CORREO A DANIEL DE PARTE DE RAÚL

PARA: danielrdconcan@conglomeradocancon.com 

DE: raulcl@gmel.com 

Asunto: Un mensaje que esperaba no tener que escribir

Daniel,

Te envío este mensaje por correo porque veo que no contestas mis mensajes. ¿Acaso me bloqueaste? Se me hace imposible creer que después de todo lo que tuvimos, esto termine así. Sé que te fallé, debí defenderte, pero ya te dije que no estaba en mis manos ese día. Yo también me sentía amenazado. ¿Sabes lo fuerte que fue para mí que nos descubrieran? Me quedé en shock.

He estado pensando en nosotros constantemente, y aunque todo eso pasó, no puedo entender cómo algo tan profundo y único puede desvanecerse tan fácilmente. ¿Acaso no recuerdas todo lo que compartimos? Esa conexión que tuvimos, que tenemos… Es irreemplazable. Lo que tenemos era real.

Lo único que he hecho desde entonces es intentar sanar, permitirte que sanes, pero no dejo de preguntarme, ¿por qué me rechazas? ¿Es porque no regresé antes, o realmente no ves el valor de lo que teníamos? ¿Cómo puedes dejarlo ir así, tan rápido, como si no hubiese significado nada para ti?

Sé que lo que sucedió fue grave. Me arrepiento, claro, pero hay cosas que estaban fuera de mi control, y tú lo sabes. Te he dicho que te amo muchas veces. ¿Por qué no puedes aceptarlo ahora? ¿Por qué no podemos seguir adelante?

Te mereces a alguien que te ame de verdad, y sabes que ese soy yo. Nadie te va a querer como yo te quiero, Daniel. No importa cuánto tiempo pase, yo siempre te amaré.

Espero que puedas reflexionar sobre esto y no sigas cerrando las puertas entre nosotros. No merecemos este final.

Raúl

***

DANIEL 

Cierro la computadora al leer el correo y suspiro. Odio que mi información del Conglomerado esté pública, y que no pueda evitar que Raúl me contacte de esta manera. El sólo hecho de recibir un mensaje de él me provoca una sensación de incomodidad, como si mi vida se viera invadida por su sombra, un fantasma del pasado que no quiere desaparecer.

Antes de bloquear a Raúl del correo de la empresa, se lo reenvío a David y a Pablo, que ahora están al tanto de mi asunto “por mi propia seguridad”. No han pasado ni 10 segundos cuando recibo un mensaje de David por el chat interno de la empresa.

@DavidTCanCon: No puedes recibir correos personales en los correos de la empresa, está en los lineamientos página 25, sección III párrafo 2b al final.

@DanConCan: Lo sé, sólo quiero que lo leas.

@DavidTCanCon: ¿Para qué? ¿Para hacerme pasar un entripado desde la mañana? Sabes lo mal que me cae ese hombre. Su correo sólo habla de que no ha cambiado para nada. No leo ninguna disculpa de su parte. A mí no se me quita de la cabeza que debiste haberlo denunciado.

@DanConCan: David…

@DavidTCanCon: Nada de “David”. No quiero verme soberbio, pero tenemos el dinero y los abogados para darle un escarmiento y no lo hiciste. ¿Valen la pena los años de depresión? ¿Vale la pena ahora el acoso? En verdad, espero que no vuelvas a las mismas mañas, Dan. Esta vez no meteré mano por ti.

@DavidTCanCon: Miento, te amo, haría todo por ti.

Sonrío al leer el último mensaje, sintiendo cómo una ola de calidez se apodera de mí. David puede ser un poco directo a veces, pero siempre se asegura de que sepa que lo tengo de mi lado, aunque su forma de mostrarlo sea tan cruda. Un mensaje de Pablo me llega por el móvil.

Pablo Estévez:
David tiene razón, espero que no caigas en las mismas mañas.

Dan:
¿Nos estás espiando?

Pablo Estévez:
No, David me mandó las capturas de pantalla de su conversación por el chat de la empresa.

Dan:
Pensé que no se podían sacar capturas.

Pablo Estévez:
Fotos.

@DavidTCanCon:
No tomes en serio lo que te dije. Te amo. Haría todo por ti, pero, por favor, razona. Eres inteligente, alto, guapo y sensual. Si regresas con él sólo serás alto, guapo y sensual.

