El auto avanza suavemente por el camino serpenteante mientras el paisaje montañoso se despliega a su alrededor. Valentina, sentada al lado de Tristán, siente la emoción latir en su pecho, pero también una calma inusual.

 El aire fresco entra por las ventanas y acaricia su rostro, mientras el suave murmullo del motor es acompañado por la música tenue que Tristán ha puesto, una mezcla perfecta entre lo sereno y lo expectante.

⎯Es por aquí ⎯anuncia él, girando el volante hacia un camino menos transitado.

El terreno empieza a inclinarse ligeramente mientras el auto deja atrás la carretera principal y se adentra en una zona más apartada, rodeada de árboles altos que filtran la luz del sol, creando destellos dorados entre las hojas. 

Valentina observa por la ventana cómo el bosque parece volverse más denso a medida que avanzan, casi envolviéndolos en un mundo diferente, uno alejado del bullicio y del tiempo.

⎯¿Estamos cerca? ⎯pregunta Valentina, con una mezcla de curiosidad y ansiedad.

⎯Casi ⎯responde Tristán con una sonrisa, sin apartar la vista del camino, pero claramente emocionado.

Unos minutos más tarde, Tristán detiene el auto en un pequeño espacio junto al sendero. No hay señalización ni indicios de que este sea un lugar conocido. Parece secreto, escondido, como si solo ellos dos fueran conscientes de su existencia.

⎯De aquí, caminamos ⎯dice él mientras apaga el motor.

Valentina sale del auto y se estira un poco, inhalando el aire fresco y sintiendo el aroma a tierra húmeda y vegetación. El bosque a su alrededor parece vivo, vibrante, como si todo estuviera en movimiento a pesar de la quietud. Tristán camina hacia el maletero y saca una pequeña mochila, que cuelga despreocupadamente sobre su hombro.

⎯Es solo un corto paseo ⎯comenta él⎯. Pero el lugar al que vamos… te aseguro que valdrá la pena.

Valentina asiente, ajustándose los cordones de sus tenis y preparándose para lo que viene. A medida que empiezan a caminar por el sendero estrecho, siente cómo la expectativa crece dentro de ella. 

Los sonidos del bosque se hacen más presentes, el crujir de las hojas bajo sus pies, el canto ocasional de los pájaros, y algo más, lejano, un murmullo que aún no puede identificar del todo.

El sendero se vuelve más empinado, y Valentina nota que están descendiendo por la ladera de una colina. Tristán camina delante de ella, moviéndose con una naturalidad que demuestra que ha hecho este recorrido muchas veces. Él la guía con confianza, señalando raíces o piedras sueltas que podrían hacerla tropezar. A pesar de que es un camino algo difícil, ella se siente segura con él, siguiendo sus pasos.

⎯¿Qué es ese sonido? ⎯pregunta Valentina de repente, deteniéndose un momento para escuchar mejor.

Tristán se vuelve hacia ella con una sonrisa cómplice.

⎯Pronto lo descubrirás.

El murmullo del agua es más cercana ahora. La caminata se vuelve más emocionante para Valentina a medida que descienden aún más, el bosque cerrándose a su alrededor, pero dejando pequeños rayos de sol que se cuelan a través de las copas de los árboles. Cada paso la acerca más a lo que parece ser el corazón de ese lugar oculto.

Finalmente, tras lo que parecen ser interminables minutos de expectación, Tristán se detiene y aparta unas ramas que bloquean la vista. 

⎯Estamos aquí.

Valentina avanza y sus ojos se agrandan al ver lo que hay frente a ella. En medio del bosque, casi como un secreto guardado por la naturaleza, hay una cascada que cae en un pequeño lago cristalino. El agua se desliza por las rocas cubiertas de musgo, brillando con los rayos de sol que logran filtrarse a través de las hojas. Es un lugar escondido, majestuoso, donde todo parece cobrar vida de una manera más intensa y real.

⎯¡Dios mío… es increíble! ⎯exclama Valentina, llevándose las manos a la boca, sin poder creer lo que ve.

El lugar es, efectivamente, impresionante. La cascada no es enorme, pero tiene una fuerza suave, hipnótica. El agua cae con un sonido continuo y relajante, y todo a su alrededor parece inmerso en un silencio profundo, roto solo por el canto de los pájaros y el murmullo del agua. 

El lago es de un color verde esmeralda, y las rocas que lo rodean, junto con la vegetación que crece a su alrededor, crean un cuadro digno de un cuento de hadas.

Tristán sonríe al ver su reacción, claramente satisfecho de haber compartido este lugar con ella.

⎯Te lo dije ⎯murmura él, acercándose a la orilla del lago y quitándose la mochila de los hombros.

