TAZARTE
Tuve que salir de ahí.
El ligero beso que le di a Daniel en la mejilla, ese gesto insignificante para otros, fue suficiente para despertar una oleada de emociones en mi interior que no estaba preparado para manejar. La culpa, un monstruo que creía haber enterrado, surgió con fuerza. Las risas y la música de la boda resonaban a lo lejos mientras me disculpaba rápidamente con los novios y con los padres de Daniel, sin darles una explicación clara. Sentía que el aire me faltaba, y lo único que podía pensar era en alejarme de ese lugar lo más rápido posible.
No me permití mirar hacia atrás. Sabía que si lo hacía, si veía a Daniel una vez más, la culpa crecería aún más, como una sombra que no me dejaría en paz. Mi primer instinto fue regresar a mi habitación en el hotel, encerrarme, echarme en la cama, y tratar de bloquearlo todo. Pero cuando llegué a la entrada de mi cuarto, las paredes del corredor parecían demasiado cercanas, demasiado claustrofóbicas. No podía enfrentar la soledad de mi propia mente en ese momento, así que decidí hacer lo único que me ayudaba en situaciones como esta: caminar.
Así que salgo del hotel sin rumbo fijo, dejando que mis pies me lleven. Siento el aire fresco de la noche, rozar mi piel, calmando mi ansiedad. Las calles llenas de gente y el sonido de la ciudad de alguna manera la adormecen y me ayudan a despejar la mente; o al menos eso intenta. Sin embargo, cada paso que doy, cada bocanada de aire que inhalo, me trae de vuelta el momento de mis labios tocando la mejilla de Daniel.
⎯¿Por qué me siento así?, ¿por qué ese beso, que no significaba nada en apariencia, carga tanto peso para mí? Es como si mi mente está dividida entre el pasado, el presente y entre lo que deseo y temo. Algo ta bien que se siente muy mal ⎯me pregunto en voz alta.
Espero la respuesta típica de mi mente, lo espero a él, por no pasa nada. Solo es mi voz, resonando en la noche, mis labios murmurando las frases a los que estoy buscando respuesta.
Continúo caminando, paso por un parque solitario y me siento en un banco vacío. Recuesto la cabeza sobre el respaldo para poder ver las estrellas, y me quedo en silencio tratando de encontrar la paz. Pero en lugar de eso, los recuerdos comienzan a revolotear en mi cabeza. Recuerdos de mi esposo, del hombre que amé y perdí. El hombre que todavía vive en cada rincón de mi corazón, en cada gesto que hago, en cada decisión que tomo. Y ahí estaba el problema: la culpa no solo es por lo que siento por Daniel, sino porque me pregunto si es justo seguir adelante. Si es justo para él o para mí. Me había prometido que nunca reemplazaría ese amor, que nunca permitiría que otro ocupase su lugar. Pero ahora estoy aquí, cuestionando si eso es cierto. Si Daniel, con su vulnerabilidad y su fortaleza, con sus miedos y sus sonrisas tímidas, están comenzando a llenar un espacio que creía reservado para siempre.
No quería sentir esto. No quería traicionar a quien ya no estaba, ni a mí mismo. Pero tampoco quería huir de lo que el presente me ofrecía. La lucha interna es agotadora. Cierro los ojos y suspiro, dejando que la brisa de la noche, acaricie mi rostro, como si pudiera llevarse los pensamientos con ella.
⎯¿Por qué tiene que ser todo tan complicado? ⎯murmuro.
El móvil vibra con una intensidad que me saca del trance en el que me encontraba. Meto la mano en el bolsillo y saco el teléfono, pero me doy cuenta de algo que me paraliza: no es mi teléfono el que está sonando, es el de Bart. El nombre de Daniel parpadea en la pantalla. Me está llamando.
⎯Dios… ⎯murmuro para mí mismo, sintiendo cómo el peso de la situación recae sobre mis hombros.
No entiendo por qué lo haría. Daniel no está borracho, al menos no lo suficiente como para equivocarse y marcar al número equivocado. No es una casualidad, tampoco es un simple error. Algo anda mal, y el hecho de que me esté buscando en la figura de Bart, el nombre bajo el cual me he ocultado todo este tiempo, me hace pensar que está en apuros.
