Titular: Divorcio millonario entre Ana Eva Santander y Gerardo Salles sacude al mundo empresarial: en disputa millones y la prestigiosa bodega de vinos.

Madrid, España -El mundo empresarial y social ha sido sacudido por la noticia del divorcio entre Ana Eva Santander, directora general de Santander Vinos S.A., una de las bodegas más prestigiosas de España, y Gerardo Salles, empresario del sector inmobiliario. Tras años de matrimonio, la separación promete ser una de las más comentadas y costosas en la historia reciente, con millones en juego y declaraciones que sugieren una ruptura más que conflictiva.

Disputa por el imperio vinícola

En el centro del conflicto se encuentra la bodega “Santander”, una empresa familiar con más de cinco décadas de historia, que ha sido dirigida por Ana Eva durante los últimos años, elevándola a nuevas alturas de éxito. Se especula con que Salles podría estar reclamando una parte significativa del valor de la bodega, dado que durante el matrimonio se hicieron importantes inversiones y ampliaciones en la empresa.

Sin embargo, fuentes cercanas a la familia Santander indican que Ana Eva está dispuesta a luchar por mantener el control absoluto de la bodega. “No permitiré que Gerardo toque ni una botella de lo que mi familia ha construido por generaciones”, comentó Santander a una fuente anónima. La empresaria ha dejado claro que está preparada para una batalla legal que podría prolongarse durante meses, si no años.

Los bienes en juego

Además de la bodega de vinos, hay una considerable fortuna en juego. Entre los activos que están siendo disputados se incluyen varias propiedades de lujo en Madrid, una villa en la Costa del Sol y una colección de arte valorada en varios millones de euros. Los medios han informado que Salles ha contratado a uno de los mejores bufetes de abogados de divorcios en Europa, lo que indica que también está listo para dar pelea.

Salles, por su parte, ha emitido un comunicado en el que niega tener intenciones de “arruinar” a Ana Eva, pero dejó entrever que también tiene sus propias pretensiones sobre los bienes adquiridos durante el matrimonio. “Este no es solo un asunto de dinero; es una cuestión de justicia y de reconocer lo que ambos hemos construido juntos”, declaró Salles a la prensa.

Declaraciones públicas

Las declaraciones de ambos cónyuges han sido cuidadosamente gestionadas por sus equipos legales y de comunicación, pero han dejado entrever la hostilidad que se está gestando detrás de los tribunales. Mientras que Ana Eva mantiene un perfil bajo, pero contundente, con respecto a los bienes en disputa, Salles ha adoptado una postura más pública, sugiriendo que él fue una pieza clave en el crecimiento de la empresa vinícola.

En una reciente entrevista, Ana Eva fue categórica: “Santander Vinos es y siempre será una empresa de mi familia. Cualquier intento por dividirlo no solo es una falta de respeto a mi trabajo, sino a la historia que hay detrás.”

Salles, por su parte, ha evitado declaraciones directas contra Ana Eva, pero insinuó que el crecimiento de la bodega fue posible gracias a sus inversiones y contactos. “Lo que quiero es lo que me corresponde por derecho. No se trata de venganza ni de destruir lo que ella ha construido, sino de lo que legítimamente me pertenece.”

Rumores y especulaciones

Entre las especulaciones que rodean el caso, algunos medios han señalado que la verdadera causa del divorcio podría estar relacionada con la reciente aparición de Gerardo Salles en el sur de España, donde se le vio disfrutando en un lujoso yate en compañía de una joven modelo. Ana Eva ha evitado comentar sobre los rumores, pero varias fuentes cercanas a ella aseguran que este ha sido un golpe personal, lo que podría explicar la intensidad de la disputa legal.

El divorcio entre Ana Eva Santander y Gerardo Salles se perfila como uno de los más complicados y millonarios de los últimos tiempos, y el mundo empresarial sigue de cerca cada movimiento. Mientras tanto, ambos siguen en pie de guerra, con abogados y estrategias bien definidos para enfrentarse en una batalla legal que podría cambiar el futuro de la bodega Santander.

Nueva York, dos semanas después. 

Xavier nunca había pisado Nueva York antes. Aunque por su ascendencia americana tenía pasaporte, la gran manzana era un mundo completamente nuevo para él. Había nacido en Estados Unidos, por accidente, como solía decir con una sonrisa amarga. Su madre había vivido en aquel país cuando quedó embarazada, pero su embarazo había sido prematuro, y en ese instante las circunstancias se le escaparon de las manos. Según Xavier, todo había sucedido “por error”. Su madre no había querido que él naciera en territorio estadounidense, pero el destino no le dio opción. La idea de que su hijo naciera allá nunca fue parte de sus planes.

