Los labios de Tristán se posan sobre los de Valentina con una lentitud exquisita, como si saboreara el instante antes de devorarla. Al principio, el beso es apenas un roce, una acaricia delicada que electriza su piel y hace que su respiración se entrecorte. Su boca se desliza sobre la de ella con una suavidad calculada, como si estuviera explorando cada milímetro, memorizando su sabor, el calor que emana de su cuerpo.
Después del concierto privado, que terminó a medianoche, Valentina y David fueron al hotel donde ella se hospedaba para que pudiera cambiarse de ropa. Finalmente, terminaron en el piso de Tristán, donde, sentados en el cómodo sofá, comenzaron a besarse bajo la tenue luz del farol de la calle.
Valentina suspira contra sus labios y Tristán aprovecha ese instante para profundizar el beso. Inclina ligeramente su cabeza y sus labios se abren un poco más, encontrando los de ella en un juego pausado, lleno de deseo, pero sin prisas. Su lengua roza la de Valentina con una provocación lenta y envolvente, que la hace estremecer. No hay urgencia, solo el placer de descubrirse en cada movimiento, en cada exhalación conjunta.
Las manos de Tristán enmarcan su rostro, sus dedos rozan la línea de la mandíbula con una ternura que contrasta con la intensidad del beso. Después, va bajando hacia su cuello, sus hombros, y finalmente sus pechos. Ella, al sentir el contacto, gime.
El beso se vuelve más profundo, más demandante, pero nada apresurado. Tristán saborea sus labios, mordiendo apenas su labio inferior antes de succionar con un toque travieso que la hace soltar un suspiro. Valentina responde con igual intensidad, enredando sus brazos alrededor de su cuello, presionando su cuerpo contra el de él, queriendo más, necesitando más.
La mano de Tristán se desliza con lentitud, como si cada movimiento suyo estuviera destinado a adorar la piel de Valentina. Sus dedos, cálidos y seguros, recorren la tela ligera de su vestido, deteniéndose en la curva de su muslo. Valentina siente un escalofrío recorrer su espalda, una mezcla de anticipación y deseo.
Él percibe su reacción y sonríe contra sus labios.
⎯Disfruta ⎯le murmura, depositándo, después, un beso suave antes de seguir explorando.
Con delicadeza, Tristán levanta la falda del vestido, revelando la piel tersa de sus piernas. Sus dedos viajan con lentitud, acariciando la parte interna de su muslo, trazando círculos pausados que la hacen contener el aliento.
⎯Acomódate ⎯le pide Tristán, con una voz suave llena de deseo.
Ella se acomoda, sentándose sobre él y recargando su espalda en su firme y bien formado pecho. Tristán, separa con ternura sus rodillas, abriéndose paso para continuar la exploración. La respiración de Valentina se vuelve más entrecortada, cuando él se aventura más allá de sus muslos. La toca con la misma devoción con la que la besa. Sus dedos dibujan un camino íntimo, descubriendo la calidad que está para él, lo receptiva. Tristán la siente estremecerse y, con paciencia casi tortuosa, comienza a moverse con suavidad, aumentando la intensidad poco a poco.
Los suspiros de Valentina se convierten en pequeños gemidos, ahogados contra los labios de David Tristán cuando la sensación la sobrepasa. Sus manos buscan apoyo en las piernas firmes de él, mientras su cuerpo responde a cada caricia, a cada roce calculado de sus dedos. Tristán no se apresura, quiere que ella lo sienta todo, que se rinda completamente al placer que él está dispuesto a darle, mientras sus dedos sienten esa humedad que va creciendo con cada movimiento.
⎯Tristán… ⎯la voz de Valentina es apenas un susurro, entrecortado por el deseo.
Él la observa, fascinado por la forma en que su cuerpo tiembla bajo su tacto. Sus dedos se mueven con precisión, sabiendo exactamente cómo guiarla hasta el borde del deseo. Valentina se arquea ligeramente, sus caderas siguen instintivamente el ritmo que él marca. La presión crece, la tensión se acumula, hasta que un último movimiento la hace caer.
