Valentina sonríe. Lo hace con libertad al ver a David Tristán frente a ella. 

⎯¿Qué pasa, señorita? ⎯le pregunta⎯. ¿Hay algo que le gusta ver? 

⎯Sí ⎯responde Valentina. 

Acerca su mano y toca su perfecto rostro. Pasa sus dedos por su nariz, los baja hasta sus labios y los acaricia con la huella de sus dedos. 

⎯En verdad… eres perfecto. 

⎯Lo sé… Valentina. 

⎯¡Vaya!, al fin me has llamado por mi nombre ⎯pronuncia ella, parándose de puntitas sobre los pies para alcanzar sus labios. 

⎯Valentina… o prefieres, ¿señorita de la Torre? 

⎯No, llámame Valentina, simplemente Valentina ⎯repite ella. 

⎯No, no quiero, solo valentina, siempre serás señorita de la Torre ⎯dice David Tristán casi rozando sus labios. 

⎯¿Qué te impide llamarme Valentina? ⎯insiste ella. 

⎯Porque, señorita de la Torre, me excita… ⎯responde Tristán, pasando su mano por detrás de su oreja y acercándola más. 

⎯¿Te qué…? 

⎯Se lo demostraré, señorita de la Torre. ⎯Tristán junta sus labios con los de ella y le da un beso apasionado. Un gemido se escapa de sus labios, encendiendo su cuerpo y sus sentidos⎯. Hmmm, Señorita de la torre… 

⎯Tristán… ⎯responde ella extasiada. 

⎯Señorita de la Torre ⎯repite. 

⎯Hmmmm ⎯gime ella. 

⎯Señorita de la Torre… Señorita de la Torre… Señorita de la Torre. 

Un golpe en la puerta provoca que Valentina abra los ojos, con el corazón acelerado, las manos apretando las sábanas y el pecho subiendo y bajando agitado. Continúa en su habitación, con la luz del sol entrando plenamente por la ventana, iluminando de manera natural todo a su alrededor. Otro golpe en la puerta la asusta. 

⎯Señorita de Torre ⎯escucha su nombre. 

⎯¿Sí? ⎯habla, elevando la voz. 

⎯Soy Samuel, el chofer del joven David Tristán, ¿si irá a la fundación?, me pidió que pasara por usted.

⎯¿El chofer? ⎯murmura. Valentina voltea a ver su móvil y se percata que faltan diez minutos para as 8:00 de la mañana⎯. Mierda ⎯expresa. 

⎯¿Señorita? 

⎯Salgo en cinco minutos ⎯le dice. 

Valentina se levanta de la cama de un brinco y, sin pensarlo dos veces, corre hacia el baño para darse una ducha rápida y salir de ahí. Se ha quedado dormida. Pensó que al no poder dormir nunca lo haría y que podría llegar a la oficina antes de que David Tristán entrara por esa puerta. 

Sin embargo, y a pesar de que se sentó a hacer unas anotaciones a mitad de la noche, regresó a la cama, y se quedó dormida y soñó, soñó con quien menos se esperaba: con David Tristán. 

⎯Todo se sentía tan real ⎯murmura, mientras se echa agua en el rostro, y se amarra el cabello largo y negro para no mojarlo en la ducha⎯. Jamás había soñado así, en toda su vida. Ahora, en menos de una semana, había soñado con Tristán⎯. Debe ser una mezcla de esto y del otro. 

Entonces, ¿por qué se sentía tan emocionada? Ella no quiere admitirlo, pero pasar tiempo al lado de Tristán, comienza a cambiarle la química del cerebro. No sabe cómo y cuánto, pero está segura de que ya no será igual. 

Ella se mete a la ducha, se da un baño rápido y después sale para vestirse. Abre la maleta y saca el último cambio de ropa que empacó: solo trajo cuatro; no tiene mucha ropa. 

Se viste con la falda de color gris hasta la rodilla, la blusa de color blanco con mangas abombadas y tres cuartos. Se cierra el cuello hasta que queda cubierto y se acomoda la cruz de plata sobre este. 

