Onírico 

En la penumbra azul de mi ensueño errante,  

tu silueta surge, etérea, deslumbrante,  

como un lirio de luz en el jardín dormido,  

eres mi amor perfecto, pero nunca mío.

Tus labios de carmín pronuncian lo callado,  

y en la bruma dorada del sueño evocado,  

te acerco con mis manos, con ansia febril,  

pero en el alba escapas, como un eco sutil.

Eres el suspiro que me roba el viento,  

el canto de las olas, el fulgor del tiempo.  

En la vida real, tan lejos estás,  

pero en sueños te tengo, aunque no más.

Te miro desde lejos, en la cruel vigilia,  

y entre las sombras frías, mi alma titila.  

Te beso en la niebla de noches sin fin,  

sólo en sueños te tengo, sólo allí eres mi jardín.

Oh, amor de ilusión, de cielo y desvelo,  

en la vida eres distante, pero en sueños mi anhelo.  

Te abrazo en la niebla, te susurro al oído,  

pero despierto, amor, ya no estás conmigo.

***

-Día siguiente de la boda- 

Tristán abre los ojos lentamente, sintiendo cómo el peso de la fiesta de la noche anterior y el desvelo lo invaden de inmediato. Su cuerpo está aún pesado, su mente nublada por los recuerdos dispersos de la celebración. Las cortinas gruesas siguen cerradas, manteniendo la luz de la mañana a raya, y el estudio se encuentra en un silencio casi absoluto. Solo el suave murmullo del viento colándose por alguna rendija interrumpe la quietud.

Desde su cama, puede distinguir el biombo de madera que separa su espacio para dormir del resto del estudio. Está entreabierto, lo que le permite echar un vistazo a la cocina al otro lado. Un tenue rayo de luz se cuela por la rendija de la ventana cercana, iluminando una parte del mostrador. Un aroma familiar y reconfortante de café recién hecho se filtra en el aire, despertando poco a poco sus sentidos adormilados.

Se queda quieto, cerrando los ojos otra vez. Lo último que quiere es moverse de ese refugio cálido. Todavía siente en su cuerpo la presión suave de las manos de Valentina al bailar. Sus pensamientos vuelven a ella, y sin querer, las imágenes de la noche anterior invaden su mente. Había soñado con ella. Soñó con el momento en el que la vio entrar al salón, con su vestido vibrante de color fucsia que marcaba cada movimiento que hacía. Pero más allá de su presencia física, lo que realmente lo había desconcertado eran sus ojos. Los ojos de Valentina, esos ojos profundos y lilas que parecían desnudarlo cada vez que se cruzaban, como si pudieran leer todos los secretos que guardaba en su interior.

Recuerda el baile de la boda, el aroma de las flores del jardín, la decoración y las luces tenues. Aún podía sentir el calor de su mano en la suya, su piel suave, el leve temblor de sus dedos que le indicaban que ella también estaba nerviosa. Mientras bailaban, no pudo evitar fijarse en sus labios. Los movimientos suaves y casi imperceptibles que hacía mientras sonreía, como si no supiera cómo contener todas las emociones que le provocaba.

La ansiedad crecía en él cada vez que la miraba. Era una mezcla de nerviosismo y deseo que no sabía cómo manejar. ¿Qué era lo que Valentina provocaba en él que lo descolocaba tanto? Aun sin quererlo, esa ansiedad seguía allí, en lo profundo de su ser, recordándole que algo en ella lo hacía vulnerable, algo que no había sentido en mucho tiempo.

Tristán da una vuelta hacia el lado izquierdo, abrazando con fuerza la almohada como si al hundir su cabeza en ella pudiera aplacar los pensamientos que giran incesantes en su mente. Respira hondo, intentando relajarse, pero el recuerdo de la noche anterior sigue presente. La sábana apenas le cubre los muslos, dejando expuesto su torso desnudo, y siente la suavidad de la tela rozando su piel. Es domingo, no hay planes ni responsabilidades. La fiesta de la boda terminó ya entrada la madrugada, y probablemente su familia esté en la misma situación que él, agotados, aún recuperándose del festejo.

