Lila
-tiempo después –
—Señora Canarias —escucho mi nombre mientras estoy arreglando el dobladillo de uno de mis vestidos—. Tiene cinco minutos.
La modelo que estaba destinada a llevar este vestido se enfermó a última hora, y tuve que contratar a otra sin previo aviso. Ella es un poco menos alta, y el vestido le queda ligeramente largo.
Afortunadamente, es un vestido de corte recto hasta los tobillos, por lo que los arreglos se pueden hacer con facilidad. Ya no hay tiempo para buscar otra modelo que lo pudiera llevar.
—Listo —le digo a la modelo—. Ve directo a maquillaje para que te retoquen.
—Sí, señora.
Ella se aleja caminando con gracia, luciendo ese hermoso vestido sin tirantes, de tela satinada y acabado liso; uno de los diseños más sencillos de mi colección.
—Lila —escucho la voz de Antonio, quien acaba de entrar por la puerta—. Te han estado llamando pero supuse que estabas ocupada; ya está aquí la familia.
Sonrío.
—Perfecto.
Antonio se acerca a mí y me da un beso en la frente.
—No estés nerviosa, la colección es hermosa. Estoy seguro de que esta primera colección de vestidos de novia será un éxito total y que pronto muchas novias llevarán al altar un Mena Caballero.
—Gracias —respondo.
—¡El desfile está por comenzar! —escucho a mi organizador, y los nervios me invaden.
Después de tanto tiempo, de noches enteras trabajando las ideas junto con Rosa, dibujando, proponiendo, buscando telas y organizando, al fin, la marca Mena Caballero hace su regreso, esperando que sea triunfal.
Lo que los Karagiannis me hicieron ha quedado en el pasado; por fortuna, esa mala reputación se enterró después del éxito de la marca Rosa y Lila.
Desde que pusimos el taller en París, la marca tuvo su auge. Debo admitir que le agradezco a Jo por haberme impulsado entre sus conocidos, porque sin su ayuda, nada de esto sería igual.
Rosa y Lila por Mena Caballero creció tanto que Rosa tuvo que abrir un taller en Madrid, porque ya no me daba abasto en París. Gracias a eso, hemos podido expandir la marca por toda Europa, e incluso la hemos establecido en México. Existe el rumor de que hasta los príncipes la usan.
Sin embargo, el sueño de mi abuela de ver sus diseños desfilando en una pasarela internacional era algo que tenía que cumplir. Así que, después de pensarlo un poco y convencerme de que mi reputación había sido restaurada, decidí hacerlo. Y ahora, aquí estamos, desfilando en la Semana de la Moda en París.
Me acerco a Rosa que se encuentra acomodando los últimos detalles en los diseños y cuando me ve, me sonríe. Lejos estaba de pensar que cuando me dio trabajo en su taller, juntas llegaríamos al Fashion Week en París.
—¿Es cierto que la actriz internacional Gala Gómez-Fernández está aquí? —me pregunta.
—Sí —le anuncio—. También esta ese cantante que tanto te gusta.
—¿Montero?
—Sí, dicen que está buscando un vestido de novia para su novia.
—¡Qué emoción! —expresa.
—Comienza el desfile —nos anuncian, y las luces se apagan.
Rosa y yo nos tomamos de la mano para lidiar con los nervios.
Lo logramos, abuela, pienso, mientras la primera modelo entra a la pasarela con el vestido que da nombre a la colección: “Héritage Floral” por Maison Caballero.
La insignia de mis vestidos es que todos llevan flores diseñadas y cosidas a mano, un homenaje también a mi abuela Fátima, que las amaba y que estoy segura que hubiese deseado estar aquí, debido a su amor por la moda; uno que me heredó desde pequeña.
Por eso, al ver mi vestido con las flores bordadas a mano sobre la delicada y suave tela, no puedo evitar recordar todo lo que he pasado en este tiempo y los obstáculos que se lograron superar, personalmente y en familia.
El tiempo pasó en verdad rápido, y los planes a realizar tuvieron tantas modificaciones que pensamos que no podríamos llevarlos a cabo, y que tendríamos que cancelarlos por completo.
El primer plan era mi boda con Antonio, una que, afortunadamente sigue en pie y a punto de suceder, pero que tuvimos que posponer debido a un asunto familiar fuerte: el ataque a mi primo Daniel.
Todavía recuerdo la llamada de mi madre aquella mañana de domingo, diciéndome que mi primo había sido brutalmente golpeado por el hermano de su mejor amigo.
Todos sabíamos que Daniel tenía una relación con Raúl, su mejor amigo de años, pero jamás pensamos que la familia se atrevería a hacer algo así.
Por consecuencia de eso, mi primo cayó en una depresión y nosotros nos volcamos en ayudarle.
Nos volvimos extremadamente herméticos; nos afectó moralmente como familia. Por ende, cancelamos planes en conjunto como viajes, reuniones y proyectos en familia.
La primera Navidad después del ataque fue horrible, fúnebre, triste. Tratamos de alegrarla, pero no hubo poder humano que lo hiciera; estábamos profundamente heridos, habían lastimado a uno de los muestros.
