

⎯Vale. 

David abraza a su hijo y le da un beso sobre la frente. 

⎯Te quiero, hijo. Necesito que seas menos exigente contigo mismo y con lo que haces. Recuerda lo que te digo. 

⎯Salirse del rumbo no significa perderse ⎯contesta David, como si fuese un mantra. 

⎯Bien, al menos compruebo que me escuchas. ⎯David se aleja y sonríe. 

⎯Siempre te he escuchado. Ahora, si me disculpas, tengo un metro que tomar y transbordar en 30 estaciones. 

⎯¡Qué exagerado! ⎯expresa su papá, para luego reír. 

⎯¡Tío! ⎯se escucha la voz de Fátima al fondo⎯. Invité a Valentina al sábado de wafles, ¿la llevas? 

⎯¿Cómo? No sabía que podías hacer eso ⎯habla, David. 

⎯Hablé con mi abogado, y dice que estoy en mi derecho, ¿verdad, Moríns? ⎯le pregunta a su papá. 

Moríns encoge los hombros. 

⎯En ningún lugar está estipulado que las próximas generaciones no pueden invitar a alguien al sábado de wafles, o que debe haber algún tipo de ritual. Así que puede. 

David Canarias padre se ríe a carcajadas. 

⎯Ya escuchaste a Fati. 

Valentina sonríe. Lo hace por pena y no tengo por qué esté feliz. Ella no sabe que son los sábados de wafles, pero, al parecer, irá. 

⎯Mejor me voy, no vaya a ser que me metan una demanda por algo que no tengo ni idea. 

David se despide de todos, le toma un tiempo hacerlo de sus sobrinos. Después, le pide a Valentina que lo acompañe y ambos salen para la calle. Ella va en silencio, él despidiéndose de todos. Cuando llegan a la puerta, Valentina se queda de pie frente el área del estacionamiento, pero David continúa hacia la calle. 

⎯¿Qué pasa? ⎯dice David, volteando a verla. 

⎯Espero el auto… 

⎯¿Qué auto? ⎯insiste. 

⎯Pues, el que nos llevará. ⎯Valentina comienza a ver que está bastante equivocada. 

⎯¿Llevar a dónde? ⎯David sonríe levemente. 

⎯¿Cómo nos iremos? 

David le pone la mano sobre el hombro y la invita a que camine. 

⎯Nos iremos en metro. Mi auto está en la fundación, así que debo ir por él. Vamos. 

Valentina comienza a caminar a su lado. Va un poco lento y renuente, pero no se detiene. Parece que tiene miedo o está asustada. Se para justo antes de bajar las escaleras. 

⎯¿Qué pasa? ⎯pregunta David. 

⎯Bueno, es que… 

⎯¿Le da miedo el metro? 

⎯No, no es eso… 

⎯¿Entonces? ⎯insiste Tristán. 

Valentina suspira. 

⎯Es que… tengo neofobia. 

⎯¡Qué! ⎯pregunta David, bastante confundido. 

⎯Claro, te vas a burlar… 

⎯No, simplemente desconozco esa fobia, ¿de qué se trata? 

Ella se queda en silencio. No sabe si contarle a David o no. Pero, de pronto, una decena de personas sube las escaleras del metro, alterándola por completo. Valentina se hace para atrás, se cubre el rostro y se hace un ovillo en una de las esquinas. 

David se da cuenta de la situación, y va hacia ella y la abraza. 

⎯Tranquila, todo estará bien. Respire. Es un ataque de ansiedad no pasará nada. 

Valentina hunde el rostro en el cuello de Tristán y un delicioso olor que no es su colonia se apodera de sus sentidos. 

⎯Lavanda… ⎯murmura, pero David no la escucha. 

Disfrutar de la lavanda que emana de su cuerpo, hizo que la ansiedad pasara. La respiración de Valentina cambia de agitada a normal y su cuerpo se relaja. Por unos segundos se queda entre los brazos de Tristán, hasta que se percata que la está abrazando y se aleja asustada. 

⎯¡Ay, Dios!, ¡qué pena! ⎯habla, y David nota como se sonroja. 

⎯¿Se siente mejor? ⎯pregunta, y se acerca a ella. 

