FÁTIMA  

El bebé llegó de golpe; así sin preguntar. Ni yo lo esperaba, porque después del tratamiento me dije a mí misma que no me ilusionaría; pero llegó.

No sentí ni un síntoma, pero el doctor me dijo que me hiciera una prueba de embarazo cuando él me lo indicara; así que lo hice. 

Estaba encerrada en el baño, con la prueba metida en la orina, y yo respirando profundo para no caer en pánico. 

Para mi suerte, estaba sola, David estaba en el trabajo y mi hijo en el colegio, así que, en caso de haber una desilusión, no se enterarían. 

Cuando vi la prueba y resultó positiva, me impacté tanto que la solté y cayó dentro de la taza del baño. Así que tomé mis cosas y salí directo al laboratorio, donde me hice una prueba de sangre. 

Me dijeron que estarían al siguiente día por la mañana, así que esa noche no pude dormir. Fingí con David que todo estaba bien, pero por dentro me moría de ganas de decirle lo que mis ojos habían visto. 

Sin embargo, necesitaba pruebas, debía tener un papel con las palabras “positivo” y de que lo habíamos logrado otra vez. 

Así que, cuando abrí el sobre y me di cuenta de que lo estaba, me rompí a llorar; era la mejor noticia de mi vida. 

⎯¿Embarazada? ⎯preguntó David con emoción, para luego leer los resultados⎯. ¡Estás embarazada! 

Ambos nos abrazamos y festejamos como nunca. Esta era nuestra única y última oportunidad y, al parecer, lo habíamos logrado. Solo faltaba saber que todo estuviera bien. 

Supimos que sería un embarazo complicado, cuando el rostro del doctor fue más etura que de felicidad. 

⎯Definitivamente, el bebé está bien posicionado ⎯nos dijo⎯. Su corazón late normal, así de rápido late el corazón de un bebé, pero… 

⎯¿Pero? ⎯preguntó David, preocupado. 

No nos lo tuvo que decir, sabíamos que el embarazo de nuevo era de alto riesgo, y que podríamos perderlo en cualquier momento. 

⎯Recuerde que los primeros meses son la clave. Así que le sugiero, señora, que no haga nada que pueda poner en riesgo al bebé: sin viajes, sin estrés, sin nada que la pueda alterar. Le pediré que tome estas vitaminas y que trate de no hacer actividades como correr o cargar cosas pesadas. 

Las mismas indicaciones de siempre, esas fueron las que me dieron, y siempre las seguí a la perfección y, aun así, los perdí. ¿Qué garantía me daba que si las seguía, esta vez mi bebé sobreviviría? Así que decidí llevar este embarazo bajo mis propias reglas. 

Le dije a David que no cancelaría la boda, ni los eventos dentro de Madrid y  mucho menos las actividades que tenía en Ibiza. 

⎯¿Cómo? ⎯me preguntó asombrado⎯, ¿Cómo que no guardarás reposo? 

⎯¿Para qué? ⎯pregunté, poniéndome la mano sobre el vientre⎯. Parar todas mis actividades para al final llevarme la sorpresa de que lo perdimos. 

⎯Fátima. 

⎯En la última pérdida, me la pasé en casa, sin moverme, en la cama, y ¿qué sucedió? Lo perdí. Por lo que nada me asegura de que se vaya a quedar. Así que he decidido, que este bebé debe saber que su madre es una persona activa, y tiene muchos compromisos y que no está quieta. Si gusta quedarse debe ser fuerte y agarrarse de mis entrañas.

David me vio con un rostro de preocupación, pero sabía que la decisión estaba tomada. Me acerqué a él y tomé sus manos. 

⎯Si me cuidaré, pero no me pasaré postrada. He decidido dejar todo en manos de Dios. Si el bebé nos escogió y se va a quedar, que así sea, si no, entonces no era ⎯le comuniqué. 

Él me comprendió. Sé que mis palabras van en contra de todo lo que él cree o haría, pero es mi decisión y debía respetarla. Lo hizo, y de esta manera, me dejó libre; así fue cómo comenzó esta odisea. 

El síntoma que más padezco es el cansancio, siempre estoy cansada, así que puedo dormir por horas sin preocuparme de nada. El vientre sigue creciendo. Suelo acostarme en el sofá de la sala, en la que tenemos chimenea y acurrucarme para dormir mientras la luz de las ventanas entra. Pongo las manos sobre mi vientre y lo acaricio. Le hablo bonito y le digo que todo estará bien, que si se queda será el bebé más feliz. 

David, mi hijo, es el más fascinado de todos. Suele poner su oído en mi vientre y lo acaricia para que se mueva, luego levanta el rostro y me sonríe. 

⎯Es maravilloso, ¿no es así? ⎯me pregunta, y yo sonrío. 

⎯¿Serás un buen hermano mayor, David? ⎯le pregunto. 

El niño asiente con la cabeza. 

⎯Siempre lo cuidaré. Nunca lo dejaré solo. Estaré ahí para él… 

⎯O ella… ⎯agrego. 

⎯O ella… siempre estaré ahí para ella ⎯me promete. 