Por fortuna, hemos logrado superarlo y nos ha hecho una familia más fuerte; creemos que ha llegado el momento de celebrar. Por eso este desfile se ha vuelto tan importante, porque lo vemos como un nuevo comienzo, una oportunidad para hacer cosas alegres y para volver a sonreír.
En mi caso, después de este evento, llegará mi boda civil, seguida de la boda conjunta por la iglesia, en la que mi hermana y yo nos casaremos el mismo día. Finalmente, disfrutaremos de una luna de miel en una residencia privada, donde Antonio y yo continuaremos nuestra búsqueda de un bebé. Hemos pasado mucho tiempo intentándolo, pero sin insistir demasiado; ahora estamos decididos a hacerlo realidad.
—Todo va bien, todo va bien —murmura Rosa, apretando mi mano.
El quinto vestido de la noche sale a la pasarela, y no puedo evitar sentir un nudo en la garganta al verlo deslizarse con tanta gracia. Es una de mis piezas favoritas, y verlo finalmente en acción es un sueño hecho realidad.
El diseño es etéreo y delicado, confeccionado en una tela translúcida que cae con una ligereza casi mágica, como si la modelo flotara en lugar de caminar. Opté por un escote en “V” profundo que destaca la elegancia natural del cuello y unas mangas largas y abullonadas que añaden un toque de dramatismo, sin robarle protagonismo a la simplicidad del corte.
Lo que realmente me emociona son las flores bordadas a mano que adornan la parte superior y la cintura. Cada flor, en suaves tonos pastel, fue seleccionada con cuidado y cosida meticulosamente. La cintura ceñida, decorada con la misma delicadeza, acentúa la silueta de una manera sutil pero efectiva, realzando la figura de la modelo.
Este vestido, con su combinación de detalles florales y la suavidad de la tela, encarna todo lo que imaginé para esta colección: elegancia, feminidad y un toque de artesanía que hace cada pieza única.
—¿Estas lista para salir? —le pregunto a Rosa.
—¿Sabes para lo que no estoy lista? Para que mi hija me vea llorar de emoción por estar en el fashion week en París.
Sonrío.
—Yo también lloraré y creo que mi madre y mis tíos lo harán al ver el siguiente diseño.
El vestido final entra. Una versión fiel al vestido que mi abuela Mena hizo para su propia boda. Un diseño celosamente guardado y heredado de mí. Esta es la joya del desfile, el agradecimiento total a mi abuela y el hacer su sueño realidad.
El diseño conserva la elegancia clásica que caracteriza su estilo, pero con mi toque personal. El encaje delicado que ella eligió, con sus patrones florales, adorna la parte superior del vestido, rodeando el escote y los hombros, creando un efecto de delicada sofisticación.
La tela blanca, suave y fluida, cae con gracia, siguiendo cada movimiento, mientras que la capa transparente que se desliza desde los hombros hasta el suelo añade un toque etéreo, casi mágico, a la prenda.
Para honrar su amor por la naturaleza, he añadido una corona de flores vibrantes que contrasta con el blanco puro del vestido, una referencia sutil a su espíritu libre y alegre. El ramo que acompaña al vestido sigue la misma paleta de colores, uniendo todo en un tributo armonioso y emotivo.
Este vestido no es solo una prenda; es un legado, un símbolo de la fuerza, la gracia y la visión de mi abuela. Presentarlo hoy es cumplir con su sueño, y con el mío, de compartir con el mundo la belleza que ella siempre llevó dentro.
Es el cierre perfecto para este desfile, un recordatorio de que la moda es, en su esencia, una forma de preservar y honrar nuestra historia y nuestros seres queridos.
—Te volaste la barda con este vestido, Lila —murmura Rosa, haciéndome sonreír.
El momento de salir ha llegado. Entonces, tomadas de las manos, Rosa y yo salimos hacia la pasarela, seguidas de los maravillosos vestidos que han lucido hoy.
Caminamos hasta el frente, y noto que mi madre en lágrimas al ver el vestido que su madre uso el día de su boda y del que solo tenía unas pocas fotografías y recuerdos muy vagos al estar muy pequeña.
Loa aplausos nos invaden y, aunque debo esperar a las reseñas para saber si es un éxito o no mi colección, solo por ver a mi familia feliz, para mí lo es.
Yo no hago vestidos para hacer felices a las tendencias, si no a las personas que lo usan. Incluso, si estoy aquí, en esta pasarela, es un triunfo para mi abuela, no para mí; por las tantas veces que soñó con ver sus vestidos en París.
—Ahora vamos por Milán ¿te parece? —me dice Rosa, cuyo rostro está lleno de lágrimas de emoción—. ¿Quién iba a pensar que una madre soltera que era costurera en la Calle de las Novias de México, llegaría tan lejos?
La abrazo.
—Ahora ella sabe que puede cumplir cualquier sueño que se proponga.