Me río, aunque no del todo. David tiene esa forma de sacar una sonrisa incluso en los momentos más tensos. Tomo un momento para reflexionar. ¿Por qué Raúl sigue estando tan presente? No es sólo la pena de lo que pasó, sino también la confusión de no saber qué siento ahora. Y lo que es peor, ¿por qué me sigue haciendo pensar que yo lo extraño?

Respiro hondo. Lo que más me molesta no es lo que Raúl hizo, sino cómo él sigue intentando entrar en mi vida. Es como si no entendiera que ya no soy esa persona que solía estar a su lado.

Pablo Estévez:
Agrego: Alto, guapo, sensual y un pen…

Me río al leer el mensaje, imaginándome a Pablo diciendo eso con su tono característico. Pero también me siento un poco aliviado. Necesito salir de este círculo de pensamientos y, aunque el trabajo me llame, lo que realmente necesito es despejarme, tomar un respiro y olvidar un rato todo lo que está pasando.

Dan:
Tranquilos. No volverá a pasar. ¿Tienes algo que hacer hoy? ¿Vamos a desayunar?

Me quedo en silencio un momento mientras escucho el sonido del tráfico afuera. Sé que el doctor me prohibió trabajar, pero no puedo descuidar mis responsabilidades. Debo contestar correos de los socios del extranjero y mandarle a Marlen el orden del día para que revise esos pendientes.

Recibo un mensaje por el chat de la empresa.


@MarlenBC ¡Váyase a descansar! Todo está bajo control. El doctor le dijo que no puede estar en la computadora, pero es necio, necio, necio.

No le respondo. Simplemente, me desconecto del servidor de la empresa y cierro mi computadora. Me siento culpable, pero al mismo tiempo, como si tuviera derecho a desconectar un poco de todo. El descanso que me pidió el médico debería ser lo primero.

Pablo:
Voy a dejar a Théa a su trabajo y paso por ti.

Responde Pablo. La ventaja de tener un amigo sin horarios y de que es su propio jefe es que puede hacer lo que desee. A veces me gustaría tener un día entero para no preocuparme por nada más que por mi bienestar, pero esas cosas no son tan fáciles.

Dan:
Te espero abajo.

Me pongo de pie. Todavía tengo la ropa deportiva puesta. No puedo ir con Kristoff por lo de mi ojo, pero me fui con Jo a hacer yoga intensa que hacen ella y Jon. Sudé como nunca en la vida. El dolor de cabeza parece estar bajo control y, por un momento, me siento menos abrumado. Pero aún tengo la sensación de que algo se está cociendo en mi vida, y no quiero dejar que todo se me escape de las manos.

Me miro al espejo. El cansancio está escrito en mi rostro, pero tal vez una mañana tranquila con Pablo sea lo que realmente necesito. Eso, y un buen desayuno.

Entro al baño, me quito la camisa y, con cuidado, retiro el parche que protege mi ojo. El color rojizo de la pupila ha disminuido, y espero que pronto me quiten el parche para poder volver a usar mis lentillas.
Mi móvil vibra, y sonrío al ver que es un mensaje de Taz. Lo abro con gusto.
Taz:
¿Tienes algo que hacer esta noche?
Contesto enseguida:
Dan:
¿Dónde me vas a llevar?
Escribo entre sonrisas.
Taz:
Paso por ti a las 8:00 pm. Ve más guapo de lo que ya eres.
Dan:
¿Así de guapo?


Y, en un impulso que ha vuelto a mí, me tomo una foto, mostrando mi cuerpo en bóxers y mi torso recién ejercitado.

Tardo unos segundos antes de presionar el botón de enviar. Algo en mí se siente nervioso, como si, al compartir algo tan personal, fuera a dar un paso hacia algo nuevo. Pero, de alguna manera, me siento bien haciéndolo. Es una pequeña muestra de confianza, tal vez de entrega, algo que he estado evitando por un tiempo.

Poco después, la respuesta de Taz aparece.

Taz:
Definitivamente, ¡así de guapo! 

Dan:
Te vas a tener que esforzar para estar a la altura.

Taz: 

Te contestaría de la misma forma, pero estoy a punto de entrar a una junta. Pero en cuánto me duche, no te salvas. 

Dan: 

¿Quién dijo que me quiero salvar?

