Todos se dirigen a la Casa de la Música. Para sorpresa de nadie, la soprano se apropia del lugar a lado de Tristán, dejando incluso a Ana Carolina fuera del mapa.

Tristán, como siempre, encantador, plática con ella, llevándose el resto de la conversación a lo largo del camino. Nicole ríe, gesticula, toca su brazo en los momentos indicados, lanzando miradas que cualquier persona con sentido común notaría como una invitación descarada.

Valentina trata de ignorarlo, pero en su interior siente cómo la rabia le trepa por la garganta. Maldita soprano. Malditas rubias con piernas perfectas y confianza absoluta.

Se obliga a apartar la mirada.

Ana Carolina, sentada a su lado, revisa unos correos en su iPad con el aire despreocupado de alguien que parece completamente ajena a la escena que se desarrolla a unos metros. Finalmente, tras un par de minutos, guarda su dispositivo y se gira hacia Valentina.

⎯¿Sabes por qué Tristán no va al gimnasio conmigo? ⎯pregunta de repente.

Valentina la mira, confundida por la pregunta.

⎯No… ⎯responde, sacudiendo la cabeza.

Ana Carolina sonríe de lado y señala sutilmente en dirección a Tristán.

⎯Por esto.

Valentina sigue la dirección de su dedo y observa a Tristán hablando sin parar, con esa energía suya que parece inagotable.

⎯Habla demasiado. Habla y habla y habla.

Valentina no puede evitar soltar una carcajada.

⎯¿En serio?

⎯Iba conmigo al gimnasio ⎯continúa Ana Carolina, con una expresión de resignación⎯. Pero era imposible. Se distraía, hablaba con todos, hasta con las personas que estaban corriendo en la caminadora. ¡Imagínate! Estaban sin aliento y él queriendo contarles la historia de cómo aprendió a tocar el piano cuando tenía seis años.

Valentina ríe más fuerte, visualizando la escena en su mente.

⎯¡No puede ser!

⎯Te juro que sí ⎯afirma Ana Carolina con una media sonrisa⎯. Al final, tuve que buscar otro compañero. Él terminó en entrenamientos privados con un ruso que lo maltrata.

⎯¡¿Qué?! ⎯exclama Valentina, entre risas.

⎯Bueno, no literalmente ⎯aclara Ana Carolina, riendo también⎯. Pero lo trata como si fuera a competir en los Juegos Olímpicos.

Valentina se tapa la boca para evitar soltar una carcajada más fuerte. La tensión en su pecho se disuelve un poco. Le agrada Ana Carolina.

Nunca se lo habría imaginado, pero lo cierto es que, a pesar de lo que representa, Ana Carolina no es su enemiga. Es divertida, directa y segura de sí misma de una manera que Valentina aún está aprendiendo a ser.

Cuando vuelve a mirar hacia Tristán, lo encuentra sonriéndole a Nicole, ajeno a la conversación entre las dos mujeres en la parte trasera del auto.

⎯No sabía que Tristán sabía tocar el piano ⎯dice Valentina, queriendo mantener la conversación ligera.

⎯Aprendió una que otra nota ⎯responde Ana Carolina, con una sonrisa nostálgica⎯. En realidad, estaba enamorado de su maestra de música en Puerto Vallarta.

Valentina suelta una risa sorprendida.

⎯¿En serio?

⎯Totalmente. La veía como si fuera su mujer ideal, pero con falda ajustada y tacones. Fue su primer amor platónico.

⎯¿Y qué pasó?

⎯Llegó el fútbol ⎯explica Ana Carolina, rodando los ojos⎯. Pasó de tratar de ser Liberace a querer ser parte del Barcelona.

Valentina ríe con ganas, imaginando la transición de un pequeño Tristán, de dedos torpes en el piano, a uno corriendo tras un balón de fútbol.

⎯Te aseguro que juega mejor fútbol de lo que toca el piano ⎯añade Ana Carolina, divertida.