El móvil deja de vibrar, y en la pantalla solo queda el registro de la llamada perdida. Por un instante, el alivio me embarga, pero ese mismo sentimiento se disipa en segundos. La incertidumbre me carcome, y no puedo simplemente ignorarlo. Daniel no llamaría sin una razón, y menos a Bart. No puedo quedarme de brazos cruzados.
Tomo aire. Sé que esto es peligroso, que hay una línea que no debería cruzar. Pero también sé que Daniel me necesita. Así que, después de dudar un segundo más, presiono el botón para devolver la llamada, me quito la corbata y cubro la bocina del móvil con ella, tratando de que mi voz suene lejana o al menos tratar de distorsionarla.
⎯¿Estás seguro de esto? ⎯Al fin se escucha la voz que me da respuestas.
⎯Debe pasar algo ⎯respondo.
⎯Si te descubre, no solo perderías a Daniel como Bart, sino como Tazarte ⎯me advierte.
⎯Lo sé ⎯respondo, con los nervios invadiendo todo mi ser.
Pero no hay marcha atrás. Lo que sea que esté sucediendo, debo averiguarlo.
Al otro lado de la línea, escucho el sonido de la llamada conectándose. Por un momento no hay respuesta, pero finalmente, la voz de Daniel atraviesa el silencio. Es débil, entrecortada, y lo peor es que puedo escuchar el pánico en su tono.
⎯¿Bart? ⎯me llama con desesperación. Hay algo en su voz que me sacude, algo que no había escuchado antes. Está teniendo un ataque de ansiedad.
Mi corazón late más rápido. Las palabras se me amontonan en la garganta, pero no puedo dejar que descubra que soy yo, Tazarte. No ahora, no así.
⎯Sí, soy yo ⎯digo, intentando hacer mi voz más profunda, imitando a Bart. Confío en que la corbata esté haciendo su trabajo⎯. Daniel, ¿qué sucede? ¿Estás bien?
⎯No… no… no lo estoy… ⎯responde, su respiración entrecortada. Puedo escuchar cómo lucha por calmarse, pero no lo consigue⎯. No puedo… no puedo respirar bien. Todo… todo me está aplastando…
Cierro los ojos un segundo. Daniel está atrapado en medio de la ansiedad, sin poder recurrir a alguien, ya sea por pena o porque nadie le responde, y me doy cuenta de que debo ser su ancla. Aunque sea como Bart. Aun así, saco mi móvil y le envío un mensaje a Jo.
«Tu primo está teniendo un episodio de ansiedad. Ayúdalo», escribo para luego presionar enviar.
⎯¿Bart? ⎯escucho su voz, bastante agitada.
⎯Aquí estoy ⎯regreso a mi papel. La voz es tan grave que me lastima un poco, pero la mantengo⎯. Escucha, Daniel ⎯digo, en tono tranquilizador⎯. Respira conmigo, ¿vale? Solo concéntrate en mi voz. Inhala lentamente… eso es, inhalamos… ahora exhala. Todo va a estar bien, Daniel. Solo estamos aquí, tú y yo.
«¿Cómo sabes?, responde Jo, de inmediato.
«Porque le llamó a Bart. Debe estar muy desesperado», contesto.
«¡A Bart!», Jo parece tan sorprendida como yo.
⎯No puedo… no puedo hacerlo… ⎯murmura Daniel, temblando de miedo.
⎯Sí, puedes ⎯le insisto, tratando de calmar la agitación en su respiración⎯. Ya lo has hecho antes, ¿recuerdas? Vamos, concéntrate en mi voz, solo en mi voz.
Quiero decirle más, pero me da miedo que en mis palabras o frases salga mi personalidad y él se percate de algún detalle que lo invite a la sospecha, así que me limito a repetirle que respire; sé que no es de gran ayuda.
⎯¿Dónde te encuentras, Daniel? ⎯le pregunto.
⎯En el corredor de los baños del recibidor ⎯me responde.
