TITULAR:
Gerardo Salles y Ana Eva Santander anuncian su separación tras 20 años de matrimonio
SUBTÍTULO: La pareja, reconocida en los círculos empresariales y sociales, ha decidido poner fin a su relación después de dos décadas de matrimonio.
Madrid, España – En un comunicado emitido esta mañana, Gerardo Salles y Ana Eva Santander, una de las parejas más prominentes del mundo empresarial español, han anunciado oficialmente su separación tras 20 años de matrimonio. Según fuentes cercanas, la decisión habría sido tomada de mutuo acuerdo, aunque los rumores de distanciamiento y tensiones entre la pareja llevaban meses circulando.
El matrimonio entre Salles y Santander, ambos herederos de poderosas familias, siempre fue considerado una alianza estratégica tanto en el ámbito personal como en el profesional. Ana Eva Santander, directora general de la prestigiosa bodega Santander Vinos, y Gerardo Salles, conocido empresario en el sector inmobiliario, habían construido una vida juntos que combinaba éxito empresarial y poder social.
Sin embargo, en los últimos meses, su relación había estado bajo el escrutinio de los medios, especialmente después de que Gerardo fuera visto en repetidas ocasiones con una joven desconocida, lo que avivó los rumores de una posible infidelidad. Aunque la pareja no ha confirmado públicamente las causas de su separación, fuentes cercanas indican que este podría haber sido el detonante final.
En el comunicado, firmado por ambos, se lee: “Después de 20 años compartidos, hemos decidido separarnos de manera amistosa. Agradecemos el respeto por nuestra privacidad y la de nuestra familia en estos momentos difíciles. Seguiremos enfocados en el bienestar de nuestros hijos y en nuestros proyectos profesionales.”
Ana Eva y Gerardo tienen tres hijos: Gerardo, Ana Paulina y Ana Soledad, quienes, según informan personas cercanas a la familia, seguirán siendo su máxima prioridad. Aunque no han trascendido detalles sobre la custodia o posibles acuerdos legales, se espera que el proceso de separación se mantenga en términos privados, tal como han manejado otros aspectos de su vida personal.
El anuncio ha generado gran impacto en el mundo empresarial, donde ambos son figuras clave. Mientras Ana Eva ha continuado su labor al frente de la bodega Santander, consolidando su reputación como una de las mujeres más poderosas en la industria del vino, Gerardo ha estado involucrado en varios proyectos inmobiliarios en el extranjero. No obstante, su imagen pública ha sido objeto de especulación tras los rumores de su relación extramatrimonial.
La separación entre Salles y Santander marca el final de una era en la que ambos dominaron los titulares de la prensa económica y social. Aunque el futuro de su relación como socios empresariales sigue siendo incierto, está claro que Ana Eva Santander está dispuesta a escribir un nuevo capítulo en su vida, una vez más bajo sus propios términos.
***
Tres meses ya han pasado desde aquella noche en la habitación 302. Tres meses desde que Ana Eva había cerrado la puerta dejando a Gerardo con su amante y su propia arrogancia; lo que vino después, fue un caos, no solo para la familia, sino para todos los Santander.
Gerardo y su amante salieron en la prensa y la historia pasó de privado a mediático, algo que Gerardo quería evitar, pero que Ana Eva deseaba. Quería que todos supieran que su esposo le había sido infiel, quería que nada quedara en secreto.
Ella definitivamente no era así, pero no podía dejar de pensar en la satisfacción que le causaba saber que su marido ya estaba etiquetado como infiel y que ahora sabían que no era tan perfecto como todos pensaban.
Sin embargo, no todo paraba aquí. No todo terminaba con un divorcio “pacífico” y “con acuerdos” por la custodia de sus dos hijas menores. Ella necesitaba hacerle saber a Gerardo que se había equivocado en haberla dejado, y que no lo dejaría ir con la libertad que tanto mencionaba; ella sería quien dictara su destino, nadie más.
TITULAR:Gerardo Salles y su joven novia, vistos disfrutando de un lujoso yate en el sur de España
SUBTÍTULO: El empresario, recientemente separado de Ana Eva Santander, ha sido captado con su nueva pareja en un exclusivo destino costero.