Me río solo, dejando el teléfono a un lado. Siento el calor de la anticipación corriendo por mi cuerpo. No sé qué espera Tazarte de mí esta noche, pero algo en mi interior se agita. Esta conexión que estamos construyendo parece avanzar con cada palabra, cada gesto. La inseguridad que solía bloquearme empieza a desvanecerse, y me doy cuenta de que este momento, este intercambio entre nosotros, es diferente.

La presencia de Tazarte en mi vida ha comenzado a hacerme sentir cosas que no había experimentado desde antes de los eventos que me marcaron. Es más que un simple deseo. Es algo más profundo. Me siento seguro, confiado, visto.

Sé que es malo que compare mi relación pasada con la que inicio con Taz. No puedo creer que haya confundido tanto el amor y el cariño. Lo que tenía con Raúl era una sombra de lo que ahora siento por Tazarte. Con él, todo se siente real, genuino. No hay juegos, no hay miedos. Es como si me viera por completo, con todos mis defectos, mis inseguridades, y, aun así, sigue eligiéndome.

Con Raúl, siempre había un sentimiento de duda. A pesar de lo que intentamos construir, algo no encajaba. Nunca me sentí tan aceptado como soy. Siempre había un temor de que, si no hacía o decía algo de la manera correcta, todo se desmoronaría. Pero Tazarte, con su mirada tranquila y su forma de ser, me da algo que nunca creí que encontraría de nuevo: paz. No es que lo necesite para sobrevivir, pero es un regalo que nunca imaginé que volvería a tener.

Veo todas las pastillas que debo tomar y suspiro. Espero algún día bajar la dosis o dejar de tomarlas. Estoy cansado de que mi estabilidad dependa de ellas. Al parecer, y para mi tranquilidad, mi felicidad depende de mí.

****

El desayuno con Pablo me ayudó mucho a olvidarme del trabajo y sobre todo del asunto de Raúl; aunque continuó enviándome mensajes. Todos los ignoré.

Me dio gusto estar con mi amigo. Me platicó de sus planes, del piso que está por comprar y de su vida en Veracruz, México, donde residió un tiempo para alejarse de los Karagiannis.

⎯Necesitábamos un espacio lejos del mundo ⎯me aseguró⎯. Es bueno desconectarse y alejarse un poco del ruido para encontrar tu propia voz, para escuchar tus pensamientos.

Esas palabras se quedaron marcadas en mí. Pablo, a pesar de tener a sus padres y hermanos, puso por arriba su felicidad y la tranquilidad de la que considera su pareja.

Para su fortuna, los padres lo entendieron, y no tuvo problema en tomar esa decisión.

⎯La gente que te ama, siempre estará ahí, Dan ⎯me dijo bastante emocionado⎯. No importa si te vas 10 años.

Así que regresé a casa con un buen sabor de boca y con mucho que pensar. Sobre todo en el ámbito de la amistad y del amor. Me alegra que haya nuevos temas que tratar en mi vida, además de la desilusión y la depresión.

Mientras plancho la camisa negra que me voy a poner para esta noche, escucho los mensajes de texto que me han enviado. Ignoré 30 mensajes mientras estaba con Daniel y de esos, 27 eran de Raúl, 1 de mi papá y dos de Tazarte.

Mensaje de Tazarte:

¡Ey, Dan! paso por ti a las 7:45 pm ¿Vale? Para que estés listo.

Sonrío.

Mensaje de Tazarte:

Se me olvidó decirte el mensaje pasado que habrá cena. No cenes.

⎯Bien, no cenaré.

Mensaje de Manuel Ruiz de Con:

Hijo, recuerda que las niñas llegan por la tarde. Trata de cancelar tus citas para estar aquí. Te quiero.

⎯Ahí estaré ⎯respondo, mientras cuelgo la camisa negra en un gancho y guardo todo.

Mensaje de 0034911234567:

Dan… este es mi nuevo número. Por favor, guárdalo. Raúl.

Mensaje de 0034911234567:

Oye, perdona mi atrevimiento, pero, ¿podemos vernos para un café? No quiero incomodar, pero, en verdad, necesito aclarar varias cosas.

Mensaje de 0034911234567:

Dan…

⎯Siri ⎯interrumpo el mensaje⎯. Borra todos los mensajes de 0034911234567 y bloquea el número. Esta noche no ⎯me dije a mí mismo, mientras me acomodo la camisa.