Suspira, deseando quedarse ahí, tumbado en la cama el resto del día, ajeno al mundo exterior. Sus pensamientos inevitablemente vuelven a Valentina. ¿Qué estará haciendo ahora? Tal vez, aún duerme, o quizás esté tomando un café, disfrutando de la calma del domingo. Tristán se voltea, quedando bocarriba, y cierra los ojos, dejando que la imagen de Valentina flote en su mente, pero una voz conocida lo saca de su ensoñación.

⎯Al fin despertaste, Cari. Estaba empezando a creer que no lo harías ⎯dice Ana Carolina, entrando en el pequeño espacio que sirve de habitación, con dos tazas de café en las manos. Lleva puesta una de las camisetas de Tristán, que le queda algo grande, cayendo suavemente sobre su delgada figura.

Tristán abre los ojos lentamente y se apoya sobre los codos para mirarla, una sonrisa adormilada curvándose en sus labios. Siempre le sonreía. Ana Caro desde hace años era su pareja, una persona quien puede ser completamente él mismo, sin pretensiones. Lo conocía perfectamente, o al menos eso quería pensar. 

 Ayer hablaron largo y tendido sobre lo que había pasado entre ellos. Ana Carolina, con su tono sereno y mirada firme, le pidió disculpas por lo sucedido. Le explicó que no había tenido otra opción, que las circunstancias la habían superado. Tristán, fiel a su forma de ser, le recordó que siempre han tenido proyectos juntos, que nada debía cambiar eso. Lo arreglaron, como siempre. Porque eso eran ellos: una constante, una pareja que se tambaleaba, pero nunca se rompía.

 Ana Carolina se sentó en el borde de la cama, ofreciéndole una de las tazas. Tristán la tomó sin dudar, aunque el aroma del café le resultaba más amargo de lo normal. Observó a Ana Caro por un momento, con su cabello rubio y despeinado, su rostro sin maquillaje, pero siempre perfecto y pensó en cómo la relación entre ellos había cambiado. No era menos, pero tampoco era lo mismo. 

⎯¿Dormiste bien? ⎯dice en un murmullo. 

⎯Sí, cansado. 

⎯Lo sé… ⎯Ana Caro deja su café al lado, sobre la mesita de noche, y con cuidado se sienta a horcajadas sobre la cadera de Tristán. Él deja a un lado su café antes de que caiga sobre su piel y coloca sus manos sobre la espalda baja de su novia⎯. Sabes que te amo, ¿verdad David Tristán? ⎯le pregunta, acariciando sus mejillas. 

⎯Lo sé… yo también te amo ⎯contesta. 

⎯Sé que estos meses no he sido la mejor novia o pareja. Y vuelvo a pedirte una disculpa. Lo menos que quiero es perderte. Eres mi mejor amigo, mi confidente, el hombre de mis sueños. 

Tristán esboza una ligera sonrisa. Ana Caro se acerca a sus labios y le da un beso ligero. 

⎯Prometo ser mejor novia a partir de ahora. 

⎯Nunca has sido mala novia ⎯contesta Tristán. Y era verdad. Ana Carolina siempre había sido la novia ideal. No solo por su físico o su apellido, sino que era una mujer buena, responsable, cariñosa y amable. Tristán y ella se llevaban muy bien, se acoplaban a los planes del otro; siempre encontraban la manera de permanecer juntos en el mismo camino. 

Ana Carolina alza su mirada y se refleja en los bonitos ojos de su novio, con esa mirada intensa que siempre la enciende por dentro. 

⎯Pero seré mejor, ya lo verás. No sabes lo mucho que te extraño. 

Ana Caro se hunde en los labios de Tristán, dándole un beso intenso y provocativo. Él la aferra hacia su cuerpo, y deja que sus intimidades rocen. Él gime de placer, y eso le sorprende; en realidad no tenía ganas de sexo matutino. Sin embargo, la piel se le eriza y sus manos responden, por lo que continúa besando a su novia. 