Valentina se queda un momento más, simplemente admirando el paisaje. Nunca había visto algo así de cerca, un lugar tan puro, tan apartado del mundo. El aire es fresco y claro, y todo a su alrededor parece lleno de vida, pero en una paz tan profunda que resulta casi abrumadora.

Cierra los ojos y levanta los brazos, sintiendo la brisa entre sus dedos. Le recuerda a su infancia, a su vida antes de esconderse en un hoyo. Le recuerda, que ella fue feliz antes de que le arrebatarán su felicidad. 

Quiere reír, quiere llorar, quiere guardar lo que siente en su pecho y usarlo para después. Quiere decirle a Tristán que le ha dado todo, sin que él lo sepa. 

⎯Mamá ⎯murmura. 

⎯¿Hermoso, no? ⎯escucha la voz de Tristán. Ella abre los ojos y nota que la mirada de él está sobre ella. 

⎯Hermoso…⎯susurra. 

Tristán se quita la playera, mostrando de nuevo su perfecta figura. Después hace lo mismo con los zapatos y se acerca a ella. 

⎯Hace calor, ¿no crees? ⎯Le guiñe un ojo y se tira un clavado al agua.

Antes de que ella pueda responder, él se acerca rápidamente al borde del agua y, con la agilidad de alguien que conoce bien el lugar, se lanza de un clavado perfecto. El sonido del agua al romperse resuena a través del tranquilo espacio, y Valentina lo observa desaparecer bajo la superficie del lago cristalino. Se queda inmóvil un momento, viendo cómo las pequeñas olas que formó con su salto se disipan lentamente.

El agua es tan clara que puede ver el cuerpo de Tristán moverse con facilidad bajo el agua. Un segundo después, él emerge con un resplandor en los ojos, empapado y riendo, sus cabellos mojados pegados a la frente.

⎯¡Está increíble! ⎯exclama desde el agua, mientras agita los brazos para mantenerse a flote⎯. ¡Tienes que probarlo!

Valentina se ríe por lo bajo, dudando.

⎯No estoy segura… ⎯murmura, jugando con los dedos en la orilla, sintiendo la brisa fresca en su piel.

⎯Vamos, Valentina. No querrás quedarte fuera de esto ⎯insiste Tristán, nadando hacia la orilla y apoyándose en una roca cercana, con el agua goteando de su cuerpo⎯. Además, te dije que trajeras bañador. ¿Lo trajiste, no?

⎯Sí, lo traje ⎯responde ella con una sonrisa tímida, todavía dudando.

⎯Entonces, no hay excusas. Aquí nadie más nos ve, solo el bosque… y yo, claro ⎯agrega él, con una sonrisa pícara.

Valentina lo mira un momento, sintiendo una chispa de emoción crecer dentro de ella. Es cierto que no hay nadie más allí, solo ellos dos en medio de ese paraíso oculto. Además, la energía despreocupada de Tristán es contagiosa.

⎯Bueno, supongo que no me queda de otra ⎯responde con una sonrisa traviesa, mientras empieza a desatarse los cordones de los zapatos.

Tristán la observa, todavía apoyado en la roca, con una mirada que mezcla diversión y admiración, claramente encantado de que ella esté ahí con ella. 

Valentina se acerca al borde del agua, aún indecisa, cuando siente el calor del sol sobre su piel. Con un suspiro nervioso, toma el borde de su playera y, con un movimiento lento, pero decidido, se la quita, revelando una vez más el traje de baño amarillo brillante que resalta contra su piel bronceada. El color vibrante ilumina su figura, haciendo que el contraste entre el amarillo y su tono cálido de piel sea casi hipnótico. Después, se quita los vaqueros. 

El sonido del agua corriendo desde la cascada parece acentuar el momento, creando un suave eco a su alrededor, como si la naturaleza misma estuviera conteniendo la respiración. Valentina, aunque tímida, no puede evitar sentirse más segura esta vez. Está segura que es porque está en su entorno, rodeada de agua fresca, naturaleza y aire puro.

David Tristán, quien hasta entonces había estado flotando relajado en el agua, abre los ojos justo en el instante en que ella se quita la playera. Su mirada, primero casual, cambia completamente al verla. Durante un segundo, parece quedarse sin palabras, su habitual expresión relajada se transforma en una mezcla de asombro y admiración.

No es solo el traje de baño, ni la manera en que el amarillo parece realzar cada curva de su cuerpo. Es ella, Valentina, quien irradia una luz. Su cabello se mueve suavemente por la brisa, su postura está erguida, lo que permite que Tristán pueda fantasear con ella. Se queda completamente embobado, incapaz de apartar los ojos de ella. El agua a su alrededor parece detenerse junto con el tiempo.