⎯Sí, sí, ya, ya. ⎯Valentina se arregla la ropa y el cabello. Comienza a echarse aire con la mano⎯. ¡Qué calor!, hace calor en Madrid ¿no?, en el verano… ¿no tienes calor? ⎯le pregunta, caminando en círculos. 

David Tristán se ríe bajito. 

⎯Dios, sí que es volátil. Hace unos momentos estaba temblando y ahora… 

  ⎯Bueno, bueno… Vamos, pues. Yo pago el taxi.

Valentina camina hacia la calle y David la toma del brazo. 

⎯¡Ah, no! Usted tiene algo que explicarme. Vamos, le invito algo fresco. 

⎯¿Explicar? 

⎯Así es… eso de la Neofilia. 

⎯Neofobia, y no hay nada que explicar. Además, neofilia es atracción por lo nuevo, por si no sabes. 

David hace una mueca como si fuese una sonrisa. Sus cejas se alzan como si lo hubiesen descrito en una sola palabra. 

⎯Me encanta… Neofilia. Eso quiere decir que Neofobia es que usted le tiene miedo a lo nuevo. 

Valentina suspira. 

⎯Es algo más complicado, pero es un resumen. 

⎯¡Vaya!, nunca pensé que pasara eso… 

⎯No te burles, es algo complicado y… 

David la ve a los ojos con una mirada tan intensa que parece atravesar las capas más profundas de su ser. Sus ojos, de un color penetrante, mantienen un contacto fijo y desafiante. La intensidad de su mirada no es solo un reflejo de la concentración, sino también de una mezcla de emociones que parecen fluctuar entre la seguridad y la vulnerabilidad. 

Esta mirada tiene un magnetismo inquietante. David no solo atrapa la atención, sino que también despierta una curiosidad irresistible, haciendo que Valentina se sienta atrapada en una red de intriga y fascinación.

⎯Acaba de conocer a mi familia, de escuchar las anécdotas sobre mí, de verme con mis sobrinos y mis primos. Le dijeron de dónde vengo y cómo soy y piensa que me burlaré de esto. ⎯Suspira⎯. Debo tener algo nuevo para usted para que me tenga miedo. 

Valentina pasa saliva, baja la mirada y recupera su posición, aunque las piernas le tiemblan. 

⎯Así no funciona la Neofobia ⎯contesta. 

Tristán se aleja.

⎯¡Ve!, ¡ahí está! ⎯La señala⎯. No explica nada, no dice nada, pero busca que todos le digan todo. No la entiendo, no la comprendo, no… En fin, tomaremos un taxi para ir hotel. 

David se aleja para caminar a la calle y buscar un taxi. Valentina se queda de pie, aun recuperándose del momento que acaba de suceder. El taxi se detiene y David le pide que suba. 

Valentina va hacia allá. David se encuentra con la mano en la puerta y se la abre. 

⎯Venga, que tengo cosas qué hacer ⎯le pide. 

Valentina le sonríe levemente. 

⎯Te invito algo de beber. 

⎯¿Cómo? ⎯pregunta David, sin entender nada. 

⎯Venga, te invito algo de beber. Pero en el hotel. 

⎯¿En el hotel? Yo estoy pagando el hotel, literal yo me estaría invitando una bebida. 

⎯Por favor. Si quieres que te explique, déjame hacer esto.

Tristán suspira. No dice nada, pero su actitud le dice a Valentina que ha aceptado. Ambos se suben al taxi y él le pide que los lleve al hotel. Van en silencio, sin decir palabra. Valentina todavía siente los síntomas de la ansiedad, pero se tranquiliza conforme pasa el tiempo. 

Se ha acostumbrado a Madrid. Todavía le cuesta caminar por sus calles con libertad, sin embargo, al menos, ya disfruta la vista. David, en cambio, va viendo su móvil. Ella ve de reojo que está enviando un mensaje y lo lee. 

«Sabes que siempre puedes pasar la noche en mi piso, cari. No necesitas preguntar». 

Entonces, ¿no viven juntos? 

«¿Te levantarás al gym mañana?, ¿qué te parece si hacemos cardio y un full body y te despiertas tarde? No sabes qué ganas te traigo».

Escribe Ana Carolina. Valentina abre los ojos, sorprendida, por la conversación. 

«Tú no tienes idea de las ganas que te traigo yo a ti. El cardio me parece bien, me gusta sudar encima de tu cuerpo».