Cuando dan justo las 7:45 pm, yo ya me encuentro en el recibidor del edificio, usando un traje negro con camisa negra y la barba perfectamente arreglada. Hoy me puse las gafas redondas de marco delgado, y aunque el parche hace que mi combinación no se vea elegante, no tengo de otra.

Tazarte aparece de pronto. Cuando se baja del auto, lo noto con el cabello amarrado, y hoy caigo en cuenta de que me encanta verlo con el cabello suelto y rebelde. Trae puesto un traje color vino. Me quedo un momento parado, admirando su elegancia natural, su postura firme y cómo, incluso con su porte serio, hay algo relajado en él.

⎯Tazarte ⎯digo, sonriendo mientras me acerco a él.

⎯Dan ⎯responde, sonriendo de vuelta, sus ojos brillando con algo entre sorpresa y emoción.⎯ Estás increíble.

⎯Tú también ⎯contesto, mirando cómo su traje color vino lo hace ver aún más atractivo.

Nos acercamos. En el aire hay una tensión suave, un roce de miradas que hemos estado evitando, pero que ahora parece más que bienvenido. 

Tazarte me da un beso en la mejilla.

⎯Hueles bien.

⎯Gracias. Tú… ⎯Me es difícil darle piropos a otros hombres; Raúl no los aceptaba⎯. Te ves guapísimo ⎯me sale del alma.

⎯Gracias.

Tazarte me abre la puerta del auto y al sentarme me pasa un antifaz para que me cubra los ojos.

⎯La última vez que estuve en contacto con una escena similar fue cuando mi madre y mis tías hicieran un club de libro donde leían novelas eróticas. Como necesitaban la perspectiva masculina, llamaron a mi padre, a mi primo David y él me jaló a mí. Y bueno…

⎯¿Qué? ⎯dice Tazarte entre risas.

⎯Entre nosotros nos echamos porras ⎯justifico.

Me pongo el antifaz, y Tazarte se sube al otro lado.

⎯Me encanta tu familia. Tienen unas ideas…

⎯Y la siguiente generación viene peor ⎯le comento, mientras siento que el auto se mueve⎯. ¿Te conté cuando Fátima nos regaló la misma camisa y nos hizo ir a la fiesta de Moríns con ella?

⎯¡QUÉ!

⎯Debí sospecharlo cuando nos preguntó nuestra talla un año antes y luego Jo me obligó a usarla. Esa foto es legendaria, todos los hombres, hasta los niños, con la misma camiseta. Esa niña tiene una mente… Mira que orquestar junto con mis primas, sus tías, su abuela y su madre para que sucediera.

⎯Fátima es genial. Y, ¿el club sigue?

⎯Sí. No dejamos las cosas a medias. Siempre las llevamos hasta el final. Ahora leen un libro que se llama Amárrame. David y yo ya no somos parte, pero están mi tío Robert y mi tío David. Ambos entraron por amor a sus mujeres pero más por amor a mi papá.

⎯Me interesa, ¿me puedo unir?

⎯Compra el libro y lleva el vino. Si es por videollamada, toma vino. En realidad, el vino y el chisme es la razón.

⎯Lo haré… tal vez me pueda dar ideas.

⎯Son los viernes, y ya sabes, la regla es que no hay reglas, solo disfrutar y reírse. Si se te ocurre algo para aportar… incluso mejor.

⎯¿Crees que el sábado pueda ser de práctica? ⎯me responde Tazarte con tono coqueto, mientras siento que el viaje se hace más largo; estamos algo lejos de la ciudad. 

⎯¿Acaso me quieres amarrar? ⎯respondo, dejándome llevar por la broma, mi voz un poco más baja, mientras una sonrisa juega en mis labios.

⎯Digo… ¿por qué no? ⎯me dice con picardía, como si las palabras fueran solo el comienzo de un juego que los dos sabemos lo que se puede lograr. ⎯Algo bueno se debe de sacar de ahí.

⎯¿Algo bueno, dices? ⎯susurro, sin dejar de sonreír, mientras siento cómo la atmósfera entre nosotros se hace más densa. ⎯¿Qué tienes en mente, Tazarte?

Él se ríe. 

⎯Lo que quiero es que dejes de hablar de lo que podría ser y me dejes mostrarte lo que quiero que sea… ⎯responde. 

Me sonrojo. Para mi suerte, hemos llegado al lugar, porque el auto se detiene. 

⎯¿Listo para que te den la sorpresa de tu vida?  

