⎯Entonces, ¿me necesitas en la montaña por el bienestar de tus sobrinos? ⎯pregunta Valentina, mirando por la ventana de la camioneta de Tristán mientras avanzan hacia la montaña. Fátima le había comentado que su tío no se sentía bien, que estaba mal del estómago y necesitaba a alguien que lo ayudara por si tenía que ir tantas veces al baño.

Tristán, que conduce, sufre un leve sobresalto al escuchar lo que su sobrina había dicho, pero al ver que Valentina se había subido al auto, supo que tenía que aceptarlo.

⎯Sí, no me cayó muy bien algo que comí, pero ya estoy en tratamiento; espero que mañana ya esté mucho mejor… o tal vez no ⎯responde Tristán, intentando restarle importancia al tema.

⎯¡Ah! ⎯expresa Valentina, volviendo la mirada hacia la ventana, como si en ella encontrara respuestas a sus preguntas⎯. Y, ¿Ana Carolina no pudo venir? ⎯añade, con un tono curioso.

Tristán suspira, mirando hacia el camino despejado que tienen por delante.

⎯A ella no le gusta mucho la montaña. No suele venir nunca conmigo. Siempre hago este viaje solo.

⎯¿Solo? ¿Tu novia no suele pasar tu cumpleaños contigo? ⎯inquiere Valentina, frunciendo ligeramente el ceño.

Tristán voltea a verla, notando la curiosidad en sus ojos.

⎯Sí lo hace, pero no en la montaña. Así como yo no voy a Nueva York o a Milán a pasar el de ella. Tenemos un trato. Hacemos algo que nos agrada en nuestros cumpleaños y luego nos unimos para festejar. Ella suele festejarme el día de mi cumpleaños, así que yo salgo de campamento unos días antes.

⎯Hmmmm ⎯hace Valentina, reflexionando sobre sus palabras.

Tristán sonríe de lado, sintiendo que la conversación se torna más ligera.

⎯¿No te parece mi trato? ⎯pregunta, con un interés genuino en su respuesta.

⎯Me da igual ⎯responde Valentina, dejando escapar un ligero suspiro⎯. Yo siempre festejo mi cumpleaños sola. Así que, si tuviera a alguien con quien compartirlo, me gustaría hacerlo. No lo sé. Supongo que cada pareja tiene su dinámica. Si tú disfrutas venir solo a la montaña, está bien.

Tristán se queda pensativo, comprendiendo que Valentina tiene un punto. Su propia tradición le había dado un sentido de independencia que valoraba, pero también podía entender el deseo de ella por compartir esos momentos especiales. 

⎯Bueno, a veces es bueno tener un poco de tiempo a solas, pero también hay algo especial en compartir esos momentos con alguien ⎯admite Tristán, sintiéndose más abierto.

Valentina sonríe, y en ese instante, ambos sienten una conexión más profunda, como si la conversación hubiera permitido que se conocieran un poco mejor, más allá de las circunstancias.

⎯Quizás un día ella pueda convencerte de que celebrar en pareja no es tan malo después de todo ⎯bromea Valentina, con un brillo juguetón en sus ojos.

⎯Yo jamás lo he negado ⎯admite Tristán⎯. Solo que ni a tu prometida la puedes obligar a hacer algo que no quiere.

La palabra “prometida” le cae a Valentina como una piedra, pero hace un esfuerzo por no dejar que eso le afecte… por el momento.

⎯No sabía que era tu prometida ⎯responde, tratando de sonar indiferente.

Tristán se siente incómodo al darse cuenta de que ha utilizado una palabra que ni siquiera aplica. No sabe por qué lo ha dicho, pero sabe que ha arruinado el ambiente y que debe continuar con el discurso.

⎯Llevamos más de diez años juntos, pronto lo será ⎯comenta, sintiéndose a la vez optimista y tenso.

Valentina dirige su mirada hacia la ventana, como si el paisaje le ofreciera respuestas a preguntas que no se atreve a hacer.

⎯Sí, es lo más lógico ⎯responde, con un tono que suena más frío de lo que pretendía.