  ⎯¡Ay Dios! ⎯expresa Valentina, sonrojándose por completo. Sin embargo, se da cuenta de que lo dijo en alto y voltea de inmediato a la ventana⎯. ¡Qué bonito edificio! ⎯agrega⎯. La arquitectura de este lugar es increíble, ¿es algún museo? ⎯inquiere, volteando a ver a David. 

⎯Es una lavandería… 

⎯Vaya… ⎯dice ella, queriendo salir del taxi y huir. 

Para fortuna de Valentina, han llegado al hotel, así que abre la puerta de inmediato y se baja para tomar aire. 

⎯David paga el taxi y espera a que Valentina se una a ella para entrar al hotel. 

⎯Será solo por un momento, porque debo regresar a la fundación y después tengo cosas personales que hacer. 

¿Como a Ana Carolina? 

⎯Sí, solo será un momento. 

Los dos entran al hotel, y se dirigen al restaurante favorito de Valentina, ese que se encuentra en el jardín. Se sientan en la mesa que a ella le gusta, y después piden algo. David, pide por un café frío y Valentina un vaso con Coca Cola. 

⎯Con mucho hielo, por favor ⎯pide. 

El mesero se va, y ellos quedan frente a frente. Valentina no puede apartar de su mente el momento que tuvieron en las escaleras del metro y menos la conversación con Ana Carolina. 

Tendré que confesarme después de esto. 

⎯Pues bueno, usted dirá ⎯le alienta David⎯. La escucho. 

Ella pasa saliva, ve la hora en su móvil y suspira. 

⎯Tengo Neofobia, significa que tengo miedo a todo lo que sea nuevo. ⎯Tristán se queda en silencio, buscando en la mirada de Valentina alguna respuesta. Asiente con la cabeza, y la invita a que continúe con la explicación⎯. La Neofobia es el miedo o la aversión a lo nuevo, de manera general. 

⎯¿Podrías ser más específica? 

⎯Puede ser miedo a lugares, situaciones, alimentos, experiencias nuevas e incluso sentimientos. 

David Tristán abre los ojos, sorprendido; en realidad jamás imaginó que Valentina cargara con todo eso. 

⎯Eso debe ser… frustrante. 

⎯Es respuesta un trauma fuerte que tuve de pequeña. Tiene que ver con la muerte de mis padres. Fue un gran cambio en mi vida y la neofobia surge como parte de la pérdida y el cambio. La aversión a lo nuevo es una forma de intentar controlar o evitar cambios repentinos o sorpresas de todo tipo. Me dan fuertes ataques de ansiedad y rechazo constantemente todo lo que no sea familiar para mí. 

Tristán sigue sin poder creer lo que escucha, pero no hace gestos, solo trata de pensar en qué le dirá. Sin embargo, ella se adelanta. 

⎯Te estás burlando. 

⎯No, jamás me burlaría de una persona que sufre ataques de pánico o de ansiedad. Mi primo, Daniel, el que conociste hoy, él los sufre seguido e incluso está medicado. Sé lo aterrador que puede ser. Lo que pasa es que no dejo de pensar en algo. 

⎯¿Qué? 

⎯Con todo esto que vive, ¿cómo es que viajó de México a Madrid si le aterra lo nuevo? 

Valentina sonríe levemente. 

⎯Terapia de shock. 

⎯¿Cómo? 

⎯Terapia de shock. Mi terapeuta me recomendó que hiciera algo que me sacara de mi zona de confort y lo hiciera. Así que vi lo del proyecto y dije: ¿por qué no? Entonces, después de varios calmantes y de rezar 20 rosarios me subí al avión y llegué acá. 

David absorbe con el popote, lentamente, un poco del café frío, mientras la ve a los ojos. Trata de averiguar si es verdad o mentira lo que ella le dice; aunque en realidad no tendría por qué no creerle. 

⎯Ahora entiendo muchas cosas… 

⎯¿Cómo cuáles? ⎯pregunta ella. 

⎯Pues. ⎯David deja el café, pone sus manos sobre la mesa y echa su cuerpo hacia delante⎯. La vez que fuimos a comer, no probó nada. 

⎯Es que, si no lo conozco, no lo como. Siempre pido lo mismo en todos los lugares que voy. Huevo revuelto con un pan tostado para el desayuno, en la comida un sandwich o club sandwich y para cenar puede ser cereal o una quesadilla. 