«Se encuentra en el corredor de los baños del recibidor, ¡ve!», le ordeno a Jo. Porque siento que si ella va a su encuentro, le cortará la llamada a Bart y podrá salvarme.
El silencio se apodera de la línea por un momento, salvo por los jadeos desesperados de Daniel. Pero sigo hablándole, guiándolo paso a paso, respirando con él como si nuestras vidas dependieran de ello. Lo escucho comenzar a calmarse, su respiración volviéndose menos errática, aunque todavía temblorosa.
⎯Eso es, muy bien ⎯le digo⎯. Inhala despacio… ahora exhala. Todo está bien.
⎯¿Por qué me pasa esto? ⎯me pregunta⎯. ¿Crees que esto le pase a él?
⎯¿A él? ⎯pregunto.
⎯Sí, a Raúl… ¿Crees que le pase esto? ⎯ inquiere. Siento en su voz que está a punto de quebrarse.
⎯¿A Raúl? ⎯pregunto.
La voz de Daniel se quiebra en mil pedazos al otro lado de la línea, y cada palabra que pronuncia parece dolerle como si fuera un cuchillo clavado en el pecho. Mi corazón se detiene por un momento mientras lo escucho, mientras sus lágrimas fluyen como un torrente imparable. Y, sin poder evitarlo, siento el peso de su tristeza cayendo sobre mí. Cada sollozo me transporta a una época de mi vida que preferiría olvidar, pero que en este momento vuelve con fuerza. Ambos hemos vivido esta clase de dolor.
⎯Yo lo amaba ⎯repite, su voz rota y frágil⎯. Estaba tan enamorado de él, y me rompió el corazón. Dejó que su hermano me golpeara, me dejara destrozado, y luego… luego simplemente se fue, Bart. Se fue y me dejó solo. Indefenso, al borde de la muerte, él dejó que me golpearan, no me defendió. Yo hubiese hecho cualquier cosa por él. Hubiese seguido a Raúl hasta el fin del mundo. Quería una vida con él.
Siento un nudo formarse en mi garganta, pero no puedo decir nada. No debo. Solo escucho, porque eso es lo que él necesita ahora, alguien que lo escuche. Mi identidad está oculta tras la voz de Bart, pero, en este momento, soy mucho más que un nombre falso. Soy el único que está aquí para él.
⎯¿Sabes? ⎯continúa Daniel, con la voz entrecortada por el llanto⎯. Iba a dejarlo todo. Mi familia, mi trabajo, mi vida. Compré los boletos, Bart, los compré. Estaba dispuesto a renunciar a todo por él. Ya había escrito las cartas de despedida… pero él, él quería salir a bailar.
El sonido de su llanto inunda mis oídos, y es tan desgarrador que siento que algo dentro de mí se rompe también. Raúl… ese nombre parece llenar de sombras cada rincón de Daniel. Y aunque ya sabía lo que le había pasado, escucharlo con sus propias palabras es diferente. La traición, el abandono, el dolor… todo ello palpita en sus palabras.
⎯Daniel… ⎯digo suavemente, sin saber exactamente qué decir que pueda consolarlo⎯. Lo siento tanto. No puedo imaginar lo difícil que debe haber sido para ti.
⎯¡No! ⎯grita entre sollozos, frustrado y desesperado⎯. ¡No lo entiendes, Bart! No es solo que me haya dejado… ¡Es que lo hubiese dado todo por él! ¡Todo! Y ahora… ahora ni siquiera puedo sentirme completo. ¡Lo di todo y no me quedó nada!
Se escucha ahogado, como si cada palabra le costara respirar. Y ahí estoy yo, al otro lado de la línea, incapaz de mostrar quién soy realmente. Y duele. Duele saber que, aunque quiero consolarlo, aunque quiero decirle que lo entiendo más de lo que él piensa, no puedo.
⎯Daniel… ⎯trato de decir algo que le devuelva un poco de calma⎯. Sé que esto no tiene una solución fácil, y que el dolor que sientes ahora es indescriptible. Pero no estás solo en esto. No ahora.
