David Tristán se observa en el espejo, ajustando con esmero cada detalle de su atuendo. El nudo de su corbata ya está en su lugar, pero sigue ajustándolo, como si con ese gesto pudiera ordenar el caos de pensamientos que lo envuelve. Sabe que esta noche no será como cualquier otra; está a punto de encontrarse con Valentina, y la anticipación de ese encuentro lo emociona más de lo que está dispuesto a admitir.

El reloj marca las 7:30 p.m., aún tiene tiempo antes de salir. El eco del cumpleaños compartido con Valentina resuena en su mente. El hecho de que ambos cumplan años el mismo día le parece algo simbólico, una coincidencia que no había planeado, pero que, en el fondo, le hace sentir más conectado a ella. Desde que el verano comenzó, muchas cosas han cambiado para él, y Valentina, de alguna manera, ha sido el epicentro de esos cambios.

Mientras ajusta su corbata por enésima vez, su mente se pierde en recuerdos de su relación con Ana Carolina. La conoció hace trece años, cuando eran apenas unos críos. Al principio, no hubo enamoramiento inmediato; lo suyo fue una amistad que se fue transformando lentamente en amor con el paso del tiempo. Ambos compartían muchas cosas, tenían una conexión basada en la confianza y en las metas comunes. Juntos construyeron una vida llena de éxitos y complicidad. En aquellos días, todo parecía claro, predecible, como una ruta trazada hacia el futuro.

Pero, en los últimos años, algo se ha apagado. Tal vez el tiempo, tal vez la rutina, o quizás el hecho de que lo que había comenzado como una amistad sólida, se convirtió en algo que, si bien estable, no encendía la chispa de antaño. Ahora, mientras ajusta su camisa y se prepara para ver a Valentina, siente una especie de emoción que creía haber olvidado. Valentina, con esa risa tímida y esa forma en que parecía entenderlo sin tener que decir mucho, había reavivado algo dentro de él.

Asimismo estaba el beso. Ese beso que había sucedido en un momento inesperado y sacudido todo dentro de él. Mientras se arreglaba, no podía dejar de pensar en el instante en que sus labios se encontraron con los de Valentina. No fue premeditado, no fue parte de un plan, simplemente sucedió, y la sensación aún lo perseguía.

Había algo en ese beso que lo desarmaba cada vez que volvía a recordarlo. No era solo el contacto, ni la calidez de sus labios; era lo que ese momento significaba. Un antes y un después, algo que alteraba el equilibrio que había mantenido con Ana Carolina durante años. Ese beso, pequeño y aparentemente insignificante en comparación con lo que había construido con su novia, lo hacía sentir que, de alguna manera, todo lo que creía sólido ahora se tambaleaba.

El beso con Valentina había sido más que una explosión de emociones reprimidas, había sido un desafío silencioso a su propia estabilidad, a la vida que había creado cuidadosamente junto a Ana Carolina. 

David toma su chaqueta y se mira una última vez en el espejo. Sus ojos reflejan la confusión y la mezcla de emociones que siente. Sabe que esta noche es especial, que lo que sea que está pasando entre él y Valentina no es algo que pueda ignorar por mucho más tiempo. Pero también sabe que no puede simplemente dejar atrás todo lo que ha construido con Ana Carolina.

⎯¡Dios, esto no se acomoda! ⎯se queja. Al notar que no importa cuántas veces haga el nudo de la corbata, este no quedará; por lo que opta dejar los dos primeros botones de la camisa abiertos⎯. Bien, creo que ya está ⎯comenta, y dando un paso atrás se refleja en el espejo. 

Sonríe levemente. 

⎯¿Esto es malo?, ¿es bueno? ⎯se pregunta. Voltea hacia el techo como si buscara una respuesta divina⎯. Por qué si esto está mal se siente tan bien ⎯afirma. 

El sonido de su móvil lo interrumpe cuando toma el saco que está colgado sobre el perchero. Mira la pantalla y el nombre de Ana Carolina parpadea. 

⎯¿Acaso está es una señal? ⎯inquiere. 

Se pone el saco y contesta. 

⎯Hola ⎯le dice con voz tranquila. 

⎯¡Amor!, ¡Feliz cumpleaños! ⎯lo felicita, haciendo a David sonreír. 

⎯Gracias, Cari. 

⎯Oye, te llamo porque necesito verte. Tengo algo importante que darte. ¿Puedes venir? ⎯pregunta, con una voz alegre. 

David ve la hora y vacila un segundo. Tiene que ver a Valentina dentro de poco y había quedado con Ana Caro de verla mañana para comer. 

⎯¿No puedes dármelo mañana? ⎯inquiere. 