Marbella, España – Gerardo Salles, reconocido empresario y expareja de la poderosa Ana Eva Santander, ha vuelto a los titulares. Esta vez, por disfrutar de unas relajadas y lujosas vacaciones en la costa del sur de España, acompañado de su nueva y joven pareja, cuya identidad aún no ha sido revelada oficialmente.
Según las imágenes captadas por paparazzis, Salles y su novia fueron vistos a bordo de un exclusivo yate, disfrutando del sol y el mar en las aguas cercanas a Marbella. La pareja se mostró relajada y sonriente, compartiendo momentos de intimidad mientras navegaban por uno de los destinos más exclusivos del Mediterráneo.
Este avistamiento se produce apenas unos meses después de que Gerardo y Ana Eva anunciaran su separación, un hecho que conmocionó a los círculos empresariales y sociales debido a la notoriedad de ambos en la alta sociedad española. Desde entonces, Salles ha sido vinculado sentimentalmente con una joven de aproximadamente 20 años, con la que ha sido visto en varias ocasiones, aunque hasta ahora había evitado mostrarse abiertamente en público.
Las imágenes de la pareja en el yate han causado un gran revuelo, especialmente considerando que Ana Eva Santander ha mantenido un perfil más reservado tras la separación. A pesar de los rumores y las especulaciones, la empresaria no ha hecho declaraciones sobre la vida personal de su exmarido ni ha comentado sobre sus recientes apariciones públicas.
Por otro lado, Gerardo parece estar disfrutando de su nueva etapa, mostrándose despreocupado y ajeno a las críticas que ha recibido en algunos sectores. Las fuentes cercanas a Salles aseguran que, tras su separación de Santander, el empresario ha decidido “vivir sin ataduras” y aprovechar al máximo su libertad.
Mientras tanto, se espera que tanto él como Ana Eva continúen siendo el centro de atención mediática, especialmente con los rumores de nuevos proyectos empresariales de la empresaria, quien ha mantenido una actitud firme y estratégica en esta etapa de su vida.
Ana Eva termina de leer el nuevo titular y en un movimiento rápido lo tira a la basura.
⎯Acabo de perder 1 minuto de mi tiempo ⎯murmura, mientras toca el timbre para llamar a su secretaria.
⎯¿Sí, señora Santander? ⎯contesta la chica.
⎯Pídele a Fernando que venga de inmediato ⎯habla con voz firme.
⎯En seguida.
Ana Eva se sienta en la cómoda silla de trabajo y toma el documento que ha estado revisando últimamente, un reporte de cosecha donde detalladamente lee la calidad de la cosecha de uvas, la cantidad recogida y el rendimiento de cada viñedo. No hay plagas, la única plaga es su exmarido.
Los ligeros golpes en la puerta la distraen.
⎯Adelante ⎯habla con voz firme.
Fernando, el asistente principal de Ana Eva, entra con una carpeta de piel bajo el brazo y con un gesto serio. El hombre es joven, como de unos 25 años, y ha sido asistente de Ana desde los 20 años, cuando entró a hacer sus prácticas a la empresa.
A Ana le gustaba tomar pequeños “diamantes en bruto” y pulirlos. Siempre buscaba personas con potencial para ayudarlos; Fernando era uno.
⎯Dígame, señora.
⎯Fernando, cierra la puerta; necesito hablar contigo.
Ana Eva observa cómo Fernando cierra la puerta con precisión, sin hacer ruido. Él siempre ha sido así, discreto y profesional, uno de los motivos por los que lo mantiene cerca. Mientras él se acerca al escritorio, Ana Eva se inclina levemente hacia adelante, entrelazando las manos sobre los papeles de la cosecha.
⎯¿Pasa algo, señora? ⎯pregunta Fernando, notando la tensión en el aire.
Ana Eva levanta la mirada, fija y fría, enmarcada por la luz suave que entra desde las grandes ventanas de la oficina.
⎯Necesito que encuentres a alguien ⎯dice ella sin rodeos⎯. Un joven, no más de 25 años, con estudios universitarios, atractivo, educado, buen cuerpo… pero no un actor, no quiero que sea alguien que finja por naturaleza. Quiero que sea alguien de verdad, que aprenda rápido. Alguien moldeable.
Fernando no parpadea ante el pedido, pero no puede evitar un leve arqueo de ceja.
⎯¿Alguien específico en mente? ⎯pregunta él con cautela.
Ana Eva suelta una breve sonrisa, una mezcla de ironía y desafío.