Después de aquel pequeño “accidente”, su vida tomó otro rumbo. Se trasladaron a México, donde vivió con su madre por unos años, pero fue en España, con su padre, donde finalmente encontró un hogar estable. Su padre había decidido mudarse a Málaga con él, y allí, en esa tranquila ciudad costera, Xavier creció. Su madre, en cambio, había regresado a Estados Unidos, construyendo una nueva vida para ella misma, sin espacio para Xavier. Pronto formó su propia familia, pero nunca incluyó a su hijo en esos planes. 

Así, el niño quedó bajo la tutela de su padre, quien le brindó lo que pudo mientras crecía. Para Xavier, su padre fue su único apoyo constante, su amigo y protector. Fue él quien le enseñó a ganarse la vida, a ser responsable, a aprovechar las oportunidades que se le presentaban. Su padre se convirtió en su único mundo, y a su lado se forjaron los lazos más fuertes de su vida.

Xavier, tan solo aterrizó en Nueva York, se dio una idea del porqué Ana Eva lo había enviado ahí porque él necesitaba ser una sorpresa, un elemento inesperado en su vida, esa que según los periódicos se estaba cayendo a pedazos. Nueva York sería la base dónde lo convertirían en eso que Ana Eva deseaba, ese que le ayudaría a su venganza. 

Desde el momento en que Xavier llegó a Nueva York, la preparación para su nuevo papel comenzó en serio. Los primeros días fueron abrumadores. Se despertaba temprano y se sumergía en una rutina que nunca había conocido. Fotografías, medidas, pruebas de vestuario, y sesiones de estilismo. Los profesionales que Ana Eva había contratado se aseguraban de que cada detalle estuviera controlado. Había que crear una imagen de éxito rotundo, y Xavier tenía que transformarse en alguien que no había sido jamás.

El gimnasio, que al principio le parecía como un lugar en donde simplemente fortalecería su cuerpo, se convirtió en un espacio fundamental para la transformación física que requería su papel. La rutina era extenuante, diseñada para esculpir su cuerpo con precisión. Cada día, sus músculos se definían más. Abdominales, brazos, espalda. La fuerza que había ganado en poco tiempo ya era evidente. Junto con el ejercicio, su dieta también estaba estrictamente controlada, diseñada para mantener su cuerpo en la mejor forma posible. Comida saludable, rica en proteínas y nutrientes, pero sin ningún capricho. Todo bajo la supervisión de un nutricionista que monitoreaba de cerca cada ingesta.

Pero la preparación no se limitaba solo al aspecto físico. También debía adquirir un conocimiento profundo sobre el mundo del vino, ya que formaría parte esencial de su papel. Ana Eva había sido clara: Xavier debía parecer un experto en el tema. Por lo tanto, sus días se llenaron de lecturas sobre la historia de los viñedos de Santander, la crianza de sus vinos, las variedades que producían, y cómo estos se posicionaban en el mercado internacional. Para lograr ese nivel de expertise, comenzó a leer libros especializados, asistir a seminarios virtuales y practicar el vocabulario técnico relacionado con la viticultura.

En el lujoso departamento de Ana Eva en Manhattan, las horas pasaban entre ensayo y ensayo, sumidos en libros y más libros. Xavier sentía que estaba construyendo una identidad completamente nueva, una identidad que, aunque ficticia, debía ser tan sólida que no dejara lugar a dudas.

La primera semana se fue rápidamente en una constante acumulación de información y ajustes. Xavier estaba tan centrado en su preparación que ni siquiera tuvo tiempo de detenerse a pensar en la enormidad del papel que debía desempeñar. Su enfoque era total: debía ser convincente, o de lo contrario, la venganza de Ana Eva quedaría en peligro.

La segunda semana, sin embargo, trajo consigo una nueva fase de su formación: los archivos. Ese día, después de una jornada agotadora en el gimnasio y una larga tarde de lectura, Fernando entró en el departamento con un maletín que llevaba bajo el brazo. Con una expresión que reflejaba profesionalismo y seriedad, le entregó varios documentos gruesos que contenían todo lo necesario para continuar con la preparación de Xavier.

⎯Aquí tienes ⎯dijo Fernando, entregándole los archivos. Xavier los toma, observando el grosor de los documentos. No está seguro de si debe sentir miedo o emoción, pero lo que tiene claro era que su vida, a partir de ese momento, se transformará por completo⎯. Esto te dará una idea de lo que tienes que hacer ⎯contina Fernando, señalando los papeles⎯. Prepárate, porque no solo te vas a convertir en alguien nuevo, sino que vas a tener que ser convincente.

Xavier se acomoda en el sofá y abre uno de los archivos. El primer documento era un resumen exhaustivo del papel que debe desempeñar.

El papel del “nuevo amante. Esa es la primera gran revelación. Aunque lo había pensado varias veces, ya que estaba seguro que ese era el papel que estaba a punto de actuar, leerlo en un documento impersonal hacía que la magnitud de la tarea fuera más clara. No solo es un juego de aparentar; debe convertirse en alguien con un pasado, una historia, una presencia que nunca ha tenido antes.