⎯Me dejó ⎯dice, y el peso de esas dos palabras parece aplastarlo por completo⎯. Me dejó, y después de todo lo que pasó… después de la golpiza, después del odio que sentí… él simplemente se fue. ¿Cómo se supone que siga después de eso? ¿Cómo? ⎯Suspira⎯. Se casó con su novia, tuvieron un hijo, de alguna forma continuó con su vida, mientras yo apenas puedo vivirla. No soy una persona mala, Bart, pero a veces le deseo que sienta el doble lo que yo siento. Deseo que cada ataque de pánico que tengo, para él sea el doble. Deseo que la depresión le sea el doble de fuerte… le deseo todo lo malo. Pero luego recuerdo que él me amaba, que yo lo hacía… y me arrepiento.
El silencio que sigue a sus palabras es espeso, casi sofocante. Siento su lucha interna, su dolor crudo y desbordante. Y a la vez, siento la culpa arrastrándose en mi pecho, la mentira que llevo cargando, el peso de no poder ser quien realmente soy en este momento crucial.
⎯No eres una persona mala, Daniel ⎯digo en voz baja, tratando de sonar firme, aunque por dentro me estoy desmoronando junto con él⎯. No lo eres. Estás herido, y las heridas profundas nos hacen sentir cosas que no queremos. Todos tenemos esos pensamientos oscuros cuando el dolor es demasiado. Pero no dejas que esos deseos te consuman, y eso es lo que te hace diferente. Eso es lo que te hace fuerte, aunque no lo veas ahora.
El sonido de su respiración agitada se mezcla con el temblor en su voz cuando habla de nuevo.
⎯Pero, Bart… ¿por qué yo? ¿Por qué me quedé atrapado en esto? ¿Por qué él siguió adelante y yo me quedé aquí, como si mi vida se hubiese detenido ese día?
Su voz se quiebra de nuevo, y siento un nudo en mi garganta, porque he estado allí. Porque sé lo que es quedarse atascado en ese abismo, sintiendo que el mundo avanza sin ti, mientras tú apenas logras levantarte.
⎯A veces la vida es injusta, Daniel ⎯le digo, respirando profundamente antes de continuar⎯. Pero no es una carrera. No es sobre quién avanza más rápido o quién parece tenerlo todo resuelto. A veces, simplemente se trata de sobrevivir. Y tú lo has hecho. Sigues aquí, aunque cueste. Y eso es más de lo que algunos pueden decir.
Él suelta un pequeño suspiro, como si tratara de absorber mis palabras, pero sé que no es tan fácil. Que ningún consuelo puede borrar la herida que lleva dentro.
⎯Pero se siente tan… injusto, Bart. Es como si todo lo que él hizo, todo lo que viví con él, hubiera sido en vano. ¿Cómo puede alguien que decía amarme hacerme esto?
⎯No lo sé, Daniel ⎯respondo honestamente⎯. No sé por qué hizo lo que hizo, ni cómo puede vivir con eso. Pero tú no puedes dejar que su traición defina quién eres. No puedes dejar que ese odio, esa rabia que sientes, te consuma. Porque si lo haces, le estarás dando más poder sobre ti.
Hay un largo silencio. Sé que mis palabras son difíciles de aceptar. Cuando el dolor es tan fuerte, es casi imposible ver más allá de él.
⎯¿Y si nunca lo supero? ⎯pregunta, su voz apenas un susurro.
⎯Lo harás, Daniel. No será fácil, ni rápido, pero lo harás. Y cuando lo hagas, serás más fuerte de lo que nunca imaginaste. No porque lo hayas olvidado, sino porque habrás aprendido a vivir a pesar de ello.
El sonido de su respiración se va calmando poco a poco, aunque aún sigue temblorosa. Siento que está tratando de aferrarse a mis palabras, de encontrar algún tipo de consuelo en ellas.
⎯Gracias… por escucharme ⎯murmura finalmente⎯. A veces, siento que nadie realmente me escucha. Sé que lo hacen, pero no me entienden. De alguna manera tú me entiendes; quisiera que fuese otra persona la que me hiciera sentir así.
Mis pensamientos se detienen un segundo ante esa confesión. ¿Otra persona? Suelto un pequeño suspiro, intentando mantener la calma.