Valentina asiente, aun con la risa en los labios, pero luego siente una extraña sensación de confianza en la compañía de Ana Carolina. Una sensación que le da la valentía para preguntarle algo más privado.

Se aclara la garganta y la mira de reojo.

⎯¿Cómo lo haces?

Ana Carolina ladea la cabeza, intrigada.

⎯¿Cómo qué?

⎯Esto… ⎯Valentina gesticula con la mano, como abarcando la situación completa⎯. Soportar esto.

Ana Carolina la observa con una ceja ligeramente levantada, antes de que una sonrisa de comprensión cruce su rostro.

⎯¿Que las mujeres amen a Tristán y quieran echarse encima?

Valentina se sonroja ligeramente.

⎯Sí…

Por un momento, teme haber hecho la pregunta equivocada, teme que Ana Carolina vea a través de ella y descubra lo que está sintiendo. Que ella también fue una de esas mujeres.

Pero Ana Carolina no parece molesta ni incómoda. En cambio, su sonrisa es tranquila, casi como si hubiera esperado esa pregunta en algún momento.

⎯Tristán es guapo. Siempre lo ha sido ⎯dice con naturalidad⎯. Desde niño fue bonito, de adolescente fue guapo y ahora es… gallardo.

Valentina sonríe con timidez al escuchar esa última palabra. Gallardo. Sí, esa era la mejor manera de describirlo.

⎯Él lo sabe ⎯continúa Ana Carolina⎯. Y es consciente de lo que provoca. Pero también es una persona muy fiel. No es el típico mujeriego. Él da su corazón a una persona a la vez.

Valentina se queda en silencio, procesando lo que acaba de escuchar.

Ana Carolina no suena dolida, ni celosa. No hay resentimiento en su voz, ni siquiera tristeza. Habla con la certeza de alguien que conoce a Tristán en lo más profundo, de alguien que lo ha querido de verdad y lo ha entendido.

Y Valentina, por primera vez, comprende que no está compitiendo con ella.

Ana Carolina ya tuvo su tiempo con Tristán. Ya lo amó, ya lo entendió, ya lo dejó ir.

Y ahora, le corresponde a ella.

Su pecho se llena de algo cálido, una mezcla de alivio y certeza.

Porque, aunque su relación con Tristán apenas comienza, aunque aún le falta aprender mucho sobre él y sobre cómo manejar lo que sienten, hay algo que ahora entiende con claridad.

Tristán la eligió a ella.

Y esa verdad, simple, pero inmensa, le da más seguridad de la que jamás había sentido.

Ana Carolina la mira con serenidad, con esa certeza que solo tienen las personas que han aprendido a ver las cosas con perspectiva.

⎯Lo que tienes que entender ⎯dice con calma⎯ es que si Tristán te da su corazón, es tuyo.

Valentina contiene el aliento.

⎯Puede pasar la modelo más guapa del mundo, la mujer más perfecta, y él… no la volteará a ver ⎯continúa Ana Carolina, con una seguridad absoluta⎯. Tristán, cuando se enamora, hace lo impensable.

Valentina la escucha en silencio, sintiendo que cada palabra se queda grabada en su pecho.

⎯Es entregado ⎯sigue Ana Carolina⎯. No sé cómo explicártelo. Es… todo o nada.

Valentina traga saliva, sintiendo la inmensidad de lo que significa estar con alguien como Tristán.

Él no es de amores a medias. No es de juegos ni de incertidumbres.

Él no la está queriendo a ratos ni con reservas.

Él la está queriendo de verdad.

Su corazón late rápido, y se siente tonta por haber dudado antes. Pero al mismo tiempo, también siente algo nuevo: un tipo de felicidad que viene con la certeza de que no tiene que temer.

Tristán es suyo.

No porque lo haya conquistado con esfuerzo.

Sino porque él la eligió, sin que ella tuviera que pedírselo.

Ana Carolina la observa por un momento y sonríe.

⎯Vas a tener que acostumbrarte, Valentina. Estar con alguien como él no es fácil ⎯dice Ana Carolina con un tono casi divertido⎯. Pero vale la pena.