Valentina, aunque lo ve de reojo, finge no darse cuenta de la atención que está recibiendo. Se agacha lentamente para tocar el agua con los dedos, sintiendo su frescura, mientras su corazón late con fuerza. Pero el hecho de que Tristán la esté observando, tan absorto, hace que una sensación de orgullo y satisfacción se mezclen con sus nervios.

⎯¡Guau!… ⎯murmura finalmente Tristán, casi sin darse cuenta de que ha hablado en voz alta.

Valentina lo escucha y sonríe, aun de espaldas, a él. No necesita mirarlo para saber lo que está ocurriendo; la intensidad de su mirada lo dice todo. Se toma un segundo más, disfrutando del momento, sintiendo el poder que de repente tiene sobre la situación. Y luego, con una leve sonrisa que apenas puede contener, se gira lentamente y lo vel.

⎯¿Qué? ⎯pregunta con un toque de diversión en su voz, fingiendo inocencia.

Tristán, aún sorprendido, intenta recuperar su compostura. Pero hay algo en su sonrisa, en la manera en que el agua del lago refleja su belleza, que lo desarma por completo.

⎯Nada… solo… ⎯él ríe suavemente y sacude la cabeza, todavía atrapado en el momento⎯. Te ves. ⎯Increíble, sexy, hermosa⎯. Bien, Valentina.

Ella se sonroja ligeramente, sabe que ese “bien” siempre esconde algo más. Con satisfacción mira a Tristán y sonría al saber lo que ha logrado: dejar a David Tristán, el hombre seguro y siempre despreocupado, sin palabras.

⎯¿Vas a entrar al agua o vas a seguir preguntándome? ⎯le responde él con una sonrisa traviesa. 

Valentina sonríe con una mezcla de desafío y coqueteo mientras da un paso hacia el borde del agua. El sol brilla sobre su piel, y siente la adrenalina correr por su cuerpo. Su corazón late rápido, pero no es de nervios; es la emoción del momento, de estar allí, bajo la mirada intensa de Tristán. Decide jugar un poco.

Sin previo aviso, se lanza al agua en un clavado limpio, dejando apenas una salpicadura. Tristán la sigue con la mirada, sorprendido por su rapidez. El agua cristalina se cierra sobre ella, y durante unos instantes, todo queda en calma. Los segundos pasan y Valentina no emerge.

Él, flotando en el agua, espera un momento más, su sonrisa juguetona dando paso a una ligera preocupación. 

⎯¿Valentina? ⎯llama, mirándose alrededor.

Pasan unos segundos más. El agua sigue en calma, y la inquietud en su pecho aumenta.

⎯¿Valentina? ⎯repite con más urgencia, nadando hacia donde la vio sumergirse.

Justo cuando su mente comienza a formular escenarios de preocupación, escucha una suave risa que lo interrumpe. Gira la cabeza rápidamente y la ve, más lejos de lo que esperaba, casi junto a la cascada. Valentina emerge del agua, sacudiéndose el cabello mojado hacia atrás, con una sonrisa traviesa pintada en su rostro.

⎯¡Aquí estoy! ⎯grita, con su risa cristalina flotando en el aire.

Tristán la mira, atónito pero divertido. Sus ojos se clavan en ella, viendo cómo el agua cae en pequeñas gotas desde su cabello y sus hombros. Su traje de baño amarillo resplandece bajo el sol, y la cascada a su espalda la enmarca como si fuera parte de la naturaleza misma. Hay algo en esa imagen, en esa mezcla de belleza y alegría, que lo deja sin aliento.

⎯¡Me asustaste! ⎯grita, nadando hacia ella, pero con una sonrisa que revela que también está disfrutando del juego.

⎯¿Te preocupas por mí, Tristán? ⎯pregunta Valentina con un tono juguetón, provocando.

Él se acerca, sus ojos fijos en ella, pero antes de que llegue, Valentina se sumerge de nuevo bajo el agua, nadando lejos una vez más. Tristán ríe, sacudiendo la cabeza, y la sigue, nadando con fuerza.

Finalmente, ella emerge de nuevo, pero esta vez más cerca de la cascada, donde el agua es más profunda y las piedras del fondo crean sombras intrigantes. El sonido de la cascada hace eco a su alrededor, como si el mundo entero estuviera cubierto por el manto del agua.

⎯Acá está más hondo, ¿qué tan bien sabes nadar? ⎯le dice ella, su voz más suave, pero aun con ese toque travieso.