⎯¡Qué labios!, ¡qué cuerpo! ⎯murmura ella, aun besándolo⎯. No sabes lo mucho que me excitas Tristán, lo mucho que te deseo. 

⎯Yo también te deseo ⎯murmura. Como relámpago, la imagen de Valentina surge en su mente⎯. Yo también te deseo. 

Sus manos recorren de atrás a adelante el cuerpo de Ana Carolina, las inmiscuye por debajo de la camiseta tocando su abdomen plano y después sus pechos desnudos. Un suave gemido suena cerca de sus labios, seguido por una mordida del labio inferior. 

⎯Fóllame ⎯le pide ella⎯. Fóllame como si me desearas. 

Tristán, sin pensarlo dos veces, levanta a Ana Carolina de sus piernas y la pone boca abajo sobre el colchón. Ella entiende la pose, así que mientras él se coloca el preservativo, Ana Caro se acomoda. Momentos después gime, y Tristán lo hace junto con ella. 

⎯¿Me deseas? ⎯pregunta. 

Tristán la jala de la playera ligeramente mientras la embiste lleno de deseo. 

⎯Te deseo… lo deseo ⎯murmura. 

Las ganas acumuladas se desbordan en el cuerpo de su novia, llenándolos a ambos de placer. Llevaba años de tener relaciones con Ana Carolina, pero, jamás se había sentido así. Lleno de deseo, lleno de algo nuevo que no sabía explicar, algo que le ardía por dentro. 

⎯¡Tristán! ⎯gemía Ana Carolina, su nombre, y él continuaba follándola como nunca en la vida lo había hecho⎯. ¡Tristán! ⎯grita, para luego morder la almohada y temblar de placer. 

El mismo placer lo invade a él, y juntos terminan gimiendo de deseo. Él cae sobre el colchón, cubierto de sudor, y respirando agitado. No sabe qué le pasa, solo que la hizo disfrutar y que él, a pesar de haberse venido con fuerza, no se siente del todo satisfecho. 

⎯¡Dios! ⎯expresa su novia, acomodándose sobre su pecho⎯, ¿qué te pasó?, jamás me habías follado así. ¡Me encantó! 

David se voltea y ve a Ana Carolina a los ojos. 

⎯¿En serio me amas? ⎯le pregunta. 

Ella se acerca a él y le da un beso sobre los labios. 

⎯¿Por qué lo dudas? 

⎯No, no lo dudo… ⎯responde. 

Con cariño acaricia su rostro. 

⎯Te amo, David. 

David la abrazó y Ana Carolina se hundió en su pecho. Por ahora, ya no había nada que decir. 

***

David y Ana Carolina se quedaron dormidos un rato más, arropados por la serenidad que les brindaba el estudio de Tristán. El ambiente aún estaba impregnado del olor a café de la mañana, y el murmullo lejano de la ciudad apenas rompía el silencio que los envolvía. Cuando finalmente se despertaron, el reloj marcaba la una de la tarde. Ambos se miraron con una sonrisa cómplice, como si el tiempo hubiera dejado de importar.

Decidieron salir a recorrer la ciudad, con la tranquilidad de quienes no tienen prisa. Su primera parada fue la cafetería favorita de Ana Carolina, un lugar íntimo, escondido entre las calles empedradas que conocían de memoria. Se sentaron en su mesa habitual, cerca de la ventana, donde la luz suave del sol acariciaba sus rostros. Entre sorbos de café y bocados de su desayuno tardío, hablaron de todo y de nada, como siempre lo hacían, dejándose llevar por la familiaridad de sus palabras.

Se besaron sin contar el tiempo, como si el mundo alrededor desapareciera por momentos. Cada beso era una confirmación de que, pese al tiempo y la distancia, seguían siendo ellos, esa pareja que había sobrevivido a los años y que aún encontraba nuevas formas de enamorarse. 

Entre risas y miradas se despidieron. Ella se subió a la camioneta, dejando a David en medio de la calle. Cuando ella se fue, una sensación de confusión llegó a su cuerpo, y de nuevo, se sintió como en la mañana. Confundido regresó a su estudio y se tiró a la cama a dormir. 