⎯Parece que la Señora Santander tiene todo bien estructurado ⎯le dijo a su amigo, que ya había regresado de la cocina con dos cervezas en la mano. Le da una a Xavier que toma sin dudarlo. 

⎯La señora Santander es la mujer más organizada que podrás encontrar en la vida. Necesita control, le gusta el control ⎯aclara Fernando. 

⎯Ya veo… 

Fernando abre el segundo archivo, este detalle los aspectos de su imagen. Él vio las fotografías que le habían tomado al llegar, al lado de fotografías de hombres de negocios exitosos, sofisticados. Estaba obligado a seguir con la rutina estricta de gimnasio, dieta y sesiones de spa. 

⎯Literal llevas la rutina de la señora Santander. Si te consuela, ella también hace ejercicio, lleva una dita estricta y tiene sesiones de estilismo ⎯habla Fernando, al notar el rostro de su amigo. 

⎯Ya veo ⎯ pronuncia Xavier. 

⎯También tienes que dominar el arte de la etiqueta ⎯continúa Fernando⎯, aprender a comportarte con naturalidad en los círculos de la alta sociedad. Los modales, el lenguaje, la postura, la expresión facial. Todo debe estar a la altura del hombre que conquistaría a Ana Eva. 

⎯En pocas palabras, su marido ⎯habla Xavier. 

⎯No. El marido que ella quiere. La señora Santander siempre obtiene lo que quiere ⎯contesta Fernando, con un aire de misterio⎯. Tienes que proyectar a alguien que ha vivido en el extranjero, que ha estado viajando por el mundo y que tiene un éxito notable. Si no lo haces bien, la venganza de Ana Eva fracasará. Y no es algo con lo que quieras meterte.

⎯Suena como amenaza ⎯dijo Xavier, tomando un sorbo de cerveza. 

⎯No, tómalo como un recordatorio de posibles repercusiones ⎯reformula Fernando, haciendo sonreír a Xavier⎯. En ese último archivo, tienes la información clave sobre los eventos que vas a asistir y lo que necesitas saber de Ana Eva. 

Con curiosidad, Xavier abre el archivo y comienza a leer. Ahí encuentra vasta información precisa. Los archivos están llenos de detalles: desde los nombres de las personas que asistirían a las cenas y reuniones, hasta los nombre de los socios del negocio de Santander Vinos. También hay indicaciones sobre cómo debe comportarse en público, cómo interactuar con cada tipo de persona, y qué actitudes debe evitar.

Además de estos detalles, había una lista de eventos de alto nivel a los que asistiría. Desde cenas de gala en restaurantes exclusivos de Manhattan hasta reuniones privadas en bodegas de lujo en el Valle de Napa. Cada uno de esos eventos tenía su propio protocolo, y Xavier debía aprender los modales correctos para la ocasión.

⎯Tu debut será en dos semanas en Madrid, en el evento principal de los Santander ⎯agrega Fernando. 

⎯Y, ¿ese cuál es? ⎯pregunta Xavier. 

Fernando se cruza de brazos, algo molesto. 

⎯Pensé que ya te lo sabías. 

⎯Es broma. Es la Gran Feria Anual de vinos Santander ⎯responde de inmediato, al notar que Fernando se ha molestado. 

⎯No vuelvas a bromear con eso… ¿Vale? ⎯le pide Fernando. 

Xavier pone los documentos sobre la mesa y tomando su cerveza se recarga sobre el cómodo sofá. La hermosa vista a Central Park se despliega ante él. La tarde ya está por terminarse así que el cielo está en sus mejores tonos naranjas y amarillos. La vista desde ese departamento es espectacular. 

⎯Pues, me parece perfecto todo, pero, hay algo que falta. 

⎯Y, ¿eso qué es? ⎯pregunta Fernando. 

⎯Que no hay nada de información personal de la Señora Santander, nada. Me dice cómo tengo que ser, cómo debo vestir y responder, pero, no hay nada de ella. Así que cuéntame, ¿qué sabes sobre la Señora Santander que pueda ayudarme con mi gran actuación?, ¿cómo empezaste a trabajar con ella? 

⎯Fui su practicante ⎯contesta Fernando, como si tuviese ensayada esa respuesta⎯. Durante un año y después pasé a ser su asistente de oficina y finalmente personal. 

⎯Ajá ⎯contesta Xavier, invitando a que continúe. 

⎯Y continúo trabajando ⎯agrega el hombre. 

Se hace un silencio incómodo entre los dos. Al parecer, Fernando no está autorizado para decirle información de Ana Eva. 

⎯¿Algo más? ⎯pregunta Xavier. 

⎯Pues… no sé qué más quieras saber… 

⎯Todo, absolutamente todo… ⎯contesta Xavier. 

⎯Bueno… ¿Para qué? Ahí tienes lo que necesitas. ⎯Lo invita a revisar los papeles. 