Tristán llega hasta donde está, sus cuerpos están casi rozándose en el agua fría; la mira a los ojos, completamente cautivado.

⎯¿Sabes? ⎯dice él, con una sonrisa mientras le pasa la mano suavemente por el agua⎯. Nunca imaginé que serías tan buena jugando a esconderte.

Valentina lo mira de vuelta, su corazón latiendo aún más fuerte. Hay algo en la cercanía de Tristán, en la forma en que sus miradas se encuentran, que hace que el aire entre ellos se cargue de tensión. Una tensión agradable, eléctrica.

⎯Tal vez deberías conocerme mejor ⎯responde ella, atreviéndose a acercarse más, sintiendo la mezcla de frescura del agua y el calor que emana de su cuerpo.

Tristán levanta una ceja, su sonrisa ampliándose, pero antes de que pueda responder, Valentina lo empuja suavemente, hundiéndolo de nuevo en el agua.

⎯¡Oye! ⎯grita él, mientras emerge, riendo⎯. ¡Eso fue una trampa!

Valentina ríe a carcajadas, alejándose de nuevo, pero esta vez Tristán no la deja escapar tan fácilmente. Con un movimiento rápido, la atrapa por la cintura, la levanta ligeramente en el agua, y ambos se encuentran tan cerca que las risas de Valentina se suavizan mientras lo mira fijamente. 

El sonido de la cascada los envuelve, y por un momento, todo parece detenerse. La mirada de Tristán se vuelve más seria, aunque aún tiene esa chispa juguetona en los ojos.

⎯No puedes esconderte para siempre ⎯susurra él, sin soltarla.

Valentina se suelta de los brazos de Tristán con una sonrisa suave, dejando que el agua fría corra por su piel y disfrutando de la paz de ese instante. El silencio del bosque, la cascada imponente a su lado, y el sol filtrándose entre las ramas parecían convertir ese rincón del mundo en un lugar mágico, solo para ellos.

Con un movimiento ágil, nada hasta la orilla, donde las rocas sobresalen del agua formando una pequeña plataforma natural. Sin esfuerzo, escala hasta una de las piedras más grandes, sus movimientos fluidos y seguros, como si lo hubiera hecho mil veces antes. Tristán la observa, intrigado, sus ojos, siguiéndola con admiración mientras ella se pone de pie en la roca, el agua cayendo a raudales a su alrededor.

⎯¿Qué haces? ⎯pregunta Tristán, aun en el agua, divertido pero curioso.

⎯Voy a ir bajo la cascada ⎯responde Valentina, ya escalando con habilidad hacia la pared detrás del torrente de agua. El rugido del agua lo cubre todo, pero él logra escuchar su risa mientras llega al chorro principal.

Ella se detiene un momento, mirando hacia abajo y luego hacia la cascada. Sin dudarlo, se para justo bajo el agua que cae con fuerza. Su cuerpo tiembla cuando el agua fría la golpea, pero en lugar de retroceder, Valentina grita con emoción.

⎯¡Está fría! ⎯exclama, riendo a carcajadas.

Tristán, embelesado por lo que está presenciando, decide unirse a ella. Nada hacia las rocas y las escala rápidamente, quedando a su lado. El agua fría lo golpea, haciéndolo estremecerse, pero su sonrisa no desaparece.

⎯¡Muy fría! ⎯admite, respirando agitado por el impacto del agua sobre su piel. La cascada no solo era refrescante, era casi abrumadora, pero había algo en la presencia de Valentina que hacía el frío soportable, casi emocionante.

Ella lo mira, sus ojos chispeantes de emoción, y sonríe de una manera que promete aventura. Luego, señala el vacío debajo de ellos, donde el agua cae con fuerza en la pequeña laguna que formaba la base de la cascada.

⎯¿Qué dices? ¿Lo hacemos? ⎯pregunta con un tono de reto, sus labios curvándose en una sonrisa traviesa.

⎯¿Saltar? ⎯responde él, mirándola incrédulo, aunque sus ojos brillan con la misma emoción contenida. Ella lo reta con su mirada, esa sonrisa que parecía siempre empujarlo a ir más allá. Valentina se muerde el labio, entre nerviosa y divertida⎯. Si tú lo haces… yo… ⎯empieza a decir Tristán, pero antes de que pueda terminar, Valentina, con una risa suave y sin previo aviso, da un salto desde la roca. El tiempo parece detenerse por un segundo, mientras su cuerpo atraviesa el aire, el sol reflejándose en las gotas de agua que la rodean.

Tristán la observa, fascinado. El agua la recibe con un suave chapoteo, y ella emerge poco después, agitando el cabello y riendo como una niña.