Hace una trenza rápida con el cabello largo que le llega casi a la cintura, y la acomoda de lado. No utiliza maquillaje, por eso no pierde el tiempo en esa área. 

Sale del baño, toma sus cosas y abre la puerta, el corredor se encuentra vacío. 

⎯Cinco minutos… ⎯murmura, para caminar hacia el elevador. 

***
⎯Pensé que me había equivocado de hotel ⎯le explica el chofer, mientras maneja por la ciudad hacia la fundación. 

⎯¿Equivocado? ⎯pregunta Valentina, tratando de poner atención a la conversación, aunque se siente ansiosa por no llegar a tiempo; no puede hacer nada, hay tráfico en la ciudad. 

⎯Sí. Me dijo que pasara por usted al hotel Lafuente Oriental, pero como no me abría la puerta, comencé a dudar. Dije: “a lo mejor está en el hotel exclusive, o el hotel del centro o el business class”. 

⎯¿Cuántos hoteles Lafuente hay? ⎯inquiere. 

⎯¿En Madrid, en España o en el mundo? 

⎯¿Cómo? ⎯dice ella impactada. 

⎯Sí, ¿en dónde? ⎯insiste el chofer. 

Valentina no sabía si los choferes debían ser tan parlanchines como era Samuel, pero al verlo joven y al saber que era el de David Tristán, no se le hizo raro. 

⎯Pues, en Madrid. 

⎯Cinco ⎯responde, sin más⎯. Pero el más bonito y antiguo es el oriental. La familia siempre hospeda ahí a las personas que le importan o las que quieren impresionar. 

⎯Hmmm… muy Tristán ⎯murmura, Valentina. 

⎯¿No le agrada el joven? ⎯pregunta, de forma indiscreta el chofer. 

⎯Pues… ⎯Valentina recordó el sueño y, ahora, se siente enojada⎯. Me da igual. 

⎯No, no lo creo. El joven Tristán puede ser amado, odiado pero nunca ignorado… aunque, los que lo conocemos, lo amamos; es un gran hombre. 

⎯Supongo… ⎯murmura, Valentina. 

Sin que ella se diese cuenta, el auto se detiene delante de la fundación. Valentina trata de abrir la puerta para bajarse, pero el chofer se lo impide. 

⎯Lo siento, la costumbre ⎯se disculpa ella. 

⎯La veo más tarde, señorita de la Torre ⎯le responde Samuel⎯. Que tenga bonito día. 

⎯Igualmente, Samuel ⎯responde Valentina, apurada por salir de ahí. 

Valentina, corre hacia la entrada de la fundación, ante de entrar por la puerta giratoria, mete la mano en su bolsa y se percata que el pase de entrada no está en el apartado que seleccionó. 

⎯¡No lo puedo creer! ⎯expresa. 

Busca, remueve la libreta, abre la pequeña bolsa donde carga su pastillero junto con su perfume y cuado siente el plástico, lo jala. 

⎯¡Sí! ⎯expresa. 

Entonces, entra por la puerta giratoria, a paso apurado y con la mirada fija en acomodar la bolsa, cuando, al pasar al otro lado, escucha la voz de Ana Carolina. 

⎯Gracias por la noche ⎯le susurra Ana Carolina a David cerca del rostro⎯, cada vez te superas más. Creo que todavía me tiemblan las piernas de todos los orgasmos que me diste. 

Valentina se pone de todos colores, no solo por lo que acaba de escuchar, sino porque le recuerda al sueño que la hizo llegar tarde. 

No quiere ser vista, ni que Tristán la cuestione por su expresión, así que se da la vuelta para salir de la oficina, sin embargo, su rostro topa con la puerta de vidrio y un ruido hace eco por el lugar. 

⎯¡Señorita de la Torre! ⎯expresa, Tristán. Ella sale como puede de la puerta y se posa frente a los dos⎯¿Está bien? ⎯pregunta.

⎯Creo que… ⎯murmura, para luego desmayarse sin poder decir más.