¡Mierda!, piensa Tristán, sintiendo cómo se yergue una barrera invisible entre ellos. No sabe si debe festejarlo o reprocharse. Después de todo, está en este viaje para descubrir lo que tenga que descubrir con ella. La incertidumbre le provoca una mezcla de frustración y deseo.

De repente, interrumpe la voz de Fátima, que aparece emocionada.

⎯¿Podemos poner la canción prohibida? 

Los niños, que venían platicando entre ellos, habían estado planeando cómo sería su nuevo perro y las cosas que le comprarían. Alegrita les recordaba específicamente que tenía que llevarse bien con Arqui, su otro, pero, porque si no, su papá no aceptaría al nuevo compañero.

Héctor, por su parte, se había mudado al otro auto donde iban Tazarte, Daniel y Sebastián. A último momento se habían unido Jon y Jo, creando una pequeña multitud de cuidado infantil y un viaje entre primos. 

El dicho en la familia era que se necesitaba una tribu para criar a un niño, pero un ejército para cuidar a los hijos de Moríns, Alegra, Karl y Sila. Este viaje a la montaña no solo era una escapada, sino también una aventura que ponía a prueba su paciencia y sus habilidades de cuidado.

Valentina observa a Fátima y a los demás niños con una sonrisa, sintiendo que a pesar de la tensión anterior, hay una alegría compartida en ese momento. 

⎯¿La canción prohibida? ⎯pregunta Valentina. 

⎯Sí, una de la Rosalía. Nos gusta mucho, pero dice mi tío que está prohibida. 

Valentina voltea a ver a Tristán y alza la ceja. 

⎯¡Guau! ⎯expresa⎯, ahora entiendo lo del bienestar de los niños. 

⎯No está tan mal, solo qué bueno… ⎯Tristán no sabe qué decir o cómo justificar. 

⎯¡Ándale, sí! ⎯pide Fátima. 

⎯Bien. ⎯Cede Tristán⎯. Pero ya saben, no la canten en frente de sus padres. 

⎯No es bueno pedirles a los niños que guarden secretos ⎯expresa, Valentina. 

⎯No les pido que guarden el secreto, simplemente no la canten en frente de sus padres ⎯aclara David⎯. Mis hermanas saben que sus hijos escuchan a Rosalía, y no está tan mal…

⎯¡Ponla! ⎯pide Davide, emocionado.

Tristán mira por el retrovisor a sus sobrinos, sintiendo cómo la energía en la camioneta se eleva. Acepta la petición y comienza a buscar la canción en su teléfono.

⎯¡Saoko, papi, Saoko! ⎯grita Fátima, y todos los niños se ríen, sabiendo que están a punto de disfrutar de un momento divertido.

Cuando los primeros acordes de la canción comienzan a sonar, el ambiente se llena de risas y movimientos en los asientos. Fátima y Davide, junto con el resto de los niños, comienzan a cantar a todo pulmón, desinhibidos y llenos de energía.

⎯¡Saoko, papi, saoko! ⎯entonan, moviendo las manos al ritmo de la música, imitando a Rosalía como si estuvieran en un escenario.

⎯Chica, ¿qué dices? ⎯cantan Tristán, viendo a Valentina. 

Ella que había estado mirando con una mezcla de sorpresa y diversión, no puede evitar reírse al ver la actuación improvisada de los niños. La inocencia y la alegría que irradian son contagiosas.

⎯¡Saoko, papi, saoko! ⎯gritan de nuevo los niños, levantando los brazos como si estuvieran en un concierto, haciendo que David se ría a carcajadas.

⎯¿No creen que están un poco exagerando? ⎯pregunta Tristán, aunque él mismo se siente arrastrado por la diversión.

⎯¡Es la Rosalía! ⎯responde Fátima, girándose hacia su tío con una sonrisa de oreja a oreja.

Los niños continúan cantando, dejando que la música los envuelva. A medida que avanza la canción, se pasan el micrófono imaginario entre ellos, haciendo que cada uno intente imitar el estilo de Rosalía, incluyendo movimientos de baile cómicos que hacen reír a Valentina aún más.

⎯Si sus padres supieran esto… ⎯dice David entre risas, sabiendo que las travesuras de los niños son algo de lo que se podría hablar mucho después.