⎯¡Vamos, Tristán! ⎯grita desde abajo, nadando hacia el centro del agua⎯. ¡No es tan alto como parece!

Él mira hacia el vacío, sintiendo el latido acelerado de su corazón. La adrenalina bombea por sus venas, y aunque el salto no es peligroso, la emoción del momento lo envuelve. Observa a Valentina, flotando en el agua, llamándolo con una risa contagiosa. Y entonces lo decide.

⎯¡Allá voy! ⎯grita, tomando aire antes de lanzarse al vacío.

El impacto del agua fría en su cuerpo sacude a Tristán, pero lo despierta a una nueva energía, una mezcla de adrenalina y emoción que no había sentido en mucho tiempo. Cuando emerge, la risa de Valentina lo envuelve, y no puede evitar unirse a ella. La frescura del agua, el eco de la cascada y el brillo del sol los rodean, pero en ese momento, lo único que parece real es la mirada entre ellos.

Valentina lo observa, su risa disminuyendo hasta convertirse en una suave sonrisa, sus ojos brillando con algo más profundo. Por un instante, el mundo parece detenerse a su alrededor. Tristán, sin poder apartar la vista de ella, siente cómo el espacio entre ambos se llena de una electricidad silenciosa. A pesar del agua fría, el aire a su alrededor se siente más cálido, más íntimo.

Ella siente sus propios latidos acelerarse. Lo mira y lo admira, notando cómo las gotas de agua resbalan por su torso, cómo su cabello mojado cae de manera despreocupada sobre su frente. Quisiera alzar una mano y pasarla por su pecho, sentir la calidez de su piel bajo la frialdad del agua, acariciar su rostro para asegurarse de que ese momento es real, y no simplemente un sueño.

Por su parte, Tristán está igual de atrapado. La mirada de Valentina lo tiene hechizado. Su mente corre hacia el deseo de tomarla de la cintura, de atraerla hacia su cuerpo, de sentir sus brazos alrededor de él. Quiere que esa distancia entre ellos desaparezca. Sabe que, si se atreviera a hacerlo, ella respondería; lo siente en su mirada, en la forma en que lo observa. Pero algo los contiene, una barrera invisible hecha de dudas, de lo que aún no pueden decirse, de lo que quizás ambos temen.

Los segundos se estiran, y la tensión entre ellos se siente palpable, casi visible en el aire. Ambos saben lo que podrían hacer, lo que podrían permitirse sentir en ese momento. Son libres, acá escondidos del mundo, lo son. No hay nadie que los vea, ni los juzgue. Sin embargo, ninguno de los dos se mueve. Se quedan mirándose, atrapados en esa extraña contradicción: desear lo que no pueden tener, anhelar lo que aún no pueden tocar.

Finalmente, es Valentina quien rompe el hechizo. Con un pequeño gesto, baja la mirada, consciente de que la conexión entre ellos se ha vuelto demasiado intensa.

⎯Mejor… voy a nadar ⎯dice, su voz apenas un susurro, con una leve risa nerviosa que no disfraza la tensión. Necesita moverse, escapar de la intensidad de ese momento. Sin esperar respuesta, comienza a nadar hacia el centro de la laguna, creando pequeñas olas que se dispersan alrededor de ella.

Tristán la observa en silencio mientras se aleja, aun sintiendo el peso de lo que no ha dicho. El frío del agua parece ahora más real, más tangible, y la distancia entre ambos, aunque solo física, lo deja con una sensación de vacío. Él también sonríe para sí mismo, sabiendo que, aunque ninguno de los dos lo haya dicho en voz alta, ambos han sentido lo mismo. Ninguno de los dos está listo para cruzar esa línea, pero ambos se dan cuenta de que ya están peligrosamente cerca.

***

El día transcurre entre risas y complicidad. Valentina y Tristán pasan horas nadando en el lago y descansando al sol sobre las rocas calientes. Tristán saca de su mochila una comida sencilla de campamento, que resulta perfecta para la ocasión. Mientras comen, hablan de temas ligeros, evitando con cuidado cualquier conversación profunda. Ambos saben que es mejor no profundizar, pues lo que hay entre ellos podría volverse demasiado real.

Tristán es quien más habla, llenando los silencios con anécdotas y pequeños detalles de su vida. Valentina lo escucha atentamente, fascinada. No puede dejar de reírse con él, de imaginar las historias que le cuenta, sintiendo que comparten mucho más de lo que habrían pensado.

Poco a poco, la tarde va cayendo. El cielo se tiñe de naranja, y el ambiente se enfría. Valentina, demostrando una habilidad inesperada, recoge ramas secas y enciende una pequeña fogata, sorprendiendo a Tristán. Pronto, el cálido resplandor del fuego ilumina sus rostros bajo un cielo estrellado. El sonido del crepitar de la leña y el murmullo del agua les envuelve, creando un ambiente íntimo y reconfortante.