No obstante, antes de caer sobre el suelo frío, Tristán se acerca con pasos firmes y suaves, como si quisiera asegurar cada movimiento. Sus ojos, llenos de una mezcla de preocupación y ternura, se posan en ella mientras extiende los brazos. Con una determinación calmada, la envuelve en un abrazo sólido pero gentil, levantándola con facilidad.

Valentina siente la calidez de su cuerpo contra el suyo mientras la levanta. Su respiración se entrecorta por el impacto emocional y físico, sintiendo el latido de su corazón resonar en el pecho de Tristán. 

Él la sostiene con firmeza, como si fuera un tesoro frágil, y la guía con cuidado hacia el sofá cercano.

Con movimientos elegantes, la deposita sobre él, asegurándose de que se acomode con gentileza. Su mano se desliza suavemente por el costado de su rostro, una caricia ligera que contrasta con la intensidad de la situación. 

Tristán se inclina hacia ella, su mirada una mezcla de preocupación y afecto, mientras se asegura de que esté bien antes de retroceder y darle espacio para recuperarse; la proximidad entre ellos y la delicadeza de los gestos crean un ambiente único para los dos. 

⎯Señorita de la Torre ⎯pronuncia Tristán, revisando el golpe en la frente. 

⎯¿Crees que deberíamos de llamar al enfermero? ⎯pregunta Ana Caro que, preocupada, los ha seguido. 

⎯Supongo que sí, ¿puedes hacerlo, cari? 

⎯Sí, claro. 

Ana Carolina se aleja, dejando a Tristán y a Valentina solos. Ella se encuentra reposando plácidamente, mientras su respiración parece controlada. Tristán la observa, con el corazón aún agitado por el pequeño accidente. El golpe con la puerta fue más fuerte de lo que imaginó, pero ahora Valentina parece en paz, recostada en el sofá, vulnerable y silenciosa, como pocas veces la había visto.

La observa, con una mezcla de ternura y fascinación en la mirada. Su cabello negro y largo se derrama por el sofá como una cascada de sombras sedosas, y su rostro, tan sereno en ese instante, revela una belleza suave, casi etérea. Sus pestañas oscuras descansan sobre sus mejillas y sus labios, que tantas veces lo habían desafiado con palabras afiladas, ahora estaban relajados, exhalando un leve suspiro.

Tristán se agacha junto a ella, permitiéndose por un momento admirarla sin las barreras de su habitual resistencia. No puede negar que, en ese estado de calma, es más hermosa de lo que ha querido aceptar. Él siempre nota en las mujeres más allá de su físico, como en el caso de Valentina que vio: su inteligencia, su obstinación, ese fuego que la impulsaba. Pero ahora, con los párpados cerrados y la expresión tan serena, era su rostro lo que le cautivaba.

Sus ojos recorren cada detalle: la curva delicada de su nariz, el arco de sus cejas, las líneas suaves que contorneaban su boca. Parece increíble que alguien tan necia pudiera, al mismo tiempo, ser tan frágil.

⎯Solo así puede dejar de alegar, ¿verdad, Señorita de la Torre? ⎯murmura con una sonrisa, aunque su tono llevaba consigo un afecto sincero.

⎯El enfermero ya viene ⎯interrumpe Ana Caro la observación detallada⎯. ¿Crees que tengas que llevarla al hospital? 

⎯No lo creo, bueno, espero que no ⎯afirma David. 

⎯Me encantaría quedarme pero… 

⎯No te preocupes. ⎯Tristán se pone de pie y toma de la cintura a su novia⎯. ¿Cuándo volvemos a vernos? 

⎯Recuerda que mañana cenamos con mis papás. Después, fingimos que me llevas a mi casa, pero, en realidad, me llevas a tu cama ⎯contesta Ana Caro de forma provocativa. 

⎯¿Crees que tus padres no sospechan que pasas las noches conmigo? Creo que sería muy inocente de su parte. 

⎯Cari… ⎯Pronuncia, Ana Caro, en un tono de súplica. 

⎯Está bien… ⎯Tristán suspira⎯. Nos vemos mañana. 