⎯Estoy listo para que me den… Lo siento, bromeo cuando estoy nervioso. Es algo muy Ruiz de Con… ⎯confieso, ruborizándome, mientras trato de no hacer demasiado de la situación.

Tazarte se ríe. Me toma de las manos y comienza a guiarme hacia algún lugar.

⎯No era necesario el antifaz, de por sí ya estoy ciego. Solo debías quitarme las gafas.

⎯Dan…

⎯Lo siento, lo siento… estoy nervioso.

Siento que entramos a algún lugar, pero no lo reconozco.

⎯Venga, son escaleras ⎯me dice.

Tazarte me guía con suavidad, sus manos firmes sobre las mías mientras comenzamos a subir las escaleras. La sensación de su contacto me tranquiliza, aunque no dejo de sentir mariposas en el estómago.

⎯No te preocupes, estoy bien. ⎯le aseguro, aunque mi voz tiembla un poco. Es raro, nunca había sentido tanta emoción por algo tan sencillo como unas escaleras.

Él se ríe suavemente, como si supiera exactamente lo que estoy sintiendo, y sigue guiándome con confianza. El sonido de nuestros pasos resuena en el aire, y la tensión se mezcla con la anticipación de lo que está por venir.

⎯¿Ya me vas a decir qué sorpresa me tienes? ⎯pregunto, tentando un poco.

⎯No, lo sabrás pronto. Solo confía en mí, Dan. ⎯me responde, su tono cálido y tranquilizador, pero con un toque de picardía.

Finalmente, llegamos al final de las escaleras, y siento que el aire cambia un poco. Tazarte me detiene en seco, y por un momento todo se detiene. Solo estamos nosotros dos, aquí y ahora.

⎯Aquí estamos ⎯dice, y al fin me quita el antifaz.

El mundo se abre ante mí. La vista frente a mí es algo impresionante. Mi respiración se detiene por un instante, completamente sorprendido por lo que veo. Todo el lugar está iluminado por velas, y un piano ocupa el centro del espacio. Lo reconozco al instante, es la Casa de la Música.

⎯¿Me trajiste a incendiar la Casa de la Música? ⎯pregunto entre risas.

Tazarte me toma de la mano y me mira a los ojos.

⎯¿Te conté alguna vez sobre Tchaikovsky? ⎯pregunta, sin apartar la vista de mi rostro.

⎯Sé que es el compositor de El Lago de los Cisnes, El Cascanueces… ¿por qué?

Tazarte sonríe con melancolía.

⎯Sí, él mismo. Pero quiero hablarte de otra obra, una diferente… su Sinfonía Patética. ¿Sabes por qué se llama así?

Niego con la cabeza.

⎯No exactamente.

⎯No fue él quien le puso ese nombre. Fue su hermano, después de su muerte. Pero esa sinfonía… es su despedida. Su última obra. Se dice que en ella dejó todo lo que no pudo decir en palabras.

⎯¿Por qué? ⎯pregunto, intrigado.

Tazarte suspira, como si tomara un momento para ordenar sus pensamientos.

⎯Tchaikovsky amaba a alguien, pero el mundo no se lo permitió. Amaba a un hombre, su sobrino, Vladímir Davídov, a quien llamaba Bob. Le escribió cartas llenas de ternura, de devoción… pero vivió en una época en la que el amor como el suyo debía mantenerse en secreto. Y en su música, en la Patética, dejó todo lo que sentía. Es una sinfonía extraña, Daniel. No termina como otras. No hay un final grandioso. Solo… se apaga, poco a poco, como si el amor que no puede vivir se desvaneciera con ella.

Me quedo en silencio, observando. Algo en la voz de Tazarte me estremece.

⎯¿Sabes qué es lo más triste? ⎯continúa Tazarte, con una risa amarga⎯. Nueve días después de estrenarla, Tchaikovsky muere. Dijeron que fue cólera, otros decían que fue un suicidio. Nunca lo sabremos con certeza. Pero lo que sí sabemos es que su música sigue aquí, como un testimonio de lo que sintió.

⎯Es triste ⎯murmuro⎯. Un amor que nunca pudo ser.

⎯No. ⎯Tazarte niega con la cabeza⎯. Un amor que existe. Que es real. Que aunque el mundo intente enterrarlo, queda escrito en una sinfonía para siempre.