⎯¿Recuerdas esa playa en Puerto Vallarta? ¿Punta Burros? ⎯pregunta Tristán, mirando las llamas.

⎯Sí ⎯responde Valentina, sonriendo al recordar.

⎯Bueno, mi papá solía ir a surfear allí. Ama el mar. Creció rodeado de él, así que decidió aprender a surfear.

⎯¿Tu papá? ⎯pregunta ella, incrédula, con una risa contenida.

⎯Sí, aunque tenía muchos menos años. Estaba en sus treinta. Mi mamá siempre lo acompañaba, aunque no le gusta mucho el mar. Lo respeta demasiado. Un día, mi abuelo Tristán decidió meterse al mar mientras mi papá surfeaba, y todo parecía ir bien hasta que mi abuelo dejó de moverse y empezó a hacer señales con la mano.

Tristán imita los movimientos de su abuelo, provocando que Valentina lo mire con una sonrisa divertida.

⎯Mi mamá le gritó a mi papá para que fuera a ver qué pasaba. Él  nadó hasta él, le dio su tabla y mi abuelo se quedó flotando agarrado de ella. Pero cuando mi papá volvió a la orilla, se estaba riendo.

⎯¿Qué pasó? ⎯pregunta Valentina, ya imaginando algo gracioso.

⎯Resulta que mi abuelo había perdido el traje de baño en el mar ⎯Tristán sonríe con picardía⎯. Mi mamá tuvo que ir a comprarle otro mientras él flotaba desnudo, agarrado a la tabla, durante treinta minutos.

⎯¡No! ⎯Valentina no puede evitar reírse, llevándose la mano a la boca.

⎯¡Sí! ⎯ríe Tristán⎯. Imagínate la escena. Mi abuelo, el hombre serio y respetado, flotando desnudo en medio del mar mientras mi padre intentaba contener la risa.

La risa de Valentina llena el aire, y Tristán se une a ella. El ambiente entre los dos es cálido y relajado, las estrellas brillan sobre ellos, y el fuego parpadea con suavidad. Por un momento, todo es simple y perfecto. Solo son ellos, compartiendo tiempo, sin importar lo demás. 

Después el aire se torna denso con el silencio. Valentina se queda mirando la luna reflejada sobre el agua con sus ojos perdidos en la calma de la superficie. Tristán, nervioso, toma una vara de madera y la lanza al fuego, viendo cómo las llamas devoran la leña con un crujido satisfactorio.

⎯¿Cómo le pediste a Ana Carolina matrimonio? ⎯pregunta ella, la tristeza colándose en su voz.

⎯No le he pedido ⎯aclara Tristán, la voz firme pero titubeante⎯. Pero… supongo que lo haré ⎯murmura, casi para sí mismo.

⎯¿Para eso ahorras tanto dinero? ⎯indaga Valentina, con un tono que combina curiosidad y melancolía⎯. Porque el dinero de tu departamento es para eso, ¿cierto?

⎯No, es para mi boda. Quiero ahorrar lo suficiente para decidir qué quiero y qué no ⎯responde él, la mirada fija en el fuego.

⎯Vaya… ⎯murmura ella, un matiz de sorpresa en su voz.

Tristán la mira con desconfianza, como si pudiera leer más entre líneas.

⎯Ese “vaya” me suena… raro.

Valentina vuelve a mirarlo, y bajo la luz danzante del fuego, su belleza parece intensificarse. Sus ojos lilas resplandecen, llenos de una profundidad que lo atrapa.

⎯Bueno ⎯hace una pausa, recolectando sus pensamientos⎯. Creo que ahorrar dinero para una boda es algo efímero.

⎯¿Efímero? ⎯replica Tristán, su tono defensivo⎯. ¿Estás insinuando que mi matrimonio con Ana Carolina no durará?

Ella sacude la cabeza, intentando suavizar la tensión.

⎯No. Digo que el evento es efímero. La boda es para los invitados, no para los novios. Al final, ellos no pueden ni comer. Terminan exhaustos y con más deudas de las que deseaban. Si a mí me piden matrimonio, no me importa la boda. Solo quiero que me digan que quieren pasar el resto de su vida conmigo, en medio de la nada, en un cuarto pequeño. Y yo diría que sí. Sin lujos, sin nada. No gastaría dinero en algo así.

Tristán arquea las cejas, intrigado.

⎯¿En qué lo gastarías? ⎯pregunta, la curiosidad creciendo en su interior.