⎯Hasta mañana y suerte con la reunión familiar de hoy ⎯Le desea su novia, para después darle un ligero beso y ver cómo se aleja hacia la puerta. El enfermero llega un minuto después. 

⎯Buenos días, Tristán, ¿qué pasó? ⎯dice el enfermero, bastante serio. 

⎯Se pegó con la puerta. 

Él se acerca a Valentina y le toma los signos vitales. Después de una revisión rápida se pone de pie. 

⎯Llévala a la enfermería, solo por prevención. 

⎯¿Es algo grave? ⎯pregunta Tristán, al enfermero. Su tono es de severa preocupación⎯. ¿La llevo mejor al hospital? 

⎯No lo creo… solo llévala a la enfermería. 

Tristán la vuelve a cargar entre sus brazos, y con una facilidad, camina hacia el elevador. Unos momentos después entran a la enfermería y la recuesta sobre la camilla. Tristán se sienta a su lado y la observa. El golpe en la frente comienza a notarse, a contrastar con su piel. 

⎯Cuando despierte, ponle esto ⎯le pide el enfermero, dándole una bolsa con hielo. ¿Qué es tuyo? ⎯pregunta. 

⎯Pues… practicante. 

⎯Solo dime su nombre para registrarla. 

⎯Valentina de la Torre ⎯contesta, con seguridad Tristán, siendo la primera vez que lo pronuncia.

⎯Bien… 

Parece que su nombre en labios de Tristán es un tipo de hechizo, porque a segundos de pronunciarlo, ella abre los ojos y sonríe. La vista de Valentina está completamente borrosa, pero distingue a la perfección a Tristán. 

⎯Otra vez el sueño ⎯murmura. 

⎯¿Cómo? ⎯pregunta Tristán, al escucharla. 

Valentina junta los labios, como si fuese a darle un beso, queriendo continuar con el que dejaron pendiente en aquel sueño del que lo despertaron por la mañana. Tristán se acera a ella, ilusionándola por completo, hasta que siente el frío en su frente y la hace reaccionar. 

Ella se levanta de inmediato, sin medir su fuerza, y con la frente se pega justo en el rostro de Tristán. 

⎯¡Ouch! ⎯expresa, Tristán, sintiendo un cabezazo en la nariz⎯. En el rostro no, que soy modelo. 

Él se toma la nariz y siente cómo sangra. Un pequeño hilo rojo se desliza por sus dedos, y por un momento, Tristán se queda mirando, incrédulo, mientras el dolor comienza a latir en su rostro. De reojo, ve cómo Valentina empieza a despertar, con una mueca de descontento que no tarda en convertirse en palabras.

—¡Cómo se te ocurre ponerme el hielo sin avisar! —le reclama Valentina, con una mezcla de irritación y dolor, moviendo el brazo para alejar el improvisado paquete de hielo que yace sobre su cabeza.

Tristán, aun con la mano sobre la nariz, arquea una ceja, ofendido por la reacción.

—¡Fueron indicaciones del enfermero! —responde, intentando mantener la calma mientras presiona la herida con los dedos. El dolor es agudo, pero lo que más le irrita es el tono desafiante de Valentina.

—¡Pues avísame! —insiste ella, sentándose lentamente en el sofá, todavía mareada, pero decidida a mantener la discusión.

Tristán la mira, incrédulo. Su nariz sigue sangrando, pero no puede evitar responder.

—¿Cómo te aviso mujer, si estabas desmayada? —refuta, alzando las manos al cielo en un gesto de exasperación.

—¡Podrías haberlo hecho con más cuidado! —replica Valentina, llevándose una mano a la cabeza, aun sintiendo la molestia del golpe. Sin embargo, su tono se suaviza ligeramente, dándose cuenta de que tal vez está exagerando, pero sin perder el deseo de tener la última palabra.

—¿Cuidado? ¡Estaba desmayada! —replica él, sus ojos brillando con una mezcla de frustración y diversión contenida.

Ambos se quedan mirando por un momento, el silencio sólo roto por el goteo de la nariz de Tristán. Valentina se cruza de brazos, y aunque intenta mantener su mirada severa, los bordes de sus labios comienzan a curvarse. Tristán, al darse cuenta, no puede evitar sonreír también, aunque con cautela, debido al dolor.