⎯No. Es que puede echarse a perder. Es un pequeño pastel que hice en mi clase de cocina ⎯comenta. 

⎯Cierto. 

⎯¡Vamos, Cari!, no te quitará ni un segundo. 

Él suspira. 

⎯Vale, voy para tu casa ⎯acepta. 

⎯Bien, aquí te espero, amor. No tardes. ⎯Momentos después el sonido de la llamada terminada invade sus oídos. 

⎯¿Es en serio? ⎯pregunta, viendo hacia el techo⎯. ¿Es una señal?, ¿advertencia?, ¿estás evitando algo?

No recibe respuesta, y no la recibirá, porque está en el fondo de su corazón; él debe tomar sus propias decisiones. 

Tristán abre los mensajes que ha intercambiado con Valentina y le manda uno: 

«Valentina. Voy tarde. ¿Puedes bajar al restaurante y allá nos vemos? D.T»

Después, sale de su piso, hacia casa de su novia. 

***

El camino hacia casa de Ana Carolina fue más largo de lo normal; tal vez por todo lo que traía cargando consigo. Nunca se había sentido así: mal, sucio, confundido. ¿Cómo era que algo que se había sentido tan bien, físicamente, se sentía tan turbio y pesado en su corazón? 

Siempre llega a casa de su novia con la intención de quedarse a cenar, ver películas y pasarla bien. Hoy, solo deseaba hacer una visita rápida, para poder ir a cenar con Valentina y aclarar todo; eso era lo único que buscaba. 

Así, David Tristán aparca su auto en frente de la casa de su novia. Respira hondo, se arregla el cabello y el cuello de la camisa y antes de bajar se dice a sí mismo: 

⎯Será rápido. ⎯Tratando de creer que así será. 

Se baja del auto y camina a paso normal hacia la puerta de la enorme casa de Ana Carolina. Antes de llegar, acaricia a Sancho y Pepe, los dos perros San Bernardo que le mueven la cola tan solo lo reconocen. 

Después, toca el timbre. Vuelve a arreglarse el saco y espera a que le abran. Segundo después, la puerta se abre revelando sorpresivamente a Ana Carolina. 

⎯¿Cómo está el cumpleañero más guapo? ⎯pregunta, lanzándose a sus brazos y dándole un beso sobre los labios. 

⎯Amor, pensé que regresabas de La Rioja mañana ⎯comenta Tristán, mientras siente los besos de su novia por todo el rostro. 

⎯Vine antes… es más. Tengo una noticia que darte ⎯asegura con alegría. David la mira a los ojos y esboza una sonrisa⎯. Me quedaré el resto del verano en Madrid. 

⎯¿Cómo? ⎯pregunta Tristán, sin comprender. 

⎯Bueno, ves que te dije que me iría a La Rioja, pues, no será hasta septiembre. Así que seré toda tuya estos meses, ¿no es genial? 

⎯Lo es… ⎯habla Tristán, un tanto serio. 

Ana Carolina levanta la ceja. Su cabello rubio, que ahora trae perfectamente arreglado y cayendo sobre sus hombros, despide un aroma delicioso, que le recuerda a las largas noches que tienen en su piso. Ella pasa sus dedos por su cuello, jugando con la idea de bajar hacia su pecho. 

⎯No te ves muy alegre que digamos ⎯comenta. 

⎯Claro que si estoy feliz ⎯contesta. 

De pronto, a Tristán se le viene a la mente que, posiblemente, esto es lo que necesita, que Ana Carolina pase más tiempo con él⎯. Estoy feliz de que pases el verano conmigo. 

⎯Bueno… entonces, ¿qué te parece si iniciamos este verano con esto? 

En ese instante, Ana Caro abre por completo la puerta, las luces se prenden y al grito de “¡Sorpresa!”, lo recibe una sala decorada de manera festiva, con globos y guirnaldas que cuelgan del techo, además de luces de bengala que brillan. 

Los invitados aplauden, y Tristán reconoce de inmediato a sus amigos y familiares. Todos están ahí, incluyendo a sus padres y tíos. 

⎯¡Qué! ⎯expresa, David, emocionado.

Ana Carolina lo toma del brazo y lo lleva hacia el centro de la sala, donde todos lo están esperando. 

⎯No te diré que no lo planeé desde hace semanas, pero cuando me dijiste del viaje a la montaña si llegué a pensar que tendría que cancelarse. Por fortuna, no fue así. 

Ahí están todos, sus padres, hermanas, primos y conocidos. Incluso amigos del colegio que hace meses no veía y que saluda con entusiasmo; Linda también está ahí, con una copa de vino en su mano y saludándolo desde lejos. 