⎯Sí. Tengo su agenda, su curriculum y su vida empresarial pero… Aquí dice que soy su amante, y los amantes no se conocen de esta manera. Se supone que debo fingir que estoy loco por ella, pero, ¿cómo puedo estar loco por alguien si no sé su vino favorito?, o, ¿su color favorito?, ¿cuál es su signo zodiacal?, ¿qué tal el lugar donde le gusta besarla?, ¿me entiendes? ⎯habla Xavier, haciendo una pausa en cada pregunta. 

⎯Bueno, es que… ⎯Trata de contestar Fernando, pero él no está al tanto de cosas más íntimas sobre su jefa. 

⎯Y, ¿por qué no me lo preguntas a mí? ⎯se escucha la voz de Ana Eva, y cuando Xavier voltea lentamente hacia la entrada del departamento. Ana Eva, con su porte impecable y la expresión fría que siempre la caracteriza, aparece en la puerta con el ama de llaves quitándole el abrigo. Su mirada fija en Xavier es incisiva, como si estuviera midiendo cada palabra, cada reacción.

⎯¿Cómo te encuentras, Xavier? ⎯pregunta, en tono neutro, mientras cruza la habitación con paso firme. 

Xavier se reincorpora, dándose cuenta de que la mujer que está a punto de hacer su vida aún más complicada está justo frente a él. Fernando, por su parte, permanece quieto, como si ya estuviera acostumbrado a la presencia de Ana Eva en el lugar. 

⎯No te preocupes, ya había tenido un par de preguntas… ⎯Xavier dice, su tono algo desafiado, pero se nota que la aparición de Ana Eva le ha puesto un poco más nervioso de lo que había planeado.

⎯¿En serio? ⎯la voz de Ana Eva es cálida, casi sarcástica. ⎯Dime, ¿qué tipo de preguntas? Quizá pueda responderlas, si es que son realmente importantes para tu… actuación.

Xavier, tomando una bocanada de aire, se decide a ir directo al grano.

⎯Quiero saber más sobre ti. Lo que sea. Es relevante que entienda todos los aspectos de tu vida, porque si esto va a funcionar, debo estar tan metido en el personaje que sea incapaz de distanciarme de ti. Necesito saber qué te hace feliz, qué te molesta. ¿Qué es lo que te gusta beber o a qué lugar sueles ir cuando necesitas escapar de todo? Lo que sea.

El silencio se extiende en la habitación mientras Ana Eva lo observa, como si estuviera considerando el peso de sus palabras. Fernando, por su parte, parece inquieto, como si lo que Xavier acaba de decir no era algo que había considerado.

⎯Muy bien ⎯dice Ana Eva, finalmente, con una expresión casi imperturbable. ⎯Te daré lo que necesitas, pero, espero que lo demás puedas descubrirlo conforme a la marcha. 

Fernando se dirige hacia el bar del piso para ofrecerla algo, pero ella le dice con un gesto que no. Xavier la observa, esperando la respuesta que sigue. Ana Eva, sin perder su elegancia, avanza hacia él, parándose justo cerca de su cuerpo, tan cerca que el aroma de su perfume lo abraza por completo. 

Ana Eva se muerde el labio. 

⎯Mi vino favorito ⎯comienza, ⎯es el Santander Reserva 2015, porque fue el primero que dirigí desde el inicio; en pocas palabras yo lo hice para mí. Es una añada especial, como lo soy yo. Mi color favorito… es el negro. Es sofisticado y poderoso. ¿Signo zodiacal? Géminis.

⎯Bien… ⎯contesta Xavier, en un tono grave y sexy. 

⎯Espera, no he respondido todas tus preguntas ⎯le aclara⎯. ¿Dónde me gusta que me besen? ⎯hace una pausa, y sus ojos se encuentran con los de él. ⎯En el cuello. 

Xavier, con la respiración contenida, no puede evitar fijarse en los pequeños detalles que hasta ese momento le habían pasado desapercibidos. La presencia de Ana Eva lo envuelve de una manera casi hipnótica. Ella, en su imponente figura, parece estar a años luz de cualquier mujer que él haya conocido, aunque sea solo por el aura que emana. 

Su piel, perfectamente tersa y cuidada, refleja la luz cálida del atardecer que entra por las ventanas del apartamento. No es la piel de una mujer que haya sido tocada por el tiempo, sino que parece atesorar la juventud como si fuera algo eterno. Cada uno de sus movimientos es calculado, elegante.

Xavier la observa sin que ella lo note, pero no por mucho tiempo. Se da cuenta de que su rostro tiene una expresión dura, como si nada pudiera tocarla. Sus facciones son afiladas, pero con una belleza innegable. La nariz fina, recta y perfectamente esculpida, la mandíbula marcada, y los labios, aunque en su mayoría sellados, parecen estar a punto de soltar algo mucho más profundo, algo que no ha revelado. 