Desde un rincón, el enfermero observa la escena, intentando disimular la risa que amenaza con escapar. El tono en el que discuten tiene un tinte cómico, casi teatral. Aunque las palabras son agudas, hay una suavidad en sus gestos, una familiaridad que les quita la gravedad a sus reproches.

El enfermero decide no intervenir, dejando que la escena se desarrolle. Al final, cuando los dos se dan cuenta de lo absurdo de la situación, no pueden evitar reírse juntos, aunque con Tristán presionando su nariz y Valentina masajeando su cabeza adolorida.

⎯¿Ya terminaron? ⎯les pregunta. 

Ambos voltean y notan al enfermero que trata de contener la risa. Él se acerca y con cuidado le revisa la nariz a Tristán. 

⎯No está rota. ⎯Le da otra bolsa con hielo⎯. Supongo que sabes qué hacer. 

Escena siguiente, Tristán y Valentina se encuentran sentados en la camilla, ambos con bolsas de hielo en sus respectivas heridas y con un rostro de desvelo que no pueden fingir. 

⎯Lo siento, no dormí muy bien ⎯le dice Valentina. 

⎯Yo tampoco dormí bien ⎯responde Tristán. 

El color rojo sube por el rostro de Valentina, al recodar los mensajes de texto y la frase que escuchó de los labios de Ana Caro; siente cómo debido al calor de sus mejillas el hielo de la bolsa se derrite más rápido. 

⎯Bueno, no queremos detalles ⎯se le escapa. 

⎯¿Detalles? ⎯pregunta Tristán. 

⎯En fin. Como ves, soy algo torpe y ustedes insisten en poner vidrios por todas partes ⎯habla Valentina. 

⎯Se llama diseño industrial, y mi tío estuvo involucrado en dicho diseño. 

⎯Pues deberían poner pegatinas en las ventanas. 

⎯Era una puerta giratoria… aclaro. 

⎯Ahhhh, ¡me desesperas! ⎯murmura Valentina. 

⎯Al fin compartimos algo… ⎯habla Tristán. 

⎯¿Qué no puedes quedarte en silencio y ya? ⎯pregunta ella, poniéndose de pie. Las piernas le tambalean, se siente algo mareada y se recarga en la pared. 

⎯No sea necia, siéntese. ⎯David la toma del brazo y le pide que vuelva a su lugar. 

⎯Bueno, en fin… creo que mientras esperamos podemos trabajar, ¿qué no? 

En ese instante, Valentina saca de su bolsa una libreta y un cuaderno de dibujo. Al abrirlos, David se percata que es el plano del proyecto que están modificando y las mismas anotaciones que ya había visto. 

⎯Creo que deberías de mover esta parte para… ⎯Inicia explicando Valentina. 

⎯Espera, espera… ⎯habla Tristán, y con cuidado le quita el cuaderno de dibujo⎯. ¿Cómo sacaste las notas? Se supone que están resguardadas en mi oficina. 

Valentina se muerde el labio levemente y viendo a Tristán le dice: 

⎯Tengo memoria fotográfica. 

⎯¿Cómo?, ¿qué? ⎯pregunta Tristán. 

⎯Tengo memoria fotográfica ⎯responde Valentina. 

⎯¿Qué? ⎯pregunta David, sin poder creerlo 

⎯La memoria fotográfica es la capacidad de recordar imágenes, sonidos o textos común nivel de detalle extremadamente preciso y… ⎯Comienza a explicar Valentina. 

⎯Sé lo que es la memoria fotográfica, señorita de la Torre, aunque no crea, fui a la primaria. Lo digo porque no puedo creerlo. ¿Me está diciendo que quedé como payaso al evitar que usted saque las notas del proyecto cuando, en realidad, usted puede replicarlas de memoria? 

Valentina sonrío. Sí le hacía gracia la situación, y esperaba que a Tristán también le hiciera. Él negó con la cabeza, suspiro y luego fijó su mirada al suelo. 