Valentina la escucha atentamente.

⎯Escenas como esta serán parte de tu día a día ⎯continúa Ana Carolina con naturalidad, mientras cruza una pierna sobre la otra⎯. Y, ¿cómo no? Es guapo, de buen cuerpo, alto. A las mujeres les gusta que mida un metro con noventa y cinco centímetros.

Valentina hace una mueca, como si no quisiera admitir que eso es algo que también le encanta.

⎯Simpático, inteligente… ⎯sigue enumerando Ana Carolina⎯. En fin, lo que ves es lo que obtienes.

Valentina la mira con curiosidad.

⎯Ana Caro, si Tristán es tan perfecto, ¿por qué terminaste con él?

Ana Carolina se queda en silencio por un momento, como si estuviera decidiendo cómo responder. Luego, suspira y se encoge de hombros con una sonrisa nostálgica.

⎯Lo amo. Lo amo mucho ⎯admite Ana Carolina sin rodeos.

Valentina mantiene la mirada fija en ella, sin saber qué responder ante esa confesión.

⎯Él y yo iniciamos como mejores amigos ⎯continúa Ana Carolina con naturalidad⎯. Y de pronto decidimos tener una relación amorosa. Nos unió la decepción amorosa… Se fue su novia, se fue mi novio, que además era hermano de su novia. Nos acompañamos en la tristeza, en la soledad, y así nació lo nuestro.

Ana Carolina hace una pausa, como si recordara aquellos tiempos con una mezcla de nostalgia y comprensión.

⎯Pero, en realidad… ⎯sus ojos se encuentran con los de Valentina y su expresión es sincera, sin rastro de dolor⎯, siempre fuimos mejores amigos.

Suspira con suavidad, como quien ha hecho las paces con el pasado.

⎯Jamás me miró como te mira a ti ⎯añade, con una pequeña sonrisa⎯. Con esa pasión, ese enamoramiento.

Valentina siente un escalofrío recorrerle la espalda.

⎯Entre nosotros hubo cariño, amor, pero no pasión, no entrega ⎯continúa Ana Carolina, con la seguridad de quien ha entendido su historia y la ha aceptado⎯. Tristán me quería, pero nunca me deseó como lo hace contigo.

Valentina siente que su pecho se aprieta, pero no de celos. Esta vez es diferente. Es una sensación extraña, una mezcla de alivio y de certeza.

Tristán nunca dejó de respetar a Ana Carolina. Nunca le fue infiel, nunca la hizo sentir menos. Pero tampoco fue nunca suyo en la forma en que ahora lo es de Valentina.

Porque no es solo amor.

Es deseo.

Es entrega.

Es pasión.

⎯¿Cómo lo sabes? ⎯pregunta Valentina en un murmullo, como si temiera la respuesta.

Ana Carolina sonríe.

⎯Porque cuando un hombre te ama de verdad, pero no te desea de la misma manera, lo sabes. Lo sientes.

Valentina asiente, sintiendo la verdad en sus palabras.

⎯Y cuando un hombre te mira como Tristán te mira a ti… ⎯Ana Carolina deja la frase en el aire, pero su sonrisa es cómplice⎯, lo único que puedes hacer es dejarte amar.

Valentina siente cómo sus palabras se quedan flotando en su mente, como si en ese instante se sellara una verdad que ya no puede ignorar.

Pero Ana Carolina, en ese momento, piensa en Dante.

Su expresión cambia levemente, su mirada se suaviza con un brillo especial que Valentina no deja pasar desapercibido.

⎯¿No estás enojada conmigo? ⎯pregunta Valentina de pronto.

Ana Carolina la mira, como si la pregunta la tomara por sorpresa.

⎯¿Por qué lo estaría?

⎯No lo sé… ⎯Valentina baja la mirada, jugando con sus manos sobre su regazo⎯. Simplemente quiero asegurarme de eso.