Lo que más le llama la atención, sin embargo, son sus ojos. Esos ojos oscuros, casi opacos, que al principio parecen implacables, pero en ese mismo instante, cuando Ana Eva lo mira de cerca, Xavier ve algo diferente: una fragilidad contenida. Una verdad oculta detrás de la dureza que lleva en su mirada. Un secreto que no se atreve a revelar, pero que está ahí, en el brillo apagado de sus pupilas. Como si estuviera cargada con una vida de experiencias y heridas que no son evidentes a simple vista.

⎯Vamos a salir a cenar… ⎯finaliza la conversación, para luego darse la vuelta y dirigirse a las escaleras. Las habitaciones estaban en a segunda planta⎯. Salimos en 5 minutos. 

⎯Bien… ⎯responde Xavier. 

Ana Eva desaparece, sin decirle a dónde irán. Xavier voltea hacia Fernando y él encoge los hombros. 

⎯Supongo que escoger el conjunto correcto es tu primero prueba ⎯contesta. 

***

Xavier no estaba seguro si había sido pura suerte o si había aprendido lo suficiente para leer los gustos y las intenciones de Ana Eva, pero esa noche, su elección de vestuario fue un acierto total. Su traje oscuro, perfectamente ajustado a su figura, no solo destacaba su porte elegante, sino que curiosamente hacía juego con el vestido que Ana Eva había elegido para la ocasión. Era como si hubieran coordinado cada detalle, como si llevaran años juntos.

Ana Eva vestía un conjunto sobrio pero con un toque de sofisticación. Un vestido negro de seda que caía como una cascada, resaltando sus largas piernas y marcando sutilmente su esbelta silueta. Los detalles dorados en sus pendientes y el delicado cinturón que ceñía su cintura coincidían con la corbata de Xavier, de un tono dorado pálido, justo lo suficiente para hacer eco de los accesorios de ella, pero sin robar protagonismo.

Cuando llegaron al restaurante en Manhattan, un sitio famoso por su exclusividad y su ambiente elegante, no utilizaron la entrada principal. Era parte del plan de Ana Eva mantener a Xavier fuera de los reflectores por el momento. Debutará cuando yo lo diga, no antes, le había advertido a Fernando días antes. Así que, con un movimiento calculado y casi clandestino, entraron por la puerta trasera, lejos de los flashes de los paparazzi y las miradas curiosas de los comensales habituales.

El restaurante, conocido por albergar a los más poderosos y discretos de Nueva York, era un lugar donde las celebridades y magnates podían disfrutar de una cena tranquila sin temer ser observados. Xavier apenas había tenido tiempo de asimilar todo lo que estaba viviendo, pero cada paso que daba junto a Ana Eva lo sumergía más en su nuevo rol.

Al caminar detrás de ella, notó cómo todo el equipo del restaurante parecía conocerla. No había necesidad de presentaciones ni de aclaraciones; con solo un gesto, el concierge les indicó el camino a una mesa privada, apartada del bullicio principal. Xavier, observando todo, se dio cuenta de que Ana Eva tenía control absoluto sobre cada situación, incluso aquí, en un entorno donde parecía que la mayoría de los comensales eran tan influyentes como ella.

El ambiente era perfecto: luces tenues, el suave murmullo de conversaciones discretas y el sonido de copas de vino que chocaban suavemente en brindis silenciosos. Mientras tomaban asiento, Xavier no pudo evitar observarla una vez más. En ese momento, no era solo la belleza externa de Ana Eva lo que lo cautivaba, sino la sensación de poder que irradiaba. Se preguntaba cómo alguien podía estar tan en control, tan segura de sí misma en todo momento.

El silencio entre ellos era cómodo, como si ambos entendieran que esa cena no era solo una comida, sino una parte importante de la preparación para lo que estaba por venir. Ana Eva, con sus gestos medidos, le ofreció una sonrisa leve, lo suficientemente distante para recordarle su lugar, pero con un toque de satisfacción, como si estuviera complacida de que Xavier estuviera cumpliendo con sus expectativas.

Xavier tomó una profunda respiración. Sabía que, aunque todavía estaba aprendiendo, cada día que pasaba con Ana Eva lo acercaba más a ese personaje que debía interpretar. 

⎯¿Qué beberá hoy, señora Santander? ⎯pregunta el capitán de meseros. 

Ana Eva voltea a ver a Xavier y con la mirada le indica que es su turno de hablar. 

⎯Una botella del mejor vino de la casa, un Cabernet Sauvignon, por favor ⎯responde Xavier, sin dudar, aunque por dentro siente un ligero nerviosismo. Sabe que esa es su primera prueba real en público. Ana Eva lo observa, impasible, pero en sus ojos brilla una chispa de aprobación.

El capitán de meseros asiente y se retira con discreción, dejando a Xavier con la sensación de que acaba de pasar una pequeña prueba. Ana Eva no dice nada de inmediato, simplemente toma una ligera bocanada de aire, como si analizara su elección.