⎯¿Cómo están acomodadas las carpetas de proyectos sociales? ⎯habla 

⎯¿Qué? ⎯pregunta Valentina. 

⎯Si tienes memoria fotográfica dime cómo están acomodadas las carpetas de proyectos sociales.

Valentina suspira y empieza a recitar de memoria:

⎯Primero, el proyecto “Educación para Todos”, centrado en ofrecer becas y recursos educativos a niños de bajos recursos. Luego, está “Salud Comunitaria”, enfocado en brindar atención médica gratuita en comunidades rurales. 

Tristán, aún incrédulo, la observa mientras ella continúa.

⎯Después sigue “Reforestación Urbana”, un proyecto para plantar árboles y crear espacios verdes en áreas urbanas deterioradas. Le sigue “Alimentando el Futuro”, que busca proporcionar alimentos y apoyo nutricional en zonas de pobreza extrema. 

David abre los ojos con sorpresa, impresionado por la precisión de Valentina.

⎯El quinto es “Vivienda Digna”, orientado a la construcción de viviendas para familias sin hogar. Luego, “Mujeres Emprendedoras”, un programa para apoyar a mujeres en situación vulnerable a iniciar sus propios negocios. 

Tristán cruza los brazos, empezando a esbozar una sonrisa.

⎯El séptimo es “Cultura y Arte para Todos”, destinado a promover el acceso a actividades culturales y artísticas en comunidades marginadas. “Sostenibilidad Ambiental”, enfocado en implementar prácticas sostenibles en comunidades rurales, viene después.

Valentina lo mira directamente a los ojos antes de continuar.

⎯El noveno es “Apoyo Psicológico”, ofreciendo servicios de salud mental a quienes lo necesiten, y finalmente, “Empoderamiento Juvenil”, que busca preparar a jóvenes en situación de riesgo para el mundo laboral y el liderazgo comunitario.

Tristán se queda en silencio por un momento, impresionado, pero manteniendo la compostura.

⎯¿Satisfecho? ⎯pregunta Valentina con una pequeña sonrisa, disfrutando el asombro de Tristán. 

⎯No puedo creerlo… ⎯murmura David, sin apartar la vista de ella.

⎯¿Entonces? ¿Ya podemos trabajar? ⎯dice Valentina, alzando una ceja y cruzando los brazos, esperando una respuesta.

⎯No, tengo un mejor plan ⎯habla, para luego tomarla de la mano y sacarla de la enfermería. 

 ***

Posiblemente, David, Tristán y Valentina debieron quedarse en la fundación y no salir a carretera, pero a David se le había ocurrido una muy buena idea y deseaba ponerla en plan. Así que tomó a Valentina de la mano, la subió en uno de los autos prestados por la fundación y se dirigió a la Casa de la Música, en dónde se llevaría a cabo el próximo proyecto.

Ella iba algo confundida, no tenía idea de lo que estaba pasando, así que simplemente se dedicó a observar el paisaje y conocer Madrid desde la ventanilla del carro de Tristán. 

⎯Supongo que ya confía en mí ⎯habla Tristán, finalmente. 

⎯No me queda de otra ⎯responde ella, en un tono evidente⎯. Estoy sola en esta ciudad que es tu hogar; además, creo que eres buen muchacho. 

⎯Y muy guapo ⎯bromea David, haciendo que Valentina niegue con la cabeza. 

⎯Lo siento por la nariz. Me alegra que no se haya roto. Pero no puedes poner hielo así, sin preguntar. 

⎯Está bien. ⎯Tristán suspira⎯. ¿Por qué no me dijo lo de la memoria fotográfica? 

⎯Porque… sabía que si te decía te ibas a negar más en ayudarme con el proyecto, así que fingí que necesitaba las notas; en realidad no las necesito. 

⎯Ya vi ⎯contesta él, con sarcasmo⎯. En fin, ¿algún otro superpoder que deba saber?, ¿vuela, dispara telarañas, es inmortal? 