⎯No, no tengo a nadie en mente, aún. Eso te lo dejo a ti. Lo quiero perfecto. El perfil que he mencionado… Ah, y tiene que parecer extranjero, alguien que haya pasado años fuera del país.
Fernando asiente, aunque su expresión sigue siendo una mezcla de curiosidad e inquietud. Sabe que la señora Santander siempre tiene un plan, y cuando sus pedidos son tan específicos, generalmente está preparando una jugada importante.
⎯¿Algo más que deba saber sobre este “alguien”? ⎯pregunta, ajustando la carpeta bajo su brazo, listo para tomar nota mentalmente.
⎯Sí ⎯dice Ana Eva, su tono de voz se vuelve más bajo pero más cortante⎯. Tiene que ser convincente como mi nuevo interés. Quiero que todos, empezando por Gerardo, lo crean. Necesito a un hombre que dé la imagen de haber sido tocado por el éxito y el lujo. Pero, más importante aún, tiene que ser alguien que no me falle. Alguien en el que pueda confiar.
Fernando la observa por un momento en silencio, comprendiendo que esta solicitud no es solo una estrategia superficial. Es una parte clave de algo mucho más grande, algo que Ana Eva está orquestando con precisión calculada. Finalmente, asiente.
⎯Lo encontraré. ¿Para cuándo lo necesita?
⎯Para ayer, Fernando. ⎯El hombre se pone nervioso ante la premura del pedido⎯. Lo llevarás mañana al spa, no lo traigas a la oficina, debe mantenerse en secreto, ¿escuchas?, secreto.
⎯Sí, señora.
⎯También debe ser soltero. No quiero noviecitas revoloteando y arruinando todo. ⎯Ana Eva se recuesta en su silla, tomando de nuevo el reporte de la cosecha con un aire de indiferencia, pero sus ojos brillan con una determinación implacable⎯. No me falles, Fernando. Ya no tengo margen para errores ⎯dice ella, sus ojos fijos en el documento mientras le indica que puede retirarse.
Fernando sale de la oficina, cerrando la puerta con la misma suavidad con la que entró. Ana Eva lo observa brevemente por el rabillo del ojo antes de tomar una de las plumas fuentes que descansan en su escritorio, de un negro intenso y cuerpo pesado, una de sus favoritas para momentos cruciales.
Mira el reporte financiero que tiene frente a ella, sus ojos pasando sobre las columnas de cifras, y rodea un par de números clave con movimientos firmes y precisos. Sin embargo, a medida que el silencio inunda la sala, se da cuenta de que sus pensamientos están en otra parte.
El plan que ha comenzado a trazar con Fernando no la deja concentrarse. No es solo la venganza lo que la impulsa; hay algo más profundo, una necesidad de mostrarle a Gerardo que ella siempre ha tenido el control, incluso cuando parecía que no. “Los Santander siempre obtienen lo que desean”, le había dicho. Y ahora, más que nunca, ese mantra la empujaba hacia delante.
Coloca la pluma de nuevo sobre el escritorio con un ligero “clic”, y sus dedos tamborilean contra la madera pulida mientras sus pensamientos divagan. Piensa en el joven que Fernando le traerá, ese diamante en bruto que moldeará, al igual que lo hizo con él años atrás. Esta vez, sin embargo, el reto es más personal. No se trata solo de preparar a alguien para un puesto en la empresa; se trata de construir una fachada perfecta, algo que Gerardo no podrá ignorar ni subestimar.
Todo tiene que salir impecable, piensa, su mirada perdiéndose en los números del reporte, que ahora parecen más abstractos que reales. Por unos instantes, se pregunta si su deseo de venganza es suficiente para llenar el vacío que siente. Pero rápidamente sacude la idea. No hay espacio para debilidades. La decisión ya está tomada.
***
-Al día siguiente-
El día de Spa era el único día libre que Ana Eva se daba en la semana, porque no era un día cualquiera. Para ella, este ritual era una forma de recargar energías y reafirmar su imagen. En el mundo de los negocios y la alta sociedad, la apariencia lo era todo, y Ana Eva lo sabía. Se trasladaba a su spa favorito, un lugar que irradiaba lujo y tranquilidad, donde podía escapar del estrés de la vida cotidiana.