***

-Al día siguiente – 

Linda pasa la tarjeta por la ranura de la llave electrónica con un leve clic y abre la puerta de la oficina de Tristán. El lugar está sumido en una penumbra inquietante. Con un movimiento rápido, enciende la luz y lanza un grito ahogado al ver una figura que se incorpora lentamente desde el suelo, como una sombra cobrando vida.

⎯¡Qué demonios haces aquí en la oscuridad! ⎯exclama, con el corazón acelerado y la voz temblorosa, intentando recuperar el aliento.

Sus ojos se ajustan a la luz mientras la figura se endereza. Es David Tristán. Sus movimientos son lentos, pesados, como si llevara horas ahí. Se pasa una mano por el rostro y frunce el ceño, claramente desorientado.

⎯Lo siento… no quise asustarte  ⎯responde, su voz ronca y cansada. Sus ojos buscan los de Linda, tratando de calmar la tensión en el aire⎯. Perdí la noción del tiempo y… me quedé dormido.

Linda respira profundamente, tratando de sacudirse el susto. Todavía siente la adrenalina recorrer su cuerpo, pero al verlo tan abatido, su expresión se suaviza. Da un paso hacia él, observando las marcas de fatiga en su rostro.

⎯¿Trabajando o huyendo de algo? ⎯le pregunta, en un tono que mezcla preocupación con reproche.

Tristán desvía la mirada un momento, toma su saco de color beige y lo pone sobre el sofá. Se arregla con las manos la camisa negra y después camina hacia su escritorio para ver la hora, son las ocho de la mañana. 

⎯¿A qué hora llegaste?  ⎯pregunta Linda. 

⎯A las seis. No pude dormir, así que bajé al gimnasio a las tres de la mañana y después tuve mucho tiempo. Estaba tratando de dormir un poco antes de iniciar la jornada. 

El tono de Tristán sonaba cansado pero amable. Con un gesto invita a Linda a que se siente en la otra silla que está en su escritorio. Ella lo hace. 

⎯Lindura, ¿puedo hacerte una pregunta? ⎯le dice, mientras pone una cápsula de café en la cafetera. 

⎯Dime. 

⎯Bueno, más que una pregunta es un consejo. 

⎯¿Consejo? ⎯pregunta Linda, bastante interesada. 

⎯No para mí ⎯agrega simpático, como si todo estuviera bien⎯. Es para… Daniel. 

⎯¿Daniel? ⎯dice ella, tratando de averiguar qué pasa. 

⎯Sí, para Daniel. Ya sabes cómo me pregunta cosas que prácticamente no sé y pues ahora me ha dicho algo que no sé cómo resolver y aconsejarle. 

⎯OK… ⎯Linda duda un poco, pero está dispuesta a escuchar a su amigo. 

Tristán termina de preparar su café y se sienta sobre el borde del escritorio, en un gesto casual, pero calculado, para estar más cerca de Linda. La taza de café entre sus manos emite un suave aroma que llena el ambiente. 

Linda toma un sorbo y su expresión cambia al instante. El sabor es intenso y la hace despertar. Es exactamente lo que necesita en ese momento. Tristán no solo era un apasionado del buen café, sino un verdadero experto. Escoger y saber de café, era su pasatiempo secreto. 

⎯Bueno, dime… ⎯le anima Linda. 

⎯Daniel me dijo lo siguiente. ⎯David suspira⎯. Haz de cuenta que tienes dos caminos. 

⎯Dos caminos ⎯contesta ella. 

⎯Dos caminos. Uno de ellos lo has estado siguiendo durante mucho tiempo. Cada paso en él te resulta familiar, como si conocieras cada piedra, cada curva, cada sombra proyectada por los árboles que lo bordean. Es seguro y confiable, y lo mejor de todo es que ya sabes adónde te llevará. Sabes cómo comienza, cómo avanza y, en lo más profundo de ti, tienes una idea clara de cómo terminará. No hay sorpresas, no hay problemas ni contratiempos inesperados. Es un camino predecible, uno que te ofrece estabilidad. Y aunque no te llena de emoción, te brinda la comodidad de lo conocido. Si sigues caminando por él, nada cambiará demasiado, todo se mantendrá bajo control.