⎯Pues, puedo recordar detalles, visuales, recuperar información rápidamente, leer y memorizar textos, recrear escenas, retener información compleja, como gráficos, mapas, esquemas. Puedo reconocer patrones, visuales o auditivos, visualizar información, aprender rápidamente, recordar fechas y eventos, realizar tareas de memoria… puedo… 

⎯Sí, creo que ya tengo la imagen. Entonces, recuerda todo con exactitud. 

⎯Así es… cualquier detalle, diálogo… 

⎯Dios, tengo todo en mi contra. Todo lo que diga y haga a partir de este momento será recordado por usted y no tendré escapatoria ⎯comenta Tristán, haciendo reír a Valentina. 

⎯Lo siento. 

⎯No, está bien… ⎯Tristán encoge los hombros y sonríe. 

Valentina abre su bolsa y saca una libreta de tapa gruesa y bastante gorda. En la portada dice el nombre del año actual.

⎯Este es mi diario. Prácticamente, es todo lo que vivo en el año a detalle, me sirve para vaciar la información. 

⎯¿Escribe todo? ⎯pregunta David con curiosidad. 

⎯Todo. ¿Quieres que lea lo que escribí sobre ti? 

⎯No gracias, hay cosas que mejor se deben quedar ahí… 

Tristán dio la vuelta para entrar a una enorme casa de estilo marroquí, con un jardín frontal enorme y ventanales por todos lados. Llegaron a la entrada y Tristán se baja de inmediato para abrirle la puerta a Valentina y ayudarla a bajar. 

⎯¿Dónde estamos? ⎯pregunta, bastante asombrada con el lugar. 

⎯En la Casa de la música, el nuevo proyecto de la fundación y que ahora ha pasado a un plano personal; mi primo Daniel está involucrado. 

⎯Bien, ¿pero qué tengo que ver yo con la música? ⎯inquiere Valentina, mientras entran abriendo la puerta de madera. 

El lugar les da la bienvenida, con sus grandes y amplios espacios, el aire fresco que corría por las ventanas abiertas y el aroma del jardín de atrás. Ella sonríe. 

⎯Me encantan los lugares abiertos ⎯le dice. 

⎯A mí, igual. En fin, necesito de tu ayuda y una propuesta. 

⎯A ver… ⎯Valentina comienza a caminar por lo que parece ser el vestíbulo y la sala de la vacía casa. 

David camina detrás de ella. 

⎯Tendremos un evento aquí en unas semanas, es para inauguración, promoción y búsqueda de patrocinadores. 

⎯Vale. 

⎯Pero, cómo ves, solo es una casa y no podemos mostrarlo así. El equipo de diseño de espacio está algo ocupado, así que quiero aprovecharme de tu talento para que me ayudes a diseñar y planificar el espacio físico de la Casa de la Música. Esto incluye: salas de ensayo, auditorios y áreas administrativas. Creo que tu memoria puede ser útil para recordar planos y especificaciones durante el proceso de diseño. Y bueno, me ayudarías más si sabes hacer planos.

Valentina asiente, comprendiendo la magnitud del proyecto.

⎯Sé hacerlos, pero no como los arquitectos —responde con una leve sonrisa, consciente de la diferencia entre sus habilidades y las de un profesional.

⎯Lo sé —replica Tristán con una sonrisa de complicidad—. Pero tu habilidad para recordar detalles y mantener una visión clara del proyecto será invaluable para nosotros. ⎯Tristán se acerca a ella, su mirada se vuelve más intensa y decidida⎯. Mi propuesta es contratarte como mi asesora externa. Necesito a alguien con una memoria excepcional para ayudar a revisar y ajustar los diseños conforme avancemos. Tu capacidad para recordar y visualizar detalles nos permitirá evitar errores y garantizar que cada rincón de la casa cumpla con los estándares que queremos alcanzar.

Valentina lo mira fijamente, sintiendo esa tensión que siempre hay entre los dos. 

⎯¿Y qué implica exactamente el rol? —pregunta, queriendo asegurarse de entender bien sus responsabilidades.