Al entrar, el suave aroma de aceites esenciales y el sonido del agua fluyendo la envolvían, preparándola para una experiencia de renovación. La atención de los terapeutas era exquisita; cada uno conocía sus preferencias. Se acomoda en la silla mientras una esteticista comienza a aplicar una mascarilla de colágeno en su rostro. Los masajes en su piel, que previamente estaban libres de imperfecciones, eran un pequeño lujo que se otorgaba para mantener su juventud y belleza.
⎯¿Lista para un tratamiento rejuvenecedor? ⎯le pregunta la esteticista con una sonrisa profesional.
⎯Siempre ⎯responde Ana Eva, sintiendo que, en este momento, podía dejar de lado sus preocupaciones. Pero en el fondo, el recuerdo de su esposo con aquella veinteañera la atormentaba.
No era sólo la apariencia lo que le preocupaba; a sus 40 años, Ana Eva sentía que cada arruga y cada línea de expresión contaban una historia de esfuerzo, dedicación y sacrificio. No podía permitirse el lujo de envejecer, sobre todo ahora que su mundo se había vuelto tan frágil.
La traición de Gerardo se cernía como una sombra sobre su mente, un recordatorio constante de que la juventud a veces se podía medir en más que sólo números.
Terminada la sesión de cuidados faciales, se dirige a la sala de tratamientos. Allí, se deja llevar por un masaje profundo que alivia las tensiones acumuladas en su espalda. Los dedos expertos del masajista trabajan sobre sus músculos, liberando el estrés de la semana.
⎯¿Has considerado probar un nuevo régimen de ejercicios? ⎯le sugiere el masajista, que conoce su dedicación por el fitness.
⎯Estoy bien con mi rutina actual, pero siempre estoy abierta a nuevas ideas ⎯responde Ana Eva, aunque en su interior sabe que su vida no se limitaba solo al ejercicio físico. La mente y el alma debían estar tan en forma como su cuerpo. Esa era una regla que se había impuesto.
Cada semana, se dedicaba horas a mantenerse actualizada en temas de arte y música. Leía libros, asistía a exposiciones, y estudiaba los temas contemporáneos en todo tiempo de ámbitos. Sabía que en la sociedad en la que se movía, la conversación era tan importante como la apariencia. La combinación de todo esto la hacía sentirse poderosa, fuerte, e incluso invulnerable.
Al terminar los masajes, Ana Eva se levanta lentamente de la camilla, sintiendo cómo cada músculo de su cuerpo se relaja aún más. La sensación de bienestar la envuelve mientras se dirige al área de cuidado del cabello, de las manos y de los pies.
Se acomoda en la silla, y la estilista comienza a trabajar en su cabello, aplicando un tratamiento nutritivo que lo deja sedoso y brillante. Ana Eva cierra los ojos, dejando que la suavidad del ambiente la envuelva. Pero, a pesar del lujo que la rodea, su mente sigue inquieta. Sus ojos no pueden dejar de observar el reloj que cuelga en la pared. Cada tic-tac resuena en su cabeza, recordándole la urgencia de su situación.
⎯No puedo perder tiempo ⎯murmura para sí misma, mientras la estilista divide su cabello en secciones y comienza a cepillarlo con suavidad.
La espera es tortuosa. ¿Habrá encontrado Fernando al candidato adecuado? Se pregunta. La idea de que ese joven podría convertirse en la pieza clave de su plan le da un ligero escalofrío de anticipación. No solo se trata de un hombre que finge ser su pareja; es la oportunidad de recuperar su dignidad y hacer que Gerardo comprenda que no puede deshacerse de ella tan fácilmente. La imagen de su exmarido viéndola feliz, con alguien que realmente la valore, la llena de determinación.
⎯Señora Santander, ¿le gustaría un cambio de color? ⎯pregunta la estilista, sacándola de sus pensamientos.
⎯No, gracias ⎯responde Ana Eva, forzando una sonrisa⎯. Solo un buen corte y un tratamiento hidratante, por favor.
La estilista asiente, y Ana Eva se queda mirando su reflejo en el espejo. En ese momento, siente que hay algo más grande en juego que su imagen exterior. Es una lucha por su identidad, por su valor y su posición en el mundo. Debe mantenerse fuerte, y el cambio comenzará con ella.
Finalmente, el sonido del teléfono vibrando en su bolso la sobresalta. Ana Eva lo saca rápidamente, con el corazón latiendo más rápido. Es Fernando.