⎯En una casa ⎯responde ella sin dudar.

⎯¿En una casa?

⎯Sí. Una casa. La construiría desde los cimientos. Una casa pequeña para vivir tranquila el resto de mi vida. En medio del bosque o una pradera. Un lugar seguro y en soledad. Tendría una granja.

⎯¿Una granja? ⎯se ríe Tristán, disfrutando de la imagen que se forma en su mente.

⎯Sí. Con vacas, gallinas… un burro ⎯. La risa de él llena el aire, rompiendo la gravedad del momento⎯. Me despertaría todos los días con el canto del gallo, saldría a recoger huevos y ordeñaría la vaca para leche… toda una granjera.

⎯No te imagino así ⎯comenta ella, esbozando una sonrisa.

⎯Pues lo seré. Ahorraré todo lo que pueda y me iré a vivir en paz… solo quiero paz ⎯dice Valentina, su voz cargada de melancolía.

Tristán, sintiendo el calor de su cercanía, se atreve a preguntar con suavidad:

⎯Y, ¿te irías sola? ¿No piensas casarte? ¿Tener hijos? Por ejemplo, yo quiero siete.

⎯¡Siete! ⎯exclama ella, sorprendida.

⎯Sí, siete. Quiero una familia grande.

⎯Me encantaría, pero creo que eso no es lo mío ⎯responde. 

⎯¿Por qué? ⎯insiste Tristán, deseando saber más.

Valentina lo mira a los ojos, la conexión entre ellos casi palpable.

⎯Soy una mujer muy complicada. No soy la ideal para ser esposa. Tengo ataques de pánico, miedos, inseguridades. No sé nada del mundo que me rodea e ignoro muchas cosas. No creo que alguien quiera a alguien así a su lado. ¿Quién se enamoraría de una mujer como yo? ⎯pregunta, con una vulnerabilidad profunda en su voz.

La tensión entre ellos desciende, dejando un espacio para algo más. Un deseo latente se apodera de ambos, atrapados en ese refugio alejado de todo. Tristán no puede apartar su mirada de ella, ardiendo en el anhelo de acercarse, de descubrirla. Ya no puede resistirse; su cuerpo lo anhela, su corazón se lo exige.

Se inclina un poco más cerca, y en un susurro lleno de deseo, murmura:

⎯Yo lo haría.

La cascada murmura suavemente en el fondo, el agua resbalando sobre las rocas bañándolas, mientras las estrellas brillan en un cielo despejado, testigos silenciosos de un momento que se siente extraordinario. La luz del fuego parpadea, lanzando destellos dorados sobre los rostros de Tristán y Valentina, creando sombras danzantes que se entrelazan en la noche.

Tristán se inclina hacia Valentina, siente como si el tiempo se detuviera en ese instante. Con una delicadeza casi temerosa, roza sus labios con los de ella, sintiendo cómo una chispa enciende su piel y llena el espacio entre ellos con una electricidad palpable. Se detiene, buscando su reacción, sus ojos están fijos en los de ella. 

Valentina lo mira con intensidad, su corazón late con fuerza, como si cada pulsación resonara en el silencio de la noche. Ella se muerde ligeramente el labio inferior, una invitación silenciosa que le da espacio para continuar. La inseguridad que siente Tristán se disipa, transformándose en una determinación ardiente.

Él vuelve a acercarse y besa sus labios de nuevo, esta vez con más seguridad, más libertad. Sus bocas se encuentran en un abrazo cálido, uniendo sus mundos en un solo instante. El fuego crepita detrás de ellos, su luz iluminando sus rostros mientras el agua de la cascada murmura, creando una sinfonía de sonidos naturales que enmarca su conexión.

Tristán siente la suavidad de los labios de Valentina, y la dulzura del momento lo envuelve como una manta. Se pierde en la profundidad de sus ojos, ahora brillando con la luz de las estrellas, y cada beso se siente como todas las palabras no dichas, todas esas miradas que hablaron por ellos; por este momento que desearon tener. 

Valentina responde a su beso con una entrega total, dejando que sus miedos se disuelvan en el aire fresco de la noche. Sus manos encuentran su rostro, acariciando suavemente su piel mientras él la atrae más cerca, como si quisieran fusionarse en uno solo. El mundo exterior desaparece; solo existen ellos, nadie más. 

El beso se intensifica, cada roce de sus labios es un descubrimiento, un encuentro de dos almas que finalmente encuentran su camino el uno hacia el otro. En ese instante perfecto, bajo el manto de estrellas y el abrazo del agua, Tristán y Valentina se entregan al momento, sellando su conexión con un beso que es extraordinario, eterno.