⎯¿Otra persona? ⎯pregunto, mi voz baja y suave, cuidando cada palabra.
⎯Sí… como Sebastián o como Tazarte. Bueno, Tazarte lo hace un poco, solo que… no me atrevo a comunicarle tanto. Me da miedo.
La mención de Sebastián hace que mi corazón se apriete con un toque de celos, pero es el nombre de Tazarte lo que realmente me golpea. Me golpea fuerte porque, sin saberlo, Daniel está hablando de mí. Yo soy Tazarte. Soy el que lo escucha cada noche como Bart y el que no puede ser completamente honesto. Y duele. Duele saber que, aunque soy esa persona a la que le tiene confianza, también soy a quien teme acercarse realmente.
⎯¿Por qué te da miedo? ⎯pregunto con cuidado, esperando que me responda. Siento que estoy caminando sobre una cuerda floja, balanceándose entre lo que quiero decir y lo que puedo decir. Tengo que ser cuidadoso.
⎯No lo sé. ⎯Su voz suena pequeña, como si estuviera admitiendo una verdad dolorosa⎯. Quizá porque no quiero que me vea débil. Siempre me he sentido frágil frente a él, como si él… no sé, me mirará y pensará que no soy lo suficientemente fuerte. Y eso me asusta. No quiero perder lo que podría ser una conexión real. Lo siento tan… ¿Cómo decirlo? Seguro de sí mismo. Y yo… estoy roto.
Mis manos aprietan el móvil con fuerza, luchando contra el deseo de decirle que lo entiendo, que lo veo de una manera completamente distinta. Pero no puedo revelarme. No todavía.
⎯¿Has pensado que tal vez él te ve más fuerte de lo que crees? ⎯sugiero, intentando que mis palabras sean tanto un consuelo como una invitación a pensar diferente.
⎯No lo sé. Sé que él es un buen tipo. Pero… lo veo como alguien que tiene su vida resuelta, alguien que no necesita a alguien como yo, con tantos problemas, con tanto… equipaje. Tazarte ha vivido tanto, ha pasado por tantas cosas… ¿cómo podría siquiera pensar que lo nuestro funcionaría? ⎯Siento un nudo en la garganta. Sus palabras duelen, porque él no sabe que Tazarte está igual de roto, igual de marcado por su pasado. Si tan solo pudiera decirle… si tan solo pudiera mostrarle que él no está solo en esa lucha interna⎯. Al menos, creo que Sebastián es un poco más flexible.
⎯¿Por qué? ⎯pregunto.
⎯Porque no es Tazarte ⎯responde Daniel, su tono más firme ahora⎯. Sebastián está tan perdido como yo. Haríamos buen equipo. Dos personas que están tratando de encontrarse en medio del caos. No me sentiría tan… insuficiente a su lado. A veces solo pienso que es mejor elegir lo que parece más sencillo, lo que duele menos.
Respira y piensa…
⎯A veces, las personas que parecen más fuertes son las que más han sufrido ⎯le digo con suavidad⎯. Puede que lo que ves como debilidad, Tazarte lo vea como fortaleza. Y nunca lo sabrás si no te permites darle esa oportunidad de conocerte realmente.
⎯¿Crees que debería intentarlo? ⎯pregunta, su voz llena de una mezcla de esperanza y miedo.
⎯No puedo decirte qué hacer ⎯le respondo, eligiendo mis palabras con cuidado⎯, pero creo que siempre vale la pena arriesgarse por lo que sientes. Puede que te sorprendas al ver cómo él responde. Y tal vez descubras que él también necesita a alguien como tú, tanto como tú lo necesitas a él. ⎯El silencio se apodera de la conversación nuevamente. Sé que mis palabras lo han hecho pensar, y lo escucho respirar profundamente mientras procesa lo que le he dicho⎯. Aunque, si solamente quiere divertirte, pues para eso está Sebastián, aunque sospecho que Tazarte también es divertido.
¡Cállate!; Tus celos te delatarán.
Daniel se ríe bajito.