Nos retiramos de la pasarela, y ambas entramos tras bambalinas. Felicitamos a las modelos y nos tomamos fotografías juntas con los vestidos que caminaron. Todo salió bien, todo fue perfecto y no saben lo feliz que soy.
—¡Champagne para todos! —escucho la voz de mi padre y, al voltear, lo veo entrar vestido de traje y con dos botellas en las manos.
El resto de mi familia entra, llenos de felicidad, incluso, puedo ver a Daniel aquí. Mi madre entra con los brazos abiertos y me da un abrazo que me revive.
—¡Eres una chingona, Lila Canarias! —me dice, para luego darme un beso—. El vestido de tu abuela se veía hermoso.
—Gracias. Tenía que hacerlo. Sé que mantuve el secreto mucho tiempo, y aunque prometí que ya no haría eso, pensé que era la mejor forma.
—Y nos alegramos…
—Tu abuela Fátima estaría feliz con las flores… —me dice mi padre.
—Todas las saqué de los bocetos que hacía en su casa; todas y cada una. Será la insignia de Maison Caballero, las flores de colores que unen a mis dos abuelas.
Mi tía Ainhoa me abraza.
—Mi madre estaría feliz por estar aquí —me dice.
—Está aquí —contesto.
—Entonces, Maison Caballero —comenta mi hermana Sila—, es oficial.
—Lo es —digo con una sonrisa—. El apellido de mi abuela es una marca cotizada.
Antonio se acerca con mi hija en brazos y me da uno a mí.,
—Te dije que sería un éxito —me murmura.
—Tenías razón, lo fue —le contesto, viendo sus hermosos ojos cafés.
—Estoy orgullosa de ti, mamá —habla Ximena, con esa voz tan dulce que tiene.
Veo a Ximena y no puedo evitar recordar los relatos de mi madre. Me contaba cómo, desde pequeña, le encantaba crecer entre los retazos de tela fina que siempre llenaban el taller de mi abuela. Mi madre me describía con tanto cariño aquellos días, cuando los colores vibrantes y el suave olor de las telas recién cortadas se mezclaban con la atmósfera de creatividad que envolvía el lugar. Era un espacio mágico donde todo parecía posible, donde una simple idea podía transformarse en un vestido único con tan solo unas puntadas.
Mi abuela, con sus manos hábiles y su ojo para los detalles, solía hacerle toda su ropa. Cada prenda era una obra de arte, diseñada y confeccionada con una dedicación que iba más allá de la simple costura. Mi madre siempre destacaba entre las demás niñas por sus vestidos y ropa, piezas únicas que llevaban patrones diferentes, inusuales, pero perfectos en su originalidad.
Ahora, veo cómo mi propia hija, Ximena, está creciendo en un entorno similar, rodeada de telas, bocetos, pero sobre todo la creatividad, una que la influencia día a día y desata la artista que lleva dentro.
Este suelo que cumplí no solo lo hice por mi abuela, sino por mi hija, porque quiero que aprenda que, si trabaja duro, todo se puede lograr y que si es con apoyo de la familia, mejor.
—Y ahora, exitosa diseñadora —escucho la voz de mi hermana Alegra—. ¿Cúal será tu próximo gran proyecto?
Volteo a ver a Antonio.
—Unirme al amor de mi vida —menciono.
Antonio me da un beso sobre los labios, transmitiéndome todo el amor que tiene por mi. Uno que ha ido creciendo con el paso de los años y nos ha hecho olvidar todo lo malo que hubo en nuestra historia: las traiciones, las confusiones, los errores.
Siempre supe que Antonio era un acierto en mi vida y me alegra haberme aferrado a él. Ahora, cumpliremos otro de nuestros sueños en conjunto, unir nuestras vidas.
—Y… aumentar la familia.
—Diría Moríns, ‘otro Canarias; lo que necesitábamos’ —bromea mi padre.
—Otro De Marruecos Canarias —agrega Antonio, viendo a nuestra hija de ojos bellos.
Viene el proyecto más importante para nosotros: nuestra familia.
Ay por favor Ana qué belleza de capítulo!
Mi Lilita al fin avanzando en su proyecto familiar aparejado con su triunfo profesional.
Por finnnnn despues de tantas dificultades por finnnn cumpliendo sus sueños y haciendo honor a sus 2 abuelas. Que bonito. Muy emotivo.
Que belleza de capítulo 💖 gracias Ana!!!
Que lindo…lloré buu..al fin todo se está cumpliendo…los sueños de Lila.. y sobre todo siguiendo el legado de su abuela…bello capítulo…sólo falta otro Canarias???, este par ha salido vaguito jaja…Gracias Ana…eres fantástica …
Que bello capitulo… Cumpliendo sueños
🥰🥰🥰🥰
Me estaba perdiendo está hermosura de capitulo, lloré pensando en nuestra amada Mena orgullosa por el éxito de Lola, definitivamente marco la vida de sus hijos, nietos y las nuestras, gracias Ana por este hermoso derroche de talento
Revindicando la marca, los sueños y el amor, me encantó!!!
Revindicando la marca, los sueños y el amor!! Me encantó!!!