⎯¿Dime? ⎯contesta, conteniendo la respiración.
⎯He encontrado al candidato perfecto, Señora Santander. ⎯La voz de Fernando es firme y decidida.
La adrenalina corre por sus venas, y una sonrisa se dibuja en su rostro.
⎯Traelo al restaurante del spa, pediré un salón ⎯contesta, para después terminar la llamada⎯. Entonces así empieza ⎯murmura, mientras una chispa de emoción brilla en sus ojos.
***
Xavier Blanco, el hombre seleccionado, es un atractivo joven de 25 años, recién egresado de la Universidad Complutense de Madrid en el área de negocios. Con un deseo ardiente de comerse al mundo, su situación económica lo obliga a trabajar en un bar, donde mezcla bebidas y conversa con los clientes, considerando eso como una forma de hacer contactos.
Mide 1.90 metros, tiene el cabello negro y una barba tupida pero bien cuidada que acentúa su mandíbula marcada, realzando su aspecto varonil. Su expresión, habitualmente seria, refleja una profunda concentración, y su cuerpo es musculoso y atlético, resultado de horas dedicadas al gimnasio. Su torso, completamente definido, muestra un pecho amplio y abdominales prominentes, evidencia de una gran tonificación. Los brazos, fuertes y venosos, completan su imagen imponente, demostrando que tanto su mente como su físico están bien entrenados.
A pesar de su apariencia seria, lo que realmente lo distingue es su carisma. Es simpático y atrae a las personas con su conversación ligera; al sonreír, desborda confianza. Su inteligencia brilla no solo porque haya salido con el mejor promedio de su carrera, sino por su estricta educación. Cuando entra a un lugar, las miradas se vuelven hacia él; es exactamente el tipo de hombre que Ana Eva Santander necesita para su plan.
Cuando Ana Eva le pidió a Fernando que le encuentre un joven con esas características, él inmediatamente pensó en Xavier. Lo conoció durante una de las muchas lecciones en la universidad y sabe que es de su confianza.
Al entrar Xavier por la puerta del restaurante, una oleada de atención lo rodea. No lleva un atuendo elegante; viste unos vaqueros ajustados, una camisa negra que resalta su musculatura y botines de color grisáceo. La camisa, ceñida a su torso, deja al descubierto sus bien trabajados músculos, mientras su cabello rizado, aunque despeinado, le da un aire desenfadado que contrasta con su presencia imponente.
⎯Por aquí ⎯indica el concierge, señalándole con un gesto para que lo siga a través del bullicioso restaurante.
Xavier camina con seguridad, como si no tuviese nada que perder. Al llegar a una mesa en un rincón discreto del restaurante, el concierge le señala a Ana Eva, que lo espera sentada, bebiendo a sorbos un poco de vino. Minutos después, la imponente y desenfadada figura de Xavier, capta su mirada.
⎯Buenas tardes, señora Santander ⎯la saluda, con una voz grave pero agradable.
Ana Eva lo observa detenidamente, analizando cada detalle: desde su porte relajado hasta la forma en que su mirada se sostiene con confianza. No puede evitar sentir una chispa de intriga por el joven que, aunque aún no lo sabe, podría ser la pieza clave en su venganza contra Gerardo.
⎯Buenas tardes… ⎯Con un ademán le pide que se siente.
Xavier lo hace, y Ana Eva nota que el aroma que emana de él es una colonia bastante varonil, algo fresco, pero con una nota de calidez que le agrada. Es un detalle sutil, pero que suma a la impresión general que tiene de él.
⎯¿Cuál es tu nombre? ⎯pregunta.
⎯Xavier Blanco.
⎯Tienes un nombre fuerte, me agrada ⎯dice Ana Eva, tomando otro sorbo de su vino, dejando que el líquido rubí deslice suavemente por su garganta. Su mirada no se aparta de él ⎯. ¿Sabes quién soy yo?
⎯Claro que lo sé. Todos saben quién es usted ⎯afirma Xavier, con una confianza que sorprende a Ana Eva.
⎯¿Sabes por qué estás aquí? ⎯continúa con el interrogatorio, elevando una ceja mientras lo examina detenidamente.
Xavier suspira, como si estuviera preparando su mente para lo que está a punto de decir. Sus ojos color café brillantes se clavan en los de Ana Eva, mostrando tanto interés como determinación.