⎯Bart… gracias. ⎯Su voz es más tranquila ahora, menos agitada⎯. Me haces sentir como si realmente pudiera hacer esto, como si tal vez no fuera tan difícil. Pero, por ahora… no sé si estoy listo. Solo… gracias por estar ahí.
⎯Siempre estaré aquí, Daniel ⎯respondo con sinceridad, mi corazón pesando por todo lo que no puedo decirle⎯. Y cuando estés listo, sea lo que sea que decidas, estaré aquí para apoyarte.
Él cuelga el teléfono, y me quedo solo en la oscuridad, con el eco de sus palabras resonando en mi mente. “Tazarte lo hace un poco… solo que no me atrevo a comunicarle tanto.”
Lo que Daniel no sabe es que, en realidad, ya ha estado comunicándose conmigo todo este tiempo. Soy Bart. Soy Tazarte. Pero por ahora, no puedo ser ambas personas.
Que fuerteeeeeee. Pobre Daniel y Tazarte. Daniel todo lo que lo consume aun y es verdad queda esa espina de porque la otra persona sigue como si nada , en realidad siente algo, culpa, dolor, arrepentimiento? Y Daniel cree a Tazarte diferentes y son muy parecidos y han vivido episodios traumaticos y se parecen mas de lo q piensa pero cagada la imagen q da tazarte, seguro, estable y por dentro bufff tambien esta roto como Daniel, bueno un poco mas compuesto, y que rabiaaaa q le nombrara a Coop jajajajaja le dieron celos jajajajaja, esperemos que rumbo toma si Dan le hace caso a los consejos de Taz y que impotencia no poder decirle q es Bart jejejeje
Ay Daniel, tu no estas solo, no pienses asi de Tazarte, date la oportunidad de conocerlo mas, y por Dios esos celos se encendieron no solo a Tazarte sino que a mi tambien, me da cosa que Daniel siente que compagina con sebastian coop. Espero que tanto Daniel como Tazarte puedan abrirse mas a dar entender todo lo que los lastima,
Anita eres maravillosa, debes de hacer una marathon por favor…..estoy con la intriga de saber mas
Que difícil, ambos están viviendo un abandono en distintas formas y lo que más le golpea a Daniel es que la contraparte aparentemente vive su vida normal y él no lo puede hacer, ojalá siga el consejo de “Bart”
Que fuerte todo. Pero buenos concejos. Estoy segura que de a poco Daniel dejará q Tazarte entre a su vida.
💔 cuánto dolor lleva guardado Daniel… Me duele saber que se siente insuficiente, cuando hua personas que lo valoran tanto! Que es apreciado por quienes lo rodean y que no es sencillo mirar a otro lado cuando él está presente.
Las heridas demoran en sanar, pero aunque tome tiempo siempre se curan. Daniel, eres un gran hombre y admiro tu fortaleza para seguir de pie, aunque a veces sientas que no te alcanzan las fuerzas.
Espero que pronto, todo se acomode para tu felicidad y puedas encontrar a tu compañero y vivas ese amor tan bonito que mereces y que en su momento te negaste a recibir 🫂.
Por otro lado, Tazarte también vive su propia lucha entre mantener la promesa que se hizo al perder a su esposo y el tomar está nueva oportunidad para ser feliz que la vida le ofrece. Imagino que debe ser muy difícil aceptar que alguien más, después de tu esposo, te haga sentir tantas cosas bonitas e intensas. Sin embargo, el tiempo ha pasado ya y debes entender que el recuerdo de tu esposo siempre te acompañará cómo una parte bella de tu vida y no significa que ahora con Daniel, lo estás olvidando, no. Es solo una forma que tiene la vida de hacerte saber que puedes volver a amar y ser amado, que puedes volver a ser feliz después de tanto dolor. Ambos lo merecen.
Y para eso debes ser sincero contigo, con el recuerdo de lo que fue y con Daniel.
Y si al final de todo, el peso de la mentira te conduce por un camino diferente, siempre puedes intentar ser feliz de nuevo 🫂.
La cantidad de emociones en este capítulo, la intensidad de la pérdida y de nuestras cargas.
Nadie sabe con la sed que el otro vive.