⎯No lo puedo creer, gracias, amor ⎯le agradece, y le da un beso sobre los labios. 

⎯Y, te tengo un regalo. 

⎯¿Más? ⎯pregunta. 

En ese instante, Ana Caro toma de la gran mesa llena de regalos, una pequeña caja y se la da. 

⎯Espero te guste… lo mandé a hacer especialmente para ti⎯. Ante la mirada atenta de todos, Tristán abre la caja para ver un anillo de resina de color rojo vino, y unos toques dorados⎯. Es un anillo con vino encapsulado, es lo rojo que se ve ahí. Las gotas del vino provienen del primer vino que compartimos juntos, ¿recuerdas? 

⎯Santander Gran Reserva 1880 ⎯dice David, con una sonrisa⎯.¿Cómo? 

⎯Tomé la botella, con las últimas gotas y la conservé. Literal, lo que tienes ahí, son las gotas de la felicidad. Porque, eso es lo que te deseo siempre amor… felicidad. 

David se pone en anillo sobre el dedo índice de la mano izquierda. Todos los invitados admiran el hermoso trabajo del joyero. 

⎯Lo dorado es hoja de oro, quería darle un toque de elegancia. 

⎯Es precioso ⎯comenta David, emocionado. Jamás pensó que el primer vino que habían compartido en su primera cita, estuviera, ahora, en una joya. 

Él la toma del rostro y la besa, invadido por una felicidad y ternura; una que extrañaba.  

⎯Gracias, muchas gracias… es un bonito detalle. 

⎯Sabía que te gustaría. Es para que siempre me lleves contigo, aunque me ausente demasiado ⎯le comenta⎯. Yo me hice un colgante. ⎯Y en ese momento, ella le muestra un hermoso colgante de color rojo, enmarcado por un armazón delicado de oro⎯. Así los dos tendremos algo único que nos une. 

Tristán le sonríe, toma el colgante y lo besa con ternura.  El anillo, no solo es un bonito regalo de Carolina, era un símbolo que pesaba. Es la prueba de los años que tenían juntos, de los recuerdos, de la vida que habían formado y, sobre todo, de su legado. Uno que estaba ahora en sus manos. 

⎯Bueno, basta de sentimentalismos… ¿Qué les parece si seguimos la fiesta? ⎯dice la madre de Ana Carolina. 

En ese instante, la música se prende y todos los invitados se alegran. Las bebidas comienzan a correr entre los invitados, y todos se acercan a David para felicitarlo. 

⎯¡Feliz cumpleaños, hijo! ⎯le dice su madre, abrazándolo con fuerza. 

⎯Gracias, ma ⎯responde. Su abrazo cálido lo tranquiliza por un instante. Sabe que Valentina lo espera, que debe aclarar todo con ella, hablar de lo que le carcome por dentro.

 Es indispensable aclararlo hoy porque David se siente atrapado entre dos mundos: uno que conoce a la perfección, y otro que lo desconcierta, pero lo atrae con fuerza. El primero es su vida con Ana Carolina, una vida llena de seguridad, estabilidad y rutinas que ya no lo sorprenden, pero que siempre han sido su refugio. En ese mundo conocido, todo tiene sentido. Sus amigos, su familia, su novia de tantos años, todo lo que ha construido a su alrededor está presente en la fiesta que ella ha preparado para él. 

Pero hay otro mundo, uno más confuso, uno que ha despertado en él sensaciones y emociones que creía perdidas. Ese mundo tiene un nombre: Valentina. Con ella, cada encuentro es una sorpresa, una sacudida de energía. Ella lo enfrenta a la incertidumbre, a lo inesperado, pero también a algo nuevo, algo que lo hace sentir vivo de nuevo.

David se promete a sí mismo que solo estará un rato en la fiesta, que agradecerá el esfuerzo de Ana Carolina y después cumplirá con la cita que tiene con Valentina. Pero, conforme avanzan los minutos, el ambiente festivo lo envuelve. Las risas, los abrazos, el cariño de su gente, todo lo que ha sido parte de su vida por tantos años lo atrapa, y se deja llevar. Las bromas de sus amigos, los abrazos de sus padres, el amor incondicional de Ana Carolina, lo van sumergiendo en ese mundo seguro, conocido, donde siempre ha pertenecido.

Todo lo que conoce está ahí: su vida, su historia, su estabilidad. Cada vez que Ana Carolina se acerca y lo besa, él recuerda todo lo que han construido juntos, lo fácil que siempre ha sido estar a su lado. Pero una parte de él, por más que intente callarla, sigue pensando en Valentina. Ese beso compartido con ella, esa chispa innegable, sigue presente en su mente, como una sombra que no puede dejar atrás.