David, padre, también está en éxtasis. Esta es la primera vez que llegamos tan lejos en un embarazo. Siempre termino perdiéndolo en el primer trimestre, pero, esta vez, hemos pasado al segundo y estamos ansiosos por saber el sexo del bebé. Ya tenemos los nombres: si es niña, la llamaremos Ainhoa Valeria y si es niño le pondremos Martín, él solo llevará un nombre, porque no encontramos otro que nos gustara. Ainhoa llevará dos, porque siempre quise una hija que se llamara Valeria porque me gusta su significado,  “sana y valerosa”. 

⎯No importa, solo te llamaremos Ainhoa ⎯le recito, mientras acaricio mi vientre con cariño. Solo Ainhoa. 

La boda ha quedado para finales de este año. El bebé nace en octubre, así que para diciembre ya estaremos mejor, por lo que he confiado todo a un organizador de bodas para que lleve todo por mí. Se supone que viajaría a México para probarme los vestidos que Ximena Caballero me ha confeccionado. Sin embargo, debido a mi estado de embarazo, no iré. Además, Ximena también está esperando un niño, y tampoco puede viajar, por lo que los enviará acá y una modista de mi confianza hará los cambios. 

El bebé de Ximena es niño, le pondrán Manuel. Tristán está como loco porque ahora tendrá niña y niño, porque tendrá la familia que siempre soñó. David, también está así. Al parecer, los amigos compartirán esto también, la dicha de ser padres con un mes de diferencia. Manuel nace en septiembre y mi bebé en octubre, espero que sea mi Ainhoa. 

⎯Si es niño, ¿tendrán una niña? ⎯me pregunta mi hijo, mientras entramos al consultorio del doctor. 

Hoy es revisión mensual, veremos cómo está el bebé y si por fin podemos saber si es niño o niña. Estoy nerviosa porque nunca sé qué me dirán. Hoy, estoy emocionada, pero puedo salir de aquí llena de tristeza; si el bebé no está bien, si está en peligro, se termina la alegría. 

⎯Te pido, señor, que mi bebé esté bien ⎯murmuro en el baño, mientras me cambio a una bata y me preparo para la consulta⎯. Solo quiero que esté bien. 

Entonces, salgo hacia el consultorio, donde me espera el doctor y mis David, listos para ver al bebé. Camino nerviosa y me recuesto con cuidado. Mi abdomen se descubre y comienza la revisión. 

Los nervios me invaden, pero, se tranquilizan cuando escucho el latido de su corazón, rápido y constante; anunciándome que todo está bien. Mi bebé vive, y oficialmente hemos pasado más allá de la esperanza de vida de mis otros bebés. Creo que llegaremos al final. 

⎯¿Ves su rostro? ⎯le pregunta el doctor a mi hijo, que está fascinado con todo esto. 

⎯Sí. Está del todo formado. 

⎯Así es… 

⎯Yo seré pediatra, y cuidaré a los bebés cuando lleguen a este mundo. Mi hermano o hermana será el primero que cuide ⎯habla con emoción. 

⎯Tal vez, podamos saber si es ella o él… ⎯continúa el doctor, y buscando la forma de ver el sexo del bebé. Siento la presión en mi vientre, el frío gel que roza mi piel y, de pronto, se detiene, él sonríe y sus ojos se dirigen a mí⎯. Es una niña ⎯pronuncia con suavidad. 

⎯¿Niña? ⎯pregunta David, mi esposo, mientras siento su mano apretando la mía. 

⎯Sí, es una niña. 

⎯Ainhoa… ⎯pronuncio su nombre, la voz se me entrecorta, y me suelto a llorar. 

Cuántas veces no imaginé el sexo de mi bebé, desee tenerlo entre mis brazos y poder pronunciar su nombre. Hoy lo hago. Mi bebé está vivo, ha superado todos los obstáculos que mi cuerpo le ha puesto y se aferra a mí, sin soltarme. 

⎯¿Escuchaste? ⎯me pregunta David⎯. Tendremos una niña, ¡una niña!, ¡tendremos a una Canarias! ⎯expresa, lleno de felicidad. 

Y sí, será una Canarias. Tal vez Ainhoa no fue concebida por él, pero, ha crecido en mi vientre y yo, también soy una Canarias. Él me dio el apellido, él se lo dio a David y ahora, se lo dará a esta niña, que no será sangre de su sangre, pero sí la niña de sus ojos. 

⎯¡Voy a ser papá de una niña! ⎯expresa. 

Veo a David, mi hijo, y lo veo contemplando la escena. No sé qué se imagina o qué piensa, pero un aura triste lo invade. Como puedo, tomo su mano y con una sonrisa le digo: 

⎯Ella te amará a ti más que a nadie, eso te lo puedo asegurar ⎯le prometo⎯. Te amará, así como yo te amo a ti, David. ¿Qué es lo que siempre te digo? 

Mi hijo sonríe con timidez y asiente con la cabeza. 

⎯El amor verdadero no entiende de lazos biológicos, sino de corazón a corazón. 

⎯Ahora, escucha el corazón de tu hermana… latir.

5 Responses

  1. Que lindo David, de la emoción por tener a su hermana a la incertidumbre, pero Fátima siempre tan sabía, bienvenida Ahiona

  2. Que emoción! Davidcito anticipándose a ser el gran hermano mayor.
    Felicidades! al fin viene Ainhoa!

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