⎯Me dijo Fernando que si no venía, me perdería la oportunidad de mi vida ⎯responde él, dejando caer sus palabras con un toque de ironía que no pasa desapercibido para ella.
Ana Eva sonríe levemente, disfrutando del desafío que representa este joven.
⎯¿Eso te dijo?, ¿por eso viniste? ⎯le pregunta, la curiosidad ahora brillando en su mirada.
⎯Así es… soy un hombre en busca de oportunidades y, si vienen de Ana Eva Santander, sé que será una gran oportunidad ⎯afirma Xavier, su voz cargada de seguridad.
Ana Eva lo estudia, notando cómo su confianza resuena en cada palabra que pronuncia. Hay algo intrigante en él, un aire de ambición que ella aprecia. Es exactamente lo que necesita.
⎯Interesante. Pero hay más en juego aquí que simplemente aprovechar una oportunidad ⎯dice ella, su tono volviéndose más serio. ⎯Necesitarás estar completamente comprometido. Este no es un juego; es un papel que requiere dedicación y esfuerzo.
Xavier asiente, su expresión se torna seria.
⎯¿Un papel? ⎯pregunta Xavier, frunciendo el ceño, sin comprender del todo lo que está insinuando.
Ana Eva se reclina en su silla, el juego ha comenzado.
⎯Así es… un papel. ⎯responde ella, abriendo su cigarrera con un movimiento elegante y sacando un cigarro que enciende momentos después. No era habitual que fumara, pero de vez en cuando, el gesto le daba un aire de sofisticación que disfrutaba. El humo serpentea entre ellos como una promesa de lo que está por venir⎯. Quiero que te hagas pasar por mi nuevo amante, mi pareja ⎯declara, dejando que sus palabras se asienten en el aire. La expresión de Xavier cambia instantáneamente, la sorpresa ahora es evidente en su rostro.
⎯¿Tu amante? ⎯replica, su voz tiembla entre la incredulidad y el interés⎯. ¿Por qué necesitarías eso?
⎯Porque la vida que llevo no es solo negocios. Es un juego de apariencias y estrategias. Y tú, mi querido Xavier, serás mi mejor jugada ⎯responde Ana Eva, con una mirada fija que no deja lugar a dudas.
⎯¿Y cuál es el objetivo de todo esto? ⎯pregunta él, empezando a comprender la magnitud de lo que le proponen.
Ana Eva se inclina hacia adelante, la intensidad en sus ojos es palpable.
⎯Gerardo, mi exmarido, está iniciando una nueva vida con una mujer mucho más joven. Quiero que sepa que he avanzado y que estoy en una posición de poder. Además, tengo planes para que su pequeño negocio se vea afectado. Y tú serás la pieza clave de este rompecabezas.
Xavier se queda en silencio, procesando la información. La ambición en los ojos de Ana Eva es contagiosa, y a pesar de la incredulidad, siente una chispa de emoción.
⎯En pocas palabras, me quiere para una venganza.
⎯Sí, aunque serías más una distracción. Quiero que él ⎯Ana Eva pausa, buscando la manera más efectiva de comunicar su plan⎯, vea que he avanzado en mi vida y que no me quedaré de brazos cruzados mientras él juega a ser feliz con otra. Tu papel será mostrarle que soy deseable, fuerte, y que puedo tener a cualquier hombre que elija.
⎯¿Y cómo planeas que eso afecte su vida? ⎯pregunta Xavier, sintiéndose más intrigado por el desenlace de este drama.
⎯Gerardo cree que puede salirse con la suya. Ha tomado decisiones sin pensar en las consecuencias. Mi objetivo es arruinar su imagen, desestabilizar su negocio de vinos y demostrarle que sus acciones tienen un precio ⎯Ana Eva habla con una determinación que lo atrapa, haciendo que Xavier se sienta cada vez más atraído por la idea de ser parte de algo tan audaz.
⎯Así que, si entiendo bien, no solo quieres que sea tu pareja en público, sino que quieres que todos crean que somos una pareja perfecta. ¿Y eso me hace un hombre de tu conveniencia? ⎯su tono es provocador, desafiando a Ana Eva a que lo convenza.
⎯Precisamente ⎯responde ella, sin titubear⎯. Tú serás mi aliado, mi cómplice. Quiero que la gente hable de nosotros, que hablen de lo bien que nos vemos juntos, y que se den cuenta de que puedo ser feliz sin él.