La canción termina. 

⎯¡Otra vez! ⎯pide Alegrita, saltando en su asiento con energía desbordante.

⎯Vale, pero esta vez, la señorita de la Torre debe cantar ⎯anuncia Tristán, dirigiendo una mirada brillante e intensa hacia Valentina.

Ella se sonroja, sintiendo el peso de la atención sobre ella.

⎯Yo… yo no me la sé ⎯se excusa, cruzando los brazos como si intentara esconderse de la situación.

⎯No es tan difícil, señorita de la Torre. Solo déjate llevar… ¿Qué quedamos con eso? ⎯le dice Tristán, sonriendo de manera alentadora.

⎯Anda, ¿sí? ⎯pregunta Fátima, con sus ojos llenos de expectativa.

Valentina mira a los niños, dándose cuenta de que todos parecen ansiosos por escucharla. 

⎯Digo, ellos se la aprendieron hace un año y miren sus edades. Mena se la aprendió ahora, ¿no es cierto? ⎯observa Tristán, señalando a la niña de ojos verdes, que asiente con orgullo.

⎯¡Sí! ⎯expresa Mena, levantando la mano como si fuera a responder en clase, mientras los demás ríen.

⎯Vale, ponla, pero no esperen mucho… ⎯finalmente concede Valentina, sintiendo que no tiene escapatoria. 

Tristán repite la canción en su teléfono, y en cuanto los primeros acordes resuenan, una oleada de emoción recorre la camioneta.

Valentina, al principio, se siente nerviosa, pero observa a los niños cantando a todo pulmón, dejándose llevar por el ritmo. La atmósfera se llena de risas y alegría. Con una sonrisa tímida, comienza a unirse a la melodía, intentando seguir el ritmo.

⎯Saoko, papi, saoko ⎯cantan los niños, mientras ella lucha por recordar la letra. Se da cuenta de que, a medida que avanza la canción, su timidez va disminuyendo. 

⎯¡Eso es! ¡Más fuerte! ⎯anima Tristán, disfrutando de la transformación de Valentina, que empieza a soltarse.

Valentina se ríe y se siente cada vez más cómoda. Los niños la animan, y de repente, se encuentra cantando con ellos, moviendo los brazos al ritmo de la música. 

⎯¡Yo me transformo! ⎯gritan todos, y ella se une, sintiendo que la energía del momento es simplemente irresistible.

Tristán observa a Valentina, admirando cómo su risa y su voz se entrelazan con la de los niños. Es un espectáculo conmovedor, ver cómo se relaja y se divierte en un entorno que al principio le resultaba incómodo.

⎯¡Yo me transformo! ⎯canta Valentina, mientras mira a Tristán. 

⎯¡Me contradigo! ⎯canta Tristán. 

⎯¡Yo me transformo! ⎯canta Valentina. 

Como si hicieran un dueto. 

⎯¡Soy to’a’ las cosa’! ⎯canta Tristán. 

⎯¡Yo me transformo! ⎯canta Valentina. 

⎯¡Ve cómo no es tan malo!  ⎯la anima Tristán, guiñándole un ojo⎯.¡Sé quién soy, y a donde voy ya nunca se me olvida! ¡Yo manejo, Dios me guía! ⎯canta.

 Ambos se ríen, y en esa risa se conectan y dejan que los nervios se alejen. 

⎯¡La Rosalía! ⎯grita Fátima, moviendo las manos como si bailara flamenco. 

Cuando la canción finalmente termina, Valentina está roja de la vergüenza, pero Tristán no, él está completamente fascinado. Fascinado por Valentina, por cómo es cuando no está asustada, cuando se permite ser ella misma, cuando está a su lado.

Valentina voltea hacia él y le sonríe, algo más tranquila.

⎯Bienvenida al fanatismo por la Rosalía ⎯le dice Tristán, con una sonrisa. 

Valentina por un instante se olvida que Tristán tiene prometida; Tristán, lo hizo también. 