⎯OK… 

⎯El otro camino es todo lo contrario al primero. Es uno que acaba de aparecer, casi como si lo hubieran trazado frente a ti de repente, de manera inesperada y misteriosa. No lo habías visto antes, ni en tus planes, ni en tus sueños más salvajes. Surge en tu horizonte como una puerta abierta a lo desconocido, y aunque no sabes nada sobre él, algo en tu interior se enciende al contemplarlo.

⎯Vale. 

⎯No tienes ni idea de hacia dónde te llevará. No hay señales, ni puntos de referencia familiares que te indiquen qué esperar ⎯habla Tristán apasionado⎯. No sabes si es un camino recto o lleno de curvas inesperadas, si en su recorrido te toparás con árboles frondosos que te den sombra o si estarás expuesto a cielos abiertos, desprotegido de las inclemencias del tiempo. Tal vez haya obstáculos que desafíen cada paso que des, o quizás, simplemente, sea un sendero suave y sinuoso. Pero lo cierto es que, de alguna manera, todo eso te resulta excitante.

El pecho de David se agita mientras relata esto como si estuviera narrando un libro. Linda puede notar la pasión en sus palabras. 

⎯Es un camino lleno de posibilidades y, aunque inciertas, te llenan de emoción. Esa sensación de no saber qué encontrarás al siguiente paso es justo lo que lo hace irresistible. Cada vez que lo observas, sientes cómo una corriente eléctrica recorre tu cuerpo, activando algo dormido en ti, algo que el otro camino, con toda su estabilidad y previsibilidad, no te ofrece. Este nuevo camino despierta tu curiosidad y, al mismo tiempo, tu miedo. Es una mezcla de adrenalina y nerviosismo, de deseo y duda. Te preguntas si tendrás lo necesario para enfrentarte a lo que pueda venir, pero también te emocionas al pensar en todo lo que podrías descubrir, no solo del mundo que te rodea, sino de ti mismo. 

⎯OK… 

Tristán, en un movimiento rápido y casi desesperado, como si temiera que alguien más pudiera escucharlo, se arrodilla ante Linda. Sus manos envuelven las de ella con fuerza, pero al mismo tiempo con una delicadeza que la toma por sorpresa. Sus ojos, normalmente llenos de confianza y control, ahora reflejan una mezcla de incertidumbre y ansiedad. 

⎯¿Qué camino escogerías tú? ⎯le pregunta, su voz, apenas un susurro cargado de emoción.

Linda lo mira, confundida al principio, pero pronto entiende que esta pregunta va mucho más allá de las palabras que acaban de salir de su boca. No se trata de un camino literal, ni siquiera algún proyecto futuro de la fundación. No, esto va más allá. Es personal. Es un Tristán que ya había visto antes en su juventud: vulnerable y buscando algo que ni él mismo parece saber cómo expresar.

Linda se aclara la garganta, ganando unos segundos para ordenar sus pensamientos. 

⎯Todo depende ⎯responde, intentando mantener su tono neutral, pero consciente de la carga emocional en el ambiente.

Tristán, todavía arrodillado frente a ella, frunce el ceño, evidentemente insatisfecho con la respuesta vaga. Él busca algo más concreto, algo que lo saque de la incertidumbre en la que parece estar inmerso.

⎯¿De qué? ⎯le insiste, su voz temblando ligeramente, aunque lo disimula bien.

Linda lo observa un momento antes de responder. Sabe que lo que diga puede influir mucho más de lo que aparenta. Se toma una pausa, eligiendo sus palabras con cuidado.

⎯Depende de lo que Daniel busque, Tristán. Si busca certeza, seguridad, la tranquilidad de saber qué pasará a continuación, entonces debe escoger el camino que ya conoce. Ese que ha recorrido tantas veces que cada paso le es familiar.