Xavier siente una mezcla de desafío y emoción. La idea de ser el centro de atención, de jugar un papel tan crucial en el juego de Ana Eva, le resulta seductora.
⎯¿Y qué obtengo a cambio? ⎯pregunta, manteniendo su mirada fija en la de ella.
⎯Una gran suma de dinero, experiencia en un mundo del que no tienes acceso actualmente, y, si juegas bien tus cartas, oportunidades que te abrirán muchas puertas. Te prometo que no te arrepentirás de entrar en este juego. ⎯Ana Eva se inclina hacia él, su mirada intensa lo hipnotiza.
Xavier se siente atrapado entre la lógica y la atracción por la mujer que tiene enfrente.
Ana sabe que lo tiene atrapado, así que voltea y saca de su bolsa un sobre amarillo y lo desliza por la mesa. Él lo toma y al abrirlo nota que es un contrato.
⎯Leelo con atención ⎯le pide Ana.
Xavier abre el contrato y comienza a leer, sus ojos recorriendo las cláusulas que parecen revelarle más sobre el juego en el que se está involucrando.
⎯CONTRATO DE PRESTACIÓN DE SERVICIOS E IMAGEN PERSONAL ⎯anota en voz alta, su tono mostrando sorpresa.
Ana Eva lo observa, satisfecha con su reacción, mientras él sigue leyendo en silencio. En su mente, se va formando una imagen de lo que se espera de él:
Objeto del contrato: Se detiene en la primera cláusula que explica que él será la pareja oficial de Ana Eva en eventos sociales y de negocios, proyectando una imagen de éxito y sofisticación. Su corazón late más rápido al darse cuenta de la seriedad del compromiso que está por asumir.
Obligaciones del Contratado: Al llegar a esta sección, su atención se centra en lo que deberá cumplir. Se compromete a mantener una excelente presentación física, a estar en forma y a asistir a sesiones de estilismo. A medida que avanza, se da cuenta de que deberá estudiar y prepararse para interpretar a un hombre de negocios cosmopolita.
⎯¿Debo aprender sobre el vino? ⎯pregunta, interrumpiendo su lectura, un toque de humor en su voz.
⎯Exactamente, y mucho más ⎯responde Ana Eva, sonriendo levemente. ⎯No solo eso, también tendrás que estar disponible para viajar y asistir a diversos eventos, tanto aquí como en el extranjero.
Xavier levanta la vista, sintiendo la presión de la tarea que le espera. La idea de estar en constante movimiento y en el ojo público le resulta tanto emocionante como abrumadora.
Confidencialidad: La cláusula que le llama la atención habla de la confidencialidad. No podrá hablar con familiares o amigos cercanos durante la vigencia del contrato. Eso le genera un leve nudo en el estómago, pero decide seguir adelante.
⎯Esto es serio ⎯murmura, más para sí mismo que para ella.
Ana Eva asiente, viéndolo asentir a medida que continúa leyendo. A cada cláusula que él pasa, su mente se llena de la intensidad del papel que le están ofreciendo, mientras se imagina en ese papel de “pareja perfecta”.
Finalmente, llega a la parte donde se especifica la compensación económica y gastos cubiertos, lo que hace que sus ojos se iluminen. Ana Eva observa su expresión, segura de que ha picado su interés.
⎯Y si incumples alguna cláusula, te arriesgas a devolver el dinero que te pague y más ⎯añade Ana Eva, su voz clara y autoritaria.
Xavier se detiene y la mira, la seriedad de su expresión le recuerda que no es solo un juego.
⎯Esto no es solo una aventura, ¿verdad? ⎯pregunta, su voz baja.
⎯No. Es un plan. Uno que he trazado con cuidado ⎯responde Ana, firme⎯. Y tú serás fundamental en ello.
Finalmente, cierra el contrato y lo mira a los ojos, sintiendo una conexión inesperada en medio de la frialdad del acuerdo.
⎯¿Aceptas? ⎯pregunta ella, su voz retadora.
Xavier mira el contrato, viendo los espacios en blanco donde solo necesita poner su nombre y su firma. Un impulso lo recorre, pero no se atreve a tomar la pluma. La incertidumbre lo envuelve. ¿Qué implica realmente este acuerdo?
La vida que ha llevado hasta ahora, aunque modesta, tiene sus comodidades. Trabajar en el bar le permite conocer gente interesante, hacer contactos y vivir la vida que ha soñado, aunque de forma limitada. Pero aquí, ante Ana Eva, tiene la oportunidad de cruzar a un mundo desconocido, lleno de glamour y peligros que aún no puede comprender del todo.
⎯Es un compromiso grande ⎯murmura, la duda entrelazándose con la emoción. La imagen de ella, elegantemente vestida y enigmática, lo tienta. Ana Eva representa un universo que nunca ha explorado, una vida de lujos y sofisticación, pero también de intrigas y conflictos.
⎯Lo sé, pero también es una oportunidad única ⎯responde ella, su voz suave pero firme. ⎯No muchos pueden decir que han jugado en las grandes ligas. Esto puede ser el comienzo de algo extraordinario para ti.
La tentación crece en su interior. Piensa en lo que podría lograr, en las puertas que se abrirían. Sin embargo, no puede evitar recordar su vida actual, la seguridad de su rutina, los amigos que ha hecho en el bar. ¿Está dispuesto a dejarlos atrás?
Ana Eva, percibiendo su hesitación, le ofrece una sonrisa comprensiva, pero hay un destello de desafío en su mirada. Ella sabe que Xavier tiene el potencial que necesita y que él debe darse cuenta de su propio valor.
⎯Piensa en lo que podrías aprender ⎯insiste. ⎯Te presentaré a personas influyentes, te abriré puertas que ni siquiera sabías que existían.
Finalmente, Xavier siente una mezcla de miedo y adrenalina. La vida siempre ha sido un juego de oportunidades, y esta podría ser la suya. Respira hondo y, tras un momento de silencio, se siente decidido. La incertidumbre y la emoción se entrelazan, creando un torbellino en su estómago.
⎯¿Y si no puedo cumplir con lo que esperas de mí? ⎯pregunta, el temor aún presente en su voz.
⎯No te preocupes, te guiaré en cada paso ⎯asegura Ana Eva, inclinándose ligeramente hacia él, como si compartiera un secreto. ⎯Te prepararé para esto. Solo necesitas creer en ti mismo.
El eco de sus palabras resuena en su mente. La idea de ser alguien más, de reinventarse, de dejar atrás sus limitaciones lo seduce. Con un último vistazo al contrato, siente que está al borde de un precipicio, y la única forma de seguir es saltar.
Con determinación, finalmente toma la pluma. Sus dedos rozan la superficie del papel, dejando una pequeña huella. En un movimiento decidido, escribe su nombre en el espacio correspondiente. La tinta negra brilla bajo la luz del restaurante, un símbolo de su nueva vida, un paso hacia lo desconocido.
⎯Acepto ⎯declara, levantando la mirada para encontrar los ojos de Ana Eva, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo.
Ana Eva toma el contrato, lo firma y lo guarda en su bolsa.
⎯Muy bien… vamos.
Ella se pone de pie con una gracia que sólo una mujer de su estatura y porte podría tener, y Xavier la imita, aún un poco inseguro sobre lo que acaba de suceder. La adrenalina corre por sus venas; acaba de comprometerse a jugar un papel en un juego mucho más grande que él.
⎯¿A dónde? —pregunta, el tono de su voz traicionando su nerviosismo. La idea de irse a un lugar tan diferente y desconocido lo hace dudar por un instante. Sin embargo, la determinación en la mirada de Ana Eva lo hace sentir que no hay vuelta atrás.
⎯A Nueva York —responde ella, como si ese viaje fuese solo un asunto de rutina, con una seguridad que lo deja sin aliento. ⎯Necesitamos tiempo para prepararte.
Con eso, se da la vuelta y comienza a caminar hacia la salida del restaurante. Sin pensarlo, Xavier simplemente la sigue, sintiendo cómo cada paso que da lo aleja más de la vida que conocía.
WOW, nada tonta, eligiendo 😂😂😂 Quiero sufrir como ella!!!
Esta historia promete mucho, eres excelente atrapando nuestro interés Ana, que empiece el juego jajajaja
Uffff pero que mente la de esta mujer, excelente, quisiera tener el poderio de Ana Eva jajaja, llorar con miles de euros jajajaja (aunque parece que no lloró nada) y ahora con semejante bizcocho, uffff 🤤🤤🤤 jajaja
Uff me encanta esta mujer y su manera de ser!!