Un gemido queda atrapado en su garganta cuando su cuerpo se tensa y luego se libera en un estremecimiento profundo.
⎯¡Tristán! ⎯pronuncia su nombre, con un placer que lo excita aún más.
Él la sostiene, la abraza contra su cuerpo, mientras ella respira acelerada, intentando recuperar el aliento. La observa con una mezcla de satisfacción y adoración, disfrutando de la visión de su compañera, completamente entregada al placer.
Valentina siente sus pechos endurecidos, su cuerpo envuelto en un calor que la consume. Se mueve ligeramente y percibe la dureza del miembro de Tristán contra ella. Nunca pensó que esa sensación pudiera excitarla tanto, pero lo hace. Su respiración se entrecorta, y cuando abre los ojos, su mirada se encuentra con la de él. Ambos sonríen, compartiendo un momento cargado de deseo y complicidad.
⎯Disfruta… ⎯le susurra Tristán, con una voz ronca y cargada de emoción.
Ella se inclina para besarlo, su ternura contrastando con la intensidad que aún recorre su cuerpo. Valentina sigue sintiendo la humedad en su piel, la excitación vibrando en cada fibra de su ser. Sigue inmersa en el éxtasis, en ese estado de placer que la mantiene flotando, incapaz de encontrar palabras para describir lo que acaba de experimentar.
⎯Eso que hiciste… ⎯intenta hablar, pero el orgasmo aún resuena en su cuerpo, cortándole el aliento⎯. Tienes manos mágicas.
Sus ojos se posan en las grandes y firmes manos de Tristán, iluminadas por la luz tenue de la habitación. Sus dedos largos, expertos, capaces de provocar en ella un torrente de sensaciones indescriptibles.
⎯Lo hago por ti… ⎯murmura él, con una sonrisa satisfecha.
Pero Valentina aún siente la excitación latente en el cuerpo de Tristán, su necesidad evidente contra ella. En ese momento, una pregunta escapa de sus labios sin que pueda evitarlo.
⎯¿A ti qué te gusta?
Tristán la observa, su mirada oscurecida por la intensidad del momento.
⎯Esto… ⎯responde en un murmullo, sin apartar los ojos de los suyos.
⎯No… digo… ⎯trata de explicarse⎯. ¿Puedo hacer algo por ti?
Una sonrisa ladeada se dibuja en el rostro de Tristán. Le encanta la curiosidad de Valentina, su deseo de aprender, de entregarse a él tanto como él lo hace con ella.
⎯¿Hay algo que te guste?
⎯Hay muchas cosas que me gustan… ⎯admite Tristán, su tono bajo y cargado de intención⎯. Pero aún no estás lista. Debemos ir lento.
Valentina frunce levemente el ceño, entre ansiosa y determinada.
⎯¿Qué es?
Tristán no responde de inmediato. En cambio, la toma con ternura del rostro, posicionando su mano bajo su barbilla para que lo mire fijamente. Y sin darle tiempo a seguir insistiendo, la besa. Un beso que empieza dulce, pero que pronto se convierte en algo más. Un beso que la devora, que la hace querer arrancarle la ropa y entregarse a él por completo.
Tristán exhala con suavidad, controlando su deseo mientras observa a Valentina con intensidad. Su sonrisa es traviesa, pero su mirada delata un fuego contenido.
⎯Lo que me gusta… puede que sea pecado para ti. ¿Quieres pecar más? ⎯bromea, su voz grave y provocadora.
Valentina entrecierra los ojos, no porque esté indecisa, sino porque la intriga la consume. En lugar de responder, se mueve con decisión, cambiando de posición hasta quedar sentada sobre sus piernas, su rostro frente a frente con el de él. Tristán la observa con admiración y deseo mientras ella comienza a desabrochar su camisa, botón por botón, dejando a la vista su piel cálida, sus músculos marcados bajo la tenue luz.
Sus manos exploran su torso con delicadeza, memorizando cada línea, cada curva de su cuerpo. Pero mientras Valentina se enfoca en descubrirlo, Tristán no pierde el tiempo. Sus manos se deslizan lentamente bajo el vestido de ella, recorriendo su piel con caricias firmes y pacientes, provocando que un escalofrío la recorra.
Cuando él finalmente le quita el vestido, dejándola solo en ropa interior, la observa con devoción. Valentina siente el peso de su mirada sobre su piel desnuda y, en lugar de avergonzarse, se siente poderosa.
⎯Quiero saber… solo dime ⎯insiste, su voz apenas un susurro cargado de deseo.
Tristán sonríe, divertido por su determinación. Sabe lo que quiere, lo que le gusta, pero también sabe que Valentina aún está descubriendo este mundo. Apenas ayer era virgen, apenas ayer cruzó una puerta que nunca pensó atravesar. No quiere apresurarla, no quiere que se sienta incómoda ni que confunda curiosidad con obligación.
Apoya la frente contra la de ella y suspira.
⎯Valentina… ⎯susurra, acariciando su espalda desnuda⎯. No tienes que demostrarme nada.
Pero ella niega con la cabeza, determinada.
⎯Quiero saberlo… quiero darte lo que tú me das a mí.
Tristán la observa en silencio por un instante, debatiéndose consigo mismo. Y entonces, finalmente, sonríe.
⎯Si es lo que quieres… te lo mostraré. Pero iremos lento y, si no te gusta, prométeme que me lo dirás.
Valentina asiente, sin apartar su mirada de la de él. Tristán se desabrocha el pantalón y se queda en bóxer. Valentina se sonroja al ver su miembro de nuevo.
⎯No puedo creer que seas el pecado y la bendición al mismo tiempo ⎯dice ella, sin pensarlo.
Él suelta una carcajada baja y, sin más, la besa. Un beso profundo, intenso, que le anuncia lo que está por venir. Cuando se separan, Tristán, la ve a los ojos y le sonríe. Después desliza sus dedos suavemente por la mandíbula de Valentina, guiándola con delicadeza. No quiere apresurarla, no quiere que sienta que tiene que hacerlo por obligación. Quiere que sea su decisión, que cada paso sea porque ella lo desea, ya que confía en él.
⎯¿Seguro que quieres hacerlo? ⎯su voz es grave, envuelta en deseo, pero su mirada es paciente.
Valentina asiente, sus ojos reflejan una mezcla de curiosidad y determinación.
⎯Bueno… pues… ⎯Tristán no le da la indicación con palabras, pero su mirada es suficiente.
Valentina lo entiende y, lentamente, se acomoda frente a él. Su corazón late con fuerza, pero no de miedo, sino de anticipación. Tristán la observa con ternura y, con una mano firme pero gentil, acaricia su mejilla, asegurándose de que se sienta cómoda.
⎯No hay prisa… ⎯murmura, inclinándose un poco para rozar sus labios con los suyos⎯. Quiero que disfrutes explorando tanto como yo.
Valentina asiente de nuevo y deja que sus manos recorran su abdomen con lentitud, explorando cada línea de su piel hasta llegar al borde de su bóxer. Tristán exhala profundamente cuando siente sus dedos bajándolo con torpeza, pero con decisión.
⎯Mírame ⎯le pide con suavidad.
Ella levanta la mirada y se encuentra con sus ojos oscuros y encendidos. Su expresión no es de exigencia, sino de guía, de paciencia.
⎯Empieza despacio… con caricias primero ⎯le indica, y Valentina deja que sus manos exploren con cuidado, sintiendo la calidez de su piel, la firmeza de su cuerpo.
Tristán respira hondo, tratando de controlar la creciente oleada de placer. Está tentado a tomarla del cabello, ese cabello largo y negro, pero prefiere desahogar sus ansias arañando el sofá.
⎯Usa tus labios, roza primero, juega con la suavidad ⎯susurra, guiándola, mientras trata de controlarse.
Valentina sigue sus indicaciones, descubriendo poco a poco el ritmo, escuchando las reacciones de Tristán, adaptándose a su respiración entrecortada y a sus leves suspiros.
Él acaricia su cabello con delicadeza, sin forzar, sin apresurar.
⎯Así… justo así… ⎯murmura con los ojos entrecerrados, disfrutando el momento y la entrega de Valentina.
La habitación se llena de un silencio cargado de electricidad, de suspiros contenidos y murmullos entrecortados. Tristán disfruta el momento. Siente su cuerpo responder ante su lengua, sus manos, sus labios. Su pecho comienza a bajar y a subir desesperado, mientras sus manos comienzan a jalar levemente el cabello de su acompañante.
⎯Valentina ⎯murmura su nombre, sintiendo él la electricidad recorrer su cuerpo.
Valentina sabe que lo está haciendo bien, y por primera vez en su vida no está asustada.
⎯Para, para, para… ⎯le pide Tristán. Ella lo hace y confundida lo ve a los ojos. Se supone que lo estaba haciendo bien, ¿qué pasa? Sus dudas se despejan cuando él le dice⎯. Si sigues, me voy a venir. Mejor ven.
Ella se levanta y, con más confianza, se sube a horcajadas sobre él. Tristán, toma su pantalón y saca de la bolsa un preservativo y lo abre con rapidez.
⎯¿Siempre traes uno en tu pantalón? ⎯pregunta.
⎯Dos, pero ya usamos uno en la bodega. Mi padre siempre me dijo: Cuerpo caliente y cabeza fría. Y mi cuerpo está muy caliente ahora, pero mi mente aun está fría.
⎯Yo te lo pongo ⎯dice Valentina, aún acariciando su miembro.
⎯¿Dónde está la Valentina tímida? ⎯le pregunta él, entre sonrisas, deslizando sus manos por la curva de su espalda.
Valentina, con las mejillas aún encendidas y concentrada en su tarea, lo mira con una mezcla de travesura y seguridad. Sabe que ha cruzado una línea, una de la que no piensa retroceder. Sus dedos exploran con confianza el miembro firme de Tristán, disfrutando de la sensación de su piel caliente bajo sus yemas.
⎯Creo que la dejé en la puerta cuando entraste en mi vida ⎯responde con una sonrisa juguetona, apoyando sus manos en su pecho desnudo.
Tristán suelta una carcajada grave, entrelazando sus dedos con los de ella, sosteniéndola con firmeza. Sus ojos, oscurecidos por el deseo, la recorren de arriba abajo con admiración.
⎯Dios… me vuelves loco.
Valentina siente un cosquilleo recorrer su piel al escucharlo. Su confianza crece cuando él la sujeta por la cintura y la acerca aún más, eliminando la poca distancia entre ellos. Sus labios se encuentran en un beso profundo y hambriento, un choque de pasión y necesidad que los consume a ambos. Sus lenguas se entrelazan, y Valentina deja escapar un suspiro contra su boca cuando Tristán desliza sus manos por sus muslos, acariciándolos con lentitud tortuosa.
Él la acomoda con facilidad, guiándola hacia su miembro con la misma paciencia con la que le ha enseñado todo lo demás. Valentina cierra los ojos, disfrutando cada roce, cada caricia. Sus cuerpos encajan con una naturalidad abrumadora, como si hubieran sido hechos el uno para el otro.
⎯Me encanta verte así ⎯confiesa Tristán, dejando besos ardientes en su clavícula, su voz ronca y cargada de deseo⎯. Tan segura, tan hermosa.
Valentina comienza a moverse sin que él lo pida. Sus caderas encuentran un ritmo natural, deslizándose lentamente sobre él, probando, explorando. Al principio, su movimiento es temeroso, pero pronto la confianza la invade, y su cuerpo responde al instinto más primario del deseo. Tristán la observa con una intensidad abrumadora, su mirada oscura recorriendo cada detalle de su piel resplandeciente bajo la luz tenue del farol de la calle. Su boca entreabierta deja escapar pequeños suspiros, sus manos se aferran a sus muslos, sosteniéndola con firmeza, guiándola sin necesidad de palabras.
⎯Así… ⎯murmura con la voz densa, sus labios curvándose en una sonrisa de puro placer.
Valentina inclina la cabeza hacia atrás, disfrutando la sensación de tener el control sobre su propio cuerpo, sobre el de Tristán. La fricción, la calidez, la conexión entre ambos, todo se intensifica con cada movimiento acompasado de sus caderas. Siente el calor recorrerla como una corriente eléctrica, una que la hace aferrarse más fuerte a sus piernas, buscando sostenerse en medio del remolino de sensaciones.
Tristán no puede apartar la mirada. Se deleita en la visión de Valentina, entregándose al placer, sin miedos ni reservas. Su espalda se arquea con cada empuje, sus labios entreabiertos dejan escapar gemidos que resuenan en la habitación. Su piel brilla con el sudor de la entrega y sus manos comienzan a explorar su torso, subiendo por su abdomen, acariciando sus propios pechos mientras sus caderas siguen ese ritmo que los está llevando al límite.
⎯Dios… Valentina ⎯gruñe Tristán, inclinándose para besar su cuello, atrapando su piel caliente entre sus labios.
Ella siente el placer subir como una ola imparable. Su respiración se entrecorta y sus movimientos se vuelven más frenéticos. Tristán lo nota y desliza sus manos hasta su cintura, aferrándola con más fuerza para impulsarla hacia él, para hacer que cada unión sea más profunda, más intensa. Su boca encuentra la de ella en un beso desesperado, sus lenguas se buscan y se saborean mientras el clímax se acerca.
⎯Tristán… ⎯jadea Valentina contra sus labios, aferrándose a sus hombros con desesperación.
Él aprieta los dientes, sintiendo cómo su cuerpo responde al ritmo frenético que ella ha marcado. Sus gemidos se entrelazan, se funden con el sonido de su piel chocando, con el eco de su respiración agitada. Y entonces, Valentina se tensa sobre él, su cuerpo entero estremeciéndose al alcanzar el punto más alto de placer. Su espalda se arquea y su boca se abre en un suspiro silencioso antes de que un gemido tembloroso escape de sus labios.
⎯¡Qué delicia! ⎯grita con fuerza. Sin importarle si la escuchan en el edificio, la calle o el espacio.
Tristán la sigue segundos después, su agarre en su cintura se intensifica mientras entierra su rostro en el hueco de su cuello, ahogando el gruñido de placer que escapa de su garganta. Sus cuerpos se sacuden al unísono, fundiéndose en una oleada de sensaciones que los deja exhaustos, pero completamente satisfechos.
Por largos segundos, el único sonido en la habitación es el de sus respiraciones entrecortadas, el eco del placer aún vibrando en sus cuerpos. Valentina se deja caer sobre su pecho, sintiendo su corazón desbocado latir bajo su piel. Tristán la envuelve entre sus brazos, besando su cabello con ternura, disfrutando de la calidez de su cuerpo aún sobre el suyo.
⎯Increíble… ⎯susurra ella, con una sonrisa que se dibuja en sus labios aún temblorosos.
Tristán ríe suavemente, deslizando una mano por su espalda en una caricia perezosa.
⎯Eres increíble ⎯le responde, besando su frente con devoción.
Valentina cierra los ojos, disfrutando de la intimidad del momento. Se siente plena, amada, deseada de una manera que jamás imaginó. Y mientras permanece ahí, abrazada a Tristán, sabe que jamás volverá a ser la misma. Él le ha enseñado lo que es entregarse sin miedos, sin sombras, sin culpas. Y no hay vuelta atrás.
Ay dios no se que comentar, que escena Ana es guau!!!!
ME PUSE HOTT!!!, necesito un Tristán, urgente!!!!!
Todo el día espere para poder leerlo, este capítulo estuvo uuuufffff, Ana te superas 😊.
Yo tambien quiero un Tristán 🤣🤪
Dios! Que detalle!
Ana me he quedado satisfecha de cómo has desarrollado este encuentro. El siempre interesado en que ella disfrute de lo que comparten y ella, está vez, lo ha sorprendido con su iniciativa.
Dichosa sea Valentina que se come ese manjar 🤭
Wow q buen capitulo. Super 👌👌👌