⎯Principalmente, deberá colaborar en la revisión de los planos preliminares, asegurar que todos los detalles se mantengan consistentes y que el diseño cumpla con nuestras expectativas y necesidades. Además, tu visión puede ayudar a identificar posibles mejoras que quizás el equipo de diseño no haya considerado.

⎯Supongamos que te ayudo ⎯dice ella, con una seguridad y coquetería que David no había visto⎯. ¿Qué gano yo? 

David esboza una mueca, claramente intrigado por la pregunta.

⎯Total libertad en la modificación del proyecto “Picaflor”, un mejor salario y… —se detiene un momento, evaluando sus palabras—. Y también la posibilidad de colaborar en un proyecto que podría ser muy significativo tanto para la fundación como para su propio desarrollo profesional.

Valentina levanta una ceja, considerando las ventajas que le ofrece.

⎯¿Y podré sacar las notas? —pregunta, con una sonrisa juguetona. 

⎯Podrá sacar las notas ⎯afirma David Tristán. 

Valentina sonríe, satisfecha con la oferta.

⎯Eso suena bastante interesante. Entonces, si todo va bien, podemos decir que tengo un trato.

David le extiende la mano con un gesto de confianza.

⎯Un trato. Solo le voy a pedir una cosa —dice Tristán, su tono se suaviza, cargado de una sinceridad que hace que las palabras parezcan más profundas—. Quiero que me mire a los ojos y me diga que puedo confiar en usted, así como usted puede confiar en mí.

Valentina desvía momentáneamente hacia el suelo, buscando en el patrón un refugio para su nerviosismo. Siente el peso de la petición en el aire, casi como si la gravedad misma se hubiera intensificado en ese instante. El silencio es denso, y cada respiración parece resonar en sus oídos. 

Con lentitud y un toque de determinación, Valentina levanta la vista. Sus ojos se encuentran con los de Tristán, y en ese cruce de miradas, la intensidad de la solicitud se vuelve casi palpable. La luz que envuelve la casa ilumina su rostro, destacando su mirada marrón intensa. 

⎯Puedes confiar en mí —dice Valentina con voz clara y directa. Las palabras rompen el silencio que las rodea—. Y puedes confiar en mí. Te lo juro. 

Tristán la observa, la conexión que ambos comparten en ese momento parece sobrepasar las palabras, y un tenue brillo de admiración y afecto asoma en su mirada. La tensión se disuelve lentamente, dando paso a una nueva comprensión entre ellos.

⎯Gracias —responde Tristán—. Eso significa más de lo que puede imaginar… Valentina. 

Al pronunciar su nombre por primera vez, Valentina siente una chispa en su interior. La forma en que Tristán dice su nombre no es simplemente un reconocimiento formal, sino que también había comenzado a ver en ella algo más allá de la profesionalidad… una amistad. 

7 Responses

  1. Wow me encsntó este cap. Hubo tanta conexion implicita entre ellos. Ay Valentina, no vayas a romper esa confianza q te dio, no lo vayas a traicionar por favor 🙏. No confio al 100% en ella, algo me inquieta, esperemos no sea nada malo. Jejeje. Graciss Ana

  2. Tremendo golpe se llevaron ambos jaja 😅

    Me encanta que Valentina tenga esa cualidad y que David Tristán se haya impresionado. Espero ambos saquen muy buenos beneficios de ese trato 😄

  3. Uffff ese tire y afloje que ni ellos entienden los llevará a un punto de no retorno 🤭🔥💞

    Señorita de la Torre no defraude al joven Tristán por favor.

  4. Huyyy…algo pasa aquí jaja…este par se van a quemar…bien que Picaflor Junior le cumpla el sueño a Valentina jaja….
    Valentina No traiciones a David…Y que ya se quemen por favor jaja

  5. Uúuu pero tengo mis dudas que pastillas había en su bolso? Tantos dones tendrán que ver con alguna enfermedad? Pero me urge que empice lo bueno, ana nos ha tenido con bastante suspenso

  6. Me preocupa bastante esa confianza porque no se sabe mucho de ella pero sé que la confianza les dio grandes alianzas a esta familia

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