⎯Buen gusto ⎯dice finalmente, con su voz suave pero firme⎯. Aunque la próxima vez, asegúrate de conocer bien la carta antes de pedir. Aquí tienen un Syrah que habría sido más adecuado para la ocasión. También te felicito por no haber escogido un vino Santander.

⎯Leí, por ahí, que nunca tomas de tu propio vino afuera; siempre en casa ⎯responde Xavier, esbozando una sonrisa calculada mientras sostiene la mirada de Ana Eva.

⎯Eso es correcto ⎯contesta ella con una inclinación leve de cabeza, manteniendo su compostura.

⎯Y también que los vinos Santander no tienen mucha presencia en América, así que pedirlo en un lugar como este sería un lujo innecesario, aunque claro, para ti no habría problema alguno. Pero pensé que esta noche se trataba de algo más que lujo, algo más… discreto. ⎯Xavier finaliza, jugando con la tensión en el aire, buscando una respuesta en su rostro.

Ana Eva sonríe, aunque esta vez la curva de sus labios es sutil, como si fuera una mueca de aprobación escondida.

⎯¿Pasé la prueba? ⎯pregunta él, su tono más ligero, aunque en sus ojos hay un desafío latente.

Ella suspira, pero no de agotamiento; es más bien una señal de paciencia medida. 

⎯Conmigo no tienes que pasar pruebas, Xavier. Yo sé desde el principio que esto es falso, un montaje bien elaborado. La verdadera prueba no es conmigo. ⎯Hace una pausa, permitiendo que sus palabras calen hondo⎯. La prueba es con mis socios, mis amigos, mi marido… incluso mis hijos. Ellos son quienes deben creerte, quienes deben vernos y pensar que tenemos una relación auténtica. Ellos son tu desafío. Si no te creen, todo esto se vendrá abajo.

Xavier sonríe, llamando la atención de Eva. 

⎯¿Qué sucede? ⎯dice ella. 

⎯Siempre has sido así… Tan directa ⎯le comenta. 

El vino llega a la mesa, presentado con elegancia por el mesero. Ana Eva observa en silencio mientras la botella es descorchada con suavidad. Xavier, sin esperar una indicación, toma la botella y la inclina cuidadosamente para servir el vino en su copa primero, siguiendo los protocolos que había estudiado en detalle durante su preparación.

Levanta la copa a la altura de su rostro, observando el color profundo del vino bajo la luz suave del restaurante. Luego acerca la copa a su nariz, inhalando los aromas con una expresión de seriedad que imita a la perfección el comportamiento de un sommelier. Da un pequeño sorbo, dejando que el vino repose en su boca unos segundos antes de tragarlo lentamente.

Ana Eva lo observa atentamente, midiendo cada uno de sus movimientos, cada gesto. Él no solo prueba el vino; está actuando como un hombre que sabe exactamente lo que está haciendo.

⎯Es perfecto ⎯dice Xavier, finalmente, con una sonrisa segura mientras sirve el vino en la copa de Ana Eva.

Ana Eva toma la copa sin desviar la mirada de él, y sin decir palabra alguna, da un pequeño sorbo. Su rostro permanece impasible, pero algo en la forma en que apoya la copa de nuevo sobre la mesa indica que ha quedado satisfecha. Xavier pasa la primera de muchas pruebas.

⎯Entonces, ¿siempre has sido así? ⎯continua con la conversación. 

⎯Supongo ⎯responde⎯. Me desenvuelvo en un mundo donde los hombres son mayoría, así que debo tener el temperamento y la actitud para sobrevivir. Soy directa, porque a los hombres no les gustan los rodeos. No suelo hacer dramas porque no es bien visto. 

⎯Pero, si le gusta planear venganzas ⎯habla Xavier. Él toma otro sorbo y deja la copa sobre la mesa⎯. Dime, ¿por qué lo hace?, ¿cuál es la razón de la venganza?, ¿dejarlo sin dinero? 

⎯No ⎯contesta Eva, sin más. 

⎯¿Entonces? ⎯insiste. 

⎯Lo hago porque lo deseo… ⎯Ana Eva lo mira fijamente, su rostro permanece impasible, pero sus ojos revelan una chispa de incomodidad. Xavier ha tocado una fibra sensible, algo que ella no esperaba discutir, y mucho menos con él⎯.Te atreves a cuestionarme sobre algo que ni siquiera entiendes ⎯responde Ana Eva, con un tono controlado, pero frío, como si las palabras no pudieran afectarla. 

Xavier no se deja intimidar. Ya ha aprendido que, para sobrevivir en el mundo de Ana Eva, no puede permitir que el miedo o la duda lo dominen.

⎯No es un cuestionamiento, señora Santander. Es una observación ⎯responde él, su voz tranquila pero firme⎯. Para que esta farsa funcione, para que yo realmente pueda engañar a tus socios, a tu esposo, incluso a tus hijos, necesito más que detalles técnicos y una agenda llena de eventos. Necesito entender quién eres, qué sientes, si es que sientes algo.