***

-Más noche – 

La fiesta se ha alargado. 

David sigue sintiendo el calor de la fiesta mientras Ana Carolina lo lleva, de la mano, por el pasillo hacia la habitación. Las risas y las voces de los invitados se escuchan lejanas ahora. Sus padres se han ido, y solo quedan los primos y amigos, que no se han dado cuenta de su ausencia. 

 Los momentos compartidos esa noche han vuelto a abrir la puerta a lo que alguna vez fue su relación: algo familiar, algo conocido. Ana Carolina, viéndolo relajado, parece más cariñosa que nunca, y eso lo confunde aún más.

Al entrar en la habitación, David se detiene por un momento, observando cómo Ana cierra la puerta detrás de ellos. Todo lo que había decidido hacer esa noche se va desvaneciendo en su mente. Valentina queda en un rincón distante de sus pensamientos, reemplazada por la cercanía y la calidez de su novia. 

Caro se acerca a él, le acaricia el rostro con ternura y le sonríe: 

⎯Te amo ⎯susurra. 

En ese momento, David se siente débil, feliz, enamorado, incapaz de rechazar la oferta que su novia está haciéndole. La confusión y el deseo lo dominan, y al final, se deja llevar, permitiéndose regresar a lo conocido, a lo familiar. 

El beso de Valentina, sin embargo, sigue presente. Las ganas son su motor. Con sus manos toma el rostro de Ana Caro y la besa sobre los labios, tratando de apagar el otro beso que le han dejado. 

Ella da unos pasos hacia atrás y de inmediato caen sobre la cama. Los labios de Ana Caro saben a vino y su piel está caliente por el alcohol. 

Poco a poco se van desvistiendo. Él se siente excitado, feliz, deseoso. Ella le pide que la tome, que la haga suya. 

⎯Quiero sentirte ⎯le comenta, mientras él besa sus pechos, deseoso de poseerla. 

Ana Caro y David quedan completamente desnudos. La cama se les hace pequeña cuando se trata de hacer el amor. 

Él la carga entre sus fuertes brazos y la atrae hacia su cuerpo, entrando en ella y provocando un gemido discreto pero cargado de deseo. 

No hay más. El ruido de la fiesta desaparece y solo están ellos dos en la intimidad de esa habitación. 

El momento es una mezcla de sensaciones. Por un lado, están de estar en los brazos de Ana Carolina, alguien que ha sido su compañera por años. Por el otro, está la culpa, esa sombra que no puede evitar cuando piensa en Valentina y lo que significa para él, el beso, las miradas, ese aroma. 

Conforme pasa el tiempo, Tristán apaga sus ganas en el cuerpo de su novia. Sin embargo; aun así, se siente atrapado. Está entre la línea de lo conocido y lo nuevo, lo cómodo y lo incierto. Sin embargo, esta noche, lo cómodo y conocido, han ganado. 

Tal vez… piensa él, esta es la decisión que debo tomar.  

***

Los primeros rayos de luz entran por las rendijas de las cortinas. David despierta lentamente, sus ojos tardan en enfocarse, pero lo primero que siente es la presencia de Ana Carolina a su lado. Su cabello desordenado cae sobre la almohada, y su respiración suave llena el cuarto de una calma que no comparte.

La realidad lo golpea de inmediato. Su mente vuelve a la cita que tenía con Valentina, la promesa que le había hecho de verse ayer por la noche. El reloj en la mesilla de noche marca más allá de las 9 de la mañana, y con cada minuto que pasa, la culpa se profundiza.

David siente un nudo en el estómago, recordando cómo había dejado a Valentina esperando, cómo ella probablemente se quedó sola, preguntándose por qué no apareció. El arrepentimiento lo inunda, y el peso de su error es abrumador. Piensa en el mensaje que le envió, en la promesa que rompió, y sabe que algo ha cambiado.

Se sienta en la cama, tomando un momento para procesar lo que ha pasado. Mira el anillo que Ana Carolina le dio la noche anterior, un símbolo de su relación y de lo que ella representa en su vida. Pero en ese mismo instante, sabe que su corazón está dividido.

Se levanta lentamente, sabiendo que no hay una respuesta fácil, y que enfrentar a Valentina será complicado. Pero sabe que tiene que hacerlo. Algo se ha roto en él, y por más que intente ignorarlo, tiene que admitirlo que a pesar de tenerlo todo: una vez más, David Tristán se siente perdido. 

4 Responses

  1. Ay, ese final del capítulo me dolió 😪 me hizo recordar todo el tiempo que Valentina lo esperó 🥺🥺💔 aparte la confusión que carga David Tristán está bien fuerte 🤯

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