Tristán se inclina un poco más hacia delante, dejándose llevar por el fuego que arde dentro de él. Ha soñado con este momento tantas noches, cada vez que la siente cerca, y ahora que la besa; es más de lo que jamás había imaginado. La sensación de sus labios sobre los suyos es excitante; jamás se había sentido así, ni siquiera con la misma Ana Carolina. 

⎯Tristán ⎯murmura Valentina, su nombre como un susurro en la noche. De repente, se aleja de él, con su pecho subiendo y bajando agitado. Sus labios se encuentran ligeramente abiertos, como si aún saboreara el calor del beso. En ese momento, Tristán recuerda la realidad que ambos comparten; ella también lo ha hecho. 

⎯Creo que ya es tarde ⎯dice Valentina, poniéndose de pie con un leve temblor en su voz. Consciente de que han pasado el límite y ya no volverá a ser lo mismo. Se han probado y les ha gustado. 

⎯Sí, sí… ⎯responde Tristán, apenas logrando articular las palabras, todavía cautivado por lo que acaba de suceder.

Ambos recogen sus cosas en silencio, el peso de lo que acaba de ocurrir todavía flotando en el aire. Comienzan el camino de regreso por el bosque, cada paso les sirve para tranquilizarse y procesar todo lo que llevan dentro. La noche está tranquila, el susurro de la brisa entre los árboles es casi un consuelo.

Cuando al fin llegan al auto, Valentina abre la ventana y saca el rostro, buscando sentir el aire fresco en su piel. Quiere apagar el fuego que le arde por dentro, ese deseo que Tristán le ha despertado, pero es un esfuerzo en vano; sabe que es demasiado tarde.

Así, en un silencio cargado de emociones, llegan a la casa. Las luces están apagadas, y dan por hecho que todos se han ido a dormir.

⎯Buenas noches. Gracias por llevarme ⎯dice Valentina, su voz suave pero con un trasfondo de nerviosismo.

⎯De nada… ⎯responde él, en un murmullo, sintiendo que las palabras no son suficientes para expresar lo que siente.

Ambos desean repetir lo que acaba de suceder, besarse de nuevo, dejarse llevar por la corriente de sus emociones, pero es Valentina quien, después de una pausa, se da la vuelta y entra a la casa. Tristán lo hace unos minutos después, su corazón aun latiendo desbocado.

Al entrar a su habitación, su primo lo mira con curiosidad.

⎯¿Cómo te fue? ⎯pregunta, levantando una ceja.

⎯Necesito una ducha ⎯comenta Tristán, buscando una manera de calmar el torbellino de sentimientos que lo inunda. Se dirige al baño y se coloca bajo el chorro de agua caliente, dejando que el agua le recorra el cuerpo. 

Mientras el vapor llena el espacio, se siente un poco más normal, pero una sonrisa escapa de sus labios. No puede evitar recordar el roce de los labios de Valentina, el destello de sus ojos y la forma en que se sintieron tan conectados.

Esa noche, ni él ni Valentina pudieron dormir. Ambos, atrapados en sus pensamientos y deseos, dan vueltas en sus camas, el eco del beso resonando en sus corazones, sabiendo que después de esto, todo ha cambiado.

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  1. 😱😱😱😱😱😱😱😱😱😱 llegooooooooo el anhelado beso y de la manera mas especial para los dos. En un ambiente que aman los 2 y estando mas que conectados con la naturaleza. Ame ese momento, todo el capitulp estuvo fascinante, fue magico. Yo me senti en una burbuja, transportada con ellos. Que emoción. Buenooooo ahora si ya cruzaron la linea, ahora arranca lo bueno, Valentina saldrá corriendo? Que va hacer David T., logró descubrir lo q buscaba? 😱😱😱😱😱😱😱 muero de la emoción

  2. Que buen capítulo…quiero más jaja…Ana nos haces sufrir…Valentina está haciendo dudar a Tristán de todo….espero que pase algo masssss…antes de que ella se regrese buuu

  3. Que emoción, por fin se besaron 😍, amor a esos dos, tan tímidos y a la vez arrebatados, ojalá que Ana Carolina no llegue a arruinarlo todo otra vez

  4. Que intensidad tan maravillosa 🥰🥰😍😍 me encanta como uno se transporta en la lectura y se emociona como si lo estuviera viviendo 🤭😌

  5. 😱😱😱😱 Dios qué momento tan mágico tuvieron 😍😍 lástima que la realidad les dió en su cara 😔.
    El amor ha hablado y el destino se ha marcado, sólo el tiempo tiene que hacer su parte 🙌🏼.

    *Bello capítulo*

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