Siento un escalofrío recorrer mi espalda. Lentamente, vuelvo mi mirada hacia Tazarte, y esta vez no puedo evitar notar la intensidad en sus ojos oscuros, la forma en la que me observa, como si cada palabra que ha dicho tuviera un significado escondido, como si la historia de Tchaikovsky no fuera solo sobre él.

Y entonces, Tazarte rompe el silencio con una confesión que resuena como el último acorde de una sinfonía.

⎯Daniel, yo… yo también tengo algo que quiero dejar en la historia. Algo que no quiero que quede en el silencio. Sin embargo, no soy bueno con las palabras, pero sí con la música. Y así te comunicaré lo que quiero decir.

Tazarte se levanta y se dirige al piano. Se sienta y coloca sus manos sobre las teclas, sus dedos tocando suavemente las primeras notas. La pieza comienza lentamente, llenando la sala con una melodía que no podría describir con palabras. Es como si cada nota fuera un suspiro, un mensaje cargado de emociones no dichas. La música, al igual que su confesión, está llena de pasión, de una ternura palpable.

⎯Te advierto que no soy tan bueno como tu hermano. No seas tan severo en tu crítica ⎯me dice, sin dejar de mirar el piano.

Quedo en silencio, observando cómo se prepara. De pronto, la melodía se intensifica, volviéndose más profunda, más envolvente, como si sus manos estuvieran dibujando cada sentimiento en el aire. Cada acorde es como una caricia, un testimonio que no se ve, pero que está claramente presente.

El sonido del piano llena la sala, suave al principio, como si Tazarte estuviera buscando la mejor manera de abrir su alma a través de las teclas. Los acordes, sencillos al principio, se convierten poco a poco en algo más profundo, más cargado de emociones. Me quedo de pie en el mismo lugar, sin poder moverme, sin querer perder ni un segundo de lo que está sucediendo.

Es como si el piano hablara, como si Tazarte se estuviera comunicando con su alma, contándome todo lo que las palabras no podían expresar. Cada nota fluye con delicadeza, como si cada golpe de tecla fuera una confesión, un suspiro que solo él podía liberar de la manera en que lo hace. La melodía se torna cada vez más rica, más densa, llena de una tristeza contenida, de una pasión que no encuentra otro canal para escapar que el de la música.

Su mirada está fija en el piano, pero hay algo en su postura, en la forma en que sus manos danzan sobre las teclas, que me dice que cada acorde no es solo música, sino una expresión de lo que está guardado en su interior. La sala, bañada por la luz suave de las velas, parece desaparecer a su alrededor, como si todo el universo estuviera suspendido en esa sinfonía que habla de amor, de dolor, de sacrificios que nunca se hicieron.

La pieza llega a un clímax suave, donde el sonido se apaga de manera tan sutil que siento como si mi corazón también se detuviera por un instante. Y justo cuando la última nota se desvanece en el aire, el silencio es profundo, como si estuviéramos esperando que algo más suceda, pero la música ha dicho lo que debía decir.

Tazarte se detiene y se queda allí, mirando el piano como si hubiera dejado su alma en cada tecla. Y yo, yo no sé qué decir. Estoy completamente cautivado, tocado por la intensidad de la música, pero también por lo que esa melodía ha revelado, por lo que Tazarte ha compartido conmigo sin decir una sola palabra.

Finalmente, me acerco a él, mis pasos son silenciosos sobre el suelo de madera. Mi respiración aún está atrapada en lo que acabamos de vivir. Cuando estoy cerca, él me mira y veo en sus ojos esa misma vulnerabilidad, esa misma confesión que ahora está escrita en el aire entre nosotros.

⎯Esto lo compuse para ti ⎯confiesa Tazarte, sus ojos brillando con una mezcla de emoción y vulnerabilidad⎯. Lo puse en papel después de nuestra conversación en McDonald’s. Dije, si Dan fuera una melodía, sonaría así.

Mis palabras se me quedan atascadas en la garganta. No puedo evitar sentir una mezcla de gratitud y sorpresa. El simple hecho de que haya compuesto algo tan íntimo, tan profundo, me deja sin palabras.

⎯¿De verdad? ⎯pregunto, casi sin aliento, sin saber si lo que escucho es real o producto de mis pensamientos.

Él asiente, y en sus ojos veo la sinceridad más pura, una vulnerabilidad que nunca imaginé encontrar en alguien tan fuerte como Tazarte.