Ana Carolina suspira con una sonrisa ligera y, sin dudarlo, toma la mano de Valentina en un gesto sincero y reconfortante.

⎯Valentina, Tristán y yo dejamos de ser pareja mucho antes de que lo hiciéramos oficialmente ⎯le dice con honestidad⎯. No fue algo que pasó de un día para otro, fue algo que sentimos en el corazón.

Valentina asiente en silencio, dejando que Ana Carolina continúe.

⎯Yo estoy enamorada de Dante ⎯confiesa con una luz especial en los ojos⎯. Pero quiero a Tristán, y siempre será mi mejor amigo.

Valentina siente un alivio genuino al escucharla.

⎯Aunque… creo que por un momento tendré que alejarme para que ustedes disfruten su relación ⎯añade Ana Carolina, con una media sonrisa⎯. Nadie quiere a la exnovia rondando por ahí.

Valentina ríe con suavidad.

⎯Siempre puedes ser la mejor amiga de Tristán ⎯dice con cariño⎯, porque siento que también eres mi amiga.

Ana Carolina la mira con sorpresa por un momento y luego suelta una risa ligera y genuina.

⎯Lo soy… lo supe desde la primera vez que te conocí.

Valentina sonríe.

No esperaba que esta conversación con Ana Carolina le diera tanta paz. Pero lo ha hecho. Porque, al final del día, ambas están exactamente donde deben estar. Y lo más importante… Todo está en su lugar.

El auto se detuvo y todos comenzaron a bajar uno a uno. Ana Carolina fue la última en hacerlo, tomándose un momento más antes de pisar el suelo.

⎯Voy al baño. Al parecer, leer los correos en la camioneta me mareó ⎯informa, llevándose una mano a la sien con una leve mueca.

⎯¿Quieres que te acompañe? ⎯pregunta Valentina con sincera preocupación.

Ana Carolina niega con un gesto ligero de la mano.

⎯No, sólo necesito unos segundos. Adelántate.

Valentina duda por un instante, pero termina asintiendo y caminando junto con el resto del grupo hacia el interior de la Casa de la Música.

Momentos después, un grupo de reporteros llega al lugar, listos para continuar con la cobertura del evento. La atención se centra rápidamente en Karl, Tazarte y Daniel, quienes se adelantaron para responder a las primeras preguntas.

David, sin embargo, se desvía ligeramente del grupo y se posiciona al lado de Valentina, desprendiéndose por un momento de la soprano, que lo ha monopolizado hasta ahora.

⎯¿Tienes algo qué hacer esta tarde? ⎯pregunta en voz baja, con una expresión que esconde más de lo que dice.

Valentina se voltea hacia él con una leve sorpresa en sus ojos. Sabe que él conoce la respuesta, pero aun así, juega con la incertidumbre.

⎯No… ⎯murmura, sintiendo su pulso acelerarse.

David sonríe con aire travieso y se inclina ligeramente hacia ella, sin dejar de caminar.

⎯Entonces… eres mía ⎯susurra, con esa voz grave y segura que hacía que su piel se estremeciera.

El calor subie a sus mejillas en cuestión de segundos. Tristán sabe exactamente qué decir y cómo decirlo para desarmarla.

Antes de que Valentina pudiera siquiera procesar su reacción, él le cierra un ojo con complicidad y se aleja con paso seguro, dejándola atrás con la respiración agitada y un caos de emociones revolviéndose en su interior.

Valentina siente una mezcla de nervios y expectación, sin poder evitar preguntarse qué significaba esa promesa velada.

¿”Eres mía”?

No sabe si se refiere a la tarde, a la noche, o a algo mucho más profundo.

Pero lo que sí sabe…

Era que no puede esperar para averiguarlo.

2 Responses

  1. Ana Caro es una bella persona, y me encantó esta interacción entre ella y Valentina, sobretodo que confirmaran que son amigas y le explicara con detalle las cosas para que Valentina no se sienta fuera de lugar con sus sentimientos.

    Y al final ese acercamiento de David Tristán 🤩

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