⎯¿Me está diciendo que cena cereal o una quesadilla en este hotel cinco estrellas? ⎯David bufa, tratando de evitar la risa. 

⎯No, he cambiado el sandwich a la cena y de comida como la tortilla de patatas, prácticamente es huevo y papa. 

⎯Muchos aquí difieren. 

⎯De beber, siempre pido coca cola o agua embotellada. En México agua de jamaica. ⎯Continúa. 

⎯¿Coca Cola? 

⎯Misma receta en todo el mundo, no hay cambios. 

⎯Cierto… ⎯pronuncia, David. 

⎯No me crees, ¿verdad? ⎯pregunta Valentina insegura. 

⎯No, sí, si te creo…

⎯El hotel y la fundación me hacen sentir segura, así que no hay problema, pero el resto de Madrid, me aterra. El metro, no lo conozco, así que sigo el patrón del taxi y bueno, ya no sé qué más decir. 

David entiende, lo hace de verdad, y aunque la fobia no le es muy conocida, ve a Valentina y le cree. Por alguna razón, le cree a esa mujer. 

⎯¿Sabe lo que me dijo mi padre cuando me llamó hoy? 

⎯¿Qué? 

⎯Que la deje sacar las notas ⎯dice, con un tono reflexivo⎯. Al parecer, mi padre tuvo una corazonada y confía en usted. 

⎯¿De verdad? ⎯pregunta, con una sonrisa dibujada en el rostro. 

⎯Sí, al parecer, también confía en usted, así que, a partir de mañana, le dejaré sacar las notas para que trabaje y el proyecto pueda estar a tiempo. 

⎯Y, ¿podré entrar cuando quiera a la sala de proyectos? ⎯pregunta, con una sonrisa. 

⎯Nada es suficiente para usted, ¿verdad? ⎯dice Tristán. Valentina no responde. Él se pone de pie, saca su cartera y deja un par de billetes sobre la mesa⎯. Si vamos a trabajar juntos, señorita, necesitamos encontrar un balance. Así que le propongo que empecemos de nuevo. Usted confía en mí, yo en usted y en lugar de pelear exponemos nuestras razones, ¿vale? Nada de exigir, sé que es un tema que conoce y se siente segura, pero debe explicarme; yo debo justificar todo. 

⎯Perfecto ⎯dice ella, y sonríe. 

David ve hacia la entrada y luego regresa su mirada a ella. 

⎯Le enviaré a mi chofer ⎯habla. 

⎯¿Disculpe? 

⎯Le ayudaré con su ansiedad, así que le mandaré a mi chofer todas las mañanas a recogerla y él también puede llevarla a donde desee. Sé que subirse a un taxi no es lo indicado para alguien que le teme a lo nuevo. 

⎯Dijiste que no tenías chofer ⎯contesta ella. 

⎯Soy rico, señorita, que mi sencillez no la confunda ⎯dice en tono de presunción⎯. Todos tenemos un chofer disponible, que no dispongamos de él, es otra cosa. Además, un gracias, Tristán no daña a nadie. 

⎯Gracias, Tristán… ⎯Valentina se pone de pie y le ofrece la mano. Él la toma y se despide. 

⎯Nos vemos, señorita de la torre ⎯pronuncia con esa voz sensual que tanto le gusta a Valentina. 

⎯Nos vemos… David. 

Él se aleja. Saca el móvil de su bolsa y se lo lleva al oído. 

⎯Cari, soy yo… ⎯Es lo último que escucha Valentina, antes de quedarse sola en medio del restaurante. 

7 Responses

  1. Esa corazonada de picaflor es la que hará q empiece a ponerse cada vez mas interesante ese par. Pobre Valentina ahora se entiende muchas cosas de ella. Estuvo bueno lo del mensaje jajajajaja por chismosa jajajaja. Y Fati jum creo q sera una gran aliada de Valentina. Jejejeje ♥️

  2. Ahora entiendo porque es tan intensa con lo del proyecto 🙂, que difícil debe ser el no poder conocer nuevas cosas por estar aterrada… Ojalá eso pueda mejorar mientras está en Madrid y pueda conocer los bellos lugares que tiene.

  3. Nadie sabe con la sed que el otro vive. Me encanta como abordas la diferencia en tus historias. Gracias Ana

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