⎯De verdad. Lo que quiero expresar con esto es… ⎯me dice, tomándome de las manos con una suavidad que me hace sentir seguro, como si el tiempo se detuviera solo para nosotros⎯. Que no sólo quiero dejar lo que siento por ti en una melodía como Tchaikovsky, también te lo diré.

Mi respiración se detiene al escuchar esas palabras. Me parece imposible que alguien pueda decir algo tan profundo, tan verdadero, y mucho menos por mí. Siento un nudo en el estómago, y mi mente corre al mismo tiempo que mi corazón se acelera. Tazarte se prepara, tomando un momento para reunir sus pensamientos, y yo simplemente lo observo, completamente absorto.

⎯Dan, he andado solo mucho tiempo, cerrándome al amor, a la posibilidad de compartir lo que soy y lo que siento con alguien. Pensé que no encontraría a nadie, pero… ⎯Tazarte suspira, como si liberar ese peso fuera más difícil de lo que creí. ⎯Te vi… y te escuché… y… Estoy enamorado de ti, Daniel Ruíz de Con. Me encanta tu sentido del humor, tu risa y tus ocurrencias. Te amo en la luz y en la oscuridad, en tus dudas y en tus aciertos. Te amo más de lo que puedo y quiero pedirte… ⎯su voz se suaviza aún más, cargada de emoción⎯. ¿Quieres ser mi pareja?

Esas palabras caen sobre mí como una melodía que no había escuchado antes, pero que siempre había estado esperando. Mi mente da vueltas mientras mis emociones se mezclan con las suyas. No sé qué responder, no sé si debería dar un paso adelante o retroceder, pero algo dentro de mí me dice que este es el momento. No necesito más pruebas, no necesito más palabras; lo que siento por él es tan real como su declaración.

⎯Hace tiempo, en un viaje a Puerto Vallarta, una adivina me dijo que dijera “sí”. Le pregunté cuándo, y ella me respondió que yo sabría el momento. Sé que este es el momento. Sí, Tazarte, sí, quiero ser tu pareja —digo, sin pensarlo, dejando que mi corazón hable por mí.

Su sonrisa se amplía, casi parece iluminar todo el lugar. Tazarte se acerca un paso más, y sin decir palabra, me abraza. Lo siento tan fuerte, como si tuviera miedo de que algo pudiera interrumpir este momento. 

⎯Tú y yo… —susurra Tazarte contra mi oído, su voz temblando ligeramente—. Desde el principio supe que esto era algo especial. Pero ahora, al escucharlo de tu boca… todo cobra un nuevo significado.

Me alejo ligeramente para verlo a los ojos, y en su mirada encuentro algo que no había visto antes. Una seguridad, una confianza en nosotros que, en parte, me sorprende, pero también me llena de una calidez reconfortante.

⎯Nunca he sentido esto antes —le digo, mientras acaricio su rostro—. Nunca pensé que encontraría algo así… alguien como tú.

⎯Y yo nunca pensé que alguien como tú me haría sentir así —responde, su voz ahora firme, pero llena de emoción—. Esta es nuestra oportunidad, Daniel. Vamos a construir algo juntos. No tengo dudas.

Y entonces, sin pensarlo, lo beso. Un beso que es la culminación de todo lo que hemos compartido, de todo lo que hemos vivido. Un beso que no necesita explicaciones, solo la certeza de que este es el comienzo de algo que no sabíamos que necesitábamos, pero que ahora no podemos imaginar vivir sin ello.

Cuando nos separamos, sonreímos, y en ese silencio, todo lo que necesitamos decir queda claro: estamos juntos, y eso es lo único que importa.

7 Responses

  1. Una declaración tan bella que me llevaron hasta las lágrimas de toda la emoción que sentí… 💖🥹

    No puedo esperar a ver qué sucederá en el siguiente capítulo. 🫢🫶🏼

  2. Hermoso, me dejaste sin palabras.
    Siempre pensamos que las parejas LGBT, solo buscaban tener sexo, pero tú nos estás dando cátedra, ell@s también son personas y tienen sentimientos. Gracias Ana por tus escritos … Te queremos

  3. Las emociones que transmiten este par, la intensidad de los sentimientos descubiertos, me encantan!

  4. Wow, que bello, Tazarte es demasiado romantico, justo como los Ruiz de Con y Canarias y 1001 apellidos mas. Que pereza ese Raul, que nada opaque lo lindo de Dan y Taz.

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