Tristán baja la mirada, todavía agarrando sus manos. Linda puede sentir la tensión en sus dedos.

⎯Pero… ⎯continúa ella, y él levanta la vista de nuevo, esperando⎯. Si lo que realmente quiere es sentirse vivo, si lo que busca es algo que lo saque de lo ordinario, algo que lo haga cuestionarse, que lo desafíe, entonces, dile que elija el otro camino. El que no conoce. El que lo asusta, porque, aunque no lo admita, hay algo en esa incertidumbre que le atrae, que le llama.

Tristán permanece en silencio, las palabras de Linda fueron certeras. Llenas de la sabiduría y confianza que solo su amiga le puede dar. 

⎯Bien… ⎯murmura, poniéndose de pie, para luego tomar un sorbo de café. 

El café, tan cuidadosamente seleccionado por él, no le sabe igual en este momento. Es amargo, pero no porque esté mal preparado, sino porque el sabor de la incertidumbre se ha mezclado con cada pensamiento que ahora lo invade. No es un mal sabor, pero tampoco es reconfortante. Es el sabor de lo desconocido.

⎯Ese otro camino… ⎯dice Tristán, con la voz más firme ahora, como si comenzara a dar forma a una conclusión⎯. Es tentador, ¿no?

Linda sonríe, no de manera burlona, sino con una comprensión profunda de lo que él está sintiendo.

⎯Lo es. Pero lo que realmente importa no es solo lo que encuentres al final. Es cómo te cambia el hecho de caminarlo ⎯responde ella⎯. Dile eso a Daniel. 

⎯Se lo diré ⎯responde con una sonrisa.

En ese instante, las luces de la oficina de Linda se encienden, inundando el espacio con una luz blanca que resalta cada rincón. David, aun con la taza de café en la mano, gira hacia la puerta, con el corazón agitado. 

Valentina entra a paso apresurado, como si llevara la urgencia de alguien que ha estado conteniendo una marea de emociones y ahora se ve obligada a enfrentarlas. Su cabello, que hoy lleva suelto, está despeinado por el viento de afuera, y sus ojos, aunque llenos de determinación, delatan un atisbo de algo más profundo, una mezcla de ansiedad y resolución que David no puede ignorar.

⎯Valentina… ⎯dice David, en un susurro apenas audible, como si el solo hecho de decir su nombre pudiera detener el torbellino que ella parece traer consigo.

⎯David, lo siento, sé que esto es inesperado, pero necesitamos hablar. Ahora ⎯pide, con una voz tan firme que provoca que él presienta lo peor. 

5 Responses

  1. Ay mi David. Le hizo el amor a Ana Caro con el deseo que siente por Valentina. Ufff que fuerte eso. La verdad espero que lo de Valentina no sea tan complicado y David Tristan pueda escogerla a ella antes que se case con Ana Caro porq ufff ya casado y de Valentina verlo o saber que se casa, debe ser un sentimiento muy fuerte que la destrozaria mucho y pues Ana Caro tampoco merece eso. Ninguno de los 3. La tiene complicada David T.

    1. Hay David Tristan has cometido el peor acto de infidelidad hacerle el amor a una mujer pensando que es otra, no te enredes en el cruce de caminos ya te lo dijo Linda una es la costumbre lo fácil, y la otra aunque difícil es la felicidad, tu nunca has buscado el camino fácil tu siempre luchas por lo que quieres no dudes, además tu familia ya tiene con quien y comparar a Ana y Valentina es la que eligieron no lo dicen pero tu sabes que así es.

  2. David Tristán está echo un lío. Siente un torbellino de sentimientos que lo están volviendo loco…

    Linda, que excelente amiga. Supo entender todo sin necesidad de preguntar de más.

    Y Valentina, oh oh!! Qué querrá decir? 😳😳😳

  3. Qué confusión de desata no solo en la mente de David, sino también en su corazón… Espero pueda aclararse y encontrar la respuesta que necesita.😟
    Por otro lado qué será lo que tiene que decir Valentina???😧

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