Por primera vez, una sombra de sorpresa cruza el rostro de Ana Eva. No está acostumbrada a que alguien la desafíe de esa manera, y menos alguien que, hasta hace poco, era un desconocido en su mundo. Xavier, a su manera, ha dado un golpe certero. 

⎯Mis sentimientos no tienen relevancia en esto ⎯contesta ella, en un intento por retomar el control de la conversación⎯. Esto no es personal. Es un negocio.

Xavier sonríe levemente, como si hubiera anticipado esa respuesta.

⎯Todo es personal, Ana Eva. Y eso es lo que te hará ganar o perder en esto. Porque al final del día, las personas no son simples piezas en un tablero. ¿Qué crees que va a pasar cuando los que te rodean vean que somos falsos? Necesitarán ver algo real, algo tangible. Y para que yo pueda fingir esa relación, tú tendrás que abrirte, al menos un poco. Ahora dime, ¿por qué estás haciendo esto? ⎯insiste. 

Ana Eva se percata que Xavier no dejará de insistir, además de que él tiene razón, no quiere admitirlo, pero la tiene. Así que suspira y bajando la voz para que no la escuchen, le dice. 

⎯Lo hago porque quiero demostrarle a mi marido que no me puede quitar mi dignidad, mi nombre, mi reputación. Nunca he tenido la oportunidad de elegir algo que yo desee. Mis padres me dijeron qué estudiar, la carrera que debía seguir, y me escogieron a mi exmarido; era una buena alianza. Después, ese marido me quitó la única y primera oportunidad de conocer el amor. Le di tres hijos porque teníamos que tener descendencia, no porque estuviera locamente enamorada de él. No lo tomes a mal, amo a mis hijos, pero, no era la forma en que esperaba que ellos llegaran a mi vida.

Xavier permanece inmóvil, sin apartar la vista de ella, sintiendo cómo cada palabra profundiza la comprensión que tenía de su situación.

⎯Me quitó los mejores años de mi vida, para después, engañarme con una mujer menor que yo, e irse como si él fuera un héroe y yo quedarme como una mujer amargada, sola y vieja.

Ana Eva habla con una frialdad que solo podía provenir del dolor más profundo, de una herida que había tratado de cerrar, pero que seguía abierta.

⎯Ella no ha pasado tres embarazos, ni tres partos. No tiene que esforzarse para mantener la fortaleza de sus músculos, ni ponerse cremas para retrasar las arrugas. Él tiene otra oportunidad de comenzar de nuevo y yo, soy catalogada como “la dejada”, “la amargada”, “la pobre señora Santander”, a la que engañaron y cambiaron por una veinteañera. De pronto, ese hombre, con sus acciones, borró todos mis años de esfuerzo para convertirme en la empresaria que soy, la mujer en la que me he convertido, y ahora solo soy una mujer engañada.

Xavier, aún impactado por la intensidad de sus palabras, puede vislumbrar el verdadero motor de Ana Eva: no era simplemente una venganza por un matrimonio roto, era una batalla por su identidad, por todo lo que ella había construido y que ahora parecía desmoronarse ante los ojos de los demás. Aun así, seguía manteniendo el control, o al menos intentaba demostrar que lo tenía.

⎯Así que hago esto para enseñarle, no, para demostrarle, que hay consecuencias sobre sus actos. Que no se va a deshacer de mí tan fácil. Que no saldrá victorioso y se gastará el dinero que por años le di sin sentir al menos un poco de mi furia y si para que la siente tengo que rebajarme a su nivel, lo haré. No pude escoger mi carrera, a mi esposo, al padre de mis hijos, pero si puedo escoger a mi amante, a la persona que fingirá que está loco por mí. Puedo escoger cómo vengarme, puedo escoger cómo sanar. ¿Eso es lo que necesitabas saber?

Xavier, aunque había estado mudo hasta ese punto, no puede evitar sentir una mezcla de respeto y tristeza por lo que Ana Eva acababa de confesarle. Todo este tiempo pensó que solo era un juego de poder y prestigio, pero ahora se da cuenta de que para ella era mucho más personal. Era una última oportunidad de recuperar el control sobre su vida, una oportunidad que Xavier no podía fallar.

Xavier respiró hondo antes de responder.  

⎯Sí, lo necesitaba saber ⎯dijo, bajando ligeramente la voz, como si no quisiera romper el aire cargado que había entre ambos. 

Ana Eva lo observa detenidamente, sus ojos reflejan una mezcla de cálculo y algo más, una emoción que aún se mantenía oculta bajo capas de control. Al final, asiente despacio. 

⎯Bien. Ahora que lo sabes, trabaja con eso. Piensa que cuando esto termine, ya no me volverás a ver. Serás un hombre exitoso, habrás cumplido tu parte, y yo… habré dejado a mi esposo en la ruina.