*

Después de unas horas de viaje, al fin, todos llegaron a la casa en la montaña, una que Alegra había rentado para que se hospedaran con comodidad. Tristán, cuando iba solo, solía quedarse en una tienda de campaña cerca de la famosa cascada, disfrutando de lo básico, pero esta vez, se dejaría consentir por su hermana. Y qué mejor lugar para hacerlo.

La casa era simplemente impresionante. Valentina no podía creer lo que veía. Era una construcción imponente, de estilo moderno, pero perfectamente integrada con la naturaleza que la rodeaba. Los grandes ventanales de piso a techo reflejaban la luz del sol de la tarde y ofrecían vistas panorámicas que cortaban la respiración. El techo inclinado, con detalles en madera y piedra, le daba un aire acogedor, mientras que el espacio exterior era vasto, casi inabarcable.

Al entrar al área principal, Valentina se encontró con una terraza que daba a una piscina infinita. El agua se desbordaba, fundiéndose con el horizonte, como si se derramara hacia el valle que se extendía abajo. Más allá, se veía un jardín que parecía no tener fin, lleno de flores silvestres, arbustos bien cuidados, y que poco a poco se perdía en el espesor del bosque. El viento traía consigo el aroma de los pinos y la tierra fresca, y todo se sentía en perfecta armonía.

Cerca de la piscina, una zona de fogata estaba dispuesta con cómodos asientos alrededor. Grandes troncos formaban bancos rústicos, mientras un aro de piedras delimitaba el espacio donde las llamas danzarían al caer la noche. La idea de sentarse ahí, bajo las estrellas, mientras el fuego chisporroteaba y las montañas servían de telón de fondo, era simplemente idílica.

El interior de la casa era igual de impresionante. Techos altos, espacios amplios y muebles de diseño que mezclaban lujo y calidez. La madera oscura del suelo combinaba a la perfección con los toques minimalistas de las lámparas y las obras de arte en las paredes. Sin embargo, lo que más llamaba la atención de Valentina eran las vistas. Desde cada rincón de la casa, ya fuera desde la sala, el comedor o los dormitorios, se podía ver la majestuosidad de las montañas, la profundidad del valle y los árboles que parecían envolverla.

⎯¿Qué piensas? ⎯pregunta Tristán, con una sonrisa al ver su asombro.

Valentina no encuentra las palabras. Todo parece sacado de un sueño, como si el lugar hubiese sido diseñado para ofrecer una experiencia de belleza inabarcable.

⎯Es… impresionante. No puedo creer que exista un lugar así ⎯responde finalmente, maravillada por cada detalle⎯. No sabía que se podía acampar así. 

⎯Son Canarias ⎯se escucha la voz de Jon, quién acaba de bajar del elegante auto de su hermana. 

⎯¿Eso que tiene que ver? ⎯comenta, Valentina. 

⎯Los Canarias son… Extraordinarios ⎯contesta Jon. 

⎯Tu hermana no es Canarias y es extraordinaria ⎯dice Valentina, entre risas. 

⎯No, Jo sólo es rica ⎯agrega David, y comienza a reírse todos.  

Tristán la mira, complacido. Había venido siempre solo a la montaña, pero nunca había disfrutado tanto viendo a alguien reaccionar ante su magnificencia. Aquí, en medio de ese paraíso, Valentina parece dejar atrás cualquier duda o tensión que la hubiera acompañado. Y mientras ella sigue observando, él supo que este viaje había comenzado a cumplir su propósito, sin saber que conocería a una Valentina tan diferente, que le haría cuestionar todo lo que había planeado en la vida. 

4 Responses

  1. Que emoción 🥰🥰🥰🥰🥰🥰. Comparten los gustos por la naturaleza o espacios asi y eso a David T. Lo llena. Que bonito. Ayyy pero como la embarra con lo de prometida. Auch eso me dolio. Pero bueno es la realidad actual, nada que hacer. Esperemos que mas acontece. Emocionada al 200% y que estan los demas mucho mejor.

  2. Ay D. Tristán! Lo que se viene podría ser muy revelador para las próximas decisiones 💡🤓… Qué bonito que Valentina conozca paisajes así, valorando la naturaleza como lo hace, es un privilegio poder gozar de esas vistas.
    Bonito concierto 😁.
    Son una familia extraordinaria 👌🏼

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