La seguridad con la que Ana Eva pronuncia esas palabras hace que un escalofrío recorra la columna de Xavier. Por un segundo, se imagina ese futuro que ella le está ofreciendo: una vida de éxito, libertad financiera, un nombre propio. Todo lo que siempre le ha faltado. Sin embargo, también siente el peso del precio que tendrá que pagar por ello, un costo que, en este momento, ni siquiera puede calcular por completo.

⎯¿Cómo harás eso? ⎯pregunta Xavier, esta vez con más confianza. Ya no hay miedo en su voz, sino una curiosidad genuina por entender el plan en su totalidad.

Ana Eva sonríe, pero no es una sonrisa cálida. Es una sonrisa afilada, llena de intenciones ocultas. Se inclina ligeramente hacia él, apoyando los codos en la mesa, como si estuviera a punto de contarle un secreto que solo ellos dos pueden conocer.

⎯Mi esposo cree que todo gira a su alrededor, que porque se fue con una joven puede deshacerse de mí sin consecuencias. Se olvida de que soy yo quien maneja el verdadero poder en nuestra empresa ⎯dice Ana Eva, haciendo una pausa para asegurarse de que Xavier capta la seriedad de lo que está a punto de revelar⎯. Él piensa que es su dinero, pero en realidad es el mío. Y cuando menos se lo espere, voy a mover los hilos que ni siquiera sabe que existen. Fondos, acciones, inversiones que no entiende. En un par de meses, su imperio estará desmoronándose frente a él, y yo seré quien lo haya hecho posible.

Xavier la escucha con atención, absorbiendo cada palabra. Ana Eva está planeando desmantelar todo lo que su esposo ha construido, y lo hará con precisión quirúrgica.

⎯Pero, para que pueda hacer esto, tengo que distraerlo. ⎯Ana Eva toma un sorbo de vino y lo ve a los ojos⎯. Tú serás mi carta maestra, mi trofeo ⎯continúa Ana Eva, mirándolo a los ojos, como si quisiera asegurarse de que él comprende el peso de sus palabras⎯. Te presentaré ante todos como el hombre que me devolvió la vida, que me hizo sentir deseada nuevamente. Los rumores comenzarán, la prensa se hará eco, y cuando mi marido esté lo suficientemente distraído y humillado, lo destruiré financieramente. Será como si lo aniquilara en todos los frentes: personal, público, económico. Tú serás la chispa que encienda todo.

Xavier asimila su rol en el plan. Su papel no es únicamente interpretar un romance falso, sino ser la encarnación de lo que ese hombre ya no puede tener. Su presencia será la gota que colmará el vaso, la que empujará a su exesposo al abismo.

⎯Por eso es importante que te mantengas en forma, que te vistas bien, que seas encantador ⎯prosigue Ana Eva⎯, tienes que ser un hombre joven, lleno de vida, todo lo contrario a él. Haré que se sienta más viejo y miserable cada vez que te vea. La pregunta es, ¿lo haremos juntos?, ¿o necesitas más explicaciones o razones? 

Las palabras de Ana Eva caen como dagas en el aire. No hay espacio para la duda. Xavier se da cuenta de que está frente a una mujer acostumbrada a obtener lo que quiere, a planear cada detalle con precisión. Se siente atrapado en su mundo, pero también fascinado por la intensidad de su venganza. Nunca había conocido a alguien tan determinado, tan dispuesto a mover montañas con tal de conseguir su objetivo.

Ana Eva lo mira fijamente, inclinando la cabeza ligeramente mientras entrelaza las manos sobre la mesa, como esperando su respuesta.

⎯La pregunta es ⎯añade, su voz como un susurro cargado de poder⎯, ¿lo haremos juntos? ¿O necesitas más explicaciones o razones?

Xavier sabe que no necesita más. Lo ha entendido todo. Ella lo ha escogido, le ha mostrado su mundo, y ahora le ofrece la llave para ser parte de algo más grande. A su lado, él también tiene la posibilidad de cambiar su vida por completo, de convertirse en alguien más. Pero a la vez, la magnitud de lo que está a punto de hacer lo estremece. Esta no es una simple actuación, es una guerra de alta costura, glamour y destrucción emocional.

Xavier levanta su copa y la pone a la altura de su rostro. 

⎯Por la señora Santander, para que consiga lo que quiera ⎯dice, con una mirada penetrante y una sonrisa encantadora. 

⎯Por Xavier Blanco, el socio de la señora Santander. 

⎯El amante ⎯corrige él, guiándole un ojo⎯. El amante de la señora Santander. 

3 Responses

  1. Ufff este capitulo estuvo candente. Se sintio la tensión, y ya lo esta poniendo nervioso, le esta calando, es que una mujer asi, lo va a descontrolar jejejeje y le va a conquistar ese corazoncito, le va a devolver las ganas de amar. Que emocion.

  2. Si con los capítulos anteriores pensaba que Ana Eva era un mujerón, que tenía un cerebro poderoso, con este capítulo me queda más que claro que es demasiado astuta y sabe lo que quiere💥🔥